• Palacio Potala – Lhasa
• Monasterio de Sera – Lhasa
• Templo Yumbulakhang – Tsedang
• Monasterios del valle de Yarlung – Tsedang
• Estupa de Kumbum – Gyantse
• Monasterio de Tashilhunpo – Shigatse
Estos son los lugares que convierten un viaje al Tíbet en una experiencia inolvidable. Cada uno tiene su propia energía, su historia y su manera de conectarte con lo sagrado.
¿Qué tiene de especial Lhasa, la capital espiritual?
Lhasa, cuyo nombre significa literalmente “lugar de los dioses”, es el corazón del Tíbet. A 3.600 metros de altitud, aquí no solo falta el oxígeno: también sobran las emociones. La ciudad gira en torno al majestuoso Palacio de Potala, antigua residencia del Dalái Lama y símbolo absoluto del budismo tibetano. Sus paredes blancas y rojas, suspendidas como un castillo celestial sobre la colina de Marpo Ri, son la imagen icónica de todo el país.
A pocos pasos, el Templo Jokhang -el más sagrado del Tíbet- vibra con los rezos, las ruedas de oración y el incienso que nunca deja de arder. Aquí entenderás que el tiempo es otro, y que hay devociones capaces de atravesar siglos y continentes. C’est simple: estás en un lugar que no pertenece solo al presente.
Y no olvides perderte por la calle Barkhor, un laberinto de peregrinos, puestos de arte ritual y sonidos de cánticos que se te quedarán grabados como un souvenir inoubliable.
¿Cómo es vivir el amanecer frente al lago Yamdrok?
El lago Yamdrok, de un azul eléctrico y formas imposibles, es uno de los tres lagos sagrados del Tíbet. Se extiende como un espejo infinito rodeado de montañas nevadas y templos colgantes. Ver amanecer aquí es una experiencia casi mística. El silencio se mezcla con el viento y el frío, y el mundo parece quedar suspendido en un instante de paz absoluta.
Si crees que ya lo has visto todo, espera a llegar al puerto de Kamba La, desde donde se obtiene una de las vistas más espectaculares del lago. Oh là là. No hay filtros que lo superen.
¿Por qué el Monasterio de Tashilhunpo es tan venerado?
Situado en la ciudad de Shigatse, el Monasterio de Tashilhunpo es la sede tradicional del Panchen Lama, la segunda figura más importante del budismo tibetano. Fundado en el siglo XV, alberga una gigantesca estatua de Buda Maitreya de 26 metros de altura completamente recubierta de oro. Pero más allá de la grandiosidad, lo que conmueve es la energía del lugar: monjes en oración, manuscritos antiguos, cánticos hipnóticos. Aquí el tiempo parece plegarse sobre sí mismo.
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4. ¿Se puede ver el Everest desde el Tíbet?
Sí. Y no sólo verlo. Puedes dormir frente a él. Desde el Campo Base del Everest (lado tibetano), situado a 5.200 metros de altitud, se obtiene una de las panorámicas más imponentes del planeta. Cuando las nubes se disipan y la cima del Qomolangma (su nombre tibetano) se muestra, uno entiende lo pequeño que es todo lo demás.
La ruta hacia el Everest atraviesa valles áridos, aldeas de pastores y pasos de montaña donde ondean banderas de oración que el viento esparce por el mundo.
¿Qué otros monasterios deberías visitar?
El Monasterio de Sera, muy cerca de Lhasa, es famoso por sus debates filosóficos al aire libre entre monjes. Una escena fascinante: manos que se agitan, preguntas que se lanzan al aire como mantras, y una energía que parece poner el universo en movimiento.
También destacan el Monasterio de Drepung, que llegó a albergar a más de 10.000 monjes, y el remoto Monasterio de Rongbuk, el más alto del mundo, en las faldas del Everest. Allí, el cielo está literalmente a tus pies.
¿Por qué hacer este viaje con GrandVoyage?
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Fuente: Blog GrandVoyage