A una hora y media de la Ciudad, Villa Ruiz es un pueblo ideal para una escapada. Tiene dos restaurantes imperdibles: una pulpería gourmet y una parrilla libre.
Buenos Aires, sábado 28 junio (PR/25) — Ubicado a sólo una hora y media de CABA, Villa Ruiz es un pequeño pueblo rural que se destaca por su tranquilidad y su excelente cocina. De origen ferroviario, esta encantadora localidad es ideal para desconectarse el fin de semana y pasar un rato ameno en familia o con amigos.
Este pequeño pueblo rural, de apenas 500 habitantes y con calles de tierra, que se formó a fines del siglo XIX alrededor de su estación de tren, hoy convertida en centro cultural.
El casco urbano se recorre en pocas cuadras. Se pueden visitar la capilla, la estación, caminar hasta el arroyo La Cruz o simplemente sentarse en la plaza bajo la sombra de los árboles. Los fines de semana hay algo más de movimiento, con ferias y distintas actividades culturales.
Pero el verdadero motor turístico de Villa Ruiz es su propuesta gastronómica. En los últimos años surgieron dos espacios que se volvieron referentes: uno recupera el espíritu de las viejas pulperías y lo adapta a la cocina criolla con impronta moderna; el otro es un restaurante de campo, con parrilla libre, horno de barro y un entorno ideal para pasar el día. Ambos funcionan con reserva previa y suelen estar completos los fines de semana.
La Pulpería de Ruiz
La Pulpería de Ruiz abrió en 2017 en una casa chorizo construida a principios del siglo XX. Su impulsora es Carolina Garate, vecina de Luján, que recuperó el inmueble con la idea de devolverle vida al concepto de pulpería, pero con una propuesta culinaria más elaborada. Desde entonces, se transformó en uno de los lugares más convocantes del pueblo.
El espacio funciona los viernes por la noche, sábados al mediodía y noche, y domingos y feriados al mediodía. Tiene unas 70 plazas entre el salón principal y una galería techada que da al patio. El menú cambia según la temporada, pero conserva algunos clásicos como la empanada de osobuco al horno de barro, el pato con pastel de papa, la bondiola al disco y las pastas caseras. También hay opciones vegetarianas y postres tradicionales con un toque original.
La experiencia es relajada y sin apuro. La atención es cercana y hay una cuidada selección de vinos, cervezas artesanales y bebidas de estación, como vermut o vino especiado en invierno. A veces hay música en vivo o ferias de productores locales. El ambiente es cálido, con detalles que remiten a las antiguas pulperías, pero sin caer en lo temático ni en lo forzado.
La Posta del Camino Real
A pocas cuadras del centro, sobre un amplio terreno rodeado de campo abierto, se encuentra La Posta del Camino Real. Es un restaurante de campo fundado por Leonardo Balostro, vecino del pueblo, que convirtió el lugar en un clásico para quienes buscan asado abundante, horno de barro, aire libre y buen trato.
El restaurante abre sábados, domingos y feriados al mediodía, siempre con reserva previa. La propuesta es sencilla y efectiva: entrada con achuras, quesos y embutidos, seguida por una parrilla libre con vacío, costilla, chorizo, morcilla, pollo y cerdo. También se sirve lechón y bondiola al horno de barro, acompañados con papas, verduras asadas y pan casero. Hay pastas, opciones vegetarianas y una selección de postres clásicos como flan, budín de pan y queso y dulce.
Las mesas se distribuyen entre el comedor cerrado y un parque arbolado con sombra natural. Hay juegos para chicos, una pequeña granja con animales y una canchita de fútbol. Es ideal para ir en grupo, quedarse toda la tarde y disfrutar sin reloj. Todo en un entorno simple, bien cuidado y con atención personalizada.
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Agencia NA