fot. Wikimedia Commons | MICHI abba – praca własna | CC BY-SA 4.0
El hermano Daniele Natale era un capuchino que se dedicó a ayudar a los heridos y a los más necesitados durante la Segunda Guerra Mundial. A los cinco años conoció al Padre Pío durante una visita a San Giovanni Rotondo. Su experiencia de la muerte y el purgatorio, ver a la Virgen María y su vuelta a la vida se convirtieron en el fundamento de su singular misión espiritual.
Poseía numerosos carismas: la bilocación, el poder de expulsar demonios y el don de leer la mente y el corazón de las personas. Fue él quien recibió la gracia extraordinaria de bendecir al P. Dolindo justo antes de su partida a la casa del Padre.
Padre Pío: no tengas miedo
Fue uno de los hijos espirituales más cercanos a san Pío. En 1952, al Hermano Daniel le diagnosticaron un cáncer de bazo. Lo primero que hizo el fraile fue dar la noticia a su amigo más íntimo de San Giovanni Rotondo.
El estigmatizado, el padre Pío, indicó al Hermano Daniel una clínica particular de Regina Elena y un médico ateo, el profesor Riccardo Morreti, en Roma.
“No tengas miedo, yo estaré contigo todo el tiempo”.
Al principio, el médico se negó a realizar la operación porque la enfermedad ya estaba muy avanzada. Tras la insistencia del capuchino, el médico accedió a llevarla a cabo. El hermano Daniele entró en coma tras la operación y murió tres días después.
Tres horas de purgatorio y la Virgen María

Los familiares se reunieron alrededor de su cuerpo para rezar. Al cabo de tres horas, el monje se quitó la sábana, se levantó y empezó a hablar. Contó cómo se había presentado ante Dios tras su muerte.
Vio en Él a un Padre amoroso, no a un juez que esperaba para pedirle cuentas de todas las fechorías cometidas en la tierra.
El Hermano Natale se dio cuenta de que el Creador le cuidaba cada día, aunque él no siempre respondiera a ese amor. El capuchino fue condenado a tres horas de purgatorio.
Según recordaba, los dolores eran terribles y atroces, “especialmente en los sentidos del cuerpo, que eran los más ofensivos para Dios”. El más agudo era la sensación de lejanía del Creador.
“Eran dolores insoportables para mí, no estaba claro de dónde venían, pero los sentía intensamente. Los sentidos que más ofendían a Dios, así los ojos, la lengua… sentían el mayor sufrimiento y era una cosa indescriptible, increíble”.
Y todo esto, añade, solo por “romper el voto de pobreza, por las pocas liras que, en vez de dar a mis superiores, daba a buenas causas, pero a mi arbitrio”. Y añade:
“Lo más doloroso en el purgatorio no es el fuego, por intenso que sea, sino el sentimiento de estar lejos de Dios y la conciencia de que uno tenía a su disposición todos los medios de salvación y no hacía uso de ellos”. – recordó Natale.
La Santísima Virgen María también se apareció al fraile capuchino. El hermano Daniele pidió a la Virgen que se apareciera por él al Padre y le diera la oportunidad de volver a la tierra.
De repente, el Padre Pío también se apareció junto a María y pidió a la Virgen que aliviara los dolores de su amigo.
Natale fue perdonado. Esta experiencia llevó al Hermano Daniele a la misión única de convertir los corazones de las personas tras su regreso a la tierra.
Bendición del P. Dolindo

Daniele Natale también recibió del Padre Pío la gracia de bendecir al Padre Dolindo Ruotolo antes de su muerte. Este extraordinario encuentro con el sacerdote de Nápoles es relatado por Joanna Bątkiewicz- Brożek en su libro “Mi misión continúa. P. Dolindo Ruotolo”.
El hermano Daniele está un poco nervioso al cruzar la calle desde el piso donde se alojan sus amigos napolitanos. No es su primera visita a la ciudad. Sin embargo, esta vez algo le apremia. Teme no llegar a tiempo para la muerte del padre Dolindo. Por eso deja su bolsa, se niega a almorzar y ordena inmediatamente que le lleven al número 58 de Salvator Rosa.
Recorren la distancia de unos quinientos metros por la sinuosa calle a paso ligero en pocos minutos. Por el camino, el Hermano Daniele siente una creciente ansiedad. “Había en él un vivo deseo de llevar a cabo su misión lo más rápidamente posible, casi temía fracasar”. – describe la autora del libro.
Natale se dirigió hacia la habitación, que estaba en el cuarto piso. Allí se encontró con mujeres rezando el rosario. Luego pasó el pasillo y entró en una habitación completamente vacía y sin muebles. En una cama de campaña plegable yacía el P. Dolindo. El capuchino, gaz incluido el cuerpo dolorido del sacerdote de Neaopol, se puso a rezar sobre él. También tuvo ocasión de bendecir al sacerdote antes de su muerte.
Encuentro místico con María
El Hermano Daniele también era conocido por su amor a María. Sin embargo, no siempre era capaz de concentrarse en el rezo del rosario.
Amaba fervientemente a la Virgen y el Rosario, pero en momentos de crisis física o espiritual no me atrevía a hacer ni una sola coronilla. La idea de decenas de rosarios no me daba paz: “Cincuenta Avemarías… ¡Ay, cómo voy a poder rezarlas!”. A veces me ponía a rezar de nuevo, pero me invadían una ansiedad peculiar y pensamientos intrusivos: “¿Cuándo llegaré al final?”. Por eso a veces no cogía el rosario”, recuerda.
Un encuentro místico con la Virgen, que se le apareció en sueños, cambió su actitud ante esta oración. La Virgen le dijo:
– Reza el rosario, hijo.
Respondí, sollozando: – ¿Cómo puedo hacerlo? No puedo hacerlo -. Entonces ella dijo:
– Yo te ayudaré, lo rezaremos juntos. Pídeme en la oración lo que quieras y te lo concederé.
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Fuente: Aleteia