Sabiduría atemporal de tres clásicos espirituales del cristianismo que nos ayudarán en este tiempo: La nube, san Juan de la Cruz y Tomás de Kempis
Clásicos que perduran
Los clásicos perduran no porque sean impecables, sino porque hablan al corazón humano en todas las épocas.
Cuando volvemos a obras como La nube del desconocimiento, Dichos de luz y amor y La imitación de Cristo, no lo hacemos para encontrar respuestas fáciles, sino para encontrar verdades perdurables.
Estos textos nacieron en contextos muy diferentes -la Inglaterra del siglo XIV, la España del siglo XVI y la Alemania del siglo XV-, pero cada uno de ellos sigue guiando a los lectores hacia una vida interior más profunda y una relación más honesta con Dios.
1La nube del desconocimiento: Desaprender para la unión
Escrita por un místico inglés anónimo en el siglo XIV, La nube del desconocimiento insta al lector a desprenderse de imágenes, conceptos e incluso pensamientos sobre Dios. «Por el amor se le puede alcanzar y retener», escribe el autor, «pero por el pensamiento nunca».
El libro insiste en que Dios no puede ser captado solo por el intelecto; hay que acercarse a Él con amor y humildad, a través de lo que el autor llama una «nube de olvido» de todo lo que no es Dios.
Sí, el lenguaje es inglés medio – traducido al español -. Sí, las metáforas son densas. Pero en el fondo insiste en la necesidad de abandonar el control, el ego y las certezas para unirse a lo divino. En un mundo ruidoso de sobreexposición y análisis constante, esta obra ofrece la sorprendente libertad del desconocimiento espiritual.
2Dichos de luz y amor: Escasos, nítidos y certeros
San Juan de la Cruz, místico carmelita español y Doctor de la Iglesia, es conocido sobre todo por La noche oscura del alma, pero sus Dichos de luz y amor ofrecen una ventana más condensada -y a menudo más accesible- a su visión mística.
No se trata de ensayos, sino de aforismos espirituales. «Amar es trabajar para despojarse y privarse por Dios de todo lo que no es Dios». O: «Quien huye de la oración huye de todo lo que es bueno». Las líneas son densas en significado y a veces desconcertantes en su agudeza. Pero siempre apuntan a la libertad: libertad del pecado, de las ilusiones, de lo que Juan llamaría «apetitos» que oscurecen la presencia de Dios.
No es autoayuda. Es ayuda para el alma. Y exige paciencia, porque el fruto llega lentamente.
3La Imitación de Cristo: Una revolución silenciosa
La Imitación, de Tomás de Kempis, es uno de los libros de devoción más leídos de la historia cristiana. Detrás de su severidad monástica hay una conciencia profundamente humana de la debilidad, la vanidad y la distracción, y un profundo deseo de que Jesús sea el centro del corazón humano.
«Cuanto más se aparta el hombre de las cosas perecederas», escribe Tomás, «más se acerca a Dios». No se trata de negarse a sí mismo porque sí. Se trata de dejar espacio al único que verdaderamente satisface.
Como los demás, La imitación lleva las marcas de su época. Pero como nos recuerda el Catecismo, «Dios llama al hombre a buscarle, a conocerle, a amarle con todas sus fuerzas» (CEC 1) – y estos autores, a su manera, nos invitan a hacer precisamente eso, sinceramente.
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Fuente: Aleteia