En Perú, el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC) comparte regularmente listas con los nombres más peculiares del país. Más de 30 peruanas se llaman Bellatrix, en honor al famoso personaje de la saga de libros y películas de Harry Potter. Más de 50 se llaman John Lennon, como el fallecido miembro de The Beatles, y 7 personas comparten el nombre de Avatar.
Lo que enseña la Iglesia Católica sobre los nombres
El Catecismo de la Iglesia Católica señala que en el bautismo “el cristiano recibe su nombre en la Iglesia” (n. 2156) y que “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva” (n. 2158).
En ese sentido, el Catecismo aconseja a los padres, padrinos y párrocos que procuren no imponer nombres ajenos al sentir cristiano, sino asignar alguno que ofrezca al bautizado “un modelo de caridad”, como el nombre de un santo, u otro apelativo que refleje algún misterio o virtud propios de la fe.
El Catecismo señala que “el nombre recibido es un nombre de eternidad” (n. 2159). Y añade: “En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.
“No es una herejía” pero hay que tener prudencia
Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de Orihuela-Alicante (España), dijo en una entrevista con ACI Prensa que “una pobreza muy grande de nuestro tiempo es la falta de referencias” que sufren los niños y jóvenes durante su crecimiento.
El obispo español explicó que la costumbre de recibir un nombre cristiano en el bautismo nos une y nos relaciona con toda la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, a través de la Comunión de los Santos.
“El tener un patrono, bajo cuyo nombre he sido bautizado y en el que tengo puestos mis ojos, es una referencia muy fuerte. Muchas veces cuando se acude a poner nombres que vimos en alguna novela o de alguna actriz, estamos manifestando una fragilidad de donde tengo yo mis referencias”, dijo Mons. Munilla.
Según el prelado, los fieles cristianos conocerán algún día “hasta qué punto nuestros santos patronos están intercediendo por nosotros y nos están protegiendo”. Mons. Munilla explica que aunque “no es una herejía” utilizar un nombre ajeno al cristianismo, estos se deben escoger desde la prudencia.
Además, dijo que el problema radica en la secularización de la sociedad, de la que se hace partícipes a los niños al no ponerles nombres de los que puedan sentirse orgullosos.
“Dios le da una misión especial a los santos, que es la de interceder a los que tienen su mismo nombre; pero a nosotros también se nos invita a conocer la vida del santo de nuestro nombre. Sería de desear que los cristianos tuviéramos una relación especial con ellos”, comentó el Obispo de Orihuela-Alicante.
“Una tendencia hacia el individualismo”
Sofía Delgado, psicóloga venezolana, comentó a ACI Prensa que el nombre forma parte fundamental de la identidad de cada ser humano, porque es lo primero que conoce de sí mismo y lo primero que le presenta ante la sociedad.
“A partir del nombre podemos asumir muchas cosas de las personas”, dijo Delgado. “Los nombres tienen una historia y un origen, se han pasado de generación en generación y es más fácil relacionarse con este tipo de nombres, que tienen un significado claro”, añadió.
“El niño puede sufrir introversiones porque recibe burlas a causa de su nombre, puede sufrir por esto y tener diferentes conductas negativas. Puede no querer ir al colegio, tener frustración y todas estas cosas típicas de situaciones de acoso”, dijo la psicóloga.
Delgado también señala que la secularización de la sociedad es una de las causas de que los nombres cristianos sean cada vez menos utilizados. “En la medida que la sociedad se separa de la religión cristiana se pierde el sentido de escoger un nombre que tenga un significado dentro del cristianismo”, comentó.
A la vez, dijo que otro gran factor que influye en esta situación “es una tendencia hacia el individualismo, al querer resaltar sobre los demás y no querer relacionarse con la historia y con la tradición, sobre la que pesa un rechazo general”.
La psicóloga finalmente expresó que los nombres son una especie de “ancla psicológica” con la que es necesario tener una buena relación para autopercibirse de manera más positiva. Aunque no es algo necesariamente determinante, un nombre cristiano ayuda “a tener más confianza en sí mismo y a relacionarse mejor con los demás”.
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Fuente: ACI Prensa