España, miércoles 3 septiembre (PR/25) — Para lograr surfear una ola sobre una tabla hay que entrenar, seguir unas pautas, aprender en el camino. Y cuanto antes se empiece con la técnica, mejor. Lo mismo sucede con el desafío de aprender a amar y con ese objetivo se ha desarrollado este verano un campamento en el que combinan aspectos de la psicología y la Sagrada Escritura con la práctica deportiva en el norte de España.
Sus impulsores son Paula Romón y Jesús María García, un matrimonio español entregado desde hace años a la pastoral familiar, en especial a la prematrimonial, especializados en Psicología y Teología. Ambos dirigen el Centro de Orientación Familiar Cristo Rey en Pozuelo de Alarcón.

A este primer campamento EDÉN han acudido 25 jóvenes, todos universitarios o a punto de iniciar la carrera y, lo que es más significativo, casi todos solteros. Están alojados en la casa parroquial de San José en la localidad cántabra de Noja, en una zona conocida por las olas de sus playas, que hacen las delicias de los surferos.
Allí duermen, de manera muy sencilla, con sacos de acampada y esterillas y colaboran entre todos para atender las labores comunes de orden y limpieza. A lo largo de los días de campamento han combinado ratos de oración y celebración de la Misa con sesiones formativas sobre el enamoramiento, las heridas, la necesidad de construir las relaciones sobre roca o la determinación a entregarse con libertad, respeto y compromiso a otros.

“Dios es el experto, el profesional del amor”
Esta iniciativa forma parte de un esfuerzo formativo temprano en el amor humano que sigue las pautas del Itinerario Catecumenal para la Vida Matrimonial, publicado por el Dicasterio de Laicos, Familia y Vida en 2022.

El P. Felipe Rosario, párroco de Nuestra Señora de la Misericordia en Vallecas (Madrid), aceptó la invitación de Jesús María García a participar en esta experiencia. En conversación con ACI Prensa, explica que “vivimos en una sociedad donde se piensa que el enamoramiento es de un fin de semana, un mes o un año. Y nosotros creemos que Dios hace posible que ese enamoramiento no se pase, sino que te plenifique, que te llene”.
Tras unos días de campamento, el P. Rosario destaca de los jóvenes participantes su deseo de querer prepararse “para encontrar el amor de su vida, para aprender a vivir una relación bonita, una relación con un amor distinto al que muchas veces ven en sus amigos”.
«En la sociedad de hoy se desprecia mucho a Dios, se cree que Dios no me va a aportar nada y, sin embargo, es una gran equivocación porque Dios es el que más nos enseña del amor, Dios es el experto, el profesional del amor”.

Discernir la vocación y conocer el amor humano
Esta idea sin duda es la que ha llevado a Pablo quien, a sus 18 años y a punto de empezar los estudios de Ingeniería Industrial, llega a esta experiencia confiado en Dios, pues está discerniendo: “Desde hace algún tiempo estoy ahí viendo qué quiere Dios de mí, tanto en el ámbito de ser sacerdote o para la vida de matrimonio”, expresa con sencillez.
De lo aprendido hasta el momento en estos días, destaca ser consciente de la responsabilidad de amar, pues es “más que un sentimiento, que requiere un trabajo y una entrega constante. Y todo lo que implica entregar tu vida a tu pareja y a tus hijos”.

Pablo busca en Campamento EDÉN conocer mejor todas las posibles vocaciones para responder mejor al Señor. Crédito: Nicolás de Cárdenas / ACI Prensa.

El curso “ayuda mucho a ver lo que te dice la sociedad sobre la sexualidad y sobre el matrimonio, y te cambia la perspectiva desde la psicología y la Biblia, porque la palabra de Dios al final es lo que realmente te penetra y cambia tu percepción y tu visión de las cosas, y en este caso también del matrimonio”, explica Ruth, que estudia Ingeniería Biomédica.
A sus 20 años, se muestra convencida de dar un sentido al deseo que anida en el corazón de cada joven: “Dios quiere que deseemos, quiere dárnoslo todo, quiere darnos plenitud, abundancia. Desear no es malo, siempre que esté contenido en el espacio correcto, siempre que desees desde el corazón de Dios”.

Daniel es músico, tiene 21 años y estudia Historia y de su paso por esta experiencia atesora un cambio en su manera de enfocar la realidad del matrimonio: “Lo tenía como algo mucho más banal, pero ahora verdaderamente empiezo a descubrirlo como algo mucho más verdadero, mucho más espiritual y que está enraizado en un concepto que es mucho más puro y mucho más bello”.

Lucía estudia ingeniería de Telecomunicaciones y tiene 22 años. Antes de llegar al Campamento EDÉN ya se había acercado a la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II.
Desde hace un tiempo, buscaba desbloquear algunas heridas interiores y, con la ayuda de este campamento, ha encontrado la vía para orar con mayor confianza y a “no guardarte ese dolor, abrirlo a una posible sanación y con esperanza”.

«Hemos hablado mucho de las heridas y eso creo que es una parte muy importante que hemos tocado para sanarte a ti mismo y cuando tú te sanas, pues al final tú puedes dar a los demás y querer», explica Francisco, quien a sus 22 años se prepara para ser diseñador de productos.

Como es natural, en apenas una semana, no es posible abordar toda la profundidad del amor humano y preparar a un joven para abordar la etapa de discernimiento del noviazgo con solidez en los cimientos.
Por eso, Paula y Jesús ofrecen la posibilidad de continuar con la formación a través de redes de apoyo mutuo en las que sanar, conectar con otros e ir alcanzando objetivos que permitan una mejor preparación de los jóvenes para surfear las, en ocasiones peligrosas, olas del amor humano.
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Fuente: ACI Prensa