La fe y la esperanza han sostenido a naciones, inspirado victorias y transformado vidas. En ningún lugar es esto más evidente que en Malta

La llegada de san Pablo: oración y providencia
En el año 60 d. C., san Pablo, camino a Roma como prisionero, naufragó frente a la costa de Malta. Lo que parecía un desastre se convirtió en uno de los momentos más cruciales de la historia cristiana. El libro de los Hechos describe cómo el pueblo maltés recibió a Pablo y a sus compañeros con una bondad excepcional (Hechos 28,2). Pablo, a su vez, les trajo el mayor regalo: la Buena Nueva del Señor. Sus oraciones sanaron a los enfermos, incluido el padre de Publio (el gobernador romano), y muchos llegaron a creer en Cristo.
La presencia de Pablo en Malta no fue casualidad, sino providencia divina. Como señaló el Papa Benedicto XVI durante su visita a Malta en 2010: «De todos los dones traídos a estas costas a lo largo de la historia de su pueblo, el don de Pablo fue el mayor de todos». Este momento marcó el inicio de la herencia cristiana de Malta, de 2000 años de antigüedad, una fe que sostendría a la isla durante sus momentos más difíciles.

El Gran Asedio: victoria a través de la oración
Quince siglos después, en 1565, Malta [y la cristiandad] se encontraban una vez más al borde de la destrucción. El Imperio Otomano, en la cúspide de su poder, lanzó una invasión, decidido a aplastar este bastión cristiano. Los defensores —los Caballeros de san Juan y el pueblo maltés— eran superados en número casi cinco a uno. Sin embargo, gracias a su fe inquebrantable y a su oración, se mantuvieron firmes.
El Gran Maestre Jean Parisot de la Valette dirigió a los caballeros en constante oración, especialmente ante el icono damasquino de Nuestra Señora de Damasco, hoy en la Iglesia greco-católica de La Valeta. Los defensores confiaron su supervivencia a la Santísima Virgen María, y el 8 de septiembre, festividad de la Natividad de María, los otomanos abandonaron inesperadamente el asedio. Contra todo pronóstico, Malta había prevalecido.
En agradecimiento, La Valette dedicó la victoria a Nuestra Señora, y la festividad de la Natividad de la Santísima Virgen María se convirtió también en la festividad de Nuestra Señora de la Victoria, depositando su espada en el altar de la Iglesia de Nuestra Señora de Damasco, entonces en Birgu (rebautizada como Città Vittoriosa).
Para honrar su intercesión, fundó una nueva ciudad, La Valletta, y se aseguró de que su primer edificio fuera una iglesia dedicada a la Natividad de María y su victoria. Esta devoción pronto se extendió más allá de Malta, inspirando la victoria de la Santa Liga en la Batalla de Lepanto (1571), después de que el Papa San Pío V instara al rezo universal del Rosario.

Segunda Guerra Mundial: esperanza en la hora más oscura
Siglos después, durante la Segunda Guerra Mundial, Malta volvió a verse sitiada. Su posición estratégica en el Mediterráneo la convirtió en un objetivo prioritario para los incesantes bombardeos del Eje. La isla sufrió más de 3000 ataques aéreos, convirtiéndola en el lugar más bombardeado del planeta en aquel momento.
El convoy de Santa Marija (15 de agosto de 1942): con Malta al borde de la rendición, una desesperada misión aliada, conocida como Operación Pedestal, intentó entregar suministros. Contra todo pronóstico, solo cinco barcos sobrevivieron al ataque y llegaron a Malta el día de la Asunción de María. La llegada de estos barcos, en particular del maltrecho SS Ohio, fue aclamada como un milagro y aún hoy se conmemora como «Il-Konvoj ta’ Santa Marija«.
El Milagro de la Cúpula de Mosta (abril de 1942): durante un ataque aéreo, una bomba de 500 kilogramos impactó contra la enorme cúpula de la Rotonda de Mosta, donde 300 personas estaban reunidas para orar. Milagrosamente, la bomba no explotó. Hasta el día de hoy, la bomba sin explotar se exhibe en la iglesia como testimonio del poder de la oración y la protección divina.
En Medjugorje, Bosnia Herzegovina donde se aparece la Reina de la Paz, en la guerra de los Balcanes también hubo bombas en las afueras de la aldea que nunca explotaron. El pueblo croata oraba y ayunaba.

Una peregrinación de esperanza y gratitud
La historia de Malta demuestra que la oración no es pasiva, sino que transforma la historia. Para quienes buscan profundizar su fe durante el Año Jubilar, recorrer el pasado lleno de fe de Malta es una experiencia poderosa. La Peregrinatio Sancti Pavli Apostoli del año 60 d. C. invita a los peregrinos a recorrer el camino de Pablo, desde la Bahía de san Pablo hasta la Gruta de san Pablo en Rabat, donde se cree que se alojó y predicó.
Para quienes se sienten atraídos por la devoción mariana, Malta ofrece rutas de peregrinación únicas, como el Camino Mariae Melitensis, que entrelaza el rico patrimonio mariano de la isla. Estos viajes no son solo paseos por la historia, sino testimonios vivientes del poder de la fe, esperanza, perseverancia y gracia divina.
La oración como corazón del legado de Malta
Desde el naufragio de san Pablo hasta el Gran Asedio, desde el Convoy de Santa Marija hasta el Milagro de Mosta, la historia de Malta es una historia de fe y esperanza inquebrantables. El Año Jubilar 2025 nos llama a recordar que, incluso ante adversidades abrumadoras, la oración es nuestra mayor fortaleza.
Las palabras de san Pío V, pronunciadas tras la victoria de Malta en el siglo XVI, siguen vigentes hoy en día:
“El Rosario es un arma contra los males del mundo de hoy”.
La historia de Malta demuestra que la oración no es solo un consuelo, sino una fuerza que transforma el curso de la historia. En este Año Jubilar, respondamos al llamado a la oración, inspirándonos en la inquebrantable confianza de Malta en la providencia de Dios y la intercesión de María.
					
												














