Ciudad del Vaticano, miércoles 22 octubre (PR/25) — El Dicasterio para las Causas de los Santos aprobó la validez jurídica de toda la documentación presentada por la causa del Negro Manuel. Este paso significa que lo realizado en la fase diocesana fue aprobado por la Santa Sede.
«Nuevamente agradecemos la generosa tarea de nuestra curia arquidiocesana, así como a los participantes del proceso, especialmente al padre Guillermo Durán y a Geraldine Mackintosh«, se expresa al comunicar la novedad.

«Todos sabemos que la figura del Negro Manuel es muy significativa en el acontecimiento mariano de Luján. Que él nos haya dicho: ‘soy de la Virgen, nomás’ es un testimonio fundante de algo que nosotros estamos viviendo y cosechando con tantos frutos en una religiosidad simple, sencilla y tan profunda», se destaca.
Invitan a rezar por los siguientes pasos de la causa, que incluyen este signo «tan lindo para la Iglesia que peregrina en Mercedes-Luján y en toda la Argentina».

Comenzó la fase romana del proceso de canonización de el Siervo de Dios Manuel Costa de los Ríos, más conocido como «El Negro Manuel«, el primer servidor de la Virgen de Luján en Argentina.

Por otro lado, desde la Arquidiócesis de Mercedes-Luján destacaron que «la figura de nuestro querido Negrito Manuel, fiel servidor de la Virgen de Luján, es entrañable para todo el pueblo argentino. Modelo de amor filial, humildad, servicio y disponibilidad hacia el prójimo, los fieles de todas partes del país permanentemente acuden a él, buscando su intercesión», aseguraron.
Quién fue el Negro Manuel Costa de los Ríos
El «Negro Manuel» nació, aproximadamente, en 1604, en Costa de los Ríos, conocido en ese momento como la Guinea Superior, en África. Años más tarde, fue capturado por traficantes de esclavos y trasladado en barco hasta Pernambuco, en el norte de Brasil.
Para el año 1630, Manuel es comprado por un navegante portugués, Andrea Juan, que lo bautiza como Manuel y lo lleva a Buenos Aires en su barco. Junto con él, viajaban dos imágenes de la Virgen por pedido de un amigo de Andrea, quien necesitaba una imagen de la Purísima Concepción para poner en la capilla de su estancia en Sumampa, hoy provincia de Santiago del Estero.
Una vez en Buenos Aires, «El Negro Manuel« es entregado por Andrea a su amigo Bernabé González Filiano como forma de agradecimiento por haberlo ayudado tras ser detenido por contrabando en el puerto de Buenos Aires. Bernabé es administrador de una estancia a orillas del río Luján, y allí lo llevan al esclavo.

Ya en la estancia y luego de retomar el viaje con el cargamento, una de las carretas tirada por bueyes no se movía. Tras varios intentos, bajan uno de los cajones dónde está la imagen de la Purísima Concepción y los bueyes tiran de la carreta. Cuando abren el cajón y ven la imagen dicen, llenos de emoción y alegría, «¡Milagro! ¡La Virgen se quiere quedar acá!». El «Negro Manuel«, que había sido testigo de todo, es puesto a cuidar la sagrada imagen.
Manuel está con la Virgen unos cuarenta años en la estancia de Bernabé. El esclavo se ocupa de la limpieza de la pequeña capilla que se hizo junto a la casa, mantiene prendida la lámpara de aceite que ilumina la sagrada imagen, recibe a quienes van a ver a la Virgen y les cuenta el milagro.
Ana de Matos, mujer creyente, compra la sagrada imagen para llevarla a su casa. Sin embargo, la imagen dos veces vuelve a donde se había quedado Manuel. Frente a esto, Ana consulta al obispo en Buenos Aires y deciden llevarla en procesión, de la que participan el pueblo y también Manuel.
Sin embargo, «El Negro» es reclamado por los herederos de su dueño ya fallecido, quienes pretendían llevarlo a Buenos Aires. Allí, él se defiende diciendo: «Soy de la Virgen, nomás”. La situación se resuelve cuando Ana de Matos y el pueblo hacen una colecta y lo compran para que continúe su servicio a la sagrada imagen de Luján.
A partir de esto, Manuel queda definitivamente unido a la Virgen de Luján, a quien reconoce como su Dueña y su Madre. Con el aceite de la lámpara que iluminaba la imagen, hacía numerosas curaciones de enfermos que iban a visitarla. Un cura de Buenos Aires fue a Luján, muy grave, y el Negro, ungiéndolo en el pecho con el aceite de la lámpara, le devolvió la salud. Le dijo «la Virgen lo quiere para que sea su sacerdote», y así es como el padre Pedro Montalbo se convirtió en el capellán.
Anciano, Manuel ayudó a la obra de la capilla, iniciada por Ana de Matos y terminada por el padre Pedro. Cuando ya se encontraba muy enfermo, dijo: «Mi ama, la Virgen, me ha dicho que voy a morir un viernes y que el sábado siguiente me llevará a la gloria”. Así falleció, en los primeros meses de 1686. Su cuerpo fue sepultado detrás del altar mayor del santuario, que en ese momento se estaba terminando de edificar.
Para comunicarse con la causa de canonización se puede escribir a causasdesantos@santuariodelujan.org.ar.
Primicias Rurales
Fuente: MDZ Sociedad
					
												














