Tras el triunfo legislativo del 26 de octubre, Javier Milei se encamina a lograr su primer hito de gestión. Con los votos de La Libertad Avanza, el PRO y parte del peronismo provincial, el Gobierno alcanzaría una herramienta clave para mostrar “seriedad” y sustentabilidad. La ley consolidará el acuerdo con el FMI, blanqueará el programa de ajuste fiscal y limitará nuevas expansiones del gasto social en nombre del “indispensable” ajuste. El equilibrio prometido, con inflación del 10% y crecimiento del 5%, aparece más como un deseo que como realidad posible de alcanzar.
Milei detentará por primera vez en su gestión una herramienta para mostrar seriedad

Castillo de naipes. Y también una jugada de póker cuyo resultado se verá en el Congreso. | Pablo Temes
Con esto, Javier Milei detentará por primera vez en su gestión una herramienta indispensable para ser considerado, ante la mirada local y extranjera, como un gobierno serio y sustentable.
Un imposible
La información que circula en estos días de furor y entusiasmo por la Casa Rosada permite suponer que estarían disponibles los votos para aprobar la ley administrativa general que regirá al país durante 2026.
Además de las manos levantadas de La Libertad Avanza y el PRO, sumarían legisladores que responden sin mayores cuestionamientos a los gobernadores que se reunieron con Milei el jueves 30 de octubre, además de algunos federales, radicales y entremeses varios.
Cuando eso ocurra, sucederán automáticamente dos eventos político-económicos de peso. El primero será la aprobación, con todos los faroles institucionales posibles, del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado con el Fondo Monetario Internacional el 11 de abril pasado, acuerdo que hasta ahora tiene legalidad precaria, fruto de un DNU vigente y cuya validez expira el 31 de diciembre próximo.
El propio organismo permitió al presidente Milei que el acuerdo avanzara este año, siempre que los lineamientos y obligaciones se legalicen para el próximo ejercicio vía Presupuesto Nacional.
Desde Washington, los abnegados técnicos del caso argentino necesitan cobertura legal interna, sabiendo que, según las leyes criollas, un nuevo endeudamiento (como el acuerdo con el Fondo) debe ser autorizado por el Congreso.
Pero como en los articulados del Presupuesto referidos a los pasivos monetarios con organismos internacionales están incluidos los pagos anuales al FMI y también los ítems del nuevo endeudamiento por unos US$ 20 mil millones, la aprobación de la ley avalaría definitivamente el acuerdo vigente.
Desde el kirchnerismo más duro ya no habría argumentos para cuestionar su legalidad.
El otro punto central del Presupuesto Nacional es la solidificación, por primera vez en blanco sobre negro y con respaldo local, del programa de ajuste fiscal del gobierno libertario.
Todos los ítems sectoriales dentro de la administración pública justifican las restricciones presupuestarias implementadas desde el Poder Ejecutivo.
En otras palabras, con la aprobación del Presupuesto ya no habrá espacio para nuevas leyes intempestivas que impulsen incrementos en educación, salud o gasto social, entre otros.
La información que circula en Casa Rosada permite anticipar un triunfo
Metas y objetivos del Presupuesto 2026. Equilibrio fiscal. Se proyecta un superávit primario del 1,5% del PBI y un resultado financiero (tras el pago de intereses) del 0,3%.
Regla de estabilidad fiscal. Si los ingresos bajan o los gastos suben, algunas partidas se ajustarán automáticamente.
Fin del financiamiento del Tesoro vía Banco Central. No habrá “plan platita”.
Inflación esperada: 10,1% anual.
Crecimiento del PBI: 5% en 2026.
Inversión: +9,4%, impulsada por el ingreso de dólares para la economía real.
Consumo privado: +4,9%.
Gasto social: el 85% del presupuesto se destina a “capital humano”: jubilaciones (+5% real), salud (+17%) y educación (+8%).
Tipo de cambio proyectado: $ 1.423 por dólar a fines de 2026.
El proyecto también incluye ajustes automáticos si los gastos se desvían del plan, para asegurar la sostenibilidad del equilibrio fiscal.
Sin embargo, hay serias inconsistencias en los objetivos: alcanzar un crecimiento del 5%, una inflación de un dígito y un superávit simultáneo luce improbable, sobre todo si el contexto externo se deteriora o no se concretan las reformas estructurales.
En definitiva, algo difícil de lograr. Pero, ¿quién piensa en esos detalles después de la resonante victoria del 26 de octubre?
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Fuente: Perfil













