En un artículo publicado en Vatican News, el fraile franciscano reflexionó sobre el pasaje evangélico que narra la aparición de Jesús Resucitado a Pedro y a otros seis discípulos que estaban a las orillas del lago de Galilea, “abrumados por la muerte del Maestro”.
Pero, además, se acerca donde Pedro —quien lo había negado tres veces antes de la crucifixión— y le hace “la pregunta más importante, la misma que nos hace a nosotros: ‘¿Me amas más que a nada y que a todos? Si me amas de verdad puedes empezar a seguirme de nuevo. Si me amas de verdad, puedes empezar a cuidar de las personas que te confío. Si me amas de verdad también puedes dar tu vida hasta el final, hasta el final, como yo’”.
En ese sentido, el P. Patton animó a tomar tres actitudes “si queremos celebrar la Pascua, si queremos celebrarla plenamente”:
- No quedar presos de una tumba vacía. Cuando María Magdalena llegó al sepulcro lo encontró vacío y creyó que se habían llevado al Maestro. Sin embargo, Jesús se le apareció y le pidió anunciar “a sus hermanos y hermanas que había resucitado e iba delante de ellos a Galilea, y que allí volverían a encontrarse con Él”. Por ello, afirmó el P. Patton, “también nosotros debemos aprender a no permanecer prisioneros de una tumba vacía. Jesús resucitado va delante de nosotros y camina delante de nosotros”.
- No quedar presos de los fracasos. “Si queremos celebrar la Pascua, no podemos quedarnos prisioneros de nuestros fracasos personales: tanto en el plano humano como en el religioso”.
- No permanecer aplastados bajo las circunstancias de la vida. El sacerdote franciscano señaló que “si queremos celebrar la Pascua, tampoco podemos permanecer aplastados bajo la pesada piedra de las circunstancias que nos toca vivir, que hablan de fracaso y de muerte: guerras, pandemias, terremotos, crisis económicas, catástrofes naturales y desastres causados por nuestra imprudencia humana y, a veces, incluso por nuestra crueldad humana”.
“Entonces y sólo entonces podrá decirnos de nuevo: ‘Sígueme, cuida de las personas que te confío y aprende conmigo a dar la vida’”, escribió.
Pero además, afirmó el custodio, “sólo entonces también seremos capaces de reconocerle presente cuando ya no es de noche, pero todavía no es de día, y experimentaremos que esperando en Él nunca nos veremos defraudados, engañados o confundidos, y podremos caminar con confianza, acompañados por Él, por los caminos del tiempo hacia la Pascua eterna”.
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