Por Osvaldo Giordano
Buenos Aires, 10 de mayo (PR/25) .- La tercera etapa del plan de estabilización abordó la flexibilización del mercado cambiario. Después de muchos años de acumulación de regulaciones que limitaban el acceso a la compra de divisas se asumió el desafío de tender hacia condiciones de mayor libertad. Era un cambio tan necesario como riesgoso dado el contexto de economía bimonetaria y con muy arraigados antecedentes de alta inflación y conductas indexatorias. Se requería extremar los cuidados. Por eso la importancia de sostener el equilibrio fiscal y haber previamente fortalecido las reservas del Banco Central gracias al acuerdo con el FMI y otras fuentes de financiamiento.
La consistencia de la estrategia quedó demostrada por el hecho de que la flexibilización del mercado cambiario ocurrió sin sobresaltos. Se trata de una gran diferencia respecto a muchas de las experiencias del pasado, en las cuales este tipo de medidas involucraba saltos en el valor del dólar y, asociado a ello, un conjunto de secuelas negativas derivadas de la aceleración de presiones inflacionarias. En esta oportunidad se logró avanzar en la liberación del mercado cambiario sin grandes desvíos respecto al objetivo de sostener el proceso de reducir la inflación.
Un éxito que adelanta los desafíos
Paradójicamente, el tránsito sin sobresaltos de esta crucial etapa del plan tiene como principal contrapartida hacer más visible los problemas de competitividad y más urgente su abordaje. Más allá de los factores que relativizan las comparaciones del tipo de cambio real en la actualidad con el pasado, lo cierto es que, salvo excepciones puntuales, la mayoría de los sectores enfrentan altas y crecientes dificultades para competir. Esto es consecuencia de que para quienes exportan o compiten con importaciones no hubo grandes cambios respecto a la situación previa. Es decir, a diferencia de experiencias pasadas en las cuales un salto en el valor dólar generaba un transitorio alivio, en este caso persisten los mismos y crónicos problemas.
Asumiendo que la política cambiaria no es el mecanismo idóneo para atacar las causas que explican la baja competitividad, aumenta la urgencia por mejorar la eficiencia. Por un lado, hay mejoras por hacer “puertas adentro” de las empresas. El contexto de alta inflación permitía e incentivaba prácticas de gestión que son muy negativas en un contexto de estabilidad. Este es un lastre que urge corregir. Pero, también son imprescindibles los cambios “puertas afuera”, esto es mejorar el entorno bajo el que tienen que operar quienes producen dentro de la Argentina.
Afortunadamente, sobre la importancia estratégica de generar un entorno más favorable a la producción, hay un diagnóstico ampliamente compartido, dentro y fuera del gobierno. Los disensos se generan en los detalles y especialmente en cómo abordar las dificultades para la implementación. El marco institucional actual es el resultado de una larga acumulación de malas decisiones y las estrategias para revertir este cúmulo de errores es motivo de controversias. Mientras que desde el punto de vista de la competitividad es imperioso darle integralidad y agilidad al proceso de reformas, desde el punto de vista político se necesita un nivel de apoyo para romper las inercias que es extremadamente complejo de lograr.
La sobrevaloración de las elecciones de octubre
El Acta de Mayo, firmada hace poco menos de un año por los gobernadores y el presidente, contiene un decálogo con las transformaciones esenciales. Sin minimizar los esfuerzos y los avances alcanzados, hasta ahora se dieron, en general, en reformas periféricas. Las sustanciales y decisivas desde el punto de vista de la competitividad, son las que componen el Acta y que siguen pendientes de instrumentar.
Dar un “golpe de timón” tomando como faro la Agenda de Mayo es vital para darle consistencia al plan económico en general y particularmente a la política cambiaria. Aportar un entorno más favorable a la competitividad de la producción nacional es fundamental para que el deterioro de la balanza comercial no agregue dificultades al exigente proceso de acumulación de reservas acordado con el FMI. También para acelerar la baja del riesgo país y de esa manera acceder a la posibilidad de renovar parte de los vencimientos de la deuda. Paralelamente, es la mejor manera para afrontar las turbulencias que prevalecen en el contexto internacional. Tener una actitud dilatoria en el proceso de reformas internas es una estrategia poco recomendable a la luz de las amenazas que genera las turbulentas políticas que impulsa EEUU.
Estos antecedentes alertan que es una estrategia riesgosa posponer la implementación del Acta de Mayo hasta después de que el oficialismo sea fortalecido en las elecciones de octubre. No solo porque los problemas de competitividad son ahora y que pueden ser potenciados en función del cambiante e incierto contexto internacional. Sino también porque el tipo de apoyos políticos que necesitan las reformas trasciende el eventual cambio en la composición del Congreso que se derive de las elecciones legislativas de este año.
De las 10 áreas de reformas previstas en el Acta en la mayoría se necesita algún tipo de acuerdo con las provincias. Por lo tanto, el principal sustento políticos para darle viabilidad a las reformas viene más por el lado de los gobernadores que de los legisladores. Sin embargo, en octubre se define la renovación de parte del Congreso, pero no de los gobiernos provinciales. Por lo tanto, gran parte de los actores políticos cuyo apoyo se necesita para avanzar en la implementación del Acta de Mayo seguirán el año próximo siendo los mismos que la actualidad.
Se superó con éxito la transición hacia un mercado cambiario menos intervenido. Pero habrá que seguir navegando en un contexto plagado de dificultades, tanto internas como externas. La mejor estrategia para abordarlas es tomar como faro el Acta de Mayo. En esta instancia juega un rol clave la habilidad para diseñar y lograr los acuerdos que permitan implementar esas reformas. La elección de octubre es importante para fortalecer el sostén político del gobierno, pero no tan decisiva como para justificar posponer decisiones que permitirán darle agilidad e integralidad en el proceso de reformas.
Primicias Rurales
Fuente: Osvaldo Giordano – Presidente del IERAL Fundación Mediterránea