Durante demasiados años, la agricultura argentina ha operado en modo defensivo. Cuidamos los costos al extremo, priorizamos proteger el cultivo frente a las adversidades, pero nos olvidamos de lo más importante: producir más. Nuestros rendimientos están planchados y eso nos está costando competitividad frente a países como Brasil y Estados Unidos.
Por: ING. Guillermo Alonso
Rendimientos estancados, suelos empobrecidos
Buenos Aires, lunes 23 junio (PR/25) — Mientras nuestros competidores incrementan su productividad —e incluso su área sembrada en el caso de Brasil—, nosotros llevamos años sin crecer ni en rindes ni en superficie. Las causas son múltiples y conocidas: políticas erráticas, alta presión impositiva, falta de inversión.,etc. Pero también hay factores agronómicos propios que debemos enfrentar con autocrítica.
Debemos tener como objetivo principal incrementar los rindes, buscando llegar a los rendimientos alcanzables zona por zona.
Podemos seguir echándole la culpa a las politicas anti producción, a la alta carga impositiva, al clima (la serie es bastante larga como para pensar que la culpa la tiene solo la Niña) a la Genética (ya quedo bien demostrado que el estancamiento no viene tampoco por ese lado). Sin dudas es la Nutrición y el Manejo los que más la vienen corriendo de atrás.
Uno de los problemas más graves es la falta de reposición de nutrientes (macro, meso y micro). En la mayoría de los suelos argentinos, los niveles de fósforo son críticos, el nitrógeno y el azufre muestran deficiencias graves desde hace décadas, ahora hay que agregarle el K en el Este del pais y la materia orgánica (MO) cae a un ritmo alarmante (y con ella todas las propiedades físicas de los suelos)

Micronutrientes como zinc, boro, magnesio y calcio, empiezan a mostrar déficits cada vez más marcados y preocupantes. En ese sentido los mapas presentado por el Ingeniero H. Saenz Rosas en el último Simposio de FERTILIZAR han sido lapidarios. Sabemos lo que falta, pero hacemos poco o nada. Apenas el 15% de los lotes se analizan, y menos del 20% de esos análisis incluye micronutrientes.
“Tecnologías como los drones pueden ser aliados claves para aplicar en estados avanzados del cultivo”


Cambios culturales y técnicos
Hace 15 años, en la zona núcleo, los maíces tempranos se sembraban con densidades superiores a las 85 mil plantas por hectárea. Hoy, es difícil encontrar lotes que lleguen siquiera a 70 mil. En trigo y cebada, los rindes que a principios de siglo obligaban a pensar en reguladores de crecimiento hoy son una excepción, reservada a lotes bajo riego.
Alquilamos campos a 20 qq de soja y los trabajamos como si fueran de 10 qq. Ajustamos la nutrición en función del excel. Entramos muy poco a los lotes después de la emergencia de los cultivos. En maíz, salvo una aplicación para cierre de surco, son muy puntuales los tratamientos de nitrógeno en un V4/V8. En soja, el promedio nacional es de 2,5 aplicaciones en todo el ciclo, en general siempre defensivas, no nutricionales. Y en trigo o girasol, la situación es aún más crítica.
No hay estrategia de nutrición proactiva, balanceada, ni de estimulación fisiológica. Solo reaccionamos cuando aparecen escapes de malezas, alguna plaga o una enfermedad explosiva.
“Mirando para adelante, el carbono será el nuevo centro de la agronomía”
Mirando a nuestros vecinos
El caso de la chicharrita del maíz es para pensar. Brasil convive con este problema hace años, y responde con 3 o 4 aplicaciones planificadas, combinando insecticidas y hongos como Beauveria. Lo mismo en estadios reproductivos, entran con fungicidas e insecticidas, pero con cada aplicacion vuelven a meter K, Mg, Boro o lo que haga falta. Obviamente otro bolsillo, otra realidad, otras necesidades. En Argentina, esa estrategia suena lejana, casi inimitable.
Y sin embargo, deberíamos aprender de ellos también respecto a las semillas. El Mundo entero entendió que el rendimiento empieza por la Semilla. Hoy un productor de avanzada en el centro del Estado de Paraná puede estar aplicando entre 8 y 10 activos en el tratamiento profesional de semilla: nematicidas, fungicidas, insecticidas, micronutrientes, graffito, bioestimulantes, polímeros. Lo biológico (Rizobium, Azospirilum, Bacillus, etc) en cambio, se aplica al surco de siembra, chorreado con la sembradora, separado del tratamiento químico. Esa practica ha mejorado los resultados.

En Argentina mientras tanto, seguimos tratando la semilla como hace 20 años.
¿Por dónde empezar?
El cambio debe comenzar desde la semilla, pero debe continuar durante las etapas vegetativas y reproductivas. Incluir más aplicaciones con fines nutricionales, no solo los defensivos. Incorporar cultivos de cobertura, diversificar planteos, más agricultura por ambientes, mejorar la estructura del suelo, etc.
Tenemos que conocer más y mejor los sistemas radiculares de nuestos cultivos, la mitad del partido se juega ahi abajo y sin embargo seguimos sin darle la importancia que se merece (caja Negra). La Rizosfera es la vida misma, la salud y el desarrollo de la raíz es sin dudas gran responsable del éxito o fracaso de lo que pase ahi arriba con la cosecha.

Apostar a la fitoestimulación (debemos trabajar más este concepto que abre rutas metabolicas, enzimaticas y hormonales diferentes y que ayudan en la mitigación de los estreses bioticos y abioticos a lo largo de todo el ciclo de los cultivos), a la recuperación del carbono y a prácticas que reconstruyan la materia orgánica. Ya no alcanza solo con la Siembra Directa.
Tecnologías como los drones pueden ser aliados claves para aplicar en estados avanzados del cultivo, cuando más se necesita llenar grano y sumar calidad.
“Rendimiento y Sustentabilidad van de la mano, llegó el momento de pensarlos y desafiarlos juntos”
El Carbono es el futuro
Mirando para adelante, el carbono será el nuevo centro de la agronomía: capturarlo, retenerlo e incorporarlo será esencial para sostener la productividad y la salud del suelo. La joya que hay que volver a valorar porque es y será el termómetro para medir la salud del suelo.

Conclusión
Argentina tiene el conocimiento, la genética y el potencial. Pero si seguimos trabajando con lógica defensiva, nos quedaremos cada vez más atrás. El futuro exige una agricultura ofensiva, inteligente, estratégica y decidida a producir más, mejor y de forma sostenible. Rendimiento y Sustentabilidad van de la mano, llegó el momento de pensarlos y desafiarlos juntos.
Primicias Rurales
Fuente: Horizonte A