Ciudad del Vaticano, jueves 7 agosto (PR/25) — En un videomensaje dirigido a los participantes del Tercer Congreso de la Red Católica Panafricana de Teología y Pastoral, el Papa León XIV recordó el papel fundamental de la familia, “el primer lugar donde recibimos el amor y el apoyo que necesitamos”.
El evento se celebra del 5 al 10 de agosto bajo el título “Caminar juntos en la esperanza como Iglesia-Familia de Dios en África” y tiene lugar en la sede de la Universidad Católica de África Occidental, en Abiyán, Costa de Marfil.
Al inicio de su mensaje, difundido este 6 de agosto, el Santo Padre agradece en particular el trabajo de los organizadores del encuentro y asegura sus oraciones por los participantes, que durante estos días reflexionan sobre el futuro de la Iglesia en África.
En el marco del Jubileo, el Papa León XIV subrayó el papel vital que la esperanza desempeña en nuestra peregrinación terrenal. “La fe y la teología proporcionan la base para conocer a Dios, mientras que la caridad es la vida de amor que disfrutamos con él”, precisó.
Sin embargo, explicó que “es mediante la virtud de la esperanza que deseamos alcanzar la plenitud de esta felicidad en el Cielo. Por eso nos inspira y nos sostiene para acercarnos más a Dios incluso cuando enfrentamos las dificultades de la vida”, agregó.
“La familia suele ser el primer lugar donde recibimos el amor y el apoyo que necesitamos para avanzar y superar las pruebas que enfrentamos en la vida”, dijo a continuación.
En este contexto, animó a seguir construyendo “la familia de las Iglesias locales” en los países africanos “para que haya redes de apoyo a disposición de todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo, y también de la sociedad en general, especialmente de los que están en las periferias”.
Advirtió que “debemos vivir lo que creemos” y por ello exhortó a los participantes del encuentro a “trabajar juntos para implementar programas pastorales que demuestrn cómo las enseñanza de la Iglesia ayudan a abrir los corazones y las mentes de las personas a la verdad y al amor de Dios”.
Papa León XIV: “El amor no es fruto del azar, sino de una elección consciente”
El Santo Padre arrancó desde la plaza de San Pedro un nuevo ciclo de catequesis sobre el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. En este marco, destacó que Jesús no afronta su pasión “por fatalidad”, sino “por fidelidad a un camino acogido y recorrido con libertad y cuidado”.
En este contexto , propuso meditar sobre el sentido profundo de la palabra “preparar” que, si bien a primera vista parece sencilla, custodia en realidad “un secreto precioso de la vida cristiana”.
Para explicarlo, el Pontífice — que volverá a la localidad de Castel Gandolfo del 15 al 17 de agosto — analizó el pasaje del Evangelio de San Marcos, en el que los discípulos preguntan a Jesús dónde quiere que preparen la cena de Pascua el primer día de la fiesta de los panes ácimos.
La respuesta de Jesús parece casi un enigma: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua”.
A partir de esta imagen, el Pontífice explicó que “incluso antes de que nos demos cuenta de que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos”.
Ese espacio, añadió, “es, en el fondo, nuestro corazón: una ‘sala’ que puede parecer vacía, pero que sólo espera ser reconocida, llenada y custodiada”.
“El don de Dios no anula nuestra responsabilidad”
El Santo Padre indicó también que “hoy, como entonces, hay una cena que preparar. No se trata sólo de la liturgia, sino de nuestra disponibilidad a entrar en un gesto que nos supera”.
La Eucaristía se celebra en la vida cotidiana
En este sentido, explicó que “la Eucaristía no se celebra sólo en el altar, sino también en la vida cotidiana, donde es posible vivir todo como ofrenda y acción de gracias”.
“El amor verdadero —nos recuerda el Evangelio— se da incluso antes de ser correspondido. Es un don anticipado. No se basa en lo que recibe, sino en lo que desea ofrecer. Es lo que Jesús vivió con los suyos: mientras ellos aún no entendían, mientras uno estaba a punto de traicionarlo y otro de renegar de él, Él preparaba una cena de comunión para todos”.
Por ello, el Pontífice instó a los fieles a “preparar la Pascua del Señor. No sólo la litúrgica, sino también la de nuestra vida”.
Y detalló: “Cada gesto de disponibilidad, cada acto gratuito, cada perdón ofrecido por adelantado, cada esfuerzo aceptado con paciencia es una forma de preparar un lugar donde Dios puede habitar”.
Dejar de esperar que el otro cambie y «dar el primer paso»
En este sentido, invitó a preguntarse: “¿Qué significa para mí hoy preparar? Quizá es renunciar a una pretensión, dejar de esperar que el otro cambie, dar el primer paso. Quizás escuchar más, obrar menos o aprender a confiar en lo que ya está dispuesto”.
“Que el Señor nos conceda ser humildes preparadores de su presencia. Y, en esta disponibilidad cotidiana, crezca también en nosotros esa confianza serena que nos permite afrontar todo con el corazón libre. Porque donde se ha preparado el amor, la vida puede realmente florecer”, concluyó.
80 años del bombardeo atómico de Hiroshima
Al finalizar la Audiencia General, León XIV criticó “la ilusoria seguridad basada en la destrucción mutua” cuando se cumplen 80 años del bombardeo atómico de Hiroshima, ocurrido el 6 de agosto de 1945. La conmemoración del ataque a Nagasaki tendrá lugar en tres días.
“Hoy se cumple el octogésimo aniversario del bombardeo atómico de la ciudad japonesa de Hiroshima y dentro de tres días recordaremos el de Nagasaki. Deseo asegurar mi oración por todos los que han sufrido sus efectos físicos, psicológicos y sociales”, dijo el Papa ante los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
En la mañana del 6 de agosto de 1945, a las 8:15, una bomba atómica lanzada por el bombardero estadounidense Enola Gay alcanzó la altitud programada para su detonación: unos 600 metros sobre el centro de Hiroshima. En ese instante, una devastadora explosión nuclear se desató en el cielo, liberando una energía nunca antes vista. La detonación generó una bola de fuego abrasadora que, en apenas segundos, se expandió por toda la ciudad, arrasando edificios, calcinando personas y desatando un infierno de fuego y destrucción.
La potencia de la bomba, llamada “Little Boy”, fue estimada en 15 kilotones, el equivalente a 15.000 toneladas de TNT. El impacto inmediato causó decenas de miles de muertes al instante, y los efectos posteriores de la radiación provocarían la muerte de muchas más en los días, meses y años siguientes. Aquel ataque marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, revelando el poder destructivo de las armas nucleares y dejando una cicatriz profunda en la memoria colectiva del mundo.
A pesar del tiempo transcurrido, añadió el Pontífice, “aquellos trágicos acontecimientos constituyen una advertencia universal contra la devastación causada por las guerras y, en particular, por las armas nucleares”.
De esta manera, el Papa expresó su deseo de que “en el mundo contemporáneo, marcado por fuertes tensiones y sangrientos conflictos, la ilusoria seguridad basada en la amenaza de la destrucción recíproca ceda el paso a los instrumentos de la justicia, a la práctica del diálogo y a la confianza en la fraternidad”.
Además, este martes el Santo Padre envió un mensaje al obispo de Hiroshima, Mons. Alexis Mitsuru Shirahama, en el que afirmó que “la guerra es siempre una derrota para la humanidad”.
Durante los saludos a los peregrinos de lengua italiana, el Papa dirigió un mensaje especial a varias congregaciones femeninas: “Saludo en particular a las Hermanas del Apostolado Católico, a las Siervas Misioneras del Santísimo Sacramento y a las Terciarias de San Francisco que celebran sus respectivos capítulos generales. Queridas hermanas, deseo de corazón que puedan hacer cada vez más viva en ustedes la testimonio evangélica según el carisma de fundación”.
Por último, dirigiéndose a los jóvenes, a los enfermos y a los esposos recién casados, recordó la fiesta litúrgica de la Transfiguración del Señor: “El rostro luminoso del Señor sea para ustedes motivo de esperanza y de consuelo”.
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Fuente: ACI PRENSA