Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero, combina el turismo de relax con casinos, gastronomía típica, carreras de motos y un museo
Buenos Aires, viernes 15 agosto (PR/25) — A esta altura del año, el centro de Termas de Río Hondo está lleno de gente, como un balneario en pleno verano. Se ven personas mayores (como invita a pensar el cliché habitual sobre el destino), pero hay también muchas parejas jóvenes y familias. En realidad, Termas es para todos y tiene algo para cada uno de los públicos —muy distintos— que acuden por tradición, termalismo o recomendación médica. Y también para los fierreros que llegaron en moto luego de una larga travesía en modo “easy rider”.
Río Hondo es una ciudad termal sin “termas”. O, por lo menos, termas como se entiende a las ciudades de Entre Ríos, con parques de piletas y juegos acuáticos. Pero en realidad las termas están por todos lados: las aguas del acuífero local son termales y llenas de propiedades gracias a sus altas concentraciones en minerales como hierro, magnesio y sulfato.
Lo más parecido a un complejo termal es la pileta municipal, sobre un costado del Parque Güemes, en el centro mismo de la ciudad. Carece de gran infraestructura y está rodeado por una mera cerca de alambre: porque, en realidad, en Termas de Río Hondo hasta el agua de la canilla es termal, y luego de cada ducha o baño deja la piel como aterciopelada, una sensación única. Por su composición, son aguas indicadas para curar enfermedades de piel o problemas de huesos, de articulaciones, de músculos. Se dice que es un remedio también contra el estrés. En fin, una especie de fuente de rejuvenecimiento, como la que buscaba Ponce de León y, antes todavía, los Caballeros de la Mesa Redonda.
Casi todos los hoteles, incluso los de categorías medias, cuentan con piletas propias de agua termal. Algunas se disfrutan al aire libre, en patios arbolados; y otras en espacios cubiertos y silenciosos, pensados para el relax. También hay una buena oferta de spas que ofrecen circuitos con hidroterapia, masajes y tratamientos estéticos.
Si se escucha a los hoteleros y los comerciantes de los centros comerciales, como la galería al aire libre del Paseo Libertad, Río Hondo es el centro termal más grande del continente. Durante muchos años, el lugar vivió por y para sus aguas, pero desde hace algunas décadas viene sumando muchas otras propuestas para otros perfiles de visitantes.
Empanadas en la plaza
Las estadías empiezan obligatoriamente por algunos paseos en torno de la plaza central (flanqueada por los dos casinos) y una exploración de las tiendas como las del Paseo Libertad, que vende ropa y telas a precios imbatibles. Mientras se camina por la plaza, llaman la atención los hornitos portátiles de las vendedoras ambulantes. Mantienen calientes las empanadas caseras que se venden por unidad y pueden saborearse al paso. Una de las vendedoras, Yesica, que está todos los días al mediodía, comenta que se trata de un auténtico invento local: “Las empezó a hacer un señor de aquí, de Termas. Funciona igual que un horno y les ponemos brasas para mantener las empanadas calientes varias horas, incluso cuando hace frío como ahora. Parece que el señor que los hace recibió pedidos de Córdoba y de Tucumán, así que a lo mejor ya van a empezar a ver nuestros hornitos allá también”.
Otro producto que va directamente del productor al consumidor son los alfajores de la Abuela Haure. La marca es indisociable de Río Hondo y fue creada por una familia de ascendencia francesa que le sacó provecho a las recetas de la abuela, fundando un miniemporio de dulces y regionales, cada uno más rico que el anterior. El local principal está sobre la avenida Juan Bautista Alberdi, que cruza la ciudad de par en par, y no es otra cosa en realidad que la Ruta Nacional 9.
Aguas que curan
Hace un par de décadas, Termas empezó una mutación que sigue hasta el día de hoy. Pasó de ser un destino exclusivamente centrado sobre las propiedades de sus aguas a convertirse en una villa multiatractivos. Se transformó, por ejemplo, en uno de los mayores polos mecánicos del país gracias a una pista de categoría internacional. Es posible conocer sus gradas y tener una vista general del trazado y de los boxes, cuando las instalaciones no están ocupadas por alguna carrera. Más interesante todavía es el Museo del Automóvil lindero.
Si alguna vez Termas de Río Hondo fue sinónimo de aguas tranquilas, ahora lo es del rugido de los motores y del olor a goma quemada sobre el asfalto. Al lado del ingreso a la pista de carrera, el museo exhibe una impresionante colección de bólidos y vehículos que hicieron historia en la velocidad. Algunas piezas forman parte de la colección permanente, como el único Mach 5 (sí, el auto de Meteoro) del mundo en condiciones de circular por las calles, y una impresionante serie de motos antiguas que fueron estrellas de las pistas a mediados del siglo pasado. Parte de la exhibición va cambiando con los meses, gracias a préstamos, lo que garantiza una renovación permanente del museo. Lo que no cambia es la efigie de Fangio, para sacarse una foto, junto a su mítico Mercedes.
Del furor de las pistas al sosiego de la naturaleza, solo se dobla uno de los recodos del lago. Al pie del dique frontal y muy cerca de la ciudad, el río se abre paso entre varias islas y la más grande de ellas es actualmente una reserva natural. Se llama Tara Inti, la Isla del Sol. Se accede por un puente angosto y se la recorre caminando por senderos y pasarelas. Los fines de semana, cuando mucha gente elige este lugar para un paseo con amigos o en familia, es muy improbable poder avistar algo de la fauna local. Pero en días más tranquilos, es común avistar varias especies de aves y algunos roedores y batracios en este pequeño refugio del monte chaqueño. Los que nunca se asustan ni se esconden son los dinosaurios y el mamut instalados en la maleza, entre los árboles y los follajes.
Desde la punta de la isla se ve además el potente chorro de desagüe del embalse. El lago es otro de los grandes atractivos de Río Hondo, sobre todo en verano. Es cuando se puede disfrutar de las playas y de la oferta de actividades náuticas y de salidas de pesca. El espejo de agua realza las puestas de sol y se aprecia más particularmente desde la isla o desde el terraplén del dique. La noche transcurre luego entre peñas y restaurantes y, para quienes lo quieren, en las salas de los casinos. Sea bailando, degustando un pescado de río a la parrilla o forzando la suerte, una cosa se da por descontada en Río Hondo todos los días del año: es que al día siguiente siempre habrá una piscina o una sala de baño para recibir la nueva mañana con un velo de vapor y un momento de puro placer, que dejará la piel aterciopelada para el resto del día, el mejor recuerdo que uno puede conseguir en estas termas distintas a las demás.
Algunos consejos de viaje
- Cómo llegar: hay vuelos directos desde Buenos Aires varios días a la semana. Otra opción es volar a los aeropuertos cercanos de Santiago del Estero y de Tucumán (en este segundo caso, la oferta es mayor). Por ruta, se llega con la RN 9.
- Alojamiento: la oferta hotelera es amplia, desde hospedajes muy sencillos y accesibles hasta hoteles con spa y todo incluido.
- Mejor época para visitar: otoño y primavera ofrecen temperaturas agradables. La temporada alta es el invierno, pero el verano es también un momento ideal para disfrutar a pleno del lago y sus actividades.
- Imprescindible llevar en la valija: traje de baño, por supuesto, pero también un buen calzado para caminatas, un sombrero y protector solar. Es importante prever espacio libre para quienes se tientan con las compras y los regionales.
- Para los amantes del golf: el Termas de Río Hondo Golf Club es considerado como uno de los cinco mejores campos del continente. Fue, diseñado por Robert Trent Jones II.
- Museo del Automóvil: abierto de martes a domingo y días feriados, de 9 a 20.30.
- Acceso a la isla Tara Inti: gratuito. El puente se puede cruzar de 9 a 12 y de 14.30 a 17.30.