Esta iniciativa nació en 1980, inspirada en lo que Luigi Giusanni, fundador de Comunión y Liberación, llama la experiencia elemental, un deseo innato de verdad, belleza y justicia presente en el corazón de cada ser humano y que constituye la base para el diálogo y el encuentro de personas de diferentes credos y culturas.

Bernhard Scholz, presidente del Meetig de Rímini.Bernhard Scholz, presidente del Meetig de Rímini. | Crédito: Meetin de Rímini (CC BY-NC-SA 2.0).

Esto se produce a través de un extenso programa de actividades de todo tipo (políticas, económicas, culturales, etc.) que congregan cada año a miles de personas en torno a la última semana de agosto en la costa adriática italiana.

“Los desiertos suelen ser lugares descartados, considerados inadecuados para la vida. Sin embargo, allí donde parece que nada puede nacer, la Sagrada Escritura vuelve continuamente a narrar los pasajes de Dios”, expone al inicio de la carta remitida el pasado 11 de agosto al Obispo de Rímini, Mons. Nicolò Anselmi.

Así, detalla cómo en el desierto nace el Pueblo de Dios donde, “a través de su dureza madura la opción por la libertad” con la ayuda de Dios que “transforma el desierto en lugar de amor y de decisiones, lo hace florecer como un jardín de esperanza”.

El Papa también recuerda que este ambiente árido ha sido también señalado por los profetas “como el escenario de un compromiso, al que hay que volver cada vez que el corazón se entibia, para recomenzar con la fidelidad de Dios” y habitado por monjes y monjas “en nombre de todos nosotros, representando a la humanidad entera, al Señor del silencio y de la vida”.

Del extenso programa preparado para este encuentro, León XIV apreció de manera singular una de las exposiciones dedicada a los mártires de Argelia. “En ellos resplandece la vocación de la Iglesia a habitar el desierto en profunda comunión con toda la humanidad, superando los muros de desconfianza que oponen religiones y culturas, en plena imitación del movimiento de encarnación y entrega del Hijo de Dios”.

En este sentido, expuso que este “es el verdadero camino de la misión. No la autoexhibición, en la contraposición de identidades, sino el don de sí hasta el martirio de quien adora día y noche, en la alegría y en medio de las tribulaciones, sólo a Jesús como Señor”.

Importancia del diálogo

Para León XIV “se trata de importantes ejercicios de escucha, que preparan los ‘ladrillos nuevos’ con los que construir el futuro que Dios ya tiene reservado para todos, pero que sólo puede abrirse acogiéndonos unos a otros”.

“Ya no podemos permitirnos resistirnos al Reino de Dios, que es un Reino de paz. Y allí donde los responsables de las instituciones estatales e internacionales parecen incapaces de dejar que prevalezcan el derecho, la mediación y el diálogo, las comunidades religiosas y la sociedad civil deben atreverse a profetizar”, enfatizó el Pontífice.

Por otro lado, León XIV recordó que Dios “eligió a los humildes, a los pequeños, a los impotentes y, desde el seno de la Virgen María, se hizo uno de ellos, para escribir su historia en nuestra historia”, de tal manera que “sin las víctimas de la historia, sin los hambrientos y sedientos de justicia, sin los pacificadores, sin las viudas y huérfanos, sin los jóvenes y ancianos, sin los emigrantes y refugiados, sin el grito de toda la creación no tendremos ladrillos nuevos”.

“Negar la voz de los demás y renunciar a entenderse son fracasos y experiencias deshumanizadoras. A ellas debe oponerse la paciencia del encuentro con un Misterio siempre otro, del que la diferencia de cada uno es signo”, añadió el Pontífice, quien reiteró que la presencia “desarmada y desarmante” de los cristianos en la sociedad contemporánea ha de traducir “con competencia e imaginación el Evangelio del Reino en formas de desarrollo alternativas a las vías de crecimiento sin equidad ni sostenibilidad”.

A este respecto enfatizó que “una fe que se aleja de la desertización del mundo, o que indirectamente contribuye a tolerarla, ya no estaría siguiendo a Jesucristo”.

“Entonces el desierto se convierte en jardín y la ‘ciudad de Dios’, anunciada por los santos, transfigura nuestros lugares desolados”, concluyó.

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Fuente: ACI prensa