El pueblo a 1 hora de Buenos Aires de 300 habitantes, ideal para comer fiambres de campo (Foto: Freepik).
Buenos Aires, miércoles 10 septiembre (PR/25) — En el mapa de la provincia de Buenos Aires todavía quedan secretos por descubrir. Uno de ellos es Altamira, un pueblito de apenas 300 habitantes que, a fuerza de tranquilidad y hospitalidad, se ganó un lugar entre los destinos rurales más buscados por quienes huyen del ruido y buscan un respiro cerca del AMBA.

Altamira, pueblo lento”, reza el eslogan que los propios vecinos eligieron para definirse. Y no es solo una frase: en este rincón a 10 kilómetros de Mercedes, la calma es ley y la vida transcurre al ritmo de la naturaleza y las charlas de almacén.

Un pueblo que supo reinventarse tras la crisis

La historia de Altamira está marcada por la resiliencia. En los años 90, la localidad sufrió dos golpes duros: la cancelación de los servicios del Ferrocarril General Belgrano y el cierre de la fábrica de ladrillos Corinema, que era el motor económico del pueblo. Muchos vecinos se vieron obligados a migrar y la actividad se apagó.

Pero Altamira no bajó los brazos. En los últimos años, se sumó al Programa Pueblos Turísticos y, desde mayo de 2023, recibe al primer tren turístico de Buenos Aires, que parte desde Mercedes y hace escala en el pueblo antes de seguir hasta Tomás Jofré. La recuperación de la estación ferroviaria fue un hito: hoy, el edificio luce como en sus mejores épocas y es parada obligada para comprar artesanías y dulces caseros.

Así está ahora la ex estación de trenes (Foto: FAUBA).
Así está ahora la ex estación de trenes (Foto: FAUBA).

Durante la pandemia, Altamira se reinventó otra vez y se transformó en un enclave productor de fiambres de campo y miel, al sumar así nuevos atractivos a su propuesta rural.

Lo de Puri: el almacén que guarda la memoria de Altamira

Si hay un lugar que resume el espíritu del pueblo, ese es el almacén Lo de Puri. Fundado en 1930 por el bisabuelo de Mario Pollero, hoy sigue en manos de la tercera generación de la familia y es mucho más que un comercio: es el punto de encuentro, el museo vivo y el corazón de la vida social.

Este almacén fue inaugurado en 1930 (Foto: Facebook Juan Ustarroz)
Este almacén fue inaugurado en 1930 (Foto: Facebook Juan Ustarroz)

Las paredes de ladrillo asentadas en barro, el piso y el techo originales de pinotea, las estanterías repletas de reliquias y la barra de madera (que Mario renovó hace poco) cuentan historias de otras épocas. Entre botellas antiguas, sifones, una heladera de madera que todavía funciona y una balanza con pesas, los visitantes pueden imaginar cómo era la vida rural hace casi un siglo.

Gastronomía, viñedos y propuestas para disfrutar la calma

Altamira también seduce con su gastronomía típica, sus almacenes de campo y un flamante viñedo que suma una experiencia diferente para los viajeros. La calidez de su gente, la calidad de los productos caseros y la posibilidad de desconectarse del ritmo frenético de la ciudad hacen que cada vez más personas elijan este destino para una escapada.

En Altamira, la tranquilidad no es sólo un eslogan: es una forma de vida. Y en cada rincón, desde la estación recuperada hasta el histórico almacén, se respira esa paz que lo convirtió en el pueblo más sereno de Buenos Aires.

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Fuente: TN Turismo