El actual Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural de México, quien encabezó la FAO en América Latina y el Caribe entre 2017 y 2022, reflexiona sobre los desafíos que enfrentó la región en ese periodo. 

Santiago, Chile. 14 de septiembre (PR/25) .- . –En el marco de los 80 años de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué comparte una mirada crítica y propositiva sobre los años que le tocó liderar la oficina regional para América Latina y el Caribe. Durante su gestión, la región vivió el retroceso de sus indicadores de hambre, el avance silencioso de la obesidad, los primeros efectos visibles del cambio climático en el agro y, finalmente, el impacto de la pandemia de COVID-19.

Ante este escenario, Berdegué impulsó una estrategia centrada en el diálogo de política pública y en la formulación de programas de alto impacto. Hoy, desde la distancia, advierte: “el mundo ha cambiado y la región necesita redoblar sus esfuerzos para no quedar fuera de un nuevo orden global que ya está en marcha”.

Los retos de la doble cara de la malnutrición

El ex representante regional de la FAO recuerda el inicio de su gestión con un panorama positivo respecto de las cifras de hambre de América Latina y el Caribe: “Yo me incorporé a la FAO en abril del 2017 y la situación que tenía América Latina y el Caribe en ese momento era que, a partir del 2015, habían empezado a subir otra vez los números del hambre. La región había hecho un enorme esfuerzo y le había ido muy bien en los años previos al 2015, pero de ahí en adelante las cosas empezaron a ir mal”.

Uno de sus primeros desafíos fue tener que enfrentar este retroceso en las cifras de inseguridad alimentaria, y recuerda que la preocupación en ese momento fue que no seriamos capaces de cumplir el ODS 2 de la agenda 2030 de desarrollo sostenible de poner fin al hambre.  “¿Por qué se revirtió la tendencia positiva que teníamos hasta el 2015? En primer lugar, las economías se desaceleraron significativamente. Pero tal vez lo más sustantivo es que muchos países de la región, en su respuesta a esta desaceleración económica, no pusieron en el centro mantener la lucha contra la pobreza y contra el hambre”.

“No todos los países lo hicieron así. Mi país, por ejemplo, implementó una política muy agresiva de poner el bien de todos, primero los pobres, que le permitió a México reducir en 10 millones el número de personas que viven en condición de pobreza, a pesar de la pandemia y durante la pandemia. Pero este tipo de respuestas fue la excepción”, expuso.

Junto a esto, Berdegué recuerda que la región debió enfrentar en paralelo el desafío de la malnutrición expresada en sobrepeso y obesidad tanto en adultos como niños y adolescentes. “Íbamos en franca reversa en el ODS. Y, por otra parte, teníamos otros dos grandes fenómenos de los cuales ocuparnos: todo lo relativo al cambio climático que, francamente, en ese momento la FAO en nuestra región no estaba haciendo demasiado, y un tema donde la migración internacional se estaba convirtiendo en un problema político de gran magnitud”.

“La respuesta se basó en dos carriles principales, si se quiere, dos ejes. En primer lugar, el diálogo de política pública. Porque hay que entender que en América Latina las causas del hambre, las causas de la pobreza en el campo y en las ciudades no son un problema tecnológico. La causa fundamental es la desigualdad o las desigualdades. Y mientras las desigualdades no se atiendan, no vamos a resolver los problemas de la pobreza ni del hambre en nuestra región”, explica Berdegué sobre las medidas abordadas por la FAO respecto a esta problemática.

Junto a esto, el ex representante cuenta que además de fomentar el diálogo político, considerado como “medular”, se implementó el concepto de “programas con grandes resultados”. “La FAO tenía muchos pequeños proyectos muy dispersos, cada uno muy interesante y bien hecho, pero de impacto muy local. Y empezamos a hacer un uso mucho más estratégico de los recursos, particularmente del programa de cooperación técnica (TCP), que destinamos como una especie de capital semilla para estos procesos de diálogo político”.

Respecto del funcionamiento, Berdegué explica: “Por ejemplo, en los momentos de ciclos políticos claves de cada país, llevábamos el diálogo político, animábamos el debate de políticas públicas, sin meternos en lo electoral o partidario, pero sí en las políticas públicas. Y, en segundo lugar, usábamos esto para formular grandes programas, particularmente los vinculados al cambio climático. Así se logró movilizar una cartera muy importante de centenares de millones de dólares de grandes programas, que ofrecían grandes resultados”.

Respuesta ante la COVID-19

Uno de los grandes desafíos que debió enfrentar Berdegué fue la pandemia de la COVID-19, el que el define como un “shock brutal” que causó enorme incertidumbre: “Teníamos más de 400 proyectos en el campo: ¿qué iba a pasar con ellos? Ya no podíamos viajar, salir o tener reuniones. Debo decir que la reacción y adaptación interna de la FAO, al pasar a una modalidad virtual de trabajo, funcionó. Eso nos permitió mantener vivos los programas. Hubo disrupciones y problemas, pero la actividad de la FAO en el campo se mantuvo, lo cual fue crucial para ayudar a que el impacto de la pandemia fuera menos grave”.

Respecto del trabajo realizado en conjunto con los países, el ex representante regional recuerda que una de las primeras iniciativas fue lograr que no se interrumpiera el abasto de alimentos: “Eso suena fácil, pero en ese momento era muy difícil de garantizar, y se consiguió en prácticamente todos los países de América Latina. No hubo disrupciones importantes. Y, en segundo lugar, buscamos cómo ayudar a esos millones de personas que perdieron su empleo, muchos de ellos regresando a las áreas rurales para refugiarse, a que tuvieran oportunidades”.

Retos a futuro

“¿Cuál es la situación hoy? El mundo ha cambiado radicalmente en muy pocos meses. La presidenta de México hace un par de días, dijo: “Vivimos en un nuevo orden mundial”. Y la gran pregunta que todos nos hacemos quienes tenemos responsabilidades de gobierno es: ¿en qué va a consistir ese nuevo orden mundial?, ¿qué forma va a tener?, ¿cómo se inserta mi país en él?”, reflexiona Berdegué, asegurando que para quienes están en el tema agroalimentario y rural es fundamental preguntarse qué cambios profundos debemos hacer en las políticas públicas porque con la situación actual, las respuestas, políticas, prioridades y estrategias no pueden seguir siendo las del pasado.

“En mi opinión, lo más urgente y lo más importante es un diálogo de política pública muy profundo y significativo en cada país, a nivel subregional —la región andina, el Cono Sur, el Caribe, Centroamérica— y luego a nivel regional. Creo que nadie tiene todavía la respuesta a estas preguntas, y es urgente que las construyamos: en qué consiste este nuevo orden mundial y cómo América Latina y el Caribe, cada país de nuestra región, se va a posicionar en esta nueva realidad”, finalizó el ex representante regional de FAO.

 

Primicias Rurales

Fuente: FAO – María Elena Álvarez