Mendoza, martes 21 octubre (PR/25) — Después de varios intentos, Mainumby4x4 logró llegar a la mina de azufre Sominar, abandonada en el valle del río Atuel, Mendoza, desde 1978.
Una experiencia off road compleja por las condiciones climáticas y el trazado del track que cambia constantemente debido a la crecida del lecho por lluvias y nevadas.
El hotel Termas de El Sosneado, en el retrovisor
La caravana de Mainumby4x4 se puso en marcha al unísono cuando dejamos atrás aquella mole fantasmagórica. Nos internamos en la huella que serpentea hacia el valle del Atuel, camino a un destino que parecía más leyenda que geografía: la mina Sominar. Un lugar de complicado acceso: en verano porque el agua baja con mucha fuerza a través del cauce; y en invierno porque todo está cubierto por varios metros de profunda nieve. Lo habíamos intentado en otras oportunidades con resultado negativo. Sin embargo, esta vez el universo había conspirado a favor: teníamos una ventana climática favorable, y vaya si la aprovechamos… era una de las deudas pendientes en la bitácora, se trataba de la explotación de azufre a cielo abierto del volcán Overo, que nació por la decáda del ‘40, comenzó a funcionar en la del ’50 y operó hasta 1978, cuando –increíblemente– se cerró porque dejó de ser rentable: importar el mineral resultaba más económico.
Pero pronto la montaña nos recordó su jerarquía. El viejo camino minero se desdibujó y cortó en forma abrupta, obligándonos a mirar hacia abajo, hacia el cauce del río Atuel. Allí el agua corría con calma, como si hubiera esperado justamente ese instante. El GPS indicaba con claridad el track que días antes habíamos trazado, pero la intangible señal del satélite no transmite lo que se siente cuando la camioneta se hunde en arena suelta y piedra bocha.
Bajamos uno a uno, en caravana y mirando atentamente lo que hacía el de adelante, para pisar en la misma huella. El motor trabajaba con paciencia, las cubiertas masticaban el lecho y cada rebote en las rocas era una sacudida que devolvía la certeza de estar en territorio salvaje. El Atuel nos prestaba su fondo como único puente, y en cada curva y tras cada indicación por radio de Verónica Romaña –líder de la caravana–, el misterio se hacía más espeso… hasta que el viejo camino minero reapareció tras unos 8 km –o más– de anónima ruta literalmente off road.
Por fin… la mina abandonada
Nos detuvimos cuando en medio de la nada, como un eco del pasado, apareció un cartel oxidado: “Prohibido el ingreso con vehículos 4×4”. El mensaje era claro: hasta aquí las máquinas, de aquí en más sólo personas. Apagamos los motores y el silencio nos rodeó como un manto. Almorzamos allí, con el aire enrarecido, no tanto por la altura (2.250 msnm) como por la mística de las ruinas acechando a pocos metros.
Entramos a pie y en grupo, tal vez por cierto recelo o precaución que demandan los sitios abandonados. Y entonces la historia se abrió. Los muros de hormigón, los restos del cablecarril que alguna vez bajó azufre durante 11 km, los galpones vencidos por la herrumbre, las construcciones vandalizadas e inundadas… todo nos hablaba sin palabras. La imaginación flasheaba: hombres trabajando en turnos eternos, el ruido metálico de las poleas, las voces apagadas en el viento. ¿Cuántas vidas habrán quedado atadas a este rincón olvidado de la cordillera?
Caminamos despacio, casi conteniendo la respiración. Cada recoveco era una postal detenida en el tiempo. Allí, un taller corroído; más allá, un comedor vacío donde todavía parecía flotar el humo de un guiso. Frente a él, los inanimados dormitorios que alguna vez cobijaron grandes sueños. Alrededor, la montaña, indiferente, seguía firme sobre todo aquello, recordándonos que nada dura más que su propia piedra. Como reminiscencia contemporánea, el accidente del avión de los uruguayos, latente en la memoria y en el recuerdo de todos los presentes: 53 años atrás había ocurrido a muy pocos kilómetros de allí.
Con la caída del sol llegó el momento de volver. El valle se tiñó de cobre y sombra. Detrás de nosotros, la mina se cerró como un libro que nunca se terminará de leer. En el retrovisor quedó la figura del hotel de El Sosneado, recortada contra un cielo rojo fuego, como un espectro despidiéndonos. La última imagen fue la laguna El Sosneado, calma y espejada. Recordé aquel día en que, junto a su orilla y en otra travesía, probamos tortas fritas recién elaboradas, y entendí que en la montaña los recuerdos también se vuelven parte del paisaje. Regresamos hacia Malargüe con la sensación de haber caminado dentro de un mito. El azufre ya no se extrae, las poleas no giran, pero la mina Sominar sigue viva: late en cada ruina, respira en cada silencio y nos obliga, como aventureros, a mirarnos en el espejo del misterio.
Organiza: Mainumby4x4, WhatsApp: (011) 6036-1111. Calendario completo de travesías 2025/26 en la web: mainumby4x4.com | Facebook e Instagram: @mainumby4x4
Próxima salida: El lado oculto de la Cordillera de los Andes, Mendoza, en noviembre 2025.
Fuente: Perfil Turismo