El deporte más popular lleva años de un manejo personalista que no se detiene. Un poder que desafía al de la Nación.

Buenos Aires, lunes 1 diciembre (PR/25) — La historia no se equivoca. En 1978, quien esto escribe le preguntó a Joao Havelange –por entonces presidente de la FIFA– si le interesaría ser presidente de Brasil. Su respuesta fue más que elocuente: “De ninguna manera. El fútbol abre los despachos de cuanto hombre y mujer poderosa hay en el mundo. En cambio, la presidencia de Brasil no”.

Seguramente, ni Claudio “Chiqui” Tapia ni sus secuaces imaginaron siquiera que el inédito e insólito título de campeón que le dieron a Rosario Central generaría el terremoto futbolístico y político que hoy sacude a la Asociación del Fútbol Argentino.

Eso es lo que ocurre generalmente cuando se ejerce el poder con impunidad. Ese manejo absolutista e impune de la AFA viene ya desde la gestión de Julio Grondona, quien permaneció al frente de la Asociación durante 35 años.

Por si alguien no se dio cuenta, Tapia aspira a algo similar. “Me quedan muchos años más” en el cargo, dijo el jueves en forma desafiante en medio de una celebración.

Este episodio le ha venido a Milei como anillo al dedo. Hay que recordar que la embestida contra la conducción de la AFA comenzó no bien el actual gobierno comenzó su gestión. La idea de las sociedades deportivas anónimas viene dando vueltas desde hace años aquí. La falta de dinero de la inmensa mayoría de los clubes ha hecho que la fuga de jugadores de calidad del empobrecido fútbol vernáculo sea incesante. La selección nacional, que es el escudo protector de Tapia, es una muestra de ello.

“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, reza la célebre frase de Lord John Emerich Edward Dalkberg Acton.
Es lo que se ve en la AFA, en la cual a ese poder absoluto de su presidente lo consiente el silencio cómplice del resto de los dirigentes. A no engañarse, no ha habido –hasta el momento– grandes dirigentes del fútbol que hayan salido a respaldar al presidente de Estudiantes de La Plata, Juan Sebastián Verón. Eso es algo muy del peronismo.
Es decir, el concepto de que, ante los atropellos, la respuesta es el silencio, producto del temor a sufrir represalias. Verón ha tenido una actitud valiente al plantarse frente a Tapia en sus manejos turbios de patrón de estancia.
El séquito que lo rodea, con Toviggino a la cabeza, un hombre poco locuaz que solo sabe escupir insultos vía redes sociales ante la carencia de ideas, es también una muestra de ese manejo del poder.
Ha querido el destino que, el caso de la Andis, los ha ligado a Diego Spagnuolo, a Miguel Calvete y a Maximiliano Ariel Vallejo, cuya cercanía a Tapia le abrió las puertas a Sur Finanzas a clubes como Racing, Banfield, Barracas Central, Deportivo Morón y Platense.
El mundo es un pañuelo. Párrafo aparte para la carrera futbolística de Barracas, cuestionada desde todos los ángulos posibles por todo el mundillo del fútbol argentino.
Tapia fue presidente del club que hoy está en el ojo de la tormenta no solo por su ascenso meteórico sino por sus ruidosos incumplimientos.
El titular de la IGJ aseguró que Barracas no presenta balances desde hace diez años. Es tal el escándalo que los jugadores terminan siendo víctimas ya que pocos les reconocen autenticidad a sus logros deportivos.
Más allá de este secreto a voces, lo que realmente importa es el trasfondo que viven prácticamente todas las instituciones del fútbol de nuestro país: dirigentes ricos –millonarios– y clubes pobres. Una realidad que ya no da para más.

La decisión de Javier Milei de no viajar a Washington para participar de la ceremonia del sorteo de la Copa del Mundo hay que leerla con un poco más de detalle. El Presidente sabía que no había ninguna posibilidad de que allí se firmara el acuerdo comercial con el gobierno de Donald Trump del que se viene hablando desde hace varias semanas.

Esto es producto de todos los detalles que resta pulir. Viajar a Washington y venirse con las manos vacías hubiera representado un acontecimiento negativo para el Gobierno. Y, por supuesto, encontrarse cara a cara con Tapia y aparecer sonriente a su lado habría significado una contradicción flagrante para Milei.

La afinidad de Tapia con el peronismo, los aspectos poco transparentes y sospechosos de su gestión, el ámbito de corrupción que envuelve a la AFA, lo transforman en el enemigo ideal para el Gobierno, en el que, por otra parte, las internas no cesan. En estas horas, el campo de batalla se ha trasladado nuevamente al Senado.

Patricia Bullrich salió con los tapones de punta y la fuerza de los conversos a marcarle la cancha a Victoria Villarruel. Por si hiciera falta algo más, Manuel Adorni y Karina Milei salieron a criticarla duramente, acusándola de haberles impedido ingresar al recinto del Senado, acusación que la vicepresidenta negó. La ruptura entre Milei y Villarruel es total e irreversible.

Sólo los sostiene la obligación por la institucionalidad, que por otra parte luce cada vez más debilitada ante tamaño enfrentamiento.

Hablando de las instituciones, la Justicia parece haber tomado nota del bochorno operativo del juicio en la causa de los cuadernos. CFK y sus exfuncionarios, pero también algunos empresarios, se rieron de los tiempos impuestos por la lánguida agenda de audiencias.

Eso se corrigió parcialmente y la condenada en el banquillo salió a despotricar contra la autenticidad de esos cuadernos. No se puede tapar el sol con la mano ni apostar ciegamente a la posverdad.

El fiscal certificó la autenticidad de esa copiosa cantidad de pruebas, y los arrepentidos hicieron lo propio con sus testimonios.

La expresidenta no aceptará nunca lo que es evidente para todos: la corrupción en la obra pública fue la columna vertebral de la recaudación de su gobierno.

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Fuente: Perfil

 

Aclaración/IA

El juez Germán Castelli no ha criticado públicamente las audiencias «lánguidas» de la causa de los cuadernos, pero sí ha resaltado los desafíos de infraestructura del tribunal, señalando que operan en una «pequeña sede» con «un único baño y una modesta sala de audiencias». Estos comentarios subrayan las limitaciones del entorno de trabajo, lo que puede haber contribuido a la percepción de lentitud en el proceso judicial.
Juez Federal Germán Castelli
  • Contexto de las críticas: Las críticas a la lentitud de las audiencias han surgido en el marco del desarrollo del juicio oral.
  • Respuesta de los jueces: En lugar de centrarse en las críticas a la organización del debate, la respuesta de los jueces a través de los medios se ha enfocado en las dificultades logísticas, según informa Infobae.
  • Detalles sobre la infraestructura: El propio juez Castelli ha destacado que el tribunal opera en una sede reducida, lo que genera problemas para llevar adelante el juicio.

 

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