Ver a Dios en los pobres y unirse a Cristo en el amor no es algo que se logre en un día. León XIV presenta este proceso como un «camino de santificación»
Buenos Aires, martes 16 diciembre (PR/25) –La primera exhortación del Papa León XIV, Dilexi te, describe con palabras un itinerario espiritual junto a los más pobres y el amor hacia ellos.
Tanto para los que empiezan como para los que creen haber llegado a la meta, esta carta es una corrección paternal: un examen de conciencia y una llamada a seguir adelante.
1SALIR DE LA INDIFERENCIA, EL MIEDO Y EL RECHAZO

Puesto que vivimos inmersos en «una cultura que rechaza a los demás sin siquiera darse cuenta» (Dilexi te, 11), debemos abrir los ojos y tomar conciencia de nuestra situación. Y León XIV se pregunta: «A menudo me pregunto por qué, a pesar de la claridad de las Escrituras sobre los pobres, muchos siguen pensando que pueden excluirlos tranquilamente de sus preocupaciones» (n. 23), aunque reconoce que «no es fácil» (n. 110).
2CUIDAR A LOS MÁS PEQUEÑOS
A los católicos que piensan que la caridad es solo un asunto personal, dejando que el liberalismo regule las injusticias, el Papa les recuerda la importancia de una conversión global, de un cambio estructural para la sociedad, de su deseo de más «justicia social».
A los católicos que piensan que la caridad es solo un asunto político, una responsabilidad del Estado, León XIV les llama a un encuentro personal, «a detenerse y mirar a la persona pobre a los ojos, tocarla y compartir con ella algo de uno mismo» (n. 116). A todos les reitera que la opción preferencial por los más pobres es la elección del mismo Dios, y debería ser la de la Iglesia, como lo atestiguan amplios períodos de su historia.
3UNA CUESTIÓN DE FAMILIA
Hay que abandonar la idea de una relación vertical, jerárquica, superior, de un rico que se inclina sobre un pobre, para entrar en una invitación a convertirse en amigos (la palabra aparece escrita veinte veces). Aquí encontramos la influencia latinoamericana de los papas Francisco y León, y la fuerza del texto de los obispos reunidos en Aparecida, en 2007: «Solo el contacto con los pobres nos convierte en sus amigos».
No se trata, por otra parte, de convertirnos solo en amigos, que elegimos, sino en hermanos que recibimos (la palabra «hermano» aparece veintiséis veces): «Los pobres no son un problema que hay que resolver, sino hermanos y hermanas que hay que acoger» (n. 56). Esto es precisamente lo que nos dijo el papa León XIV, en francés, al comienzo del almuerzo que ofreció a 1300 pobres en los jardines del Vaticano, el 16 de noviembre de 2025: «La fraternidad, sí… ¡es la vida!»
4LOS POBRES, «MAESTROS DEL EVANGELIO»
¡Hay que abandonar esta relación horizontal y rebajarse aún más! Por supuesto, hay que anunciar a Cristo a los más pobres y «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual» (n. 114), pero, en realidad, «es una experiencia sorprendente, atestiguada por la tradición cristiana, que se convierte en un verdadero punto de inflexión en nuestra vida personal, cuando nos damos cuenta de que son precisamente los pobres los que nos evangelizan» (n. 109), sobre todo porque «la realidad se ve mejor desde los márgenes y los pobres tienen una inteligencia particular, indispensable para la Iglesia y para la humanidad» (n. 82).
5ACERCARSE A LA CARNE DE CRISTO
«Los pobres no son una categoría sociológica, sino la carne misma de Cristo». Por lo tanto, debemos acercarnos a ellos con el corazón arrodillado, como lo haríamos ante el Santísimo Sacramento, tal y como dice San Juan Crisóstomo: «¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando está desnudo, mientras aquí lo honras con telas de seda».
En el fondo, se trata de la actualización a lo largo de toda la historia de la Iglesia del Evangelio de Mateo XXV: «Tuve hambre y sed, estuve enfermo o en la cárcel, desnudo o extranjero… ¡Y era yo!». Y el papa León establece el paralelismo entre la promesa de Jesús: «Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos2 y «siempre tendréis a los pobres con vosotros» (n. 5).
6DONAR, TAMBIÉN HOY
Pero el Papa no nos deja en una mística desencarnada: «Permanecer en el mundo de las ideas y las discusiones, sin gestos personales, frecuentes y sinceros, será la ruina de nuestros sueños más preciados».
¡Y León concluye con la limosna (n. 115)! La verdad de tu compromiso se mide quizás por lo que das a los más pobres, porque la limosna es «restablecimiento de la justicia, y no un gesto paternalista» (san Agustín), puede «destruir los pecados del pasado» (n. 46), es, en definitiva, «el ala de la oración. Si no le das un ala a tu oración, no volará» (san Juan Crisóstomo).
7«TE HE AMADO»
El Papa concluye su carta con su título. Reformula todas las etapas de nuestro camino con los más pobres para reiterar su objetivo:
«Ya sea mediante vuestro trabajo, vuestra lucha por cambiar las estructuras sociales injustas, o incluso mediante ese gesto de ayuda sencillo, muy personal y cercano, será posible que ese pobre sienta que las palabras de Jesús se dirigen a él: «Te he amado» (Ap 3, 9)» (n. 121).
No se trata tanto de declarar nuestro amor a Dios, ni a sus pobres… Pero nuestras acciones por los pobres son el camino que Dios toma para decirles: «Te amo». Este es el secreto de Dilexi te: Dios declara su amor a los más pobres, a través de nosotros. ¡Es necesario que arda!
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Fuente: Aleteia















