Buenos Aires, 10 mayo (PR/18) — La Iglesia católica celebra hoy
10 de mayo el día de San Juan de Avila, misionero y director de
almas y al santo Patriarca Job, modelo de fe y paciencia.
San Juan de Avila tuvo el privilegio de ser amigo y consejero
de seis santos: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa, San Juan de
Dios, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y Fray Luis
de Granada.
Dicen que él es la figura más importante del clero secular
español del siglo 16: Nació en el año 1500; de una familia muy
rica, al morir sus padres repartió todos sus bienes entre los
pobres y después de tres años de oración y meditación se decidió
por el sacerdocio.
Estudió filosofía y teología en la Universidad de Alcalá y allá
hizo amistad con el Padre Guerrero que fue después arzobispo de
Granada y su amigo de toda la vida.
Desde el principio de su sacerdocio demostró una elocuencia
extraodinaria; el pueblo acudía en gran número a escuchar sus
sermones donde quiera que él iba a predicar.
Cada predicación la preparaba con cuatro o más horas de oración
de rodillas; a veces pasaba la noche entera ante un crucifijo o
ante el Santísimo Sacramento encomendando la predicación que iba a
hacer después a la gente.
Y los resultados eran formidables. Los pecadores se convertían
a montones; a sus discípulos les decía: "Las almas se ganan con
las rodillas" y por eso es el patrono de los sacerdotes españoles.
El 10 de mayo del año 1569, diciendo "Jesús y María" murió
santamente; fue beatificado en 1894 y el Papa Pablo VI lo declaró
santo en 1970, según recordó el sitio EWTN.
Hoy también se conmemora al santo Job, varón de admirable
paciencia, que vivió en el país de Hus y fue Patriarca como Noé,
Abraham, Jacob, Isaac, entre otros.
Job ha sido considerado durante muchos siglos como el mejor
modelo de paciencia, antes de Jesucristo, era inmensamente rico,
tenía diez hijos y la Biblia narra que perdió todo y enfermó
cuando satanás le pidió a Dios que los pusiera a prueba y él
resistió todas las calamidades sin perder la fe.
Luego un extenso período lleno de dificultades, muertes y enfermedades,
Dios le concedió a Job el doble de bienes de los que antes había tenido.
Vinieron todos sus familiares cercanos y lejanos y cada uno le
trajo un regalo y una barra de plata, y un anillo de oro y
celebraron un gran banquete en su honor.
Y Dios bendijo otra vez a Job y le concedió 14.000 ovejas,
6.000 camellos, 1.000 pares de bueyes y 1.000 asnas: Se casó de
nuevo y tuvo siete hijos y tres hijas y fueron las mujeres más
bellas de su tiempo.
Así Dios le concedió a Job una larga vida; vivió hasta los 140
años y conoció a los nietos, a los bisnietos y a los tataranietos:
murió en feliz ancianidad y lleno de alegría y paz.
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