Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,1-8):

Un sábado de aquéllos, Jesús atravesaba un sembrado; los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a comérselas.
Los fariseos, al verlo, le dijeron: «Mira, tus discípulos están haciendo una cosa que no está permitida en sábado.»
Les replicó: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios y comieron de los panes presentados, cosa que no les estaba permitida ni a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes. ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado en el templo sin incurrir en culpa? Pues os digo que aquí hay uno que es más que el templo. Si comprendierais lo que significa “quiero misericordia y no sacrificio”, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

Querido amigo/a:

En una conciencia rectamente formada siempre existirá algún momento de tensión entre optar por el cumplimiento de la ley o el uso correcto de la libertad. En nuestro modo de proceder honesto, cuando actuamos con buena intención y rectitud de corazón, no faltan momentos de duda entre realizar lo establecido, lo mandado, lo legal o lo que la conciencia nos dicta para alcanzar un bien. En ocasiones chocan. ¿Qué hacer en caso de duda? ¿Ser estrictamente legalistas con el riesgo de obedecer la ley injusta? ¿Ser puramente relativistas interpretando la ley a mi manera con el riesgo de hacer de mi capa un sayo? ¿Obedientes o laxos? El que siempre obedece nunca se equivoca, dicen algunos. Pero obedecer ¿a quién, a qué?

Ni fariseos ni anárquicos. En los momentos de mi vida en los que ante una elección dudo entre cumplir lo mandado o lo que creo que es lo correcto, Jesús nos ofrece un criterio de discernimiento que nos da luz para decidir, porque el ser humano va configurando su vida tomando decisiones constantemente, unas de mayor importancia y otras no tanto. Nos guste o no, tenemos que elegir con mucha frecuencia. El criterio de discernimiento que nos ofrece Jesús es la misericordia, o dicho de otro modo, el bien de la persona.

En la secuencia evangélica de hoy Jesús es recriminado por los fariseos por hacer una cosa no permitida en sábado: arrancar espigas (trabajar) para comérselas. Para Jesús, la satisfacción de una necesidad como el hambre está por encima de la ley, pues el bien de la persona, la misericordia, es el criterio de discernimiento: quiero misericordia y no sacrificio.

Jesús fue un hombre libre, ni anárquico ni esclavo de la ley. Esa libertad quiere para ti y para mi. La primera lectura nos recuerda la liberación de Egipto a través de la Cena de Pascua. Es lo que Dios ha ido haciendo a través de la historia de salvación y lo que quiere seguir haciendo en cada corazón humano y en cada momento de la historia: liberar. En nuestra oración de hoy le pedimos al Señor que nos ayude a crecer en la libertad de los Hijos de Dios, libertad que da paz a nuestra vida, que nos permite dormir tranquilos y vivir la vida con frescura y alegría.