Ago 15, 2022 | Desarrollo Humano
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-56):
En aquellos días, Maria se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de Maria, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Palabra del Señor
Ago 12, 2022 | Desarrollo Humano
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»
Palabra del Señor
Ago 11, 2022 | Desarrollo Humano
Buenos Aires, 11 agosto (PR/22) — Cada 11 de agosto, la Iglesia Católica celebra a Santa Clara de Asís, fundadora, junto a San Francisco de Asís de la Orden de las Hermanas Pobres, conocidas posteriormente como “clarisas” en honor a ella. Santa Clara de Asís es considerada patrona de la televisión y las telecomunicaciones.
La Orden de las Hermanas Pobres es un instituto perteneciente a la Segunda Orden de los “hermanos menores” o franciscanos. Las clarisas constituyen, de esa forma, la rama femenina de los franciscanos.
Francisco de Asís, su hermano
Santa Clara, cuyo nombre evoca pureza y luminosidad, nació el 16 de julio de 1194 en Asís (Italia), en el seno de una de las familias nobles de la ciudad. Desde muy pequeña se esforzó en adquirir y crecer en la virtud: acudía con asiduidad a la oración y la penitencia; solía ocuparse de las tareas más difíciles del hogar y cuidaba de los detalles más pequeños.
A los 18 años acudió a la iglesia de San Giorgio de Asís para la misa. Ese día, San Francisco hizo la prédica en torno a la Cuaresma. Clara, después de escucharlo, le pidió al santo que la ayudara a vivir también “según el modo del Evangelio”. Desde ese momento, él se convirtió en su preceptor espiritual y cultivaron una santa amistad. Clara, conforme se iba comprometiendo más con el Señor, se sentía cada día más atraída por una vida sencilla y de entrega a los pobres: ese era, precisamente, el camino que Jesús le señalaba.
La noche del Domingo de Ramos de 1212, Clara dejó su casa y se encaminó a la Porciúncula, al lado de la cual vivían los frailes menores (hoy se conserva esta pequeña capilla franciscana dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles).
Esa misma noche, frente al Cristo de San Damián, Clara renunció para siempre a las cosas del mundo «por amor hacia el santísimo y amadísimo Niño envuelto en pañales y recostado sobre el pesebre». Se le entregó el hábito de los hermanos menores y el mismo Francisco cortó su cabello dorado. Desde ese día la santa empezó a ser parte de la Orden de los Hermanos Menores.
El milagro del pan
Santa Clara vivió casi toda su vida religiosa en el monasterio de San Damián. Cierto día, en la alacena no había más que un solo pan y había que alimentar a cincuenta. Santa Clara lo bendijo e hizo rezar a todas el padrenuestro. Un segundo después se produjo el milagro: Clara multiplicó el pan y lo repartió a sus hermanas. Incluso sobró, y mandó la mitad sobrante a los hermanos menores.
Entonces dijo: “Aquél que multiplica el pan en la Eucaristía, el gran misterio de fe, ¿acaso le faltará poder para abastecer de pan a sus esposas pobres?”.
Una de sus frases de Santa Clara más conocidas es “el amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre”. Y, de hecho, su vida fue una vida llena de amor: alegrías inconmensurables, felicidad profunda, aunque con mortificaciones, ayuno y oración. Solía decir que para ella todo era “su amado Jesús”, fuente de su alegría. Era evidente que la vida de Clara se había transformado; toda ella se había hecho ternura.
Para Dios nada es imposible
Uno de los episodios más conocidos de su vida sucedió el día de la Solemnidad de la Natividad de Cristo. Estando gravemente enferma, fue transportada milagrosamente desde su cama a la iglesia de San Francisco. Allí asistió a todo el oficio de los maitines y a la Misa de medianoche, además recibió la santa comunión; después, apareció de nuevo en su celda, sobre su cama.
Ciertamente Clara jamás había gozado de buena salud -se dice incluso que estuvo enferma durante 27 años, mientras vivía en el monasterio-. Debido a esto, gran parte de su vida religiosa estuvo marcada por sufrimientos e incomodidades, los que supo sobrellevar de manera heroica.
El Sumo Pontífice, Inocencio III, la visitó en el monasterio hasta en dos ocasiones, en alguno de los peores momentos de su enfermedad. En una de esas oportunidades, después de verla, el Papa exclamó: “Ojalá yo tuviera tan poquita necesidad de ser perdonado como la que tiene esta santa monjita”.
Patrona de las telecomunicaciones y la TV
Muchas ciudades, santuarios y templos alrededor del mundo llevan su nombre, generalmente en lugares donde está presente la familia franciscana.
A finales de la década de los 50 del siglo pasado, la televisión emergió como una de las formas de comunicación más importantes de la sociedad moderna. En atención a ello, el Papa Pío XII bendijo la nueva tecnología, y ofreció la compañía y protección de la Iglesia Católica para encauzar esta nueva herramienta dentro de los límites de lo rectamente humano.
Así, en 1958, Pio XII publicó una Carta Apostólica proclamando a Santa Clara Patrona de la Televisión. Por extensión, se le considera también patrona de todas las telecomunicaciones.
En el documento se expresa que la Iglesia apoya la innovación tecnológica y recomienda el uso de la tecnología moderna para proclamar el Evangelio. Además, se reconoce que la televisión es tan capaz de producir bienes como de lo contrario -lo mismo puede decirse de toda forma de telecomunicación o transferencia de información-, por lo que se hace necesario que esta tecnología tenga un santo patrono para la protección espiritual de quienes la utilizan.
Esa es precisamente Santa Clara, la mujer que fue transportada milagrosamente desde ‘un punto a otro’, desde su habitación al altar de la capilla del monasterio.
En el corazón del Pueblo de Dios
En septiembre del 2010, el Papa Benedicto XVI, comentó que la vida de Santa Clara es un ejemplo de cuán importantes son las mujeres en la vida eclesial. Para el Papa Emérito, Clara había demostrado con creces “cuánto debe toda la Iglesia a las mujeres valientes y ricas de fe como ella, capaces de dar un impulso decisivo a la renovación de la Iglesia”.
Primicias Rurales
Fuente: ACI Prensa
Ago 11, 2022 | Desarrollo Humano
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21–19,1):
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.” El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debla cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes.” El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré.” Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor
Ago 10, 2022 | Desarrollo Humano
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,15-20):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
Palabra del Señor