Manejo nutricional del cultivo de soja

Manejo nutricional del cultivo de soja

La disponibilidad de nutrientes, los requerimientos del cultivo y la respuesta de soja a la fertilización Fernando Salvagiotti – Grupo de Manejo de Cultivos, Suelo y Agua – INTA Oliveros-

La disponibilidad de nutrientes, los requerimientos del cultivo y la respuesta de soja a la fertilización

Buenos Aires, lunes 23 diciembre (PR/24) — Distintos relevamientos de los niveles de nutrientes en el suelo en Argentina, tanto en región pampeana como extra-pampeana, dan cuenta de la caída de los niveles de materia orgánica y nutrientes, especialmente en áreas con muchos años de agricultura continua con baja reposición de nutrientes (Sainz Rozas et al, 2019). Las caídas de los niveles de la materia orgánica tienen implicancias en la fertilidad física, química y biológica de los lotes.

En el caso de los nutrientes como nitrógeno (N) o azufre (S), más del 90% de la disponibilidad proviene de este origen. También estos relevamientos muestran las deficiencias frecuentes de fosforo (P) o cinc (Zn), y en algunas áreas también de boro (B). Otros nutrientes como potasio, calcio y magnesio han mostrado caídas en los valores de disponibilidad en el suelo, aunque sin llegar aun a niveles en donde el cultivo manifieste la respuesta a la fertilización a excepción de algunos sectores de la región este de Entre Rios y Corrientes para el caso del potasio.

“La demanda de N del cultivo de soja es casi cuatro veces superior a los requerimientos del cultivo de maíz”

El objetivo de una fertilización es satisfacer los requerimientos de nutrientes del cultivo, en las situaciones en las cuales el suelo no puede proveerlos en su totalidad, y así sostener la producción de los cultivos.

La Tabla 1 muestra los requerimientos internos de nutrientes (kg de nutriente por Mg de grano producido) para el cultivo de soja. La exportación de nutrientes con el grano va a depender del total absorbido y del índice de cosecha de cada nutriente (ICN) (Tabla 1). El ICN es la proporción del nutriente absorbido que está en el grano en madurez fisiológica en relación con el total absorbido, varía según el nutriente. Considerando los nutrientes más importantes, este índice es alto para N y P, intermedio para S y K, y bajo para Ca y Mg.

Tabla 1: Requerimientos internos, índice de cosecha (ICN) y exportación de nutrientes del cultivo de soja por tonelada de rendimiento (13% humedad)
Nutriente Requerimiento ICN Exportación
Macronutrientes kg Mg-1 kg Mg-1
N 79 0.75 60
P 7 0.75 5
K 33 0.45 15
Ca 14 0.20 3
Mg 8 0.38 3
S 6 0.55 3
Micronutrientes g Mg-1 g Mg-1
B 22 0.31 7
Cl 205 0.47 96
Cu 22 0.53 12
Fe 260 0.25 65
Mn 130 0.33 43
Mo 4 0.85 3.5
Zn 52 0.70 36
García & Correndo, 2012; Salvagiotti et al., 2012; Salvagiotti et al., 2008; Hitsuda et al., 2008, Salvagiotti et al, 2021.

La demanda de N del cultivo de soja es casi cuatro veces superior a los requerimientos del cultivo de maíz (aproximadamente 80 kg de N por tonelada de rendimiento), pero es importante destacar que aproximadamente el 60% de este requerimiento de este nutriente es satisfecho por la fijación biológica de N (Collino et al, 2015), por lo que una buena inoculación es importante para asegurar la provisión desde esta fuente. La fertilización con N no brinda ventajas sobre la producción de soja (Salvagiotti et al, 2008).

En el caso del fosforo, al igual que para otros cultivos en la región pampeana, esta capacidad se puede evaluar mediante el análisis de suelo, midiendo el fósforo extractable (Bray 1) en la capa de 0 a 20 cm de profundidad. Cuando los niveles de P están por debajo de 18 ppm, las probabilidades de respuesta a la fertilización se incrementan. La Figura 1 muestra dos ejemplos de curvas de respuesta en función de la dosis de fósforo aplicada y del rango de disponibilidad de fósforo del suelo (Gutierrez Boem y Salvagiotti, 2013).

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Figura 1 – Respuesta del cultivo de soja a la aplicación de fósforo en suelos con distinta disponibilidad de fósforo. a: sitios de Buenos Aires, S de Santa Fe y SE de Córdoba (12 y 13 experimentos en el rango 0-8 ppm y 8-12 ppm, respectivamente). b: sitios del centro de Santa Fe 17, 9 y 6 sitios en el rango 5-10, 10-17 y 17-30 ppm, respectivamente. Los símbolos representan la respuesta promedio y las barras verticales el error standard de la media (Gutierrez-Boem y Salvagiotti, 2013).

En el caso de la respuesta a la fertilización con azufre las respuestas se observaron en especial en suelos con una larga historia agrícola, con bajos contenidos de materia orgánica, baja estabilidad estructural, cantidad de años en siembra directa y que, en general, habían perdido parte del horizonte superficial por erosión. También esta respuesta estará relacionada con los años y niveles de fertilización azufrada que se ha venido realizando en cada lote en los últimos años (Martínez y Cordone, 1998; Vilche et al, 2002; Salvagiotti et al 2012). Los resultados de los experimentos en los que se evaluaron dosis creciente de azufre sugieren que, en general, no es necesario aplicar más de 10 kg S ha-1 para alcanzar el máximo rendimiento del sitio (Figura 2).

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Figura 2 – Respuesta del cultivo de soja de primera al agregado de azufre. a: Resultados de 10 experimentos con respuesta al agregado de azufre, b: Respuesta promedio para tres rangos de dosis. Las barras verticales representan el desvío estándar (Gutierrez-Boem y Salvagiotti, 2013).

Estudios recientes han mostrado también la respuesta a la fertilización con Zn y B en soja de primera. En un estudio evaluando tres sitios con niveles de Zn por debajo de 1 ppm se han observado respuestas del orden 9.5% por aplicación de Zn, independientemente de la forma de aplicación (al suelo o foliar) (Figura 3).  En una red experimentos evaluando la respuesta a la fertilización con B, Bustos et al (2020) observaron respuesta a la aplicación de B aplicado en forma foliar en el 70% de los experimentos con valores de B en el suelo inferiores a 0.6 ppm en los 20 cm del suelo utilizando acetato de amonio como extractante.

“La respuesta del cultivo a la fertilización depende no sólo de la disponibilidad de fósforo del suelo, sino también de la dosis aplicada”

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Figura 3 – Respuesta del cultivo de soja de primera al agregado de zinc con tres fuentes diferentes en tres sitios de la región pampeana (Martinez Cuesta et al, 2022)

Manejo de la fertilización en soja de segunda

En planteos de producción con una ocupación más intensiva del suelo, en donde se incluyen cultivos de grano o cultivos de cobertura en el invierno, el cultivo de soja puede implantarse como cultivo de segunda, siendo la siembra sobre cultivo de trigo la más ampliamente difundida. La presencia de dos cultivos en un mismo ciclo agrícola genera interacciones que pueden afectar a cada uno de ellos en diferente magnitud. Las prácticas de manejo aplicadas al trigo influyen directa o indirectamente a la soja de segunda. Un atraso en la cosecha del trigo afecta el potencial de rendimiento de la soja siguiente, o el empleo de fertilizantes con nutrientes de menor movilidad en el suelo en el trigo puede dejar remanentes aprovechables para la soja.

La superficie con soja en Argentina ha crecido en forma ininterrumpida hasta la campaña 2016 en donde registró aproximadamente 20 millones de has. A partir de allí ocurrieron dos hechos: (i) la superficie con soja fue disminuyendo hasta aproximadamente 16.4 millones en la campaña 2023/24 y (ii) la proporción ocupada por soja de segunda pasó del 19 al 26% (pasando a representar además del 16 al 21% de la producción nacional de soja (Figura 4).

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Figura 4 – Evolución de la superficie de soja de primera y segunda en Argentina desde el año 2000 (Estimaciones agrícolas, 2024)

La respuesta del cultivo a la fertilización depende no sólo de la disponibilidad de fósforo del suelo, sino también de la dosis aplicada. Experiencias de largo plazo han mostrado que aplicaciones de fosforo y azufre por encima de los requerimientos de los cultivos en una secuencia incrementan fracciones de estos nutrientes en el suelo (Biassoni et al, 2023). En el caso del doble cultivo trigo/soja, distintos estudios han mostrado la respuesta del cultivo de soja de segunda cuando se aplican las dosis de fertilización con P y S para el doble cultivo trigo/ soja (Salvagiotti et al, 2004).

Estos trabajos indican que la respuesta de la soja de segunda a la fertilización con fósforo o azufre fue similar ya sea aplicando este nutriente a la siembra del cultivo de trigo para cubrir los requerimientos de la secuencia, como aplicándolos en cada cultivo por separado (Figura 5).

 En el caso de la respuesta a la fertilización con S en cultivos de soja de segunda se debería a una deficiencia inducida, ya que (i) la soja de segunda empezaría su ciclo con una menor disponibilidad de azufre en el suelo comparado con la soja de primera, que cuenta con un período de barbecho previo durante el cual se acumulan sulfatos por mineralización y (ii) los residuos del cultivo trigo, con una alta relación C:S, podría provocar una inmovilización de sulfatos por parte de los microorganismos que lo descomponen. Respecto del momento de aplicación del azufre al cultivo de soja de segunda, se ha observado la misma respuesta cuando se fertiliza directamente a la soja de segunda que cuando se aplica al trigo la dosis necesaria para ambos cultivos (Salvagiotti et al., 2004). Esto brindaría ventajas desde el punto de vista del manejo de la logística de la fertilización.

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 Figura 5 – Respuesta de la soja de segunda a la fertilización con fósforo (A) y azufre (B) según el momento de aplicación de estos nutrientes en diferentes ensayos del sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires. Letras seguidas por la misma letra dentro de cada sitio experimental no difieren entre si según el test de Duncan al 5% (Salvagiotti et al, 2004)

Consideraciones finales

El muestreo de suelos es central para identificar las potenciales deficiencias de nutrientes al momento de planificar la fertilización en soja

La fertilización con nitrógeno NO brinda ventajas en la producción de soja por lo que se debe maximizar la provisión del N a través de la fijación biológica que complementara el aporte de los suelos.

Por debajo de niveles de P de 18 ppm las probabilidades de respuesta a la fertilización con P se incrementan.

En soja de segunda, si bien la fertilización con P y S en el trigo puede dejar efectos residuales, esto ocurrirá cuando se haya planificado la dosis de estos nutrientes para el doble cultivo.

Biassoni, M; Vivas, H.; Gutiérrez-Boem, F; Salvagiotti, F. 2023. Changes in soil phosphorus (P) fractions and P bioavailability after 10 years of continuous P fertilization. Soil & Tillage Research, 232, 105777 https://doi.org/10.1016/j.still.2023.105777

Bustos, A.N., Alvarez, C., Barbieri, P.A., Eyherabide, M. y Sainz Rozas, H.R. 2002. Diagnóstico de la disponibilidad de boro para soja mediante el análisis de suelo y tejido foliar. Actas XVVII Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo

Collino D J, Salvagiotti F, Perticari A, Piccinetti C, Ovando G, Urquiaga S and Racca RW. 2015. Biological nitrogen fixation in soybean in Argentina: relationships with crop, soil, and meteorological factors. Plant Soil 1-14

Cordone, G. y Martínez, G. 2001. Efecto de la aplicación de distintas dosis de nitrógeno y azufre sobre el rendimiento del doble cultivo trigo-soja. Para mejorar la producción 18 – SOJA – EEA Oliveros INTA

García, F.O., A. Correndo. 2012. Cálculo de requerimientos nutricionales. IPNI, Programa Latinoamérica Cono Sur.

Gerster, G. 2000. Fertilización azufrada en trigo/ soja. Para mejorar la producción 15 – SOJA – EEA Oliveros INTA.

Gutierrez Boem F y Salvagiotti F. 2015. Nutritional management of soybean. In: Fernando Garcia & Hernan Echeverria (Eds.) Soil Fertility and Fertilization of crops. Ediciones INTA. Pages 131-168.

Hitsuda, K., K. Toriyama, G.V. Subbarao y O. Ito. 2008. Sulfur management for soybean production. In: J. Jez (ed.) Sulfur: A missing link between soils, crops and nutrition, Agronomy monograph 50, ASA-CSSA-SSSA, pp. 117-142

Martínez, F. y G. Cordone. 1998. Resultados de ensayos de fertilización azufrada en soja. Para mejorar la producción nº 8: 53-57, INTA EEA Oliveros.

Martínez Cuesta, N.; Carciochi, W.; Wyngaard, N.; Silva, Sandra; Salvagiotti, F., & Barbieri, P. 2022. Zinc fertilization strategies in soybean: plant uptake, yield, and seed concentration. Journal of Plant Nutrition. DOI: 10.1080/01904167.2022.2067059

Sainz Rozas, H., Eyherabide, M., Larrea, G., Martínez Cuesta, N., Angelini, H., Reussi Calvo N. y Wyngaard, N., 2019 Relevamiento y determinación de propiedades químicas en suelos de aptitud agrícola de la región pampeana Argentina. En: Actas del Simposio de Fertilidad 328 (Fertilizar Asociación Civil, 2019).

Salvagiotti F., Ferraris G., Quiroga A., Barraco M., Vivas H., Prystupa P., Echeverría H., Gutiérrez Boem F.H. 2012. Identifying sulfur deficient fields by using sulfur content; N:S ratio and nutrient stoichiometric relationships in soybean seeds. Field Crops Research 135:107-115.

Salvagiotti, F., G. Gerster, S. Bacigalupo, J. Castellarín, C. Galarza, N. Gonzalez, V. Gudelj, O. Novello, H. Pedrol y P. Vallone. 2004. Efectos residuales y directos de fósforo y azufre en el rendimiento de soja de segunda. Ciencia del Suelo, 22: 92-101.

Salvagiotti, F., K.G. Cassman, J.E. Specht, D.T. Walters, A. Weiss, A. Dobermann. 2008. Nitrogen uptake, fixation and response to fertilizer N in soybeans: A review. Field Crops Research, 108: 1-13

Vilche MS, Cordone G, Martínez F, Galarza C, Gudelj V y Bisaro V. 2002. Parámetros que condicionan la respuesta de soja (Glycine max (L.) Merr.) a la fertilización azufrada. Actas XVIII Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo

Primicias Rurales

Fuente: Horizonte A

Lo esencial es invisible a los ojos:  las buenas prácticas agrícolas, agricultura sustentable

Lo esencial es invisible a los ojos: las buenas prácticas agrícolas, agricultura sustentable

*Por Marcos Botta, CIO & co-founder de ucrop.it
Buenos Aires, jueves 19 diciembre (PR/24) — En los últimos años, la agricultura sustentable ha pasado de ser una cuestión de visión de los productores y las empresas, ligada meramente a la cultura organizacional, a ser un punto crucial en la rentabilidad.
Hoy, más que nunca, las empresas comercializadoras de productos agrícolas pueden posicionar la producción con ventajas competitivas al demostrar el origen sustentable de los lotes, en respuesta a los estándares internacionales de calidad. Pero, sobre todo, gana el ambiente y el bajo impacto climático.
Por ese motivo, continuar reforzando y fomentando la implementación de estrategias para adoptar modelos de producción sustentables es vital, pero tiene que ir acompañado de una cadena de valor robusta. El sponsoreo sustentable es una estrategia efectiva para fertilizar los brotes de un sistema de producción regenerativo, responsable y climáticamente inteligente.
Poner un incentivo para el productor, que es el corazón de la producción, es fertilizar el crecimiento de una cadena de valor de la más alta calidad, porque permite cumplir con estándares de primer nivel. En los últimos años, el concepto de valor agregado se ha reinventado, para mejor, para ofrecer productos que destacan por su calidad, pero no en lo superficial, sino en la sustancia, en sus orígenes.
Además, existen beneficios en la rentabilidad para ambas partes. Los créditos “verdes” y la financiación preferencial por cumplir con prácticas sustentables, por ejemplo, pueden reducir costos de producción hasta en un 30% (World Bank Group), ya que permiten a los agricultores acceder a tecnología eficiente y moderna con menor impacto ambiental. Esto se traduce en ahorros operativos a largo plazo, lo que incrementa la competitividad del producto final y aumenta hasta en un 10-15% su valor en el mercado internacional (Foro Económico Mundial).
Cuando las empresas premian al agricultor con apoyo técnico y recursos, no solo le están brindando mayor capacidad productiva, que implica mejores oportunidades comerciales, también están promoviendo la adopción de estrategias más eficientes desde origen. Según datos del ROI Institute, el Retorno de Inversión (ROI) de las campañas de financiamiento sustentable puede alcanzar hasta un 3 a 1, gracias al aumento de la exposición, la construcción de confianza sólida con los consumidores y evitar el Greenwashing.
Este valor agregado se traslada a los siguientes eslabones de la cadena potenciando al máximo el rendimiento en cada etapa, y es impulsado desde organismos gubernamentales en todo el mundo, como es el caso de la Mesa Técnica de Finanzas Sostenibles en Argentina.
Tal como decía El Principito: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Hoy el foco de calidad en los productos de origen agrícola es su modo de producción, su impacto ambiental y social, y su huella de carbono. Estas cosas no son tangibles de manera material frente al producto, pero sí son medibles y calculables. En este sentido, la trazabilidad es la herramienta que refuerza el vínculo entre la producción sustentable y los mercados, convirtiendo lo inmaterial en algo medible y demostrable.
La posibilidad de ofrecer indicadores sustentables directamente en el origen de la producción es el eslabón necesario para que los esfuerzos de los productores y los estímulos económicos y comerciales de las empresas se conviertan en ventajas competitivas frente a los mercados.
Asimismo, esta información llega al consumidor, culminando su impacto transversal en toda la cadena con la construcción de un consumidor responsable y con conciencia ambiental, que seguirá demandando productos agrícolas social y ambientalmente sustentables.
Apoyar a los productores en la adopción de buenas prácticas agrícolas es una estrategia inteligente para las empresas que quieren seguir materializando su visión de sustentabilidad y bajo impacto. Argentina tiene todo para fortalecer su producción en esta dirección y seguir ofreciendo valor agregado desde lo que realmente importa.
Primicias Rurales
Investigadoras argentinas impulsan la biofertilización en Etiopía

Investigadoras argentinas impulsan la biofertilización en Etiopía

En el marco de un proyecto de cooperación internacional, un equipo de especialistas del INTA, del Instituto de Biotecnología Etíope (EBTI) y del Conicet trabajan en la obtención de un biofertilizante a partir de bacterias y hongos benéficos para los cultivos, con el objetivo de reducir el uso de fertilizantes sintéticos en la agricultura y mejorar la productividad.

Buenos Aires, jueves 19 diciembre (PR/24) — En el marco de un proyecto FO.AR, técnicos del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del INTA, el Instituto de Biotecnología Etíope (EBTI) y el Conicet lograron aislar diversas cepas bacterianas del género Bacillus y hongos micorrícicos para reducir el uso de productos químicos en la agricultura.

Resultados preliminares sugieren que la combinación de estos microorganismos nativos constituye una opción prometedora para la formulación de biofertilizantes, los cuales podrían contribuir a reducir el uso de fertilizantes sintéticos y mejorar la productividad en diversos cultivos de interés agrícola-forestal para el país.

El empleo de microorganismos benéficos como principio activo de los biofertilizantes se ha consolidado como una estrategia clave para fomentar el crecimiento, mejorar el desarrollo y optimizar la nutrición de los cultivos. Esta solución adquiere aún más relevancia en un contexto global donde la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente son prioridades.

“Como punto de partida, se recolectaron muestras de suelos de diferentes regiones de Etiopía con el objetivo de aislar hongos micorrícicos”, explicó Mariana Puente, coordinadora del Proyecto FO.AR. e investigadora del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del INTA. Los ensayos de interacción se realizaron en macetas que tenían como sustrato suelo sin esterilizar y fueron conducidos en invernáculo.

En este sentido, la investigadora del INTA señaló: “Por un lado, se evaluó la capacidad que presentan estas micorrizas de favorecer el desarrollo y sobrevida en forestales y, por otro, se evaluó de manera conjunta las micorrizas con una Bacillus subtilis (bacteria PGPR) la capacidad de promover el crecimiento en cultivos hortícolas”.

En ambos ensayos se determinaron distintos parámetros relacionados con el crecimiento de los cultivos evaluados, entre ellos, altura de planta, número total de hojas, longitud de las raíces, biomasa fresca y seca de parte aérea y de raíces. También se cuantificó la densidad de esporas en el sustrato, y la colonización y dependencia micorrícica.

“El siguiente paso consiste en realizar ensayos a campo para verificar los resultados obtenidos en condiciones controladas y establecer una colaboración con una empresa del sector para desarrollar bioinsumos a partir de las cepas y consorcios valuados, lo que permitirá llegar a los productores etíopes de manera efectiva”, expresó Puente.

Este proyecto no solo tuvo como objetivo minimizar el uso de insumos químicos mediante el uso de prácticas sustentables, sino también la capacitación de investigadores etíopes en técnicas de aislamiento para la obtención de microorganismos relacionados al desarrollo de biofertilizantes.

Como resultado de las capacitaciones realizadas, se aislaron diversas cepas bacterianas del género Bacillus y hongos micorrícicos. Este material fue utilizado para la realización de numerosos ensayos de interacción planta-microorganismo con resultados que quedaron plasmados en dos publicaciones internacionales: Inoculation of Native Arbuscular Mycorrhizae and Bacillus subtilis Can Improve Growth in Vegetable Crops y Indigenous mycorrhizae from ethiopia improve tree growth and seedlings survival contributing to the green legacy program de Tropical and Subtropical Agroecosystems.

Primicias Rurales

Fuente: INTA Informa

Aspectos a tener en cuenta para la fertilización de soja de segunda

Aspectos a tener en cuenta para la fertilización de soja de segunda

Por Octavio Caviglia : Profesor Titular Cereales y Oleaginosas, Facultad Ciencias Agropecuarias, Universidad Nacioanal de Entre Ríos (UNER). Investigador Principal CONICET

Introducción

Buenos Aires, viernes 6 diciembre (PR/24) — En Argentina, la brecha de rendimiento entre lo alcanzable y lo logrado en soja de primera es de 1,8 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que en soja de segunda esta brecha es de 1,6 t/ha. Una de las principales razones detrás de esta diferencia es la falta de reposición adecuada de nutrientes, lo que contribuye significativamente a la brecha entre el rendimiento potencial limitado por agua y el promedio real alcanzado en el país.

A nivel internacional, Argentina presenta una brecha de rendimiento intermedia entre los principales países productores de soja. Por ejemplo, Brasil exhibe brechas mayores según el Atlas Global de Brechas de Rendimiento (www.yieldgap.org) para el período 1990-2021, que ofrece los datos más recientes disponibles.

En soja de primera, la brecha de rendimiento nacional es del 38%, lo que equivale a 1,8 t/ha. Esto significa que, mientras el rendimiento potencial se estima en 4,7 t/ha, el promedio alcanzado es de 2,9 t/ha. Para los cultivos de soja de segunda, la brecha es mucho mayor, asciende al 44%, representando 1,6 t/ha: el rendimiento potencial es de 3,8 t/ha, pero el promedio actual es de apenas 2,2 t/ha. Cabe destacar que estos valores son promedios nacionales y pueden variar significativamente entre regiones productivas.

La fertilización y su impacto en la brecha de rendimiento

Numerosos estudios realizados en Argentina coinciden en que una proporción importante de esta brecha tiene causas nutricionales. El país atraviesa un proceso de minería de nutrientes, donde lo extraído por los cultivos excede considerablemente lo que se repone mediante fertilización. Este desequilibrio ha generado deficiencias marcadas para la soja de fósforo (P), azufre (S) y, en menor medida, de potasio (K) y micronutrientes como boro (B) y zinc (Zn), dependiendo de la zona.

Aunque los avances genéticos han permitido aumentar el rendimiento potencial, estos progresos no han sido acompañados por un nivel tecnológico adecuado, especialmente en términos de manejo nutricional.

En el caso específico de la soja de segunda, que se siembra luego de la cosecha de un cultivo invernal, la fertilización sigue siendo una práctica subutilizada. Existe una percepción errónea de que la fertilización realizada en el cultivo de invierno es suficiente, lo cual no es necesariamente cierto, especialmente en suelos con niveles bajos de fósforo.

Recomendaciones para la fertilización de soja de segunda

Para optimizar el manejo nutricional en soja de segunda, es fundamental considerar las siguientes recomendaciones:

  1. Determinar el nivel de fósforo en el suelo:
    Es necesario medir los niveles de fósforo (P) disponibles en el suelo a una profundidad de 0-20 cm mediante el método Bray 1. Si estos valores son inferiores a 13-16 ppm, la respuesta a la fertilización es altamente probable y económicamente rentable.
  2. Estimar la respuesta del suelo al fertilizante:
    Cada tipo de suelo tiene una capacidad distinta para aumentar su nivel de fósforo con la aplicación de fertilizantes. Por lo general, por cada aumento de 1 ppm en el suelo se requieren entre 2 y 4 kg de P. Es importante calcular la dosis con base en el contenido de P elemental, en lugar de P2O5, que es el valor reportado usualmente en el grado del fertilizante.
  3. Aplicar el fertilizante en el momento adecuado:
    La fertilización debe realizarse durante la siembra, ya que aplicarla antes o después suele ser poco práctico o inviable desde el punto de vista logístico. Es crucial evitar el contacto directo con la semilla, colocando el fertilizante fuera de la línea de siembra. Si esto no es posible, es indispensable respetar los límites de cada tipo de fertilizante para minimizar el riesgo de daños en la implantación.
  4. Corregir otras deficiencias nutricionales:
    Además del fósforo, es importante evaluar y corregir otras deficiencias frecuentes para soja en regiones productivas de Argentina, como las de azufre (S), boro (B), zinc (Zn) y, en algunas zonas específicas, potasio (K). Para abordar estas deficiencias, se pueden utilizar estrategias como fertilizantes complejos a la siembra (starters), aplicaciones en semilla o tratamientos foliares.

Conclusión

La correcta fertilización de la soja de segunda es una herramienta clave para reducir la brecha de rendimiento en este cultivo. Una evaluación precisa de los nutrientes disponibles en el suelo, combinada con estrategias de fertilización adecuadas, puede no solo mejorar la productividad sino también contribuir a la sostenibilidad del sistema agrícola en Argentina.

Primicias Rurales

Por Octavio Caviglia

 

El retraso de la Argentina en fertilización de soja

El retraso de la Argentina en fertilización de soja

Buenos Aires, lunes 9 diciembre (PR/24) — La Argentina está retrasada en fertilización de soja, en comparación con la evolución del cultivo.

No se reconoce que la oferta de nutrientes, principalmente fósforo, es un factor que limita la expresión del cultivo y que su limitación cada día es más frecuente.

Así opinó el ingeniero agrónomo Martín Díaz Zorita, premio Fertilizar 2024,  en diálogo con Primicias Rurales  al señalar que “incorporamos mejoras para producir más, pero no siempre estamos acompañando esa mejora con los recursos para que se pueda expresar en forma normal, significativa. Así ocurre por ejemplo con relación al fósforo”.

“Después, en el lado de la nutrición con nitrógeno, Argentina tiene, a diferencia de otras partes del mundo, un reconocimiento muy importante del valor de inocular, es decir, de incorporar microorganismos rizobios que ayudan al aprovechamiento del nitrógeno del aire y acompañamiento del crecimiento”, añadió.

Esa práctica hoy es muy difundida, casi el 80% o un poco más de los lotes de producción de soja son inoculados con una observación y es que para que ese proceso sea eficiente debe ser siempre es acompañado con la nutrición de otros elementos, cosa que ocurre poco.

“O sea, la fijación biológica funciona si el cultivo crece, si el cultivo crece poco, funciona poco” indicó el investigador del Conicet .

Díaz Zorita es titular en el área de Coordinación Académica de Producción Vegetal con orientación en la asignatura Cereales y Oleaginosas de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Pampa.

El también premio 2024 Bolsa de Cereales de Buenos Aires considera que “cuando hablamos de soja, es de un cultivo que está adaptado a crecer en condiciones de fertilidad natural limitada”.

“Es decir que tiene una gran adaptación a crecer en ambientes con complejidades en lo que hace a la oferta de nutrientes. En su forma natural, en su centro de origen, en el sudeste asiático”, indicó.

Explicó que la soja desarrolló algunos atributos, entre esos la capacidad de generar una simbiosis es decir, un vínculo con la microbiología, con microorganismos que le confieren la posibilidad de fijar nitrógeno del aire y autoabastecerse mientras crece.

Eso da la versatilidad de poder encontrar soja en grandes partes del país, en la medida que la oferta hídrica lo permita  y que las condiciones de temperatura también le permitan crecer.

Pero yendo en particular a la nutrición, para que el cultivo crezca, necesita abastecerse de algunos elementos.

“Uno de los elementos más importantes es el fósforo que  tiene como rol central generar condiciones de transporte de energía y es lo que hace que un cultivo pueda crecer en sus raíces y en sus estructuras reproductivas”, expresó.

En el caso de soja y de todas las leguminosas con el fósforo pueden crecer en las estructuras que hacen a la fijación de nitrógeno: la formación de nódulos y su funcionamiento.

Consultado sobre ¿dónde está Argentina en cuanto a la oferta de fósforo?, Díaz Zorita explicó que los relevamientos de los análisis de suelo a través de las redes de mapas de suelo, mapas de fertilidad, coordinados por el INTA con la participación de Fertilizar y otras instituciones, muestran que paulatinamente la cantidad de lotes donde se cultiva, donde se hace agricultura en la Argentina, empieza a tener niveles de fósforo limitantes en forma creciente.

“Es más frecuente encontrar lotes  a los que le falta fósforo para producir en forma adecuada cualquier cultivo, siendo soja el más eficiente, pero ya más del 70% de los lotes donde se siembra soja, son los que necesitan contemplar la fertilización con fósforo para que el crecimiento de la planta no se vea limitado”, apreció.

Según su análisis,  en otras regiones, más puntuales, se suman las limitaciones de dos elementos muy importantes  azufre y boro.

“En todo lo que sea la zona núcleo, todo lo que es el cinturón de cultivos de verano, que está haciendo epicentro en el eje Pergamino-Rosario, desde ahí se amplía norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe, los niveles de azufre son limitantes”, aclaró.

Entonces además de tener problemas de fósforo que limitan el crecimiento de la soja, se suma la insuficiencia de azufre para que el cultivo se desarrolle en forma eficiente y por lo tanto se transforme en biomasa es decir en rendimiento.

Y especificó que “en los ambientes más hacia el oeste que son los más arenosos, profundos, drenados, ( es decir que tienen capacidad de movimiento del agua en vertical muy rápido),  encontramos que ante condiciones de estrés hídrico, situación frecuente en todos los veranos, en forma moderada o más intensa, la oferta de un micro elemento que se llama boro tiene el mismo comportamiento, es decir es insuficiente para que el cultivo pueda fijar el número de granos y dar origen a la formación del rendimiento”.

“¿Esto es nuevo ahora?”, se preguntó: “No, eso es natural, lo que tenemos es una adaptación por mejoramiento genético de materiales que tienen mayor potencial de crecimiento, por lo tanto las deficiencias son más evidentes. Necesitan un abastecimiento continuo”, evaluó.

Para el profesional: La nutrición no es sólo cantidad, sino  que es más una  oportunidad.

“Los cultivos necesitan elementos que hacen la formación de la estructura de la planta, son los ladrillos para que las células construyan la estructura que va a dar origen a lo que queremos cosechar, que es el grano, y cuando las posibilidades de crecer, es decir, tolerar el estrés hídrico, diferencias de golpe de calor, de temperatura, muestran adaptación a las distintas regiones, la nutrición empieza a ser cada vez más relevante”, consignó.

El porqué de este comportamiento es porque el cultivo se adapta a factores de estrés del ambiente y por lo cual pequeñas diferencias o deficiencias en la oferta temporal oportuna de los nutrientes empiezan a tener un peso relativo y más importante que lo que pasaba en el pasado, cuando ese crecimiento no era tan continuo.

La agricultura se adapta a las condiciones ambientales,  esa adaptación no es acompañada con las condiciones naturales de los suelos, por lo cual la tasa, la velocidad, la oportunidad de necesidades de nutrientes, comienza a ser creciente.

“En soja en particular, fósforo es clave, lamentablemente sabemos que más del 70% de los lotes que se siembran de soja necesitan fertilización con fósforo, pero ese nivel de fertilización es inferior ¿Cuán inferior? En algunas regiones es entre un 10 y un 15%, y en otras es más del 50”, consideró Díaz Zorita, quien también es productor agropecuario.

En regiones de los bordes de la región pampeana, todo lo que  constituye la zona semiárea subhúmeda, el uso de fertilizantes fosfatados no alcanza a cubrir más del 50% de los lotes que necesitarían ser corregidos.

“Hay una costumbre que es no reconocer la importancia de la nutrición como un pilar a la construcción del rendimiento y sólo verlo como una cuestión financiera de oportunidad”, estimó.

El costo de aprovechamiento del agua es muy sensible.

“En regiones semiáridas o regiones subhúmedas, la variabilidad de rendimientos asociados a la variabilidad de lluvias genera incertidumbre y  la reducción de costos es una práctica frecuente y lo más sencillo de recortar o de obviar en un cultivo es la nutrición”, sostuvo.

El investigador considera que si no hay una concepción integral, de nutrición balanceada no puede haber prácticas efectivas del mejoramiento del cultivo.

Según su análisis, hoy el manejo de la fertilización, parte de un pilar que es el análisis de suelo que permite reconocer el problema de un lote.

“Muy poca proporción de los lotes de soja tienen esa evaluación, algo que nosotros insistimos, que pedimos, que pregonamos. Las redes de ensayos de fertilización que tenemos de estrategia nos muestran que aquéllos que diagnostican el análisis de suelo en condición limitante, y corrigen en consecuencia esa limitación, están aumentando su nivel de entre un 15 y un 20% por sobre lo que hacen naturalmente que es no fertilizar o hacerlo en dosis subóptimas”, manifestó.

Considera que esa mejora, prácticamente en forma independiente del nivel de productividad alcanzado, está dentro de una relación insumo-producto favorable.

“Ese es el punto de partida, reconocer que la nutrición desde el inicio es importante”, precisó.

En diciembre se siembra soja de segunda implantación generalmente sobre su antecesor trigo y según el especialista es necesario incorporar un fertilizante con fósforo porque si no va a transitar su crecimiento en una condición de limitación.

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La fertilización foliar como herramienta para mitigar el estrés de las plantas

La fertilización foliar como herramienta para mitigar el estrés de las plantas

El tratamiento de esta condición aporta beneficios clave en cultivos de verano, ayudando a potenciar los rindes frente a condiciones climáticas extremas.

Buenos Aires, jueves 5 diciembre (PR/24) — En cultivos como soja y maíz, el estrés provocado por golpes de calor, heladas, sequía, fitotoxicidad e incluso granizo, es un desafío constante para los productores. Según Adrián Balsa, líder de bioestimulantes de Yara Latinoamérica: “El estrés es inevitable, pero contamos con herramientas que permiten abordarlo desde la prevención y la recuperación para minimizar su impacto en el rendimiento”.

Los bioestimulantes, en combinación con nutrientes, han demostrado ser una estrategia efectiva para mitigar el impacto del estrés abiótico, al reducir la caída en la tasa de crecimiento y mejorar los rendimientos. Ensayos a campo han evidenciado que la aplicación de YaraAmplix BIOTRAC en soja genera, en promedio, un incremento de 250 kg/ha en comparación con cultivos no tratados. Al respecto, Balsa señala: “El tratamiento preventivo al estrés muestra mejores resultados, ya que el cultivo recibe señales adecuadas para estar preparado ante condiciones adversas”.

Cuando el cultivo ya está afectado, las aplicaciones de rescate cumplen un rol fundamental para fomentar su recuperación. En estos casos, se recomienda el uso de YaraVita CROPLIFT BIO, un multinutriente con bioactivadores diseñado para acelerar la regeneración del cultivo tras eventos como granizo, heladas o daños por herbicidas. Según Balsa“Esta solución asegura una recuperación eficiente del cultivo, impulsando su capacidad para compensar pérdidas y maximizar el rendimiento”.

Finalmente, Balsa subraya la importancia de un enfoque integral: “La clave para enfrentar el estrés abiótico está en una combinación de tecnologías que integren bioactivos, nutrientes y un manejo oportuno. Sólo así se logra sostener el potencial de rendimiento, logrando cultivos más resilientes ante condiciones adversas”.

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Fuente: Yara Latinoamérica