La disponibilidad de nutrientes, los requerimientos del cultivo y la respuesta de soja a la fertilización
Buenos Aires, lunes 23 diciembre (PR/24) — Distintos relevamientos de los niveles de nutrientes en el suelo en Argentina, tanto en región pampeana como extra-pampeana, dan cuenta de la caída de los niveles de materia orgánica y nutrientes, especialmente en áreas con muchos años de agricultura continua con baja reposición de nutrientes (Sainz Rozas et al, 2019). Las caídas de los niveles de la materia orgánica tienen implicancias en la fertilidad física, química y biológica de los lotes.
En el caso de los nutrientes como nitrógeno (N) o azufre (S), más del 90% de la disponibilidad proviene de este origen. También estos relevamientos muestran las deficiencias frecuentes de fosforo (P) o cinc (Zn), y en algunas áreas también de boro (B). Otros nutrientes como potasio, calcio y magnesio han mostrado caídas en los valores de disponibilidad en el suelo, aunque sin llegar aun a niveles en donde el cultivo manifieste la respuesta a la fertilización a excepción de algunos sectores de la región este de Entre Rios y Corrientes para el caso del potasio.
“La demanda de N del cultivo de soja es casi cuatro veces superior a los requerimientos del cultivo de maíz”
El objetivo de una fertilización es satisfacer los requerimientos de nutrientes del cultivo, en las situaciones en las cuales el suelo no puede proveerlos en su totalidad, y así sostener la producción de los cultivos.
La Tabla 1 muestra los requerimientos internos de nutrientes (kg de nutriente por Mg de grano producido) para el cultivo de soja. La exportación de nutrientes con el grano va a depender del total absorbido y del índice de cosecha de cada nutriente (ICN) (Tabla 1). El ICN es la proporción del nutriente absorbido que está en el grano en madurez fisiológica en relación con el total absorbido, varía según el nutriente. Considerando los nutrientes más importantes, este índice es alto para N y P, intermedio para S y K, y bajo para Ca y Mg.
Tabla 1: Requerimientos internos, índice de cosecha (ICN) y exportación de nutrientes del cultivo de soja por tonelada de rendimiento (13% humedad) | |||
Nutriente | Requerimiento | ICN | Exportación |
Macronutrientes | kg Mg-1 | kg Mg-1 | |
N | 79 | 0.75 | 60 |
P | 7 | 0.75 | 5 |
K | 33 | 0.45 | 15 |
Ca | 14 | 0.20 | 3 |
Mg | 8 | 0.38 | 3 |
S | 6 | 0.55 | 3 |
Micronutrientes | g Mg-1 | g Mg-1 | |
B | 22 | 0.31 | 7 |
Cl | 205 | 0.47 | 96 |
Cu | 22 | 0.53 | 12 |
Fe | 260 | 0.25 | 65 |
Mn | 130 | 0.33 | 43 |
Mo | 4 | 0.85 | 3.5 |
Zn | 52 | 0.70 | 36 |
García & Correndo, 2012; Salvagiotti et al., 2012; Salvagiotti et al., 2008; Hitsuda et al., 2008, Salvagiotti et al, 2021. |
La demanda de N del cultivo de soja es casi cuatro veces superior a los requerimientos del cultivo de maíz (aproximadamente 80 kg de N por tonelada de rendimiento), pero es importante destacar que aproximadamente el 60% de este requerimiento de este nutriente es satisfecho por la fijación biológica de N (Collino et al, 2015), por lo que una buena inoculación es importante para asegurar la provisión desde esta fuente. La fertilización con N no brinda ventajas sobre la producción de soja (Salvagiotti et al, 2008).
En el caso del fosforo, al igual que para otros cultivos en la región pampeana, esta capacidad se puede evaluar mediante el análisis de suelo, midiendo el fósforo extractable (Bray 1) en la capa de 0 a 20 cm de profundidad. Cuando los niveles de P están por debajo de 18 ppm, las probabilidades de respuesta a la fertilización se incrementan. La Figura 1 muestra dos ejemplos de curvas de respuesta en función de la dosis de fósforo aplicada y del rango de disponibilidad de fósforo del suelo (Gutierrez Boem y Salvagiotti, 2013).
Figura 1 – Respuesta del cultivo de soja a la aplicación de fósforo en suelos con distinta disponibilidad de fósforo. a: sitios de Buenos Aires, S de Santa Fe y SE de Córdoba (12 y 13 experimentos en el rango 0-8 ppm y 8-12 ppm, respectivamente). b: sitios del centro de Santa Fe 17, 9 y 6 sitios en el rango 5-10, 10-17 y 17-30 ppm, respectivamente. Los símbolos representan la respuesta promedio y las barras verticales el error standard de la media (Gutierrez-Boem y Salvagiotti, 2013).
En el caso de la respuesta a la fertilización con azufre las respuestas se observaron en especial en suelos con una larga historia agrícola, con bajos contenidos de materia orgánica, baja estabilidad estructural, cantidad de años en siembra directa y que, en general, habían perdido parte del horizonte superficial por erosión. También esta respuesta estará relacionada con los años y niveles de fertilización azufrada que se ha venido realizando en cada lote en los últimos años (Martínez y Cordone, 1998; Vilche et al, 2002; Salvagiotti et al 2012). Los resultados de los experimentos en los que se evaluaron dosis creciente de azufre sugieren que, en general, no es necesario aplicar más de 10 kg S ha-1 para alcanzar el máximo rendimiento del sitio (Figura 2).
Figura 2 – Respuesta del cultivo de soja de primera al agregado de azufre. a: Resultados de 10 experimentos con respuesta al agregado de azufre, b: Respuesta promedio para tres rangos de dosis. Las barras verticales representan el desvío estándar (Gutierrez-Boem y Salvagiotti, 2013).
Estudios recientes han mostrado también la respuesta a la fertilización con Zn y B en soja de primera. En un estudio evaluando tres sitios con niveles de Zn por debajo de 1 ppm se han observado respuestas del orden 9.5% por aplicación de Zn, independientemente de la forma de aplicación (al suelo o foliar) (Figura 3). En una red experimentos evaluando la respuesta a la fertilización con B, Bustos et al (2020) observaron respuesta a la aplicación de B aplicado en forma foliar en el 70% de los experimentos con valores de B en el suelo inferiores a 0.6 ppm en los 20 cm del suelo utilizando acetato de amonio como extractante.
“La respuesta del cultivo a la fertilización depende no sólo de la disponibilidad de fósforo del suelo, sino también de la dosis aplicada”
Figura 3 – Respuesta del cultivo de soja de primera al agregado de zinc con tres fuentes diferentes en tres sitios de la región pampeana (Martinez Cuesta et al, 2022)
Manejo de la fertilización en soja de segunda
En planteos de producción con una ocupación más intensiva del suelo, en donde se incluyen cultivos de grano o cultivos de cobertura en el invierno, el cultivo de soja puede implantarse como cultivo de segunda, siendo la siembra sobre cultivo de trigo la más ampliamente difundida. La presencia de dos cultivos en un mismo ciclo agrícola genera interacciones que pueden afectar a cada uno de ellos en diferente magnitud. Las prácticas de manejo aplicadas al trigo influyen directa o indirectamente a la soja de segunda. Un atraso en la cosecha del trigo afecta el potencial de rendimiento de la soja siguiente, o el empleo de fertilizantes con nutrientes de menor movilidad en el suelo en el trigo puede dejar remanentes aprovechables para la soja.
La superficie con soja en Argentina ha crecido en forma ininterrumpida hasta la campaña 2016 en donde registró aproximadamente 20 millones de has. A partir de allí ocurrieron dos hechos: (i) la superficie con soja fue disminuyendo hasta aproximadamente 16.4 millones en la campaña 2023/24 y (ii) la proporción ocupada por soja de segunda pasó del 19 al 26% (pasando a representar además del 16 al 21% de la producción nacional de soja (Figura 4).
Figura 4 – Evolución de la superficie de soja de primera y segunda en Argentina desde el año 2000 (Estimaciones agrícolas, 2024)
La respuesta del cultivo a la fertilización depende no sólo de la disponibilidad de fósforo del suelo, sino también de la dosis aplicada. Experiencias de largo plazo han mostrado que aplicaciones de fosforo y azufre por encima de los requerimientos de los cultivos en una secuencia incrementan fracciones de estos nutrientes en el suelo (Biassoni et al, 2023). En el caso del doble cultivo trigo/soja, distintos estudios han mostrado la respuesta del cultivo de soja de segunda cuando se aplican las dosis de fertilización con P y S para el doble cultivo trigo/ soja (Salvagiotti et al, 2004).
Estos trabajos indican que la respuesta de la soja de segunda a la fertilización con fósforo o azufre fue similar ya sea aplicando este nutriente a la siembra del cultivo de trigo para cubrir los requerimientos de la secuencia, como aplicándolos en cada cultivo por separado (Figura 5).
En el caso de la respuesta a la fertilización con S en cultivos de soja de segunda se debería a una deficiencia inducida, ya que (i) la soja de segunda empezaría su ciclo con una menor disponibilidad de azufre en el suelo comparado con la soja de primera, que cuenta con un período de barbecho previo durante el cual se acumulan sulfatos por mineralización y (ii) los residuos del cultivo trigo, con una alta relación C:S, podría provocar una inmovilización de sulfatos por parte de los microorganismos que lo descomponen. Respecto del momento de aplicación del azufre al cultivo de soja de segunda, se ha observado la misma respuesta cuando se fertiliza directamente a la soja de segunda que cuando se aplica al trigo la dosis necesaria para ambos cultivos (Salvagiotti et al., 2004). Esto brindaría ventajas desde el punto de vista del manejo de la logística de la fertilización.
Figura 5 – Respuesta de la soja de segunda a la fertilización con fósforo (A) y azufre (B) según el momento de aplicación de estos nutrientes en diferentes ensayos del sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires. Letras seguidas por la misma letra dentro de cada sitio experimental no difieren entre si según el test de Duncan al 5% (Salvagiotti et al, 2004)
Consideraciones finales
El muestreo de suelos es central para identificar las potenciales deficiencias de nutrientes al momento de planificar la fertilización en soja
La fertilización con nitrógeno NO brinda ventajas en la producción de soja por lo que se debe maximizar la provisión del N a través de la fijación biológica que complementara el aporte de los suelos.
Por debajo de niveles de P de 18 ppm las probabilidades de respuesta a la fertilización con P se incrementan.
En soja de segunda, si bien la fertilización con P y S en el trigo puede dejar efectos residuales, esto ocurrirá cuando se haya planificado la dosis de estos nutrientes para el doble cultivo.
Bibliografía
Biassoni, M; Vivas, H.; Gutiérrez-Boem, F; Salvagiotti, F. 2023. Changes in soil phosphorus (P) fractions and P bioavailability after 10 years of continuous P fertilization. Soil & Tillage Research, 232, 105777 https://doi.org/10.1016/j.still.2023.105777
Bustos, A.N., Alvarez, C., Barbieri, P.A., Eyherabide, M. y Sainz Rozas, H.R. 2002. Diagnóstico de la disponibilidad de boro para soja mediante el análisis de suelo y tejido foliar. Actas XVVII Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo
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García, F.O., A. Correndo. 2012. Cálculo de requerimientos nutricionales. IPNI, Programa Latinoamérica Cono Sur.
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Martínez, F. y G. Cordone. 1998. Resultados de ensayos de fertilización azufrada en soja. Para mejorar la producción nº 8: 53-57, INTA EEA Oliveros.
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Primicias Rurales
Fuente: Horizonte A