Transición hacia una Matriz Energética Sustentable

Transición hacia una Matriz Energética Sustentable

Por BONET, María Cecilia

Buenos Aires, 9 de agosto (PR/21) .– De acuerdo con el reporte de 2019 del Foro Económico Mundial, titulado “Fostering Effective Energy Transition”, se espera que la matriz energética mundial actual se modifique ampliamente en las siguientes décadas. Se proyecta la existencia de una matriz en la cual el petróleo y el carbón, que son hoy las fuentes energéticas predominantes, reduzcan su presencia y, al mismo tiempo, el gas natural y las energías renovables cobren mayor importancia.

El Acuerdo de París fue clave en este proceso ya que impactó sobre las decisiones de muchos países en materia energética. Algunos de ellos impulsaron una transición hacia el uso de renovables con el fin de reducir la dependencia al petróleo. Entre ellos se destacan Dinamarca con energía eólica, Islandia con energía geotérmica y Costa Rica con energía hidroeléctrica.

No obstante, no es necesario alejarnos de nuestra región para apreciar esta transición hacia una matriz más sustentable. Uruguay ha sido reconocida por la Agencia Internacional de las Energías Renovables como un ejemplo de manejo exitoso de sistemas eléctricos con alta participación de renovables (IRENA, 2019).

En materia energética, este país se distingue por contar con una matriz de generación eléctrica prácticamente renovable, considerando que el 98% de las fuentes energéticas son renovables. Si bien históricamente este país contaba con elevados niveles de consumo de petróleo, con el paso del tiempo logró una transformación de su matriz asumiendo compromisos con el cuidado del ambiente y la promoción de un desarrollo sostenible (URUGUAY XXI, 2019).

Desde el año 1965 hasta el 2019, se registra una disminución de consumo de petróleo, pasando de un 78% a un 36% (BEN Uruguay, 2019). Lo sorprendente de esta información es que dicha caída en el consumo no implicó una reducción o estancamiento del crecimiento del país sino que, contrariamente, la matriz de abastecimiento creció ⅔ desde el 65’.

Un caso que se opone fuertemente a la experiencia uruguaya es el de Argentina, cuya matriz se caracteriza por su alta presencia de hidrocarburos, en la cual el petróleo y el gas natural ocupan casi el 90% del total de la oferta energética del país. En tal contexto, ¿cómo pueden los países en esta situación encaminarse hacia un uso energético sustentable? La clave se encuentra en la diversificación de la matriz eléctrica, es decir, en la incorporación de novedosas fuentes tales como la hidroenergía, la biomasa, el gas natural, la energía eólica y la solar.

Primicias Rurales

Fuente: Centro de Desarrollo Sustentable de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires | Centro GEO

El Cono Sur defiende a la ganadería ante el lobby eurocéntrico

El Cono Sur defiende a la ganadería ante el lobby eurocéntrico

Buenos Aires, 7 de agosto (PR/21) .– La Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia presentarán una posición conjunta en Naciones Unidas sobre la emisión de gases de efecto invernadero y las inversiones en proteínas alternativas, que el año pasado duplicaron los presupuestos de todos los INTAs de Latinoamérica. La propuesta de Fernando Vilella para construir un Pacto Verde de las Américas.

Los principales países exportadores de carne de América Latina, nucleados en el Consejo Agropecuario del Sur, firmaron un documento para defender a la ganadería regional en la Cumbre de Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas, ante la interpelación por sus posibles implicancias sobre el medioambiente y la salud humana, entre otras. El evento, que se realizará en septiembre, convocará a los actores más importantes del mercado mundial a fin de establecer una agenda global para transformar los modelos con que se producen y consumen alimentos, ante la falta de progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, establecidos para 2030, entre ellos, “tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático”.

El documento, elaborado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), a pedido de las autoridades de la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia, considera a la ganadería como un activo estratégico regional y aborda los cuestionamientos, basándose en las últimas evidencias científicas y técnicas, así como en los sistemas productivos de estos países, que aportan casi el 40% de las exportaciones mundiales de carne bovina. El trasfondo es evitar que prevalezca una posición sesgada en la Cumbre, que, como surge de las reuniones previas, no tendrá en cuenta esas características.

La visión en contra de la carne vacuna existe dese hace muchos años, aunque cobró nuevos bríos con el “Pacto Verde Europeo” una hoja de ruta lanzada a fines de 2019, que apunta a que este continente sea el primero neutro, con cero emisiones, liderando el lobby ambientalista en todo el planeta. Para ello proponen, por ejemplo, penalizar los productos importados según su huella de carbono, calculada mediante modelos controvertidos, lo cual podría encarecer la carne de los países productores del Cono Sur.

Dada la importancia de esta temática, realizamos una breve síntesis de los puntos contemplados por el IICA, entre ellos, el presunto impacto negativo en el ambiente y la promoción de las proteínas alternativas como parte de la solución.

Del cambio climático

En esta cuestión, hace unos años, se le atribuyó erróneamente a la ganadería emisiones de gases de efecto invernadero equiparables a las del transporte (14% del total) cargando con una fuerte mirada negativa al sector. Sin embargo, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas calculó, en 2019, que aporta entre un 5,5% y 10% de las emisiones totales. De cualquier modo, el investigador Ernesto Viglizzo, documentó que las emisiones de los animales resultan más que compensadas por el secuestro de carbono de las tierras en pastoreo, algo que los métodos de medición mundiales no contemplan.

Otros investigadores (Mitloehner, Kebreab y Boccadoro, 2020) señalan que el metano emitido por los animales no impacta en el clima como el dióxido de carbono liberado por la quema de combustibles fósiles, ya que éste permanece cientos de años en la atmósfera, mientras que el de origen bovino, luego de 12 años, es mayormente removido. A esto se suma que los rumiantes, existen desde hace miles de años, por lo que parte de los gases ya estaban presentes al momento de la primera revolución industrial, que marca el inicio del calentamiento global, o sea, que son preexistentes a la problemática.

De las proteínas alternativas

Diversos actores que participan en la Cumbre plantean que la solución al excesivo consumo de carne bovina está en apoyar el mercado de proteínas alternativas, basadas en plantas y cultivos celulares. Sin embargo, sobreestiman los efectos positivos sobre el ambiente y la salud humana que, a la fecha, son estrategias de marketing.

Las compañías que producen alimentos a partir de vegetales de alto contenido proteico, como las legumbres, argumentan que hay una reducción de la huella de carbono y la contaminación. Sin embargo, no consideran los efectos de pasar de campo natural a tales cultivos, que pueden resultar en enormes emisiones por pérdida de carbono orgánico del suelo y de secuestro por parte de la biomasa vegetal.

Los beneficios en términos de salud humana son igualmente discutibles, dadas las características de ultra procesados que tienen los sustitutos vegetales, con elevados contenidos de sodio, y las diferentes densidades nutricionales con respecto a las proteínas de origen animal. Existe evidencia del rol que juega la carne vacuna como fuente de nutrientes, con nueve aminoácidos esenciales, que no pueden obtenerse fácilmente de las plantas (Leroy y Cofnas, 2019).

Si bien los sustitutos vegetales tienen una participación de mercado aún muy baja (1% según fuentes privadas), las inversiones en las compañías que los producen alcanzaron un récord en de USD 2.100 millones en 2020, valor que duplica la suma de todos los presupuestos de ese mismo año de los INTAs de América Latina y el Caribe, lo que da cuenta del potencial de esta nueva industria.

Por otro lado, avanzan los desarrollos de alimentos a partir de cultivos celulares, basados en la extracción de células madres de los animales y la generación de tejido muscular en el laboratorio, con el argumento adicional de aportar sustitutos a la carne sin necesidad de sacrificar animales, otro de los puntos por el que se cuestiona a la ganadería.

En 2020, las inversiones en este tipo de emprendimientos alcanzaron los USD 366 millones, seis veces más que el año anterior, aunque los productos aún no están disponibles para los consumidores dados los costos no competitivos.

“El mercado de proteínas alternativas ha sido impulsado por nuevos actores, con poder económico y mediático para influir en la agenda hacia el sector ganadero, como organizaciones sin fines de lucro y fundaciones financiadas por billonarios”, advierte el documento.

Con respecto a la salud humana, también plantea que la evidencia científica debe ser determinante en las recomendaciones dietarias planetarias. A modo de ejemplo, cita la publicación en la afamada revista LANCET, en 2019, de un informe que tuvo alta repercusión, donde se propone que una dieta saludable para los países de mayores ingresos debe reducir en un 50% el consumo de carne roja. El artículo ha sido cuestionado porque su base científica no representa el estado del arte de la nutrición (Hauver, 2019) y, finalmente, otro investigador, Hirvonen (2020), estimó que no es económicamente posible para los 1.580 millones de personas que incluye el grupo meta.

¿Qué solución propondrá el Cono Sur? La región hará un llamamiento para avanzar en la intensificación sostenible de los sistemas ganaderos, mediante modelos mejorados y climáticamente inteligentes, detallando las tecnologías disponibles y en desarrollo. Cerca de 300 estudios avalan que las emisiones netas se pueden reducir sustancialmente incorporando prácticas que contribuyan al secuestro de carbono. “Para minimizar el impacto ambiental y, a la vez, satisfacer la demanda mundial de carne es esencial incrementar la productividad”, finaliza.

Estrategia continental

Para el Ing. Agr. Fernando Vilella, director ​del Programa​ de Bioeconomía de la FAUBA, al consenso en materia de carne bovina entre los países del Cono Sur, algo difícil de lograr en otras áreas políticas, se suma otra buena noticia.

“El IICA anunció que América, toda, llevará una posición común frente a la cumbre de Naciones Unidas, surgida con la participación de los gobiernos y el sector privado, incluyendo las ONGs”, aseveró. Y detalló: “la postura considera a los productores agropecuarios como imprescindibles para los sistemas alimentarios, que están enfrentado con éxito el creciente consumo de la población global”.

A partir de estos acuerdos, Vilella resaltó “la oportunidad de generar desde el continente americano, una agenda geopolítica propia, como respuesta al eurocentrismo que, con su Pacto Verde, pretende dominar el relato alimentario global”.

“Hay voluntad de los países de coordinarse y actuar, también hay una institucionalidad, que es el IICA, que ha demostrado liderazgo y eficacia para lograr consensos. La idea es construir, desde la bioeconomía, un Pacto Verde de la Américas, que maximice la producción de alimentos basándose en la ciencia y la innovación, a partir de los recursos naturales y biológicos”, concluyó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne

Primicias Rurales

Ciudades sostenibles, territorios de cuidados

Ciudades sostenibles, territorios de cuidados

Buenos Aires, 30 de julio (PR/21) .– Las desigualdades estructurales y sistémicas de América Latina no representan ninguna novedad. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 puso en evidencia su crudeza, reforzando todo tipo de vulnerabilidades. Como expresa la arquitecta y activista Ana Falú (2020), las medidas tomadas para hacer frente a la crisis sanitaria afectaron particularmente a mujeres, niñas e identidades diversas en distintas dimensiones territoriales, donde median relaciones de poder en permanente disputas y resistencias.

Por su parte, Alicia Bárcena (2021), Secretaria Ejecutiva de CEPAL, afirma que “en el escenario post covid estaremos mucho más pobres y desiguales. Por la tanto, se torna urgente construir un pacto social orientado a la protección social universal y al cambio de paradigma de desarrollo en línea con la Agenda 2030”. Y agrega: “la pandemia es un llamado de atención para abordar las desigualdades de género en la región y replantear los patrones históricos de desarrollo urbano”.

En este sentido, planificar territorios pensados para la sostenibilidad de la vida, implicará necesariamente poner en el centro de la escena la economía del cuidado. Aunque se trate de un trabajo invisibilizado y subvalorado en términos sociales y económicos, los cuidados constituyen el 20 por ciento del PBI mundial. Sin embargo, la organización social de los mismos es totalmente asimétrica entre los géneros.

Las mujeres (en un sentido diverso y plural, dado que el universal mujer no existe), siguen dedicando entre 1 y 3 horas diarias más que los varones a las labores domésticas y entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados de los hijos e hijas, personas mayores y/o enfermas (ONU Mujeres), ya sea en las casas, en los barrios, en las instituciones, en los comedores comunales, etc. Esta diferencia crece si los cuidados son llevados a cabo por mujeres con discapacidad, ya que implican una mayor cantidad de tiempo y desgaste físico que la media, aunque no suelen ser consideradas en las estadísticas oficiales.

Frente a este escenario, se torna urgente redefinir los entramados urbanos, adaptándolos al cuidado de la vida a través de distintas políticas públicas de hábitat y vivienda, que tomen en consideración -como plantea Ana Falú- las convivencias ancladas a las experiencias que nos toca vivir (desde el cuerpo, la casa, el barrio, lo urbano, lo rural), en territorios que aún siguen regidos por una construcción patriarcal, androcéntrica y neoliberal.

Fuente: Lic. Mariana Jaques, miembro del área de Ciudades Sostenibles del Centro Geo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. 

Primicias Rurales

Santiago Sarandón habla sobre la siembra directa: “Vino bien en un momento donde había un exceso de laboreo, pero se transformó en una religión, algo dogmático e intocable”

Santiago Sarandón habla sobre la siembra directa: “Vino bien en un momento donde había un exceso de laboreo, pero se transformó en una religión, algo dogmático e intocable”

Buenos Aires, 29 de julio (PR/21) .– “La siembra directa fue una tecnología que vino bien en un momento donde había un exceso de laboreo; el problema es que se transformó en una religión, en algo dogmático, intocable”. Santiago Sarandón es ingeniero agrónomo, investigador y docente (jefe de Cátedra) de la Universidad Nacional de La Plata.

“Venimos de una idea muy simplista, de creer que podemos dominar la naturaleza, pero lo cierto es que no podemos reducir la realidad a una parcela experimental y luego querer aplicarlo a la finca real”. Sarandón, es también, presidente de la Sociedad Argentina de Agroecología y presidente honorario de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA).

-La siembra directa se posiciona como un sistema productivo que cuida el suelo. ¿Cuál es su visión como científico?

-Que ubicada en su correcto lugar es eficiente, pero no indiscutible. Puede ser una buena alternativa en suelos con gran riesgo de erosión o con fuertes declives pero también ha generado y genera daños colaterales.

-¿Cómo cuáles?

-Nuevas malezas que aparecen, justamente, al no removerse el suelo; la compactación subsuperficial del suelo cuando se siembra con humedad, y los ritmos de disponibilidad del nitrógeno que se retrasaron por la menor temperatura y la falta de aireación. O sea que, como toda técnica, por un lado arregló algunas cosas y, por el otro, las complicó porque se excluyeron prácticas muy útiles como la labranza vertical (que no da vuelta el pan de tierra) que de pronto se tornaron inaceptables. Además, en este escenario se empezó a poner más fertilizantes y, para eliminar las malezas, más herbicidas.

-¿Son un problema los agroquímicos?

-Hablemos claro: dentro de los agroquímicos tenemos los fertilizantes y los plaguicidas. Estos, como su sufijo cida lo indica (“que mata, que extermina”, del latín), tienen el objetivo, han sido formulados para eliminar alguna forma de vida. La aplicación de un herbicida está asociada a la muerte y no solo de las hierbas problema, sino también puede afectar a otros seres vivos.

-Sin embargo hay muchos estudios que aseguran que, bien usados, no dañan al ambiente ni a la salud.

-No conozco esos estudios particulares, pero no creo que pueda demostrarse científicamente que no hagan daño. Lo que ocurre es que los ensayos de toxicidad, se realizan en modelos muy simples donde no se evalúan efectos crónicos a largo plazo, que quizás se verán en 20 años, ni los efectos combinados de productos. Un herbicida no pasa por 20 años de testeos antes de ser aprobado para su uso… Además, como factor colateral no siempre hablamos de mortandad sino, también, de producir un mal funcionamiento en los organismos u otros seres. Y de esto sí hay pruebas. Por otro lado, la afirmación de que “bien usados no hacen daño” desplaza la responsabilidad hacia quienes aplican, o sea los y las productoras, que son, en definitiva, los clientes de quienes los responsabilizan.

-¿No hay ensayos que aseguran que ya a 100 metros no hay incidencia, por ejemplo, de una aplicación de glifosato?

-Sí, pero no son categóricos. Lo único que se pudo demostrar fue que el papel hidrosensible con el que se hacen esos ensayos no dio muestras de agua en un radio de 100 metros. Pero que el papel no haya detectado gotas de agua de la pulverización con herbicidas no significa que no haya deriva, es decir, no significa que la molécula no esté presente en el aire. Por ejemplo, si entra una persona perfumada a una habitación uno la huele, aunque un papel hidrosensible no la registre. Pero eso no importa porque el problema es la molécula, no el agua.

-No termino de entender… Si hay pruebas de que los plaguicidas dañan la salud y el ambiente, ¿por qué se defienden a ultranza?

-Hay varios factores. Creo que el primero es el miedo al cambio. Aceptar lo que plantea la agroecología, que es un nuevo paradigma, es tomar la pastilla roja de Matrix y enfrentarse a que vivimos en un mundo artificial y que se está desmoronando, un mundo donde parecía que ciertas cosas no sucedían, pero están sucediendo. Si yo acepto lo nuevo debo replantearme todo y se me derrumba el “edificio” laboral, personal y hasta de estatus social que he construido. Por eso muchas personas aunque saben o sospechan que esto es así, pueden pensar: “Bueno, que se derrumbe todo pero no mientras yo esté en actividad” y siguen defendiendo este modelo de producción basado en insumos.

-Una crítica que se le hace a la agroecología es que trajo ideología a la ciencia…

-Es interesante porque, justamente, creer que la ciencia es “neutra” … ¡es una ideología!

-Pero la ciencia es ensayo y error. ¿Cómo que no es neutra?

-Es que no puede serlo: siempre tendrá una ideología porque la ciencia parte de una pregunta y esa pregunta siempre es ideológica, porque es un ser humano (con ideologías, lo sepa o no) quien la formula. Por ejemplo, tomar al rendimiento por hectárea como la principal variable o entender al productor como un sujeto sin particularidades, responde a un paradigma de investigación. ¿Y qué es un paradigma? Un conjunto de ideas dominantes, o sea, una ideología.

-Pero si no lo es, ¿por qué históricamente se dice con vehemencia que la ciencia es neutra?

-Para sostener una ideología que coloca al científico en un lugar superior e indiscutible, como un sujeto que tiene la razón, la verdad y la certeza. Por eso también la agroecología es muy resistida: porque hemos sido criados con la idea de que la ciencia es dura, impoluta, que no tiene sesgos y que por eso es buena. Que es un lugar seguro donde nos podemos refugiar.

-Entonces la ciencia no es la fuente de verdad absoluta…

-Es que vivimos en un mundo complejo y la complejidad implica incertidumbre. Y la ciencia es de este mundo, por lo tanto está obligada a tener en cuenta esa incertidumbre, si no es fanatismo, ignorancia o interés disfrazado de investigación. Sin ir más lejos: cuando yo estudiaba en la facultad se permitían plaguicidas que hoy están totalmente prohibidos, entonces, ¿en qué momento la ciencia tuvo razón?

 

-Sus argumentos me dejan pensando. Haciendo analogías, a veces parece que lenguaje inclusivo, feminismo y agroecología enojan por igual…

-Es que la agroecología y estos movimientos mencionados tienen en común que ponen en riesgo un capital simbólico legitimado que quien lo tiene no está dispuesto a soltar. Centrándome en el mundo agropecuario, por ejemplo, ser un asesor de grandes superficies, usar modernas tecnologías como drones y sofisticada maquinaria da estatus y te posiciona de una manera en la sociedad. Y si todo eso deja de tener valor, ese estatus, cae.

-A ver si entiendo. ¿La resistencia a la agroecología es en verdad por no querer cambiar pero se disfraza con el argumento de que no es científica ni rentable?

-La agroecología es una revolución de pensamiento y de producción. No se trata sólo de nuevos conocimien­tos o de otra tecnología; tampoco se refiere sólo al uso de productos menos tóxicos, es mucho más que eso. Es la construcción de una nueva re­lación del ser humano con la naturaleza, es asu­mir la complejidad y la incertidumbre como algo inherente a los sistemas biológicos y sociocultu­rales y es recuperar el respeto por los otros seres.

-Se argumenta que sus rindes son bajos y que por eso no se la puede tomar muy en serio…

-Éste es uno de los mitos que restringe su potencial. La agroecología no es un modelo adecua­do sólo para productores de pequeña escala, sino que es una ciencia con la cual se pueden diseñar y manejar agroecosistemas capaces de producir alimen­tos en cantidad, calidad nutritiva e inocuidad para alimentar a todos los seres humanos.

-También se dice que lo que Argentina necesita son divisas y que es el modelo actual el que las puede generar…

-Nada impide que la agroecología pueda producir un exceden­te para exportar y obtener divisas. Lo que pasa es que acá se trata de pensar la producción de otra manera, por ejemplo en vez de pensar cómo ataco esta plaga, debo entender por qué apareció. El modelo actual productivista y atado a insumos lo que hace es tapar síntomas y luego surgen otros problemas, como la degradación de los suelos, del aire y la contaminación de las aguas, entre muchos otros. Pero nadie puede aprender cosas nuevas contra su voluntad; para aprender algo hay que cuestionar lo establecido y dialogar con lo nuevo.

-¿Y hay muchos productores que se están pasando a la agroecología?

-Cada vez más, porque es un modelo científico mucho más racional y quien lo conoce en profundidad no vuelve para atrás: una vez que una persona entiende que lo que aplica en sus cultivos es veneno, nunca pero nunca más vuelve a hablar de ´fitosanitarios´.

Primicias Rurales

Fuente: Bichos de Campo

Agricultura, Ganaderia, o..? ¿Qué invierto en mi campo?

Agricultura, Ganaderia, o..? ¿Qué invierto en mi campo?

Por Mónica Ortolani I Tónica Online y Docente de Agroeducación

Contexto volátil, con reglas de juego que cambian una vez que invertiste. Sin embargo los productores te dicen, es lo que sé hacer. Amo lo que hago. Siguen sembrando, alimentando sus rodeos e  invirtiendo «a pesar de». Momento de mirar tu campo con ojos renovados,  y encontrar oportunidades que te permitirán hacer sustentable a tu produccíon y tu negocio.
Si viajando nos emocionamos divisando el horizonte,  la belleza de los sembrados,  las vacas curiosas desde los alambrados, las instalaciones avícolas y porcinas,  con los lentes tradicionales, los imaginaremos luego, transformados en alimentos en la mesa de los argentinos y al mundo al que proveemos.
Sin embargo, esos granos también se transforman en alimentos para las mascotas, en  bioenergía, transformados en biocombustibles o  biogas, biofertilizantes, en fibras para producir telas y envases
Son materia prima para generar bioplásticos que sirven para fabricar, por ejemplo, las manos ortopédicas a través de las cuales Gino Tubaro convierte niños en superhéroes
Los desechos de los animales, los rayos del sol, y nuestros vientos también generan energía sustentable.

Sin embargo te pregunto ¿ya sos parte de estas cadenas de bionegocios? ¿Analizaste, generaste conversaciones o alianzas para complementar fortalezas, invertir  y ser parte de la generación de los nuevos usos para los cuales la agricultura y ganadería son solución, con mayor valor agregado que podés capturar?

Parar, repara.
Cuando estamos frente a una crisis, es el momento de cuestionarnos y aceptar que con las herramientas que traemos, no es posible resolverla.

Hacer un alto en el viaje cotidiano y sentarnos a imaginar cómo encontrar caminos para ser parte de estas transformaciones,  van más allá del resultado económico, del buen uso de los recursos naturales y el aporte al cambio climático.

Es el intangible insustituible que te genera la satisfacción, la motivación y el aprendizaje por evolucionar como personas, y en nuestros negocios.

Por eso te invitamos desde Agroeducación al curso Agricultura y Ganaderia. Proyectos de inversión   donde junto al Ing Agr. Juan Carlos Porstman te brindaremos herramientas para el «antes» en tu proyectos de inversión, y haremos foco en agricultura y ganadería.  Más info y sumate en este link : https://bit.ly/3emv622 

Ampliar la mirada,  para agregar valor económico, social y ambiental,  te permitirá crear y aprovechar oportunidades que te sacan de tu zona de incomodidad soportable

Ya no es agricultura, o ganadería. Es ¡y!,  es ¡con!. Donde todos los recursos se aprovechan, transforman y  complementan. Como los talentos y voluntad de las personas,  para llevar a la acción los aprendizajes,  y los  reclamos necesarios, para evitar que los cambios en las reglas de juego, se lleven puesto  tanto esfuerzo, sueños y nuestros derechos constitucionales.

¡Hasta el próximo viernes!

Primicias Rurales

El problema es que en nuestro país el que trabaja, produce y gana tiene que pedir perdón.

El problema es que en nuestro país el que trabaja, produce y gana tiene que pedir perdón.

 Por Eleonora Cole

No ganes, está mal. No triunfes, está mal. No progreses, está mal. El mérito se vuelve a discutir en el país del no me acuerdo. Esta semana se volvió a poner en discusión la rentabilidad del campo. “Una reveladora investigación“ del economista Alfredo Zaiat, según la vicepresidenta Cristina Kirchner. “El margen bruto es el más elevado de los últimos veinte años. Se explica por precios internacionales en alza, devaluación de la moneda, costos internos en dólares atrasados y retenciones bajas. Resistencia a un gobierno que facilitó ese resultado positivo”, dice el artículo, titulado “Las fabulosas ganancias con maíz, soja y girasol en la Provincia de Buenos Aires. Investigación exclusiva. La mejor cosecha del siglo”. Sí, dice eso. Te juro.

Muchos productores y referentes del sector salieron a responderle y a explicarle que no es lo mismo un margen bruto que un margen neto. Que hay que descontar impuestos nacionales, provisionales y municipales. Que hay que tener en cuenta muchas variables para determinar la ganancia de un productor. Además del clima, los cambios en las reglas del juego, el desdoblamiento cambiario y las dificultades para importar. La Argentina, bah.

Pero todo eso ya se lo explicaron. El problema es que en nuestro país el que trabaja, produce y gana tiene que pedir perdón. Tiene que salir a dar explicaciones. Porque ganar, está mal. ¿Para que trabajamos entonces? ¿Por amor al arte? ¿Para hacer patria?

En la Argentina de la culpa tenemos sobrados ejemplos de esto. El más cercano es el “culpable“ que decidió irse al exterior. El que pudo viajar a darse la vacuna en otro país, a visitar un familiar o a hacer lo que se le dio la gana tuvo que dar explicaciones. “Nosotros veníamos ahorrando hace años para este viaje“. “Vine a acompañar a mi madre porque no le llegaba la vacuna”. “Teníamos este viaje organizado y postergado desde 2020”. Y así escuchamos a miles de argentinos excusándose por haber viajado con su plata, fruto de su trabajo y esfuerzo. Fueron señalados y muchos de ellos todavía no pueden volver. O lo que es peor, tuvieron que acudir a un juez y con una orden judicial, bajo el argumento de que necesitan medicamentos, pudieron volver a su país. Porque poder, está mal.

Según la Real Academia Española (RAE) la meritocracia es el “Sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales”. En el ámbito social y productivo podrían ser los logros que obtiene una persona fruto de su trabajo y esfuerzo. Varios analistas de la historia coinciden en que esta idea fue fundamental en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial. La idea del mérito ayudó a millones que confiaron que fruto de su esfuerzo podrían progresar.

¿Podemos discutir la igualdad de oportunidades? Sí, claro. Si la vida fuera una carrera sería justo que todos salgamos de la misma línea de largada. Para eso sí tiene que haber un Estado presente. Y es ahí en donde el Gobierno es responsable de brindarlas. No son meros observadores de la realidad. No son comentaristas de una nota periodística. Son los responsables de hacer que la línea de largada sea lo más pareja posible para todos. La culpa no es del que trabaja y le va bien.

Cristina concluye que Zaiat llegó a una “conclusión imperdible” cuando afirmó que “a esos actores económicos les resulta insoportable para sus almas bellas que los mejores años del negocio en el campo coincidan con gobiernos que ellos detestan.” Dejamos para una próxima nota el análisis sobre el sesgo ideológico. Por ahora con la culpa nos alcanza y sobra. ¡Ah no, pará! No puede sobrar. Porque en la Argentina, eso está mal.

Algún día vamos a dejar de dar explicaciones obvias.

Fuente: Agrofy News