Por Matías Longoni

Buenos Aires, 8 de setiembre (PR/21).– Todo sucedió este año. Primero hubo una toma de un vivero forestal en El Bolsón y casi nadie puso resistencia. Luego, un diputado del Frente de Todos propuso expropiar 500 hectáreas del INTA Cerrillos, en Salta. Más tarde, un senador peronista presentó un proyecto para expropiar otro campo experimental del instituto agropecuario en Catamarca y obtuvo media sanción. La rapiña sobre los campos experimentales del INTA parece estar a la orden del día.

Si usted piensa que este proceso había concluido, está muy equivocado. Hay otro importante dirigente político del oficialismo que pretende apropiarse de “la joya de la abuela”, una porción importante de los terrenos del INTA Castelar. Se trata de nada menos que de un ministro del Gabinete, con llegada directa al presidente Alberto Fernández.

Llama poderosamente el escaso debate público que acompañó la gestación de este proyecto, Existe un velo de misterio que ahora rompe Bichos de Campo en base a documentos públicos que forman parte de un expediente que podría disparar un gran negocio inmobiliario. Estas revelaciones, suponemos, merecerán al menos una explicación desde el máximo nivel de gobierno. Hay preguntas legítimas: ¿Cuál es el proyecto para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria? ¿Su desguace? ¿Permitir el éxodo de investigadores y la entrega de terrenos? ¿O habrá alguna estrategia para preservar sus valiosos ensayos ante el avance de las ciudades?

El 8 de enero de 2021, Alberto Fernández recibió de primera mano información sobre esta ofensiva sobre el enorme predio de Castelar. El Presidente no opuso reparo ni se conoció su opinión sobre esta avanzada sobre los campos experimentales del INTA.

Con el supuesto aval presidencial, el 15 de abril de 2021, cuando todavía ejercía su cargo como intendente del partido de Hurlingham, el actual ministro de Desarrollo Social de la Nación, Juan Zabaleta, elevó a la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) un documento de 24 páginas con un pomposo proyecto para la creación de un “nuevo parque industrial” en ese distrito.

“Para poder desarrollar el proyecto mencionado es que solicitamos el traspaso de 100 hectáreas pertenecientes al INTA Castelar al Municipio de Hurlingham, con el fin de poder crear el Parque Industrial Hurlingham”, dice ese documento ingresado al Estado por uno de los dirigentes peronistas del conurbano que tiene mejor relación con el presidente.

En el power point, el proyecto luce maravilloso: los terrenos del principal centro de investigaciones del INTA están ubicados en una posición estratégica y tienen acceso directamente por el kilómetro 17 del Camino del Buen Ayre.

Nacido en Haedo, Juan “Juanchi” Zabaleta se hizo conocido siendo colaborador dilecto del ex vicepresidente Amado Boudou. Gracias a esa cercanía se desempeñó primero como secretario administrativo en el Senado hasta 2013. Luego fue electo concejal en Hurlingham y solo dos años más tarde se convertía en intendente. Lo seguía siendo en un segundo mandato cuando a principios de agosto fue convocado por el presidente Fernández para reemplazar a Daniel Arroyo en la estratégica cartera de Desarrollo Social.

El 19 de julio, unos días antes de ese vertiginoso ascenso, el Director de Gestión de Proyectos Inmobiliarios de la AABE, Juan Manuel López Gómez, elevó a las autoridades del INTA un pedido concreto para que informaran si el campo de 100 hectáreas (son 100 manzanas) que pretende el municipio se encuentra actualmente afectado por alguna obra o proyecto, o por convenios o contratos comerciales. Si hubiera cancha limpia se podría avanzarse sin mayor dificultad ni escollo.

¿Qué sucede actualmente allí? Hay varios lotes del campo asignados a la investigación veterinaria. Allí se mantienen animales (vacunos, ovinos y llamas) para investigación de gran nivel. Un poco más allá tienen sus sedes dos de los institutos que coexisten en el INTA Castelar, el de Patobiología y el de Alimentos

Resultaba evidente, ante este pedido de informes, que el proyecto impulsado por Zabaleta había sido al menos considerado como posible por las autoridades nacionales.

Algo más revela esta comunicación oficial: que la Municipalidad de Hurlingham pretendía que se aprobara la “venta” de esos terrenos estratégicos para poder llevar a cabo allí una “relocalización de industrias que se encuentran dentro del ejido urbano central y la revalorización de las áreas urbanas degradadas”.

En los planos del proyecto que preparó el ministro Zabaleta hay proyectadas varias divisiones como para albergar a cientos de empresas, pequeñas, medianas y grandes, dentro del nuevo parque industrial. Estas firmas además dejarían parcelas libres en las zonas más pobladas de ese partido. Otra vez el tufillo de negocios inmobiliarios a gran escala a costa de los territorios de la principal estación experimental que tiene el Instituto de Tecnología Agropecuaria.

Incluso hay avisos en Internet que ofrecen lotes en ese supuesto parque industrial todavía por crear, por la módica suma de medio millón de dólares.

El predio de Castelar dispone de nada menos que 600 hectáreas. De un lado limita con una barriada popular repleta de necesidades. Pero del otro costado la tierra vale oro, pues es vecina de las costosas quintas de Parque Leloir.

Como en los otros casos de este proceso de rapiña de campos en Salta y Catamarca, la reacción de las autoridades del INTA ante esta avanzada sobre el principal predio del organismo en el AMBA fue hasta ahora demasiado tibia y hasta destila resignación frente a las apetencias del poder político.

En Castelar, en junio de 2018 el Ministerio de Agricultura que en ese momento estaba a cargo de Luis Miguel Etchevehere, en tiempos de Cambiemos, anunció un proyecto para convertir al lugar en un polo agro tecnológico de vanguardia, pero ese plan no prosperó y fue discontinuado por la nueva gestión nacional.

En medio, sabiendo del alto valor que tienen esas tierras tan cercanas al Camino del Buen Ayre y a la autopista Acceso Oeste, la conducción del INTA -a cargo de Susana Mirassou- estuvo intentando conciliar con Parques Nacionales una fórmula para crear allí una suerte de reserva científica educativa, pero tampoco registró mayores avances.

Sin brújula ni un proyecto superador, las grandes extensiones de l INTA Castelar parecen quedar libradas a su suerte. Y a la voracidad de intendentes y diputados que intentan apoderarse de ellas. También en la lupa de las inmobiliarias.

No es este el único proyecto que amenaza los terrenos del INTA Castelar. Pero de las otras aves de rapiña que sobrevuelan este cuerpo agonizante hablaremos en otros artículos.

Fuente: Bichos de Campo

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