Por: Andrés Castellano
Desde la pasada década ha cobrado relevancia, principalmente en países de Europa occidental, el concepto de Bioeconomía que, si bien está en proceso de construcción semántico, intenta poner en discusión las implicancias del agotamiento de las fuentes energéticas de origen fósil y los efectos consecuentes sobre el ecosistema y el cambio climático. De esta manera, ofrece una nueva mirada sobre el sistema capitalista mundial en tanto incluye como variable central a los recursos biológicos, delineándose así (o no) una propuesta de desarrollo económico con eje en la sustentabilidad.
En opinión de algunos autores, la transición hacia una visión del desarrollo basada en la Bioeconomía ofrece, también, la posibilidad de abandonar la visión dicotómica entre agricultura y desarrollo industrial, que ha dominado los debates sobre estrategias de desarrollo en Argentina a lo largo de décadas. La Bioeconomía como tal no es un sector de la economía, sino más bien constituye una estrategia de producción y organización económica que cruza a toda la economía, e incluye una gran variedad de sectores y partes de sectores, nuevos, modernos y tradicionales (agricultura familiar, agro sistemas de pueblos originarios, etc.), de diversas escalas de producción, que comparten el concepto del uso de los procesos y recursos biológicos como un componente central de sus actividades de producción y servicios (MINAGRO, 2017). Para otros autores no son todas bondades las que trae aparejada esta visión, sino que es un nuevo espacio de consolidación de los mismos actores que definen y comandan el desarrollo socioeconómico en el marco del capitalismo.
Por lo recién comentado, el objetivo de este trabajo es aportar mayores precisiones teórico conceptuales relativos a la Bioeconomía, identificando sus elementos componentes y las relaciones que se establecen con otras miradas del desarrollo, particularmente con la referida al Valor Agregado Agroalimentario y Agroindustrial, así como también con los actores institucionales que las refrendan o reformulan.

Mapa conceptual de la Bioeconomía
El término “Bioeconomía” tiene su gesta en el matemático rumano Nicholas Georgescu-Roegen (RG), devenido economista a razón de su formación bajo la órbita de Joseph Schumpeter, a mediados del siglo pasado. Particularmente, con su obra de 1971 titulada La Ley de la Entropía y el Proceso Económico, estableció las bases iniciales para plantear que la dinámica del sistema económico era una extensión de la evolución biológica.

En esta línea, como señalan Anlló et al (2018), se puede observar que GR comprendía que en la discusión de la teoría económica y los debates del desarrollo no se tenía presente la dificultad intrínseca para garantizar la sustentabilidad del crecimiento y desarrollo continuo de la humanidad, por no tomar en cuenta la condición de entropía del sistema.

La entropía, categoría que proviene de la física, es una magnitud que permite determinar la parte de la energía por unidad de temperatura que no puede utilizarse para producir trabajo. Desde la economía, la reducción de la entropía es ocasionada por el uso de los recursos naturales (energía capturada por éstos en el origen vía fotosíntesis) como insumos del proceso productivo. Para ello, la entropía debe minimizarse, principalmente a través de la puesta en valor comercial de todos los subproductos y los desechos ocasionados durante el proceso de reproducción.
Después de varias décadas, sería recién alrededor del año 2005 en que el tema cobra relevancia académica e institucional, principalmente por dos conferencias organizadas por la Unión Europea. La primera, en Bruselas, “New perspectives in the knowledge-based bio-economy”, en septiembre de 2005, organizada en colaboración con la Presidencia del Reino Unido (European Commission). Y la segunda en Colonia, “En Route to the Knowledge-Based Bio-Economy”, bajo la Presidencia alemana.
De ahí en más prosperaron notoriamente los esfuerzos por plantear una definición conceptual de lo que es la Bioeconomía. Cabe mencionar,
  • Conjunto de nuevos conocimientos / tecnologías que permiten pasar del aprovechamiento de la fotosíntesis de hace 40 millones de años al aprovechamiento de la fotosíntesis/procesos biológicos en tiempo real.
  • Bioeconomía = biomasa + conocimiento
  • Es la producción y la utilización de los recursos biológicos, la tecnología y la inteligencia biológica con el fin de suministrar productos, procedimientos y servicios a todos los sectores económicos en el marco de un sistema económico sostenible.
  • Es la transformación sustentable y ecoeficiente de los recursos biológicos renovables en alimentos, energía y productos industriales.
  • Es un modelo socioeconómico que reduce la dependencia de los recursos fósiles y promueve la producción y utilización intensiva del conocimiento sobre los recursos, procesos y principios biológicos, para el suministro sostenible de bienes y servicios en todos los sectores económicos (bioenergía, agrícola y bioinsumos, alimentos, fibras, productos para la salud, productos industriales y bioplásticos) a la vez que contribuye de manera decidida al bienestar humano y a “descarbonizar” la economía.
  • El concepto relevante para la Bioeconomía es el de biomimetismo, se refiere a la replicación de procesos y principios biológicos en procesos productivos (e.g. biomanufactura) o en el diseño de sistemas sociotecnológicos (e.g. control de temperatura, eliminación de desechos, control de tráfico).
Si bien este listado no cubre el gran conjunto de definiciones vigentes, permite no obstante identificar algunos de las categorías analíticas que interactúan con la Bioeconomía. En la Figura N°1 se identifican algunas de ellos.
Figura N°1: Mapa conceptual de la Bioeconomía
Figura N°1: Mapa conceptual de la Bioeconomía
Según se observa, el prefijo bio se hace presente en muchos de los conceptos considerados: biomimetismo, biorremediación, bioproductos, biomateriales, bioenergía, entre otros, como contraposición de lo fósil. Aunque no existe un gradiente de importancia ni escalafón, se remarcan (en azul y verde) dos categorías que son parte constitutiva de la definición o están íntimamente ligadas a la Bioeconomía.
La primera de ellas es la de Biomasa, parte central. Básicamente, la Biomasa es toda la materia orgánica susceptible de ser utilizada como fuente de energía, pudiendo ser su origen tanto vegetal como animal. En última instancia la energía de la biomasa proviene del sol y es la más antigua fuente de energía que se conoce en nuestro planeta. Los tipos de biomasa son 3: natural (ej. leña), residual (ej. residuos sólidos urbanos) y producida (ej. cultivos extensivos, como maíz, soja o caña de azúcar).
La biomasa no es una categoría homogénea y hay diferencias significativas en cuanto a la localización, la densidad energética y la transportabilidad de los distintos tipos. También, por sus características físicas (esencialmente gran volumen) y su bajo precio unitario, en la mayoría de los casos “viaja mal”, es decir, su transporte a grandes distancias para el procesamiento no es eficiente desde el punto de vista económico, todo lo cual debe ser reflejado en las estrategias de desarrollo regional que se diseñen para su utilización y valorización in situ. (Hodson de Jaramillo et al, 2019)
Para Argentina, Costa (2017) enfatiza que la Bioeconomía está comenzando a desempeñar un rol de significativa importancia como reflejo, principalmente, de sus ventajas comparativas en la producción de biomasa. En tal sentido, empieza a emerger INTA como un actor destacado en este plano.
La segunda categoría, a pesar de no ser parte central de la definición de la Bioeconomía, es el concepto más destacado con el cual interactúa. La economía circular es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad, y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos naturales se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible y que se reduzca al mínimo la generación de residuos. Se trata de implementar una nueva economía, circular (no lineal), basada en el principio de “cerrar el ciclo de vida” de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía.
A diferencia de los recursos lineales (petróleo, metales y minerales), los recursos circulares empleados en la producción también tienden a ser de origen local (energías renovables, biomasa y residuos), lo que favorece aún más los modelos de emprendimientos descentralizados con cadenas locales de producción, consumo y retorno.
Por consiguiente, hay muchas categorías interactuando en la Bioeconomía, que se ajustan a las condiciones locales y las posibilidades de cada situación; pero, en el fondo, las políticas en Bioeconomía abarcan o engloban la innovación y la sostenibilidad integral en sus dimensiones sociales, ambientales y económicas, asociadas con el crecimiento de la economía y el empleo. Según los enfoques y abordajes, se utilizan diversos términos, cada uno con sus sesgos particulares.
De acuerdo a Bugge et al (2016), y en base a un estudio bibliométrico, se identifican tres visiones o corrientes de pensamiento en torno a la Bioeconomía. En la Tabla a continuación se detallan sus principales características:
Tabla N°1: Aspectos centrales de las visiones de la Bioeconomía

Lo que primero se destaca es la marcada heterogeneidad de los elementos que conviven en estas tres miradas, que si bien no tienen límites exactamente definidos entre ellas, dejan claras señales de futuras trayectorias que posiblemente entre en tensión en el corto y mediano plazo. En extremo: la biotecnología, por un lado, y las prácticas de producción orgánica / agroecológica, por el otro. Asimismo, esto evidencia lo planteado inicialmente: el estadio de construcción semántica de la Bioeconomía.
En segundo lugar, y ligado a lo anterior, la disputa a resolver es el rol de la biotecnología, que se expresa mediante diferentes técnicas, sea el caso de la Transgénesis y de la recientemente difundida Edición Génica. En el caso de Argentina los eventos de transgénesis son regulados y aprobados por la CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria), creada en 1991 con el objetivo de regular las actividades relacionadas con organismos genéticamente modificados (OGM) de uso agropecuario. Pero respecto de la Edición Génica, dicha comisión no tiene injerencia. Es decir, el tema regulatorio está políticamente liberado.
Como tercer aspecto por destacar, entre las miradas yuxtapuestas mencionadas, se encuentra la visión basada en los Biorecursos, que intenta sintetizar entre sus objetivos el crecimiento económico y la sustentabilidad medioambiental. Para ello, el foco no está puesto en el cuidado del ecosistema de manera directa, sino en la producción de productos y procesos biobasados que afecten positivamente la dinámica medioambiental. Por esa razón, es la perspectiva que se abre hacia un desarrollo rural revitalizado impulsado por la diversificación en productos de mayor valor añadido o agregado. En el próximo punto es aborda esta relación.
Bioeconomía y Valor Agregado Agroalimentario y Agroindustrial
El punto de encuentro inicial entre ambas aproximaciones ha sido el perfil de nuestro país como gran productor y oferente de biomasa. Es decir, que la mayor disponibilidad de energía confiable generada a partir de biomasa en esquemas de pequeña o media escala amplia las oportunidades de procesamiento industrial en las localidades de origen lo cual representa sustantivas oportunidades de desarrollo territorial. Ahora bien, son tantas las coincidencias como las divergencias.
Bisang y Trigo (2018) sistematizan el conjunto de experiencias identificadas en nuestro país que son representativas de la mirada de la Bioeconomía que se erige actualmente en Argentina. Para los autores, por la inercia previa, las especificidades regionales de lo biológico, y la variabilidad de los procesos, la regla general es la diversidad de modelos y con ello su adaptabilidad a distintos perfiles estructurales de empresas (tamaño, capacidades tecnológicas, localización, etc.). Básicamente, son 9 modelos de “negocios”, que acto seguido se describen en la Tabla N°2
Tabla N°2: Modelos de Negocios de la Bioeconomía
Tabla N°2: Modelos de Negocios de la Bioeconomía
A simple vista, los diferentes modelos logran una cobertura de las 3 visiones de la Bioeconomía detalladas en el apartado anterior. Considerando esto, y en sentido estricto, el único modelo en línea con la mirada del Valor Agregado (VA) Agroalimentario y Agroindustrial, es el M7: “Integración Vertical. Generación de Valor Agregado en Origen (VAO) a partir de granos”. En este sentido, la descripción del modelo que presentan es de carácter reduccionista y circunscripto a un carácter de excepción. O sea, no se puede explicar el VA únicamente desde la variable “ahorro en flete” como elemento primordial.
En relación a la unidad de análisis, desde el VA la variable de entrada es la Cadena de Valor local / regional y la Iniciativa de Agregado de Valor (IAV), entiendo por esta última el reposicionamiento efectivo que logran los sujetos productivos locales en el Sistema Agroalimentario y Agroindustrial al tomar bajo su comando nuevas actividades en las Cadenas de las que participan. En cambio, para la Bioeconomía vernácula, la variable de entrada es el modelo de negocio, no contemplando así el desarrollo de capacidades que en el VA ocupa un lugar central.
Por otro lado, surgen diferencias relativas al actor o sujeto productivo priorizado para estos emprendimientos. Mientras que para el VA es el productor de micro, pequeña y mediana escala (de gestión familiar), para la Bioeconomía resulta indistinto, pudiendo ser cualquier actor del Sistema. Lo mismos con el rol de este sujeto productivo: es notoriamente diferente el emprendedor (mirada del VA) que el inversionista (contemplado por la Bioeconomía).
A pesar de estas diferencias, hay signos positivos de simbiosis. La idea es también reversionar y actualizar el Valor Agregado, históricamente anclado a la sustitución de importaciones como leit motiv. Ya no se trata de los procesos tradicionales de agregación de valor, sino de la aparición de cadenas o redes de valor completamente nuevas que aprovechan las tecnologías de cascada1 para optimizar los procesos en múltiples productos y, paralelamente, generar circularidad y, por lo tanto, una mayor sostenibilidad.
En esta línea, desde la Bioeconomía, el Valor Agregado (y su versión en Origen) no se enfrentará como un planteo “tranqueras afuera”, sino que se concibe como un proceso integral, interno, “aguas arriba” y “aguas abajo” de la producción de las materias primas y los insumos, y procesos, que se utilizan en la misma.
Para que esto suceda, hay que echar luz sobre un elemento central, que en el caso del modelo de innovación planteado desde la visión de la Bioeconomía basada en los Biorecursos está enfatizada: la interacción público-privada para la gestión de la I+D+i. La misma tiene que lograr el mayor nivel de simetría posible entre ambos tipos de actores, sea en términos de recursos invertidos, esfuerzos innovativos, distribución de beneficios, acceso masivo y plural, etc. Todo esto a los fines que los elementos propositivos del Valor Agregado y la Bioeconomía se expresen en una versión mejorada de las dos corrientes de pensamiento y su percepción sobre el desarrollo sustentable e inclusivo.

Reflexiones finales
Las dos corrientes teóricas revisadas (Bioeconomía y Valor Agregado Agroalimentario y Agroindustrial), y su vínculo con el Desarrollo, revelan que, en rigor, son bioconceptos. Es decir, conceptos vivos, no maduros, en instancias de construcción, que requieren de un proceso de decantación para delimitar en mayor medida sus alcances. En función de ello es parte del proceso que nuevas tensiones (algunas analizadas anteriormente) surjan y que deban ser atendidas en pos de buscar nuevas síntesis analíticas.
Lo interesante de las aproximaciones es que pretenden dejar atrás o redefinir lo que ha sido el eje del sistema capitalista hasta estos tiempos: las fuentes de energías de origen fósil y todas las industrias derivadas en torno al petróleo como expresión de aquellas.
Para la CEPAL (Rodríguez et al, 2019), la construcción de la Bioeconomía es un proceso que dejará perdedores (por ejemplo, en la economía de combustibles fósiles) y ganadores (por ejemplo, en nuevas cadenas de valor basadas en la biodiversidad y el aprovechamiento de residuos) y corresponderá a cada país qué decisiones tomar para gestionar el equilibrio.
Específicamente, el concepto ordenador es el cambio estructural progresivo, definido como un proceso de transformación hacia actividades y procesos productivos que presenten tres características: ser intensivos en aprendizaje e innovación (eficiencia schumpeteriana), estar asociados a mercados en rápida expansión, que permitan aumentar la producción y el empleo (eficiencia keynesiana), y favorecer la protección del medio ambiente y el desacople entre crecimiento económico y emisiones de carbono (eficiencia ambiental). Para lograr estructuras productivas con estos tres tipos de eficiencia, que hagan compatibles la igualdad y la protección ambiental, se requiere un nuevo conjunto de instituciones y coaliciones políticas que las promuevan a nivel global, regional, nacional y local. (CEPAL, 2016)
Primicias Rurales
Fuente: Engormix – Bioeconomia