En caravana, siguiendo sus huellas en Buenos Aires, caminamos sobre los pasos de Bergoglio-Francisco

Buenos Aires, domingo 27 abril (PR/25) — “Pobre para los pobres, en salida, hospital de campaña, cercana, compasiva y cariñosa. Que nos haga hermanos a todos y que cuide la tierra, el techo y el trabajo, una Iglesia para TODOS. Los más pobres, los olvidados, los descartados, los presos, los enfermos, los abuelos, los niños, los jóvenes los que están en las calles… Este es el legado de Francisco que nos comprometemos hoy a mantenerlo vivo. Por Jesucristo Nuestro Señor”.  Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina

Con este compromiso, los vecinos de villas y barrios populares que anduvieron en caravana por el Camino de Francisco, cerraron estas casi 5 horas plenas de signos y testimonios del cardenal Bergoglio mientas fue arzobispo en Buenos Aires.

Este sábado 26 de abril de 2025 despedimos al querido Papa Francisco, cuyos restos ya descansan en la Basílica Santa María La Mayor, en Roma, su último destino pastoral como Papa y obispo de la ciudad capital de Italia.

En Buenos Aires nos reunimos en torno al altar, en una misa celebrada en las escalinatas de la Catedral y extendida hasta la Plaza de Mayo, que fue presidida por el arzobispo porteño, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, acompañado de sus obispos auxiliares.

Luego como Familia Grande Hogar de Cristo, compartimos el almuerzo en la plaza y desde ahí partimos en Caravana recorriendo lugares que el Papa Francisco solía visitar cuando era nuestro cardenal Bergoglio en Buenos Aires: villas, hospitales, cárceles, comedores, hogares. En cada uno hicimos un gesto concreto, escuchamos su mensaje para hacer memoria viva de su paso entre los más pobres y olvidados.

Fueron miles los que caminaron en Caravana, rezaron, cantaron y levantaron banderas y estandartes por las calles y avenidas. Compartimos algo de lo vivido.

Esta Caravana es la primera y fundacional: desde este año la repetiremos siguiendo Los Caminos De Francisco.

Salida desde Plaza de Mayo

Parada 1: Mesa Compartida

“En la Iglesia hay lugar para todos, todos, todos”

Julio A. Roca y Chacabuco

Cuando Francisco dice “todos, todos, todos”, no está exagerando, está abrazando. Esa triple repetición no es casual: es como si nos estuviera diciendo “che, no te quedes afuera, vos también entrás”.

En una época donde muchos se sienten descartados o señalados, Francisco nos recuerda que la Iglesia no es un club de perfectos, sino una casa con la puerta abierta, donde entra el que viene limpio y el que viene embarrado, el que reza fuerte y el que apenas puede susurrar. Es un mate compartido en la vereda, donde el que llega se sienta sin pedir permiso. Es el abrazo de la abuela en la misa, es la risa compartida Es saber que si estás roto, acá no te echan… te bancan. Porque si no entramos todos y todas, entonces no es de Dios.

Papa Francisco: Todos, todos, todos, todos adentro. Por eso, en este momento nos sentamos a compartir la mesa y como gesto vamos a partir y compartir los panes que cada uno trajo.

Parada 2: Las mujeres de nuestra comunidad

 “La mujer tiene la capacidad de tener juntos tres lenguajes:

el de la mente, el del corazón y el de las manos.”

Santa Casa Mamá Antula

Francisco no habla de la mujer como un “rol” o una “función”. Habla desde la admiración. Porque la mujer piensa con claridad, siente con ternura y actúa con fuerza. Todo al mismo tiempo.

En el barrio lo vemos todos los días: la mamá que hace cuentas con la cabeza, cuida con el alma y amasa con las manos. La vecina que organiza el merendero, acompaña al enfermo y junta a la familia.

La mujer no divide… integra. No compite… sostiene. Y en esa unidad de mente, corazón y manos, teje comunidad.

Como Mama Antula, que caminó sin miedo, pensó con fe, y sirvió con todo el cuerpo. Juntos y juntas, vamos a ofrecer a Mama Antula una flor de papel recordando y agradeciendo el rol de la mujer en cada uno de nuestros barrios.

Parada 3: Los trabajadores y excluidos

“El futuro de la humanidad está en sus manos. No se achiquen”

Plaza Constitución

Francisco no anda con vueltas. Dice las cosas como las diría un vecino en la esquina, con el corazón en la mano y los pies en el barro. El trabajo no es un favor, es un derecho. Y sin derechos, no hay dignidad.

Cuando el trabajo no es justo, cuando no hay condiciones dignas, estamos hablando de injusticia, como la trata de personas que hoy sigue despojando a miles de hermanos de su libertad. Por eso el Papa nos dice: “No se achiquen”.

Parada 4: Pedimos por los niños, ancianos y enfermos

“La vida hay que abrazarla con ternura, sin miedo y sin reservas”

Hogar de Ancianos Rawson

En un hospital, esa frase se vuelve carne. Porque ahí, donde la fragilidad se ve de frente, abrazar la vida no es teoría… es un acto de amor.

Es el enfermero que entra con una sonrisa aunque lleve horas sin parar. Es la doctora que escucha el miedo detrás del diagnóstico. Es la familia que acompaña, aunque le duela el alma.

Francisco nos recuerda que una sociedad se mide por cómo cuida los extremos de la vida: a los niños que empiezan y a los ancianos que esperan. Y el hospital es ese puente: donde la vida se protege desde su inicio hasta su final.

Abrazar la vida en un hospital es no soltar la mano del que sufre. Es cuidar, consolar, esperar. Es elegir la ternura como forma de resistencia. Porque como dice Francisco, la vida —aun herida, aun en pausa— merece ser abrazada. Siempre. Desde el primer suspiro hasta el último.

Y hubo abrazos que expresaron que la vida se recibe siempre como viene.

Parada 5: Por los presos

“Siempre me pregunto en una cárcel: ¿por qué ellos y no yo?”

Cárcel del Hospital Muñiz

Esa pregunta no es culpa. Es misericordia pura.

Francisco no va a una cárcel a juzgar. Va a mirar a los ojos. A recordar que nadie está definido por su error. Porque todos —sí, todos— podemos caer. Podemos fallar. Pero también, todos merecemos volver a empezar.

La cárcel no tiene que ser una condena eterna. Puede ser un lugar de espera, de conversión, de reconstrucción. Y eso solo pasa cuando dejamos de mirar con desprecio y empezamos a mirar con humanidad.

¿Por qué ellos y no yo? Porque la vida es frágil, y la dignidad no se pierde nunca. Misericordia no es tener lástima. Es dar una segunda oportunidad. Pero también es abrir los ojos antes de que duela. Porque el pibe que hoy está preso, ayer fue un pibe sin oportunidades. Porque cuando hay una sociedad ausente, cuando falta el abrazo temprano, se pierde el rumbo.

Por eso, la prevención es clave. Está en el club de barrio, donde un pibe encuentra un equipo antes que una banda. Está en los exploradores y en cada movimiento educativo popular, que despiertan valores, arman comunidad y proponen caminos de vida.

La lucha contra las adicciones no se gana con discursos, se gana con comunidad. Con un barrio que no deja a nadie solo, con oportunidades antes que castigos, con manos que levantan antes de que el dolor hunda.

Porque el camino a la libertad empieza mucho antes que las rejas.

Parada 6: “La vida como viene” (Papa Francisco)

Hogar de Cristo San Alberto Hurtado

No como la soñamos. No como la planificamos. Como viene. Con barro, con heridas, con lo que duele y lo que salva.

Y ahí entra Jesús, de rodillas, lavando los pies. No los de los que llegaron limpios. Sino los de los que caminan la calle, tropiezan, se embarran. Los nuestros.

Francisco, al repetir ese gesto en cárceles, en hospitales, en barrios, nos recuerda: No estamos llamados a juzgar, sino a servir. No a elegir a quién, sino a abrirnos a todos. La vida como viene… se abraza como viene. Y a veces, se limpia con ternura, sin preguntas. Solo con amor.

Ahora vamos a hacer un gesto muy profundo: el lavatorio de los pies. Un gesto que no es solo tradición, sino símbolo de humildad, de servicio y de amor sin condiciones. Como Jesús lo hizo con sus discípulos, nos invitamos a ponernos al servicio del otro, a reconocer la dignidad de cada persona, especialmente de quienes más cargan con el cansancio de la vida. Lavar los pies es bajar la cabeza y abrir el corazón. Es decirle al otro: “Tu vida me importa. Estoy para vos”.

Hoy lo hacemos en memoria de aquel que vino a servir y no a ser servido, y también como Francisco nos enseña: recibiendo la vida como viene, con gestos concretos de cuidado y ternura.

Parada 7:

“Tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas”

(Papa Francisco)

Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé – Villa 21-24

No es un lema. Es un grito que nace del barro y sube al cielo. Francisco lo dijo en voz alta para que el mundo escuche: los derechos no se mendigan, se organizan.

En los barrios populares, en las villas, en las periferias, hay dignidad que resiste, que se organiza, que sueña. Hay ollas que alimentan más que el estómago. Hay cuadrillas que hacen casas, pero también comunidad. Hay vecinos que no bajan los brazos, aunque les falte casi todo. Tierra, techo y trabajo no es caridad: es justicia. Y solo llega cuando el pueblo se planta, se junta y se organiza. Porque como dice Francisco, nadie se salva solo. Y los barrios, cuando se organizan, son profecía de otro mundo posible.

En esta parada se proclamó el Pacto de Francisco y se compartió un video con un mensaje del padre José María “Pepe” Di Paola, referente nacional de los Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de Argentina y presidente de la Federación Familia Grande Hogar de Cristo:

Agradecemos la invalorable colaboración de Sergio Serrese, Rocío Zamora, Walter Peña, M. Married, María Elena Acosta y La Voz de San José para la realización de este Informe para la Prensa.

Fuente: Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina

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