Mientras el país retoma el financiamiento internacional a tasas elevadas para reforzar reservas, el sector agroexportador mantiene el ingreso de dólares con ventas aceleradas. Sin embargo, Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, advierte que la presión sobre los márgenes, las demoras por clima y un contexto global incierto complejizan el panorama.

Rosario, Santa Fe, martes 10 de junio (PR/25)  – Argentina regresó esta semana al mercado internacional de deuda con una colocación por USD 1.000 millones en un bono en pesos a 2030, a una tasa del 29,5% TNA, muy por encima de las expectativas del 22%-25%. “Este regreso es importante para acumular reservas y está en línea con lo que pide el FMI, pero implica un fuerte esfuerzo fiscal por los pagos semestrales de intereses”, explicó Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.

La señal de las condiciones financieras no es menor: “Con tasas tan altas, se descarta un dólar a $1.000 en el corto plazo”, afirmó el especialista.

En paralelo, el agro mostró nuevamente su peso en el ingreso de divisas. El sector agroexportador liquidó USD 3.054 millones en mayo, un 17% más que el mismo mes del año anterior y un 21% más que en abril. No obstante, si se comparan los flujos reales de 2024 -cuando ingresaban dólares por el Contado con Liquidación (CCL)- el dato marca una caída interanual del 3,5%.

Presión en el campo: ventas aceleradas, demoras por clima y márgenes ajustados

El comportamiento comercial también reflejó la necesidad financiera del productor. “Las ventas de soja se aceleraron mucho en mayo, y es probable que sigan así por vencimientos de fijaciones. Pero si el productor tiene soja y maíz, y con los valores actuales del cereal, podría priorizar su venta”, indicó Romano.

Sin embargo, las condiciones climáticas están demorando las labores. “El maíz tardío debería estar avanzando más rápido, pero el exceso de humedad frena la cosecha. El costo de secada es alto y eso influye en la decisión de avanzar”, explicó. En soja también hay demoras, lo que a su vez complica la siembra de trigo. Además, hay una importante cola de buques en espera de carga, lo que podría generar cuellos logísticos.

A nivel de costos, las relaciones insumo-producto se deterioraron. “Los precios de los granos bajaron, mientras que los fertilizantes fosfatados subieron. Solo los agroquímicos siguen con precios bajos, pero los márgenes del productor están cada vez más ajustados”, señaló Romano.

 

Mercado global: señales mixtas en soja, maíz y trigo

 

En los mercados internacionales, los granos vivieron una semana de contrastes. El trigo reaccionó con fuerza al recrudecimiento del conflicto entre Rusia y Ucrania. “Ucrania intensificó los ataques y Rusia respondió con dureza. Egipto ya busca diversificar sus compras hacia Europa para depender menos del Mar Negro”, explicó Romano.

Por otro lado, la soja y el maíz mostraron cierta firmeza. “Las tensiones en el Mar Negro siguen afectando al trigo, mientras que la reanudación de compras chinas a EE.UU. genera algo de optimismo para la soja”, analizó.

El buen clima en el inicio de campaña en Norteamérica llevó a los fondos especulativos a tomar posiciones bajistas récord. “En maíz estamos casi en un récord de posición neta vendida, y en soja se sigue ampliando. El mercado ya descuenta una excelente campaña productiva”, advirtió Romano.

Pero el escenario no está cerrado. “En soja se sembró mucho menos área y se proyecta un rinde récord. Si ese rinde no se concreta, la relación stocks/consumo puede caer a niveles muy ajustados. En el caso del maíz, la mayor área sembrada ofrece cierta tranquilidad, pero con precios tan bajos, cualquier problema climático podría hacer rebotar los precios”, explicó.

Factores externos que agregan presión

En el plano comercial, el contexto internacional muestra señales encontradas. “China volvió a comprar soja estadounidense, lo que es una buena señal. Pero el pico de cosecha en EE.UU., el aumento de producción en Brasil y las exportaciones en máximos hacen pensar en un mercado bien abastecido”, indicó Romano.

A eso se suma la incertidumbre por los biocombustibles. “Todavía no se resolvió si EE.UU. mantendrá o flexibilizará el corte obligatorio con biodiesel. Ese tema será clave para la demanda futura de soja”, agregó.

Además, EE.UU. duplicó los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio, del 25% al 50%. “Esto impacta en países como México y Canadá, y podría desacelerar la producción industrial. Es una señal de alerta sobre el comercio global”, concluyó Romano.

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