Mayores cultivos, menos nutrientesFuente:Society for Experimental Biology
El cambio climático está minando silenciosamente los nutrientes de nuestros alimentos.

Buenos Aires, viernes 1 agosto (PR/25) — Un estudio pionero revela que el aumento del dióxido de carbono (CO2) y de las temperaturas no sólo está modificando la forma en que crecen los cultivos, sino que también está degradando su valor nutricional, especialmente en verduras de hoja verde vitales como la col rizada y las espinacas.

Este cambio podría acarrear problemas para la salud mundial, sobre todo en comunidades que ya sufren estrés nutricional. Los investigadores advierten de que, aunque los cultivos crezcan más rápido, también pueden ser menos nutritivos, con menos minerales, proteínas y antioxidantes, lo que hace temer obesidad, inmunidad debilitada y enfermedades crónicas.

Los climas más cálidos y ricos en CO2 hacen que los cultivos crezcan más rápido, pero les quitan nutrientes vitales, lo que conlleva riesgos ocultos para la salud. Crédito: Shutterstock

Nuevas investigaciones preliminares sugieren que la combinación de un aumento del CO2 atmosférico y de las temperaturas contribuye a reducir la calidad nutricional de los cultivos alimentarios, con graves consecuencias para la salud y el bienestar humanos.

La mayoría de las investigaciones sobre el impacto del cambio climático en la producción de alimentos se han centrado en el rendimiento de los cultivos, pero el tamaño de la cosecha significa poco si el valor nutricional es pobre.

«Nuestro trabajo va más allá de la cantidad y se centra en la calidad de lo que comemos», explica Jiata Ugwah Ekele, estudiante de doctorado de la Universidad John Moores de Liverpool (Reino Unido).

Los efectos del cambio climático pueden tener consecuencias devastadoras e irreversibles para las plantas de todo el planeta.

La investigación de la Sra. Ekele se centra principalmente en explorar cómo el contenido nutricional de los cultivos alimentarios puede verse afectado por los efectos interactivos del aumento de los niveles de CO2 y de las temperaturas asociadas al cambio climático. «Estos cambios medioambientales pueden afectarlo todo, desde la fotosíntesis y las tasas de crecimiento hasta la síntesis y el almacenamiento de nutrientes en los cultivos», explica Ekele.

«Es fundamental comprender estos efectos porque somos lo que comemos y las plantas, como productores primarios del ecosistema, constituyen la base de nuestra red alimentaria», explica Ekele.

Los climas más cálidos y ricos en CO2 hacen que los cultivos crezcan más rápido, pero les quitan nutrientes vitales, lo que conlleva riesgos ocultos para la salud. Crédito: Shutterstock

Nuevas investigaciones preliminares sugieren que la combinación de un aumento del CO2 atmosférico y de las temperaturas contribuye a reducir la calidad nutricional de los cultivos alimentarios, con graves consecuencias para la salud y el bienestar humanos.

La mayoría de las investigaciones sobre el impacto del cambio climático en la producción de alimentos se han centrado en el rendimiento de los cultivos, pero el tamaño de la cosecha significa poco si el valor nutricional es pobre. «Nuestro trabajo va más allá de la cantidad y se centra en la calidad de lo que comemos», explica Jiata Ugwah Ekele, estudiante de doctorado de la Universidad John Moores de Liverpool (Reino Unido).

Los efectos del cambio climático pueden tener consecuencias devastadoras e irreversibles para las plantas de todo el planeta. La investigación de la Sra. Ekele se centra principalmente en explorar cómo el contenido nutricional de los cultivos alimentarios puede verse afectado por los efectos interactivos del aumento de los niveles de CO2 y de las temperaturas asociadas al cambio climático.

«Estos cambios medioambientales pueden afectarlo todo, desde la fotosíntesis y las tasas de crecimiento hasta la síntesis y el almacenamiento de nutrientes en los cultivos», explica Ekele.

«Es fundamental comprender estos efectos porque somos lo que comemos y las plantas, como productores primarios del ecosistema, constituyen la base de nuestra red alimentaria», explica Ekele

«Estudiando estas interacciones, podemos predecir mejor cómo el cambio climático configurará el panorama nutricional de nuestros alimentos y trabajar para mitigar esos efectos».

La investigación de Ekele se centra en las verduras de hoja verde más populares, como la col rizada, la rúcula y las espinacas. Para este proyecto, estos cultivos se cultivan en cámaras de crecimiento de ambiente controlado en la Universidad John Moores de Liverpool, y los niveles de CO2 y temperatura se modifican para simular los futuros escenarios climáticos previstos en el Reino Unido.

«Los marcadores fotosintéticos, como la fluorescencia de la clorofila y el rendimiento cuántico, se evalúan a medida que crecen los cultivos, mientras que el rendimiento y la biomasa se registran en el momento de la cosecha», explica Ekele.

Después de cultivar las plantas en condiciones de cambio climático, se analizó su calidad nutricional mediante cromatografía líquida de alto rendimiento (HPLC) y perfiles de fluorescencia de rayos X para medir las concentraciones de azúcar, proteínas, fenoles, flavonoides, vitaminas y antioxidantes.

Los resultados preliminares de este proyecto sugieren que los niveles elevados de CO2 atmosférico pueden ayudar a los cultivos a crecer más rápido y más grandes, pero desde luego no más sanos.

«Después de algún tiempo, los cultivos mostraron una reducción de minerales clave como el calcio y ciertos compuestos antioxidantes», dice la Sra. Ekele.

Estos cambios se agravaron con el aumento de la temperatura. «La interacción entre el CO2 y el estrés térmico tuvo efectos complejos: los cultivos no crecen tanto ni tan rápido y el deterioro de la calidad nutricional se intensifica», explica Ekele.

Una de las primeras conclusiones es que los cultivos han respondido de forma diferente a los factores de estrés del cambio climático, y que algunas especies han reaccionado con mayor intensidad que otras.

«Esta diversidad de respuestas pone de manifiesto que no podemos generalizar entre cultivos. Esta complejidad ha sido a la vez fascinante y desafiante, y nos recuerda por qué es importante estudiar conjuntamente múltiples factores de estrés», afirma Ekele.

Este desequilibrio nutricional tiene graves consecuencias para la salud humana. Mientras que los niveles más altos de CO2 pueden aumentar la concentración de azúcares en los cultivos, pueden diluir proteínas, minerales y antioxidantes esenciales. «Este equilibrio alterado podría contribuir a dietas más ricas en calorías pero más pobres en valor nutricional», afirma Ekele. «Un mayor contenido de azúcar en los cultivos, especialmente en frutas y verduras, podría aumentar el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2, sobre todo en poblaciones que ya luchan contra enfermedades no transmisibles».

Los cultivos con escaso contenido nutricional también pueden provocar carencias de proteínas y vitaminas vitales que comprometen el sistema inmunitario humano y agravan los problemas de salud existentes, sobre todo en los países de renta baja o media. «No se trata sólo de la cantidad de alimentos que cultivamos, sino también de lo que contienen y de cómo contribuyen al bienestar humano a largo plazo», afirma Ekele.

Aunque esta investigación simula los cambios climáticos previstos en el Reino Unido, sus implicaciones son mundiales. «Los sistemas alimentarios del Norte Global ya se enfrentan a cambios en los patrones climáticos, temporadas de crecimiento impredecibles y olas de calor más frecuentes», afirma Ekele. «En las regiones tropicales y subtropicales, estas zonas también se enfrentan a factores de estrés que se solapan, como la sequía, las plagas y la degradación del suelo, y son el hogar de millones de personas que dependen directamente de la agricultura para obtener alimentos e ingresos».

Ekele y su equipo están abiertos a seguir colaborando en este proyecto con la comunidad investigadora en general, incluidos los sectores de la agricultura, la nutrición y la política climática. «Es importante conectar la ciencia de las plantas con cuestiones más amplias del bienestar humano.

A medida que el clima sigue cambiando, debemos pensar de manera holística sobre el tipo de sistema alimentario que estamos construyendo, uno que no sólo produzca suficientes alimentos, sino que también promueva la salud, la equidad y la resiliencia», dice Ekele. «Los alimentos son algo más que calorías; son la base del desarrollo humano y la adaptación al clima».

Esta investigación se presentó en la Conferencia Anual de la Sociedad de Biología Experimental, que se celebró en Amberes (Bélgica) el 8 de julio de 2025.

Primicias Rurales

Fuente:Society for Experimental Biology