En una cultura obsesionada con la productividad y el rendimiento, estos 3 escritores – guías espirituales de hoy – invitan a quedarse quieto, escuchar y recibir
1Thomas Merton (1915–1968)
Cuando Thomas Merton ingresó en la abadía trapense de Gethsemani, en Kentucky, dejó atrás un mundo de ambiciones literarias y vida nocturna neoyorquina. Pero al hacerse monje, no abandonó la escritura.
Su autobiografía, La montaña de los siete pisos, publicada en 1948, se convirtió en un inesperado éxito de ventas. Merton dio voz al hambre de Dios del alma en el mundo moderno.
Profundamente contemplativo e intelectualmente audaz, Merton no temía enfrentarse a la complejidad. Escribió sobre la oración, la soledad, los derechos civiles, la guerra y el diálogo interreligioso, sin dejar de estar enraizado en la tradición católica.
Su libro Semillas de contemplación es un punto de partida accesible, escrito para los lectores que anhelan intimar con Dios pero no están seguros de cómo empezar. La honestidad de Merton sobre sus propias contradicciones da a su obra una profundidad que resuena en todas las confesiones.
2 Caryll Houselander (1901–1954)
La figura de Caryll Houselander, en gran parte desconocida durante su vida, ha crecido silenciosamente en las últimas décadas. Laica, mística y artista, aportó una ternura especial a la espiritualidad católica. Su obra más conocida, El junco de Dios, ofrece una sorprendente meditación sobre la Virgen María, no como un ideal distante, sino como una mujer real que dio espacio para que Dios actuara.
El genio de Houselander reside en revelar lo sagrado en lo cotidiano. Veía a Cristo en todas las personas, especialmente en las que sufrían y en las olvidadas. Sus reflexiones sobre el amor, la humildad y la entrega no son ideales elevados, sino retos prácticos. «Debemos contentarnos con vivir sin vernos vivir», escribió en una ocasión. Ese tipo de confianza, creía ella, es donde comienza la santidad.
3Henri Nouwen (1932–1996)
Henri Nouwen pasó su vida moviéndose entre el mundo académico, la atención pastoral y la vida comunitaria, sin asentarse nunca del todo, pero siempre escribiendo.
Sacerdote católico holandés, Nouwen enseñó en Yale y Harvard antes de abandonar el mundo académico para vivir en El Arca, una comunidad para personas con discapacidad intelectual. Allí descubrió aquello sobre lo que llevaba tanto tiempo escribiendo: el poder de la vulnerabilidad y la humanidad compartida.
El retorno del hijo pródigo de Nouwen sigue siendo uno de los libros espirituales más queridos de nuestro tiempo. Inspirado en el cuadro de Rembrandt, Nouwen aborda la parábola no como una historia sobre otra persona, sino como un espejo para cada uno de nosotros. Su escritura es amable, honesta y profundamente humana. No ofrece instrucción, sino acompañamiento: un compañero para el viaje espiritual.
Fuente: Aleteia
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