“Ser reconocido como agustino es un honor que guardo muy cerca del corazón. Gran parte de lo que soy se lo debo al espíritu y a las enseñanzas de San Agustín”, afirmó el Santo Padre en el videomensaje transmitido el 28 de agosto, en la fiesta del Obispo de Hipona.
La propia Provincia Agustiniana destacó en sus redes sociales que “este premio es el máximo honor que puede otorgar, y se concede a quienes encarnan el espíritu y las enseñanzas de San Agustín, viviendo con un profundo compromiso con la Verdad, la Unidad y la Caridad”.
Sobre el Papa León XIV añadieron: “Desde sus primeros años de formación hasta sus décadas de servicio en Perú, su liderazgo como Prior General y, ahora, como el primer Papa agustino, ha dado testimonio de una vida de generosidad, fe y servicio. En él, vemos a un verdadero hijo de Agustín, dedicado a construir la unidad en la Iglesia, enseñando con sabiduría y pastoreando con un corazón arraigado en el amor. Nos honra otorgarle este premio”.
El Santo Padre subrayó que el ejemplo de San Agustín invita a poner los talentos al servicio de los demás: “La vida de San Agustín y su llamado al liderazgo en el servicio nos recuerdan que todos tenemos dones y talentos recibidos de Dios, y que nuestro propósito, plenitud y alegría vienen de ofrecerlos nuevamente en amoroso servicio a Dios y al prójimo”.
En este sentido, aseguró a los miembros de la Provincia Agustiniana que están llamados a continuar el legado de los primeros agustinos en Estados Unidos —como el P. Matthew Carr y el P. John Rossiter—, cuyo espíritu misionero los llevó a anunciar el Evangelio a inmigrantes en Filadelfia: “Jesús nos recuerda en el Evangelio amar al prójimo, y este llamado nos desafía hoy más que nunca a ver a los demás con los ojos de Cristo: todos creados a imagen y semejanza de Dios”.
El Papa puso énfasis en la importancia de la escucha, siguiendo el consejo de San Agustín: “Es en nuestro corazón donde Dios nos habla”. Y añadió: “El mundo está lleno de ruido, y nuestra mente y nuestro corazón pueden estar inundados de muchos mensajes distintos. Estos mensajes pueden alimentar nuestra inquietud y robarnos la alegría. Como comunidad de fe […] abramos nuestro ser a las invitaciones cotidianas para conocer mejor a Dios y su amor”.
Finalmente, el Pontífice confió que, al igual que Agustín, todo creyente puede encontrar en Dios la fuerza para superar las pruebas. “Como Agustín, llegamos con nuestros momentos de ansiedad, oscuridad y duda y, como él, por la gracia de Dios podemos descubrir que su amor es verdaderamente sanador. Esforcémonos por construir una comunidad donde ese amor se haga visible”.
El Sumo Pontífice concluyó pidiendo la intercesión de la Virgen María, Madre del Buen Consejo, y elevando una oración por la Iglesia: “Que Dios los bendiga a todos, dé paz a sus corazones inquietos y les ayude a seguir construyendo una comunidad de amor, unidos en mente y corazón, puestos en Dios”.
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Fuente: ACI Prensa