Cerca de mil 700 cristianos, católicos y de otras confesiones, han sido registrados como mártires desde el año 2000. El Papa León XIV les rendirá homenaje hoy domingo en Roma durante una gran celebración jubilar

Ciudad del Vaticano, domingo 14 septiembre (PR/25) — Este domingo 14 de septiembre, el Papa León XIV presidirá una celebración ecuménica en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, en presencia de representantes de 24 confesiones cristianas. Concebida en el marco del Jubileo, conmemorará el martirio de mil 624 cristianos asesinados por su fe desde comienzos del siglo XXI.

En este sentido, Francisco ha querido repetir la experiencia confiando la tarea a una nueva comisión de expertos en 2023. Aunque la nueva lista aún no se ha publicado, los miembros de la comisión han reiterado que no se trata de reconocer formalmente a los mártires -lo que requiere una larga investigación en el marco de un proceso canónico con vistas a la beatificación-, sino de proporcionar un registro histórico fiable de todos aquellos que murieron a causa de su fe o en defensa de valores directamente relacionados con ella.

Desde esta perspectiva, la del «ecumenismo de la sangre», los mártires citados en la lista pertenecen a veces también a otras confesiones cristianas. En una conferencia celebrada en la basílica de San Bartolomé el 9 de septiembre, el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, explicó que sería posible que su dicasterio reconociera a mártires pertenecientes a otras confesiones, pero sólo «por cortesía».

Muchas víctimas del yihadismo

Los perfiles de los casi mil 700 mártires registrados en el siglo XXI han cambiado desde el siglo XX. En concreto, hay muchos mártires del yihadismo en África, Oriente Próximo y Asia -Sri Lanka fue el escenario del atentado más mortífero del Día de Pascua de 2019, con 269 víctimas-. También el de los 21 mártires coptos ejecutados fríamente en una playa en 2015, que el Papa insertó en el martirologio romano como signo de comunión espiritual, con el acuerdo del Papa copto Tawadros.

La larga lista de mártires incluye nombres conocidos como el del padre Jacques Hamel, asesinado en plena Misa en 2016. También está la monja comboniana María de Coppi, asesinada en un atentado terrorista en Mozambique en 2020, o una cuarentena de niños cristianos de entre 12 y 17 años de la escuela de Mpondwe, en Uganda, masacrados junto a sus profesores a machetazos o quemados vivos por extremistas armados por el Estado Islámico. También están las numerosas víctimas de comunidades cristianas en países musulmanes, como Basharat Masih, asesinado en Pakistán en 2023 por intentar impedir la conversión forzada de su hija.

Mártires de la justicia

Muchos de los mártires registrados en México, Nigeria y Haití pagaron con su vida la lucha que libraban a diario en nombre de su fe, contra conflictos étnicos, narcotraficantes o bandas armadas. Es el caso de la monja italiana Luisa Dell’Orto, que llevaba veinte años ayudando a huérfanos y niños de la calle en Puerto Príncipe cuando fue asesinada en 2022.

Lo mismo ocurre con el catequista congoleño Floribert Bwana Chui, asesinado en 2007 en Goma (RDC) por negarse a aceptar sobornos para pasar alimentos contaminados. El 15 de junio fue beatificado, reconociéndole la Iglesia como mártir de la «honradez y la integridad moral» en un país asolado por la corrupción.

El cardenal Semeraro también subrayó la importancia de estas categorías de mártires, que no murieron porque el agresor odiara la fe cristiana, sino porque como cristianos servían a «valores que están directamente ligados a la fe», en particular la justicia.

Algunos de la larga lista, que no ha sido publicada oficialmente, «serán probablemente reconocidos oficialmente como mártires en los próximos años, otros no», explica el padre Angelo Romano, hasta hace poco rector de la basílica de San Bartolomé. «Y hay muchos que probablemente no conoceremos, pero que son verdaderos testigos», asegura. En 2023, el Papa Francisco expresó su convicción de que los mártires «son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos».

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Fuente: Aleteia