La política entró en modo reconfiguración. La torpeza de la gestión le dio aires, especialmente, a los gobernadores.
Nelson Castro

En su discurso del viernes en la Bolsa de Comercio de Córdoba, Javier Milei, habló de esto. Señaló allí, que el origen de esta turbulencia económica es política. Tiene razón. Enhorabuena que se haya dado cuenta de ello. Lo que no queda claro es si eso equivale a decir que se dio cuenta de los errores que cometió que han llevado a cimentar esta crisis. Errores que condujeron a la catastrófica derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, en medio de una situación socioeconómica dramática para vastos sectores de la sociedad.

Creer que hay doce millones de pobres menos es no tener una dimensión de lo que significa la pobreza. Errores que se siguen repitiendo. La gente, en especial la clase media y media baja –que lo votó– ve cómo se deteriora su calidad de vida día tras día y esto se hace por momentos, insostenible.

Lo que se ha visto en estas dos semanas transcurridas desde que, el oficialismo atravesó el fatídico domingo 7 de septiembre, es un gobierno en situación de parálisis y sin poder de maniobra en el Congreso. Los 87 héroes de la Cámara de Diputados que evitaron el veto de la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos se han reducido a unos setenta.

Varios de los gobernadores que acompañaron el proyecto e instruyeron a sus diputados y senadores para que le dieran vida, se han distanciado del Presidente hartos de sus malos tratos e incumplimientos de promesas hechas en aquellos días de febriles negociaciones por la ley. Hay que resaltar que ese maltrato también lo sufrieron los propios puertas adentro.

“La euforia de Javier le hizo perder de vista varios semáforos amarillos en la gestión. Su seguridad, respecto de lo que había estado haciendo para ordenar la macro le impidió humanizar parte de su gestión, en pos de medidas necesarias, pero impopulares que implicaban sacrificios enormes para el electorado” –aseguró un libertario que ya no forma parte del Gobierno. El resultado en la provincia de Buenos Aires, para algunos pocos buenos observadores no fue una sorpresa.

Lo mismo está pasando en los centros del poder económico y financieros mundiales donde la preocupación va en aumento ante la falta de un volumen de poder político, sin el cual todo lo que prometa hacer Milei se ve como utópico. La paliza legislativa que recibió el oficialismo en Diputados y en el Senado es una muestra de ello.

La misma sensación también se puede señalar para el proyecto de Presupuesto 2026 que el Presidente presentó el lunes pasado, con un índice de inflación anual y un valor del dólar que no parecen reales.

Nadie duda del equilibrio fiscal como política necesaria para darle certidumbre a la economía argentina, pero hemos llegado a un punto en donde la motosierra lastimó más de la cuenta. El problema no es el orden fiscal calificado de innegociable sino más bien las acciones y decisiones que se toman para sostenerlo. Todo tiene un límite desde las formas hasta el fondo. El Presidente no lo supo ver.

En este contexto el tablero político entró en modo reconfiguración. Un movimiento que se esperaba naturalmente para después de las elecciones del 26 de octubre. Nada de eso. El momento es ahora. Veamos algunos ejemplos. La torpeza del Gobierno le dio a los gobernadores peronistas –y no tanto– el impulso necesario para rearmarse y pensar y repensar nuevas estructuras de poder. También le dio una nueva vida al vapuleado Horacio Rodríguez Larreta, blanco de las peores descalificaciones de parte de Milei.

Lo mismo ocurrió con Mauricio Macri, quien pasó de poner la estructura del PRO al servicio del Gobierno y de recibir el destrato del líder libertario a observar la realidad con más calma y negarse –al menos por el momento– a reunirse con los emisarios del ala política del Gobierno. ¿Para qué? Es la pregunta que hizo trascender harto de comer milanesas y recibir elogios que nunca se tradujeron en participación política concreta. El partido amarillo ha quedado herido de muerte y dividido. ¿Estarán a tiempo de volver a construir una opción de centroderecha viable, capaz de erigirse como alternativa al presente? Parece difícil.

Pero atención: hasta ahora la mayoría de los analistas se han cansado de repetir que Milei tiene la suerte de no contar con nadie en la vereda de enfrente capaz de hacerle sombra. Esto no es tan así. El Presidente debería volver a leer la cancha y darse cuenta que, cuando el peronismo huele sangre, acelera y se rearma de forma sorprendente. El oficialismo ya no está tan solo y tiene cada vez menos margen de error si quiere llevar a los argentinos a buen puerto.

Primicias Rurales

Fuente: Perfil