Antes de inaugurar su nueva obra efímera, que abre La Noche de los Museos el sábado 8, la artista dialogó con Descubrir BA sobre los detalles de la pieza única que combina arte, con humor y memoria.

Buenos Aires, sábado 8 noviembre (PR/25) — Con su inconfundible estilo lúdico y pop, Marta Minujín vuelve a sorprender: este sábado 8 de noviembre, la artista transformará la icónica torre italiana en una estructura de gran escala recubierta de fideos, en una puesta monumental y al mismo tiempo irónica.

La Torre de Pisa de Spaghettis, que se erigirá en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) e inaugura La Noche de los Museos, es una nueva muestra del arte efímero y participativo que atraviesa toda su obra, una celebración del exceso, el juego y la memoria colectiva.

“Esta Torre de Pisa de Spaghettis va a expresar mucho de lo que quiero decir en relación con la puesta en debate de los grandes mitos, en este caso con la comida típica de la comunidad italiana. A mí me interesa que el arte efímero perdure en la memoria”, explica Minujín a Descubrir BA días antes de la instalación. “También quiero hacer la Estatua de la Libertad cubierta de miles de hamburguesas, pero me rechazaron el proyecto en Venecia”, agrega entre risas la genial artista.

Como en sus piezas más recordadas -La Menesunda (1965), El Obelisco de Pan Dulce (1979), El Partenón de libros prohibidos (1983) o Lobo Marino de alfajores (2013)-, Minujín vuelve a mezclar historia, humor y desmesura para hablar de libertad, consumo, identidad y del propio acto de creación, en el marco de un trabajo que desarrolla desde los años 60 y que ya tiene gran reconocimiento global. Instituciones como el Whitney Museum, MoMA, el Metropolitan Museum, el Centro Pompidou de París y el Museo Reina Sofía incorporan obras y registros de las performances de Minujín.

Fiesta urbana

Durante La Noche de los Museos -que se celebra en más de 300 espacios a lo largo y ancho de la Ciudad el sábado 8-, El Recoleta será el epicentro de una verdadera fiesta urbana. Desde las 19 h, vecinos y turistas podrán acercarse a esta “torre comestible”, construida con fideos Matarazzo, para tomarse fotos, participar de actividades colectivas y disfrutar de DJ sets y proyecciones. A las 22 h, la torre comenzará a desarmarse y los visitantes podrán llevarse los paquetes de tallarines a sus casas, en un gesto simbólico de apropiación y despedida.

“Muchas de mis obras son mitos populares que cambian su sentido. En este caso, quise acostar la torre y que la gente se la coma con la pasta que los italianos crearon. Yo trabajo también con los platos de cada país”, detalla la artista.

Para Minujín, la torre “se inclina, pero no cae, porque habitamos un mundo multidireccional, no unidireccional”. Su intención es desafiar los íconos culturales y resignificarlos en clave contemporánea. “Estamos en un mundo multidireccional -apunta Minujín-, entonces los grandes monumentos deben ser desafiados, transmutados. Todo cambia y cambian los puntos de vista. Sentimos vértigo en el tercer milenio, y esta obra representa un poco eso”.

El humor, el juego y la ironía son los lenguajes con los que Minujín logra transformar lo cotidiano en un espectáculo visual y colectivo. “El humor es esencial, como el arte. Son dos estrategias geniales para sobrevivir. Si te tomás todo con humor, la realidad cambia, se ve de un modo muy distinto. Hay que poder observar la vida desde distintos puntos de vista”, sostiene. Esa mirada lúdica y provocadora, que desafía los límites entre arte y vida, convierte a cada una de sus obras en una experiencia compartida.

La artista insiste en que su trabajo es efímero, pero que perdura de otro modo: “Mis obras viven en la memoria, algo que es muy importante porque las guerras y la vida contemporánea destruyen todo, así que la memoria termina siendo lo más perdurable, no los edificios ni eso que llamamos ‘realidad’”.

La Torre de Pisa de Spaghettis se erige así como una metáfora de la desmesura, el humor y la resistencia. Un monumento hecho de un material humilde y popular, que se desarma para multiplicarse. “Todo se desvanece, pero la memoria no muere -dice Minujín-. Estas obras viven en ese espacio mental y colectivo en el que reina el arte y todos participan”.

Por una noche, Buenos Aires volverá a ser el escenario de uno de los delirios felices de Marta Minujín, una postal de humor, desborde y afecto colectivo que, como ella misma promete, “no se borra, porque el arte efímero es, justamente, el que mejor se recuerda”.