Durante años nos hicieron creer que la genética ganadera venía mejorando. Que más números, más EPDs y vacas más grandes significaban progreso.
Pero cuando miramos lo que realmente importa en un campo a pasto… la cosa no cierra.

Por Ing. Agr. Pedro Lobos

Buenos Aires, jueves 11 de diciembre (PR/25)  .- Me sorprendió un video del  Dr. Guillermo Navas Silva lo dice claro: la genética sólo sirve si está al servicio del sistema pastoril.

Hoy pasa lo contrario: vacas grandes, caras de mantener, y sin mejoras en lo que realmente importa. La genética avanzó… pero hacia donde el campo natural no la puede sostener.

1. Vacas más grandes… pero no más productivas

Sí, las vacas pesan más.
¿Producen más terneros? No.
¿Comen más? Sí.

O sea: más gasto, mismo resultado.
Para el pasto, eso es ir para atrás.

2. La fertilidad real sigue igual

Un dato que duele: menos del 36% de las vacas destetan tres terneros seguidos.
Si la genética realmente hubiera mejorado la cría, ese número debería subir.
No subió. Nada.

3. Pubertad y precocidad: tampoco

Las vaquillonas no entran antes en celo, no se preñan más fácil ni empiezan a producir antes.
No hay mejora en eficiencia biológica.

4. Rusticidad y longevidad: estancadas

Las vacas modernas no duran más, no se enferman menos y no toleran mejor la falta de comida.
Tampoco permiten meter más carga por hectárea.

O sea: ningún avance en los rasgos que realmente hacen falta en el campo natural.

5. La selección se fue al feedlot

Los EPDs de crecimiento subieron… y con ellos el tamaño.
Resultado: animales lindos de catálogo, pero caros y poco eficientes a pasto.
La genética se fue para un lado, y el sistema pastoril para otro.

En resumen

El rodeo actual no es más fértil, ni más eficiente, ni más longevo que hace décadas.
Solo tenemos vacas más grandes y más demandantes.

Pero lo que define la productividad real es kilos de ternero por hectárea, no por vaca.

La lógica debería ser simple:
Primero el sistema, después la genética.

No al revés.

¿Qué es una vaca pastoril de verdad?

 

Una vaca diseñada para transformar pasto pobre en terneros.
No para comer ración, ni para justificar tamaños gigantes, ni para depender de insumos externos.

Hasta la Biblia lo dice: a los animales se les dio la hierba.
La base siempre fue el pasto, no el maíz.

Si la vaca es para el pasto, la genética debe hacer vacas que funcionen en el pasto.

¿Qué es ser “moderno” hoy?

No es agrandar vacas.
Es tener animales que:

  • destetan todos los años,

  • convierten pasto pobre en kilos,

  • se mantienen con poco,

  • entran en celo aunque haya restricción,

  • permiten meter más cabezas por hectárea.

Eso sí es progreso.

Esa es la “vaca moderna”: la que anda bien en el pasto.

Fuente: Ing Agr Pedro Lobos 

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