Roma, miércoles 14 mayo (PR/25) — Ahora que el polvo comienza a asentarse, lo que ocurrió durante el cónclave comienza a aclararse, según conversaciones con varias fuentes.
Se creía que el Cardenal Parolin era uno de los principales contendientes al principio, especialmente entre los partidarios más firmes del Papa Francisco, posiblemente atrayendo entre 40 y 50 votos, pero no logró obtener un apoyo más amplio.
Los votos de otros candidatos importantes, como los cardenales Luis Antonio Tagle, Matteo Zuppi, Mario Grech, Pablo Virgilio David y Jean-Marc Aveline, también estuvieron divididos, especialmente entre los italianos, asiáticos y africanos, así que ninguno logró consolidarse.
Las esperanzas de los que apoyaban a los candidatos de la Comunidad de Sant’Egidio (los cardenales José Tolentino de Mendonça y Zuppi) también se desvanecieron por falta de apoyo. Por otro lado, los votos de los candidatos “conservadores” se repartieron entre los cardenales Péter Erdő, Robert Sarah, Pierbattista Pizzaballa y Malcolm Ranjith, impidiendo que alguno sobresaliera.
Una vez eliminados efectivamente todos estos candidatos, el escenario estaba preparado para que emergiera el Cardenal Prevost.
Considerado ya como un posible candidato de consenso por muchos cardenales antes del cónclave, comenzó a sumar votos en la tercera votación, incluso entre los votantes conservadores, gracias en parte al apoyo del Cardenal Timothy Dolan a la candidatura del Cardenal Prevost.
Para la cuarta votación, el Cardenal Prevost había obtenido más de 100 votos, muy por encima de la mayoría de dos tercios de 89 requerida para ser elegido.
Esto se logró sin ningún lobby previo al cónclave por parte del cardenal Prevost. Contrariamente a lo informado por medios italianos, el Register puede confirmar que el Cardenal Raymond Burke nunca recibió al futuro Papa en su apartamento durante las congregaciones generales, ni hubo ninguna otra presión para votar por él.
Aceptación generalizada
En general, los cardenales que eran más cercanos a Francisco están contentos con el resultado, al igual que los que criticaban el papado anterior, incluso si el Cardenal Prevost nunca fue su primera opción. Todos coinciden en que el Papa León XIV traerá un necesario período de calma y paz al papado después de las divisiones que hubo durante el pontificado de Francisco, temas que se discutieron en las 12 congregaciones generales que precedieron al cónclave.
Otras fuentes coincidieron con el Cardenal Koch en que dichas reuniones se celebraron en un ambiente colegial y servicial. También afirmaron que las conversaciones fueron “muy francas”, y que tanto los elogios como las críticas al pontificado anterior recibieron amplia difusión, en contraste con los comunicados de prensa cuidadosamente controlados y prosaicos emitidos por la Oficina de Prensa de la Santa Sede en los días previos al cónclave.
Un área particular discutida fue la falta de adhesión a la ley de la Iglesia durante los últimos 12 años, y se cree que el Papa León XIV, quien tiene un doctorado en Derecho Canónico, según fuentes confiables, quiere restaurar el respeto por los asuntos canónicos en la Iglesia.
Las preocupaciones en este ámbito también incluyen las leyes litúrgicas y el estatus del Dicasterio para el Culto Divino, que también se espera examinar. No es seguro que, en esta etapa, la supresión de la Misa tradicional en latín por parte del Papa Francisco se incluya en este análisis de la ley, pero es muy probable que se presenten gestiones al Papa León en un futuro próximo sobre dichas restricciones.
Estos acontecimientos, junto con el compromiso del Papa León XIV de escuchar, construir puentes y dialogar, han infundido considerable esperanza y confianza en Roma y más allá.
“Ha empezado bien”, declaró el arzobispo Georg Gänswein, ex secretario personal de Benedicto XVI, al Corriere della Sera el lunes. “Ahora empieza una nueva etapa. Percibo un alivio generalizado. La época de las decisiones arbitrarias ha terminado”.
El actual Nuncio Apostólico en Lituania añadió: “Podemos empezar a contar con un papado capaz de garantizar la estabilidad y apoyarse en las estructuras existentes, sin derribarlas ni perturbarlas”.
Fuente: Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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