El Pontífice recordó que, además de los nuevos santos, la Iglesia se ha visto enriquecida con dos nuevos beatos. En Tallin, capital de Estonia, fue beatificado el arzobispo jesuita Eduardo Profittlich, asesinado en 1942 durante la persecución soviética contra la Iglesia.

Y en Veszprém, Hungría, fue beatificada María Magdalena Bódi, joven laica asesinada en 1945 por resistirse a soldados que intentaban abusar de ella. “¡Alabemos al Señor por estos dos mártires, testigos valientes de la belleza del Evangelio!”, exclamó.

A continuación, el Papa León XIV encomendó a la intercesión de los santos y de la Virgen María la súplica por la paz, “especialmente en Tierra Santa y en Ucrania, y en toda tierra ensangrentada por la guerra”.

“¡A los gobernantes les repito: escuchen la voz de la conciencia! Las aparentes victorias logradas con las armas, sembrando muerte y destrucción, son en realidad derrotas y nunca traen paz ni seguridad”, advirtió.