Buenos Aires, 24 junio (PR/19) — La Iglesia católica celebra hoy la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista, precursor de Jesucristo, cuya llegada anunció mientras bautizaba con el agua del Río Jordán en Israel.
San Juan Bautista era primo de Cristo e hijo de Santa Isabel, prima de su madre, la Virgen María.
En los Evangelios se narra la visita de la Santísima Virgen a Isabel cuando estaba encinta y como el niño (Juan) saltó de gozo en el vientre materno al reconocer a Jesús en el útero de María.
Toda su vida fue digna de tales comienzos: “Entre los nacidos de mujer, nadie hay mayor que Juan el Bautista”, dijo una vez Jesús.
Juan tuvo la misión de preparar el camino al Salvador, anunciando la llegada inminente del Mesías; fue así el último de los profetas del Antiguo Testamento y la Iglesia lo considera el más grande de los santos después de la Virgen María.
Contemporáneo de Jesús, vivió en el desierto, se cubría de pieles y se alimentaba de miel y langostas mientras predicaba con intensidad.
De Jesús decía que no era merecedor de El y está consignado en el Evangelio según San Juan: “…26 Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis.
27 El es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia. 28 Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”.
Su predicación inquietó a las autoridades; Herodes Antipas, por su parte, se vio afectado en su vida privada por las exigencias morales del profeta.
Tetrarca de Galilea y Perea, Antipas contrajo un escandaloso matrimonio con Herodías, esposa de su medio hermano Herodes Filipo.
Para poder casarse con Herodías, repudió a su esposa legítima, hija de Aretas IV, rey de los nabateos, reino árabe con capital en Petra, limítrofe.
Juan el Bautista le reprochaba su casamiento con Herodías y temiendo una revuelta popular, mandó detenerlo y fue decapitado en la cárcel, por pedido de la sobrina de Herodes Antipas, Salomé.

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