Se trata de una publicación disponible en versión impresa y digital, dirigida a todas aquellas personas que quieran empezar a conocer de cerca a los suelos, entender la potencia de sus funciones para los ecosistemas y su relevancia en la producción de alimentos.
Buenos Aires, voernes 30 mayo (PR/25) — Con el objetivo de que se convierta en una herramienta de permanente consulta para el público, FERTILIZAR AC presentó el Manual educativo “Somos Nuestro Suelo”, en el marco del Simposio FERTILIDAD 2025. El objetivo de la publicación es dar a conocer los actuales procesos productivos del campo, llevando a un lenguaje sencillo los fundamentos de la producción agropecuaria especialmente en aquellos puntos más cercanos al área de trabajo de la asociación. El foco está puesto en la importancia del suelo, el rol de los nutrientes minerales en la producción vegetal y del uso racional de los recursos naturales que ayudan a lograr una producción de alimentos (y de energía) sustentable.
El Manual fue escrito por profesionales de las ciencias agrarias y actividades vinculadas al sector agropecuario, quienes consideran que el futuro está en el suelo, este recurso escaso y casi no renovable, fundamental para que exista la vida. “El suelo es nuestro sustento porque nos sostiene y de él dependen todas nuestras fuentes de alimento”, afirmaron desde FERTILIZAR AC.
Cabe mencionar que tan sólo el 30% de la superficie del planeta es tierra firme; el resto es agua. De esa pequeña superficie terrestre, casi una tercera parte son desiertos o glaciares, y el resto está ocupado por suelos ocupados con cultivos anuales o perennes (12%), pasturas y pastizales para la cría de ganado (26%) y ecosistemas forestales (31%), además de las zonas urbanas (aproximadamente 1%). Ese espacio limitado de tierra es responsable de la mayor parte de la provisión de alimentos y fibras que consume el ser humando.
Cada vez se requieren mayores cantidades de alimentos de esta superficie terrestre limitada, ya que la población mundial crece de manera sostenida. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), se espera que alcance 8.500 millones de personas para 2030, cuando en 1950 se estimaba que habría 2.500 millones. “Todos necesitamos del suelo: las plantas, los animales salvajes y domésticos, y las personas”.
Más allá del uso adecuado de fertilizantes, existen otras herramientas importantes para tener en cuenta a fin de asegurar la sostenibilidad del sistema agrario. Al hacer referencia a la producción agropecuaria como resultado de la intervención humana en un ecosistema, es preciso tener una mirada integral, que abarque la gran variedad de complejas y múltiples interrelaciones y procesos biológicos que ocurren en cada uno de los lotes. Debe evaluarse adecuadamente el ambiente en el que se va a trabajar o intervenir, y adaptar las decisiones agronómicas a sus posibilidades y su fragilidad, sin forzar usos para los cuales el suelo o el ambiente no estén preparados.
Una vez intervenido, es muy importante el monitoreo de indicadores de salud del suelo y del sistema en general, que permitan detectar en forma temprana procesos de deterioro, cuya recuperación suele ser más dificultosa cuanto más tiempo ocurra.
La humanidad pasó de ser recolector de los alimentos que le otorgaba la naturaleza a productor de alimentos, para finalmente deslindar esta tarea en un pequeño grupo (los productores agropecuarios) dejando a la mayor cantidad de los habitantes lejos de esta fundamental tarea.
“Configuremos la escena de un chico que come unas galletitas con leche chocolatada y la enorme distancia física y de conocimientos que lo separa de las vacas que produjeron esa leche, de las plantaciones de cacao, del trigo, así como de las fábricas que procesaron los ingredientes de su merienda”, graficó María Fernanda Gonzalez Sanjuan, de FERTILIZAR AC.
La producción de alimentos también ha evolucionado, pasando por diferentes etapas. En los últimos 30 años, se han logrado niveles de producción nunca vistos. La siembra directa, que reemplazó el arado; el desarrollo de productos de menor impacto ambiental y de formas de aplicación que lo atenúan, han generado la posibilidad de abastecer de comida a los crecientes habitantes del mundo, cuidando la sostenibilidad del sistema.
Trabajando seriamente, haciendo buenos diagnósticos, planificando los cultivos y pasturas, reconociendo los momentos de mayor demanda de nutrientes y reponiéndolos, es posible generar nuevos equilibrios en los sistemas, dando respuesta a la demanda de alimentos ricos en nutrientes, en cantidades suficientes y conservando los recursos naturales.
“En esta publicación hacemos un recorrido por todos estos temas, esperando que sea un Manual de consulta que ayude a que estos dos mundos, el de la producción de alimentos y el del consumo, se conecten y aprecien”, concluyeron desde FERTILIZAR AC.
Acerca de FERTILIZAR AC
Fundada hace más de 30 años, Fertilizar es una asociación civil sin fines de lucro formada por diferentes actores de la industria agropecuaria (empresas, instituciones, asociaciones de productores, universidades, entre otros), cuyo objetivo es concientizar sobre la importancia del uso racional del fertilizante y la sustentabilidad del sistema productivo, a través de la difusión de información técnico-científica adaptada a la realidad local, que explique las ventajas agronómicas y económicas del agregado balanceado de nutrientes sobre la productividad de cultivos y pasturas y sobre la fertilidad del suelo para una agricultura sustentable.
Así lo determinó un estudio realizado por especialistas del INTA, quienes evaluaron si la mejora en la nutrición nitrogenada puede mitigar los efectos del déficit hídrico sobre el rendimiento y el contenido de proteína del grano en soja.
Buenos Aires, 29 de mayo (PR/25) .- Resultados preliminares demostraron que una mayor disponibilidad de nitrógeno en condiciones de déficit hídrico resultó en aumentos del 12 % en el peso final de los granos y del 5 % en la concentración de proteína en grano.
En un contexto marcado por la variabilidad climática, un equipo de científicos del INTA investiga cómo optimizar la producción de soja, uno de los cultivos más relevantes para la economía argentina. La iniciativa, llevada adelante por el grupo de Ecofisiología Vegetal del Instituto de Fisiología y Recursos Genéticos Vegetales del INTA busca comprender si la mejora en la nutrición nitrogenada puede atenuar los efectos negativos del estrés hídrico (sequía) sobre el rendimiento y el contenido de proteína del grano. La investigación, realizada en ensayos a campo en colaboración con la Estación Experimental Agropecuaria Manfredi del INTA, busca avanzar en la comprensión de los mecanismos fisiológicos implicados en el aumento de proteína en grano en genotipos de alto rendimiento.
Durante el crecimiento del cultivo, particularmente durante la etapa de llenado de granos, factores ambientales como la disponibilidad de agua y nutrientes condicionan los componentes que definen el rendimiento y la composición química final de los granos. Con base en estudios previos, se conoce que la incorporación de nitrógeno biológico al cultivo se reduce bajo condiciones de déficit hídrico, produciéndose anticipo de la cosecha, disminución del rendimiento y pérdida de la calidad química del grano. No obstante, en la actualidad se discute cuáles son los procesos que conducen a estas respuestas.
Uno de los hallazgos más destacados del estudio fue que, la sequía durante el llenado de grano redujo en un 71 % el rendimiento, respecto a la condición de riego, indistintamente de la disponibilidad de nitrógeno. Sin embargo, “fue interesante observar que una mayor disponibilidad de nitrógeno en condiciones de déficit hídrico resultó en aumentos del 12 % en el peso final de los granos, del 5 % en la concentración de proteína en grano y hasta un 30 % en el índice de cosecha, indicador clave de la cantidad de biomasa que termina en los granos”, detalló Verónica Ergo —especialista en Ecofisiología del Centro de Investigaciones Agropecuarias del INTA—.
La investigación se enfocó en las bases ecofisiológicas implicadas en la captura, removilización y partición del nitrógeno y en los procesos claves de regulación que conducen al aumento simultáneo del rendimiento y proteína en grano ante condiciones potenciales (riego y nutrición nitrogenada) así como de déficit hídrico.
El conocimiento generado podría ser de utilidad para los mejoradores en el desarrollo de genotipos que combinen alto rendimiento y calidad proteica y que, además, estén adaptados a escenarios de deficiencias hídricas. Estos aspectos contribuirían al incremento del valor agregado en origen y a la sustentabilidad del sistema productivo.
La investigación estuvo enmarcada en la formación posdoctoral de Verónica Ergo y fue dirigida por Constanza Carrera y Fernando Salvagiotti, ambos investigadores del INTA y del Conicet.
Los resultados del trabajo fueron presentados en el Simposio Internacional Genomics for Food Security and Plant-Environment Interaction in a Changing Climate, celebrado en Hong Kong en agosto de 2023, donde el equipo obtuvo el reconocimiento a la mejor presentación póster científico. Este logro resalta la relevancia internacional del trabajo, que podría aportar al desarrollo de variedades de soja más resilientes a la sequía y con mayor valor agregado.
En el Simposio Fertilidad 2025, especialistas de la salud y de la producción debatieron sobre la conexión entre suelos, alimentos y personas. Se centraron en el enfoque “Una salud” para una producción más sostenible y nutritiva. Enterate en esta nota cómo los suelos degradados afectan la nutrición y la salud humana.
Buenos Aires, domingo 18 mayo (PR/25) — Días atrás se llevó a cabo un encuentro de distintos profesionales que, en el marco del Simposio FERTILIDAD 2025, que organizó FERTILIZAR Asociación Civil bajo el lema “Nutrir el suelo, alimentar el futuro”. Allí compartieron información y distintos trabajos acerca del estado del suelo de nuestra región y de las distintas alternativas para abordar en cada una de las regiones donde se producen alimentos.
En uno de los paneles, “Una salud: nutriendo suelos, cultivos y personas”, se abordó el concepto one health, que impulsa la Organización Mundial de la Salud, que reconoce la interconexión entre la salud humana, la salud animal y el ser humano, y promueve la colaboración intersectorial para abordar los desafíos sanitarios desde una perspectiva sistémica.
En ese panel, que estuvo coordinado por el periodista Ricardo Bindi, abordaron este enfoque Miguel Taboada, de la Facultad de Agronomía de la UBA; Ana Posas, de la FAO; y el consultor médico Claudio Zin, quienes coincidieron en que el estado de los suelos incide directamente en la calidad de los alimentos y, por lo tanto, en la salud de las personas.
En este marco, Taboada propuso “superar la lógica de la productividad” para comprender el impacto que tiene la degradación de los suelos en la salud pública. El especialista enumeró los peligros que vuelven vulnerable al suelo, como la erosión, los desbalances de nutrientes y la contaminación por uso excesivo de pesticidas.
Taboada advirtió también sobre las consecuencias menos visibles, pero más graves, como la pérdida de micronutrientes esenciales en los cultivos. Puso el caso del zinc, cuya deficiencia no solo reduce la fertilidad del suelo, sino que compromete el valor nutricional de los alimentos. “Muchos cultivos han perdido entre 9 y 38% de sus niveles de nutrientes esenciales en las últimas décadas”, sostuvo. Por eso, destacó la importancia de prácticas como la biofortificación, el manejo responsable de fertilizantes según las 4R (por la palabra inglesa right: fuente correcta, dosis correcta, momento correcto y lugar correcto), la fijación biológica de nitrógeno y la medición periódica de suelos.
Desde la FAO, Ana Posas definió que el enfoque “Una salud” integra suelos, cultivos, animales y personas como eslabones de un mismo sistema. Subrayó que el 95% de los alimentos que consumimos depende del suelo, y que más del 99% de las calorías y el 93% de las proteínas que ingiere la población humana, provienen directa o indirectamente de cultivos que crecen en él. “El suelo es el origen de todo”, afirmó.
Según datos del organismo, más de 2.000 millones de personas sufren “hambre oculta”, una forma de malnutrición provocada por dietas que aportan calorías, pero carecen de nutrientes como hierro, zinc, yodo o vitamina A. Este problema afecta a cerca del 50% de los niños en todo el mundo y a dos tercios de las mujeres en edad reproductiva. “La malnutrición ya no es solo desnutrición u obesidad. Hoy también hablamos de personas que comen, pero no se nutren”, sostuvo Posas.
En este contexto, destacó la necesidad de promover una agricultura “sensible a la nutrición”, que priorice el contenido nutricional de los cultivos más allá del rendimiento. Y advirtió que “los fertilizantes son solo una parte de la solución: se necesita un enfoque ecosistémico que articule factores físicos, químicos y biológicos del suelo, marcos regulatorios, investigación científica y el compromiso de todos los actores de la cadena”.
El cierre del panel estuvo a cargo del reconocido médico, Claudio Zin, quien desmitificó el uso de suplementos como solución rápida a los problemas de salud. Según el especialista, la longevidad depende más del estilo de vida, la genética y, en parte, de la suerte, que del consumo de multivitamínicos.
Zin criticó con dureza el avance de los alimentos ultraprocesados, a los que responsabilizó del aumento de enfermedades crónicas. También se mostró a favor de gravar con impuestos a las empresas que utilizan azúcar en exceso en los alimentos procesados, tal como sucede con el tabaco. Y propuso una vuelta a lo simple: al consumo de frutas y verduras de estación, a los alimentos de baja industrialización y a la comida compartida: “Comer acompañado es parte de una alimentación saludable, no solo por lo que se come, sino por cómo se comparte”.
En el Simposio Fertilidad 2025 se analizó la nutrición de forrajes para la producción ganadera con cuestionamientos a las prácticas actuales, explorando nuevas estrategias de fertilización de forrajeras, y enfatizando en los nutrientes estratégicos en pasturas de las zonas productivas.
Rosario, mates 13 mayo (PR/25) — El Simposio FERTILIDAD 2025, realizado en Rosario bajo el lema “Nutrir el suelo, alimentar el futuro”, reunió durante dos días en Rosario a destacados especialistas para debatir sobre la nutrición en sistemas de producción ganadera. En el Panel de forrajes, se presentaron María Alejandra Marino, Gonzalo Berhongaray y Cristian Álvarez.
Marino presentó los resultados de una encuesta realizada a 300 productores ganaderos. Los datos revelaron “una tendencia de baja o nula aplicación de fertilizantes en pastizales naturales, que constituyen la base forrajera de la producción ganadera” (90% de los productores respondió que nunca los fertiliza), situación “que genera un círculo vicioso de improductividad”.
En cuanto a las pasturas perennes, como la alfalfa, el relevamiento indicó que el 50% de los productores que las utilizan fertilizan solo al momento de la siembra, a pesar de reconocer una vida útil promedio de 6 años para estas pasturas. “Esto sugiere una estrategia de fertilización inicial que no se acompaña de aportes de nutrientes a lo largo del ciclo productivo”.
En contraste, los cultivos forrajeros anuales o verdeos muestran una mayor adopción de la fertilización, con al menos el 50% de los encuestados afirmando fertilizarlos anualmente. “Esta práctica se asocia a la búsqueda de una alta producción de forraje en un corto período”.
Al analizar el uso de fertilizantes por nutriente, se observó que los fertilizantes fosfatados representan aproximadamente la mitad del volumen utilizado, seguidos por los nitrogenados (46%). Solo un 4% corresponde a fertilizantes azufrados y un 1% a otros nutrientes.
Los principales motivos reportados para no fertilizar incluyen la percepción de no observar una respuesta significativa (casi 60%) y la creencia de tener suelos con suficiente fertilidad (30%). Solo una minoría (menos del 10%) lo atribuye a la falta de recursos económicos.
Finalmente, Marino destacó que, si bien los productores consideran la recomendación técnica, subyace una baja convicción en la respuesta a la fertilización en recursos forrajeros. Concluyó que la ganadería pastoril argentina tiene un enorme potencial de crecimiento, pero sus recursos forrajeros se encuentran en una condición de subnutrición generalizada, lo que representa un desafío y una oportunidad para mejorar las prácticas de manejo y nutrición.
Gustavo Berhongaray, de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNL abordó el manejo de fertilización en sistemas pastoriles, planteando en principio que “fertilizar una pastura no siempre significa producir más pasto, y producir más pasto no siempre es necesario ni rentable, a diferencia de los cultivos de grano”. En este sentido dijo que para el tambero “el objetivo no es solo producir más, sino aprovechar mejor lo que se produce”.
Berhongaray derribó el mito de que los suelos de los tambos están naturalmente bien nutridos. Tras analizar 17 establecimientos pastoriles con suelos vírgenes y agrícolas, se vio que los niveles de materia orgánica, fósforo, nitrógeno, azufre, magnesio y otros nutrientes estaban muy por debajo de los valores de referencia, incluso en profundidad (hasta 60 cm). Y la distribución de nutrientes no era homogénea. “En los sectores donde se concentra la suplementación, como los piquetes, hay una acumulación excesiva, mientras que en los lotes más alejados las concentraciones de fósforo, por ejemplo, caen a valores críticos”, describió.
Ante este diagnóstico, Berhongaray avanzó con una revisión de más de 200 ensayos de fertilización de verdeos de invierno (centeno, triticale, trigo, avena y raigrás) para construir una herramienta de recomendación. Si bien solo 10% de los ensayos incluían análisis de suelo, se trabajó con respuestas promedio y eficiencia agronómica como indicador clave: kilos de materia seca producida por kilo de nitrógeno aplicado.
En este orden dijo que además de mejorar la producción de forraje, la fertilización también impacta en la calidad. En los ensayos recopilados, la aplicación de nitrógeno elevó el contenido de proteína bruta del 16,2 al 18,4%, lo que representa un incremento de más de 600 kilos de proteína por hectárea.
Finalmente, Cristian Álvarez, técnico del INTA Anguil, planteó los números de la producción forrajera para ganadería de carne, con foco “en la reina de las pasturas”, la alfalfa. “No tenemos la misma producción que hace 20 años, y sin embargo la genética ha avanzado muchísimo. Las alfalfas antes duraban cinco o seis años; hoy, en algunos sistemas, apenas llegan a tres, y en otros, a dos”.
Además, aparecieron problemas en los suelos como compactación, falta de estructura, baja porosidad, pH inadecuado en profundidad y estratificación de nutrientes. “Cerca del 40% de los lotes analizados muestran este tipo de limitantes”.
Citando una serie de casos, indicó que un ensayo realizado con una alta dosis de superfosfato triple -800 kilos por hectárea- se dieron incrementos de hasta 80% en biomasa respecto al testigo, aunque no se pudo precisar qué nutriente —fósforo o azufre— fue el más determinante.
También el azufre se destacó por su impacto positivo sobre la alfalfa. En algunos ambientes, solo con la aplicación de este nutriente se logró un aumento del 24% en la producción.
En otro orden alertó que el balance de nutrientes demostró ser muy negativo. “En sistemas donde se realizan cortes mecánicos, el 90 a 100% de los nutrientes se extraen y no se reponen”.
En sus conclusiones apuntó que, si bien hubo avances en la genética y en el manejo forrajero, muchos sistemas siguen perdiendo capacidad productiva por no tener en cuenta la nutrición y las condiciones físicas del suelo. “El descuido de variables como la compactación o la proporción de cationes nos está generando conflictos importantes, no solo en producción, sino en persistencia y calidad. No es solo cuestión de poner fertilizante, sino de entender qué se lleva el sistema en cada corte y qué hay que reponer”, cerró Álvarez.
Con el consenso de pensar el Simposio como fuente de información y conocimiento para motivar la innovación, culminó su 17° edición “Nutrir el suelo, alimentar el futuro”, con la participación de 3.000 asistentes, entre presenciales y vía streaming.
Buenos Aires, 11 de mayo (PR/25) .- Al cierre del evento, que tuvo lugar en Rosario, María Fernanda González Sanjuan, Fernando García y Esteban Ciarlo realizaron un repaso por los principales conceptos de los paneles, se entregó el Premio Estímulo Néstor A. Darwich al “Mejor Poster de Investigador Joven” en su 1ra Edición, y se sorteó un dron entre los asistentes acreditados.
Como ya es tradición, esta edición también dejó 10 mensajes claves como visión del trabajo realizado desde la última edición en 2023, y como prospectiva de los desafíos para los próximos años. Esta vez como un mensaje global que expresa el espíritu del Simposio, Fernando García y Esteban Ciarlo, los coordinadores académicos del encuentro, destacaron que “de estas jornadas no te vas a llevar una solución para aplicar en un lote, porque sabemos que no hay recetas mágicas, pero sí generamos un espacio para la generación de información y conocimiento para motivar la innovación”.
En cuanto a las 10 frases de esta edición, García detalló:
1. Los suelos muestran agotamiento de nutrientes, monitorear es clave.
2. Las brechas de aplicación explican significativamente las brechas de rendimientos.
3. VER el Fósforo, VER es Diagnosticar para identificar el problema.
4. Salud del suelo es Salud humana, Nutrición del suelo es Nutrición humana.
5. Sostenibilidad, nuestros manejos impactan nuestros suelos … y mucho más allá del lote.
6. ¡Big data e IA son herramientas claves y ya están disponibles! Educarnos y prepararnos para trabajos abiertos y colaborativos.
7. La inversión en tiempo y recursos para caracterizar la heterogeneidad y trabajar con precisión es una buena decisión.
8. Los bioestimulantes, las especialidades: mejor con adopción basada en evidencia científica.
9. Las brechas de nutrición de los sistemas forrajeros son aún más pronunciadas que las de la producción de granos.
10. No hay una receta única para todas las zonas agrícolas, sólo buena agronomía.
Al final de la jornada, González Sanjuan entregó el Premio Estímulo Néstor A. Darwich al “Mejor Poster de Investigador Joven” en su 1ra Edición, explicando que por “la cantidad de participantes y la calidad de sus trabajos, el jurado decidió otorgar una mención, un segundo y un primer premio”.
La mención fue para Paula Iglesias, que presentó un póster sobre “Gestión del nitrógeno en maíz: balance entre productividad y sostenibilidad”; el 2do Premio fue para Juan Rompani, cuyo trabajo se basó en “Modelos para apoyar el manejo sitio-específico de la fertilización nitrogenada en trigo en el centro oeste bonaerense”.
Finalmente, el 1er Premio se lo llevó Oscar Ávila, con su póster sobre “Calibración de métodos de diagnóstico de potasio basados en el análisis de suelo”.
Cabe recordar que el jurado estuvo conformado por el Dr. Flavio Gutiérrez Boem (FAUBA y CONICET), el Ing. Agr. Andrés Grasso (Representante de la firma RECUPERAR S. A.) y el Ing. Agr. Valentín Bastini (Representante de la firma RIZOBACTER).
El afortunado ganador del sorteo entre los presentes al cierre del Simposio fue Walter Fabbro, oriundo de Rafaela, quien se llevó un dron de última generación.
Reconocimientos a la trayectoria
Como en cada edición del Simposio, se dedicó un espacio especial a reconocer a referentes del sector, aquellas personas y profesionales que, a través de su recorrido, transmitieron conocimientos, inculcaron el apego a la ciencia y a la evidencia, enseñaron que es importante compartir la información, pero por sobre todas las cosas, contagiaron la PASION por la ciencia del suelo y la nutrición de cultivos.
En esta oportunidad, los reconocidos fueron Alberto Quiroga, Ingeniero Agrónomo (UNLPam), Magíster y Doctor en Agronomía (UNSur), quien actualmente se desempeña como profesional consulto del INTA Anguil, continuando su gran labor como extensionista, acercando sin descanso de manera práctica y sencilla, los resultados académicos de las prácticas agropecuarias relacionadas al manejo de los suelos.
El segundo reconocimiento fue para Agustín Sanzano, Ingeniero Agrónomo egresado de la Universidad Nacional de Tucumán. Es Master en Ciencias del Suelo de la Universidad de Buenos Aires, Investigador Principal y Jefe de la Sección Suelos y Nutrición Vegetal en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres de Tucumán.
Asimismo, Norma Arias y Juan José de Battista fueron homenajeados en el evento. Son dos apasionados de la agronomía que dejaron una huella imborrable en el INTA Concepción del Uruguay.
Sin duda el Simposio FERTILIDAD 2025 constituye el evento de carácter técnico y comercial especializado más importante del sector, trazando una agenda de trabajo y reuniendo a los referentes científicos y empresarios en jornadas que literalmente nutren el conocimiento para lo que se viene en manejo estratégico de los sistemas productivos.
El Simposio contó con la cobertura de más de 90 medios periodísticos y con el apoyo de las siguientes empresas: Agritec Global, Asociación de Cooperativa Argentina Coop. Ltda, Afital, Amauta Agro, Bertotto Boglione, Bunge Argentina, Clarion, Cofco Internationals Argentina, Compo Expert Argentina, Crucianelli, Duraplas Argentina, Easyagro, Fertilab, Jacto, Laboratorios NOVA, Louis Dreyfus Company Argentina, Microessentials, Nitron Group, Nutrien AG Solutions Argentina, OCP, Profertil, Puerto San Nicolás, Timac Agro, Recuperar, Rizobacter Argentina, Spraytec Argentina, SR Industria Metalúrgica, Stoller, Suelo Fértil, Yara e YPF Agro.
Rosario, sábado 10 mayo (PR/25) — Expertos en agronomía digital mostraron cómo el uso de Big Data e Inteligencia Artificial está revolucionando la nutrición de cultivos: desde modelos predictivos de rendimiento y calidad, hasta “gemelos digitales” que simulan escenarios en tiempo real para optimizar decisiones agronómicas.
En el Simposio Fertilidad 2025, el panel sobre “Big Data e Inteligencia Artificial para mejorar la nutrición” reunió a referentes internacionales en el tema, como el argentino Ignacio Ciampitti, investigador de la Universidad de Purdue, y Esteban Tronfi, de la empresa Ravit.
Ciampitti inició con la premisa de que “la tecnología avanza más rápido que la ciencia” y planteó que además de contar con datos hay que integrarlos y darles valor para la toma de decisiones. “La agricultura digital no es nueva, pero aún estamos aprendiendo a usarla bien”. En este sentido recordó que hay herramientas disponibles desde hace décadas -como los monitores de rendimiento- pero recién ahora se usan de forma efectiva “por el desarrollo de plataformas que permiten procesar y transformar esos datos en prescripciones de manejo”.
El profesor universitario planteó la necesidad de construir modelos predictivos a partir de múltiples fuentes de información. Puso como ejemplo a los modelos probabilísticos que permiten ajustar la densidad óptima de plantas según condiciones climáticas, como años secos o húmedos. También ejemplificó con el uso de imágenes satelitales para monitorear cultivos, predecir rendimiento y estimar estados fenológicos. Apuntó que, en ensayos realizados en Estados Unidos y Brasil, el equipo de Purdue logró predecir rendimientos de maíz y trigo con altos niveles de precisión, utilizando índices espectrales de satélites como Sentinel. “Una imagen satelital por semana es suficiente para tomar buenas decisiones”.
Ciampitti compartió avances en colaboración con la NASA, donde a partir de vuelos con sensores hiperespectrales en aviones lograron estimar concentraciones de nitrógeno en maíz y construir curvas de dilución de nutrientes. “Lo que buscamos es saber, en cada momento, cuánta biomasa hay y cuánta concentración de nitrógeno, para ajustar la nutrición de forma dinámica”, explicó.
En una línea más ambiciosa, también mostró avances en la predicción de calidad de cultivos. Con un trabajo basado en más de 300 lotes de productores en Estados Unidos, desarrollaron modelos que permiten mapear proteína y aceite en soja a partir de imágenes satelitales y algoritmos de inteligencia artificial. “La idea es construir una secuencia de datos que conecte satélites, cultivos y modelos de machine learning (aprendizaje automático) para hacer predicciones útiles y transferibles. La imagen satelital sin interpretación agronómica no sirve”, cerró.
Posteriormente, Tronfi, fundador de la Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica- Ravit-, se refirió a la experiencia de agronomía aumentada: “los gemelos digitales” para aprender y decidir mejor la nutrición de sistemas complejos. Estos modelos de toma de decisión implican “empoderar a quien toma las decisiones, dotarlo de más capacidades”. Para ello -dijo- “necesitamos unir el mundo de las decisiones con el mundo de la realidad”.
“Entendíamos que en la tecnología que manejábamos, los puntos que fundamentaban las decisiones estaban bien, lo que había cambiado era el contexto”. Por eso, dijo que ahora “si queremos aprender de la realidad, tenemos que trabajar en una red de realidades que permitan abordar toda esa complejidad”.
Así con el propósito de trasladar esa red de experiencias reales a la toma de decisiones “con datos anclados”, en la Ravit se propusieron construir “3 convergencias”: de la experiencia a partir de los agricultores; la de la inteligencia colectiva con la integración técnica y científica; y la tecnológica con IA y Big Data.
“A partir de estas convergencias desarrollamos modelos regionales con relación entre el ambiente, las decisiones de manejo y los resultados, conformando 750.000 nodos que llamamos tokens”, detalló Tronfi. “Queríamos llegar al decisor en el lote y dentro del lote en los diversos ambientes, así aparecieron los gemelos digitales”, agregó.
De ahí definió que “un gemelo digital es la representación del lote, es el intermediario entre los datos del lote y el conocimiento científico para la interpretación”, similar a una pantalla de simulación “donde se pueden plantear diferentes situaciones en base a datos reales, como la oferta hídrica y establecer variables de rendimiento y alternativas de fertilización nitrogenada en función de los posibles mapeos”.
“Con esos mapeos se establecen diversas alternativas de manejo con una proyección muy acertada y con un margen de anticipación que puede funcionar en los diferentes escenarios”, concluyó Tronfi.
Este libro es el resultado de cuatro viajes de su autora, Matilde Fierro, a la parroquia de Medjugorje, en Bosnia Herzegovina, donde se aparece la Virgen María como la Reina de la Paz desde 1981.
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