Avanzan en el desarrollo de una papa que optimiza el uso del agua

Avanzan en el desarrollo de una papa que optimiza el uso del agua

Un equipo de investigación del INTA Balcarce -Buenos Aires- utiliza nuevas técnicas de mejoramiento dirigido para uno de los cultivos más consumidos en la Argentina: la papa. La investigación busca obtener un cultivo que haga un uso inteligente del agua sin sacrificar el rendimiento. Resultados preliminares permitirán avanzar con los primeros ensayos a campo de líneas seleccionadas.

 

Buenos Aires, martes 30 julio (PR/24) — En un contexto donde el uso racional del agua es una prioridad, el término “cultivos inteligentes” cobra especial relevancia. Por esto, en el INTA Balcarce -Buenos Aires- utilizan la edición génica para ‘apagar’ sensores genéticos lo que le permite a la planta seguir creciendo a pesar de detectar menos agua en el suelo. Este avance aportaría una herramienta fundamental para el manejo del agua de riego, manteniendo la productividad aún en condiciones de baja disponibilidad hídrica y protegiendo los suelos.

Sergio Feingold, coordinador del programa de Biotecnología del INTA y especialista en edición génica, señaló que “si bien la papa tradicionalmente se riega, el desarrollo de cultivares que toleren condiciones de baja disponibilidad hídrica es vital para asegurar la sostenibilidad agrícola en el futuro”. Este enfoque no solo podría aumentar la productividad, sino también disminuir la presión sobre los recursos hídricos.

La investigación busca desarrollar plantas que sigan creciendo a pesar de una reducción en la disponibilidad del agua. “Esto es crucial, sobre todo, en áreas donde el riego es costoso y complicado, tanto económicamente como ambientalmente”, indicó Feingold.

Tradicionalmente, se creía que las plantas dejaban de crecer por la falta de agua. Sin embargo, estudios fisiológicos y moleculares indican que lo que las plantas hacen es anticiparse a una posible escasez de este recurso. “Cuando la planta detecta que la cantidad de agua en el perfil del suelo va disminuyendo por debajo de cierto umbral, cierra los estomas, que son pequeñas válvulas en las hojas que impiden la pérdida de agua, aunque este mecanismo también limita la entrada de dióxido de carbono, esencial para la fotosíntesis y, por ende, detiene el crecimiento”, describió Feingold.

La investigación se realizó con la variedad Spunta, que es la de mayor producción para consumo en fresco del país y que se cultiva desde los años ’70. Luego de inactivar un gen que interviene en el mecanismo de sensado de agua, se seleccionaron plantas que pueden continuar creciendo, cuando la disponibilidad de agua en el suelo cae por debajo del umbral del 50 %.

Feingold junto con Cecilia Oneto, Gabriela Massa y Florencia Rey Burusco -integrantes del Laboratorio de Agrobiotecnología del INTA Balcarce- consideran que esta característica será una herramienta que aporte a un manejo racional de agua, minimizando impactos negativos como salinización y erosión del suelo y permitiendo aprovechar lluvias ocasionales durante el ciclo del cultivo. Estas hipótesis serán probadas en ensayos a campo en la próxima campaña, que podrán realizarse debido a que (de acuerdo con la normativa nacional) este desarrollo es considerado equivalente a cualquier variedad generada por mejoramiento convencional.

“Tenemos muchas expectativas y esperamos que los resultados muestren a campo lo ya evidenciado en ensayos controlados: que las plantas mejoradas por edición mantienen niveles de producción iguales o superiores bajo condiciones de buena disponibilidad de agua y superan en rendimiento a la variedad convencional bajo condiciones limitantes de agua”, adelantó el especialista del INTA.

Un cultivo más inteligente

En épocas de inteligencia artificial, Feingold y su equipo de investigación se apoyan en la “inteligencia natural” de las plantas para hacerlas mejor para la producción y el ambiente. Por esto, organizan la III Jornada actualización en biotecnología de papa, que se realizará el 1 de agosto en el auditorio Agronomía de la Estación Experimental Balcarce del INTA, ruta 226, km 73,5.

La jornada tiene como objetivo acercar a productores, semilleristas y referentes de la industria, y a otros actores relevantes de la cadena de la papa, los avances en nuevas biotecnologías para el desarrollo y mejoramiento del cultivo. Además, se espera recoger comentarios y opiniones para direccionar los esfuerzos institucionales en investigación y desarrollo hacia demandas y desafíos específicos del sector.

Primicias Rurales

Fuente: INTA Informa

El agua: los pilares fundamentales en la industria porcina

El agua: los pilares fundamentales en la industria porcina

Buenos Aires, martes 30 julio (PR/24) — Cantidad, calidad y temperatura son las 3 necesidades vitales que debe cumplir el abastecimiento de agua en las granjas porcinas. El reconocido experto Mário Penz (Foto: Aves_Antonio_Mario_Penz_Junior.JPG), director global para Cuentas Estratégicas de Cargill, explica por qué si no hay agua segura que considere esas 3 características, se reduce la ingesta de alimento de cada cerdo y, en consecuencia, su ganancia de peso.

En la producción porcina, es común pensar que los cerdos beben agua porque consumen alimento, cuando en realidad ocurre lo contrario: los cerdos se alimentan porque beben agua. Si no hay agua en cantidad, calidad y temperatura adecuadas, el consumo de agua no es óptimo, lo que reduce la ingesta de alimento de cada cerdo y, en consecuencia, su ganancia de peso. El consumo de agua por parte de los cerdos se basa en tres pilares: cantidad, calidad y temperatura.

A)     Cantidad de agua

El consumo de agua es fundamental para el desarrollo de los cerdos. Durante la fase de crecimiento-terminación, necesitan entre 2 y 2.5 litros de agua por cada kilo de alimento consumido, mientras que las cerdas lactantes requieren incluso más, entre 3 y 4 litros por cada kilo de alimento. Es importante destacar que los cerdos, independientemente de su categoría o edad, pasan poco tiempo al día bebiendo agua (lechones alrededor de 5 minutos y cerdas alrededor de 9 minutos). Por ello, es crucial que el agua esté siempre disponible; si el cerdo no encuentra agua al acercarse al bebedero, se pierde una valiosa oportunidad para alcanzar un consumo óptimo.

No se puede determinar si los cerdos están consumiendo la cantidad necesaria de agua sin instrumentos de medición adecuados. La utilización de caudalímetros en las granjas porcinas permite calcular el consumo diario de agua. Para optimizar la recopilación de información, es recomendable registrar el valor que indica el caudalímetro todos los días a la misma hora, preferiblemente al mediodía cuando se registra la mayor temperatura ambiental, para aprovechar ese momento y medir también la temperatura más alta que alcanza el agua de bebida.

B)     Calidad de agua

La calidad del agua es otro aspecto crítico, con cuatro puntos clave a considerar:

1) Sólidos Disueltos Totales (SDT): Se debe tener menos de 1000 ppm de SDT, siendo óptimo un valor cercano a 150-200 ppm. Esto aporta información valiosa ya que, si el valor es bajo, la suma de minerales disueltos a nivel individual también lo es.

2) pHEl pH debe ser al menos 6, siendo óptimo alrededor de 4. Acidificar el agua puede ser útil, especialmente cuando se dejan de suministrar promotores de crecimiento a los cerdos.

3) Análisis semestrales con mayor grado de detalle: Cada seis meses, se debe analizar el agua en cuanto a niveles de calcio, fósforo, nitratos, nitritos, magnesio, sulfatos y hierro.

4) Análisis microbiológico: Es esencial evaluar la presencia de coliformes totales, buscando que el valor sea cercano a 0 (cero).

Para que los análisis de calidad realizados sean representativos, se debe ejecutar una correcta toma de muestras de agua en tres puntos:

–      Entrada de agua a la granja: para determinar si la fuente de agua es un problema o solución.

–      Entrada de agua al galpón: para evaluar si existe contaminación desde la fuente hasta el ingreso a cada galpón.

–      En las líneas de agua (primer y último bebedero): para evaluar si las líneas presentan contaminación.

 Esta toma de muestras debe realizarse todos los días y evaluarse el nivel de consumo diario, temperatura, pH y contenido de cloro; cada seis meses, se debe complementar esta evaluación con la realización de un análisis físico-químico (SDT, análisis profundo de minerales) y microbiológico.

¿Cuáles son los signos clínicos de una mala calidad de agua de bebida? Cuadros diarreicos, especialmente en lechones postdestete, y problemas urinarios.

C)     Temperatura del agua

La temperatura del agua también juega un papel crucial. Para los lechones, la temperatura óptima es de 25°C, mientras que para las cerdas reproductoras es de 12-15°C. En ninguna circunstancia, el agua debe superar los 25°C. Herramientas como refrigerantes y el emplazamiento adecuado de las tuberías en profundidad en el suelo son fundamentales para mantener una temperatura adecuada.

Conclusión

 –      La realización de una toma de muestra diaria para determinar el consumo de agua, la temperatura, el pH y el contenido de cloro proporciona información valiosa con un esfuerzo mínimo y un costo reducido.

–      La disponibilidad de agua en cantidad, calidad y temperatura adecuadas es esencial para asegurar el bienestar y la productividad de los cerdos en toda granja porcina.

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Fuente: Cargill – Provimi

El agua útil es clave para la toma de decisiones agronómicas

El agua útil es clave para la toma de decisiones agronómicas

La disponibilidad de agua en el suelo al momento de la siembra es crucial para inferir el rendimiento de los cultivos invernales en la región. Un informe del INTA Pergamino destacó la importancia del agua útil y sus efectos en la productividad agrícola.

Buenos Aires, miércoles 17 julio (PR/24) — La disponibilidad de agua útil en el perfil del suelo al momento de la siembra es un factor crucial para predecir el rendimiento de los cultivos invernales en la región centro-norte de la provincia de Buenos Aires.

Según un informe reciente de la Estación Experimental Agropecuaria Pergamino del INTA, esta relación es particularmente significativa en cultivos como el trigo, donde el ciclo de crecimiento coincide con épocas de menores precipitaciones.

“El agua útil es un buen predictor de un probable rendimiento a alcanzar”, afirmó Andrés Llovet –especialista en manejo de cultivos y suelos del INTA Pergamino–.

El informe destaca que el agua útil está definida entre dos niveles de humedad del suelo: la capacidad de campo (CC) y el punto de marchitez permanente (PMP). La capacidad de campo se refiere a la cantidad de agua que el suelo puede retener después de drenar el agua gravitacional, mientras que el PMP es el punto en el que el cultivo no puede absorber más agua y comienza a marchitarse. Llovet explicó que “la energía de retención para ambas constantes hídricas se establece en -0,1/-0,3 bares para la capacidad de campo y -15 bares para el punto de marchitez permanente”.

En la región donde se realizó el estudio, que abarca gran parte del área agrícola de la Experimental del INTA Pergamino, se observó una amplia diversidad de suelos debido a distintos factores y procesos formadores. “Dentro del uso agrícola, pueden encontrarse suelos del gran grupo Argiudoles y Hapludoles”, señaló Llovet.

El objetivo del informe fue cuantificar el contenido de agua útil a la siembra de cultivos invernales en la región, proporcionando una herramienta más para la toma de decisiones agronómicas. Para ello, junto a varias de las Agencia de Extensión Rural, se evaluaron lotes destinados a la siembra de trigo en 2024, en siembra directa y cuyo cultivo antecesor fue soja de primera. El muestreo se realizó durante las dos últimas semanas de mayo, sin registrarse precipitaciones significativas posteriores y a la fecha de publicación del informe, el 11 de junio. “Se escogieron sitios representativos donde se realizó un muestreo con barreno para determinar el contenido de humedad gravimétrica promedio por estrato u horizonte hasta 1.5 a 2 metros de profundidad”, explicó Llovet.

Los resultados mostraron que el 92 % de los sitios evaluados presentaron más de 100 milímetros  de agua útil al metro de profundidad. Sin embargo, las disponibilidades variaron considerablemente en el segundo metro. “La dinámica de recarga del perfil durante la última parte del ciclo del cultivo anterior y luego de su madurez fisiológica se relacionó con este comportamiento”, indicó Llovet, haciendo referencia a las precipitaciones registradas entre marzo y mayo, que oscilaron entre 249 milímetros y 495 milímetros.

El estudio también reveló patrones disímiles de distribución del agua en el perfil del suelo. Por ejemplo, se observaron buenas distribuciones en todo el perfil en algunos sitios, mientras que en otros se registraron recargas insuficientes del segundo metro. En ciertos casos, hubo una marcada influencia de ascenso capilar en el primer metro y presencia de napa freática en profundidad. “Estas particularidades del balance hídrico exceden el objetivo del presente informe, pero son cruciales para entender las variaciones en la disponibilidad de agua”, explicó el especialista.

La determinación del agua disponible en un ambiente particular requiere el uso de constantes hídricas ajustadas, al menos el PMP, para que el agua útil sea una herramienta eficaz para la toma de decisiones agronómicas. Llovet enfatizó que “se debe evitar incurrir en errores significativos de estimación en un determinado ambiente, si queremos utilizar esta herramienta para mejores ajustes de manejo y expectativas de rendimiento”.

El informe concluye que la región centro-norte de Buenos Aires presenta contenidos adecuados de agua útil en el perfil del suelo, siendo el primer factor de producción necesario para construir buenas expectativas de rendimiento en los cultivos invernales. Sin embargo, las condiciones climáticas primaverales serán determinantes para concretar estas expectativas. “Las mayores precipitaciones en el centro-sur de la región generaron el restablecimiento de niveles freáticos en algunos ambientes predisponentes”, concluyó Llovet, y destacó la importancia del monitoreo continuo de las condiciones del suelo y el clima.

Primicias Rurales

Fuente: INTA Informa

Diseñan estrategias para mejorar el uso del nitrógeno y el agua en caña de azúcar

Diseñan estrategias para mejorar el uso del nitrógeno y el agua en caña de azúcar

NOA, jueves 13 junio (PR/24) — Un equipo de especialistas del INTA trabaja en la puesta a punto de prácticas de manejo para mejorar el rendimiento y la rentabilidad de cultivo, que representa una actividad clave en el entramado agroproductivo de las provincias de Salta y Jujuy.

    El nitrógeno es un nutriente esencial para el crecimiento de la caña de azúcar, pero un uso excesivo de este insumo puede tener impactos negativos en el medio ambiente. Por su parte, el agua es un recurso escaso en diversas regiones del NOA, por lo que es crucial eficientizar su uso en la producción de caña de azúcar.

    En este sentido, investigadores del INTA Salta y de Yuto trabajan sobre la identificación de estrategias específicas que permitan maximizar la eficiencia en el uso del nitrógeno y el agua en caña de azúcar. Esto se traduciría en una mayor productividad y rentabilidad para los productores, al mismo tiempo que se reduciría el impacto ambiental asociado al uso excesivo de insumos.

    De acuerdo con Hugo Fernández, investigador del INTA Salta y Yuto, “estas prácticas no solo contribuirán a una mayor sostenibilidad en la producción de caña de azúcar, sino que también ofrecen una oportunidad para mejorar la calidad de los cultivos y aumentar la competitividad en el mercado”.

    “Este trabajo se enfocó en evaluar y estudiar cómo varía la eficiencia en el uso del nitrógeno y el agua en el cultivo de caña de azúcar, en dos zonas de manejo homogéneas caracterizadas por las condiciones edáficas (zona arcillosa y zona arenosa) y según las condiciones ambientales en las que se encuentre el cultivo”, afirmó Fernández. La caña de azúcar se encuentra fuertemente asociada a estos dos recursos, que inciden directamente en el rendimiento.

    Las características edáficas presentan una gran variabilidad a nivel de lote, principalmente asociadas a variaciones físicas. “En este estudio determinamos a qué se debe la variación en la eficiencia en el uso del nitrógeno y agua; para ello, trabajamos sobre un lote determinando sus características fisicoquímicas. Además, se hicieron evaluaciones con imágenes satelitales, que sirvieron para establecer patrones y correlacionarlos con las características de este lote. Este tipo de información permite delimitar zonas que se comportan de manera homogénea”, destacó el especialista.

    Resultados de la investigación

    Los resultados permitieron determinar los cambios del rendimiento para ambas zonas. Con un mismo manejo agronómico, y en promedio de ambas campañas, la zona arcillosa rindió un 18 % más que la zona arenosa. A su vez, aplicando nitrógeno como urea en el rango de 0 a 173 kilos de nitrógeno por hectárea, el rendimiento se incrementó 0,22 toneladas por kilo de nitrógeno aplicado.

    “En cuanto a las eficiencias, los valores fueron mayores en la zona arcillosa para ambas campañas, encontrándose una diferencia entre zonas promedio del 9 % para la eficiencia en el uso del nitrógeno y del 19 % para la eficiencia en el uso del agua”, determinó Fernández, y agregó: “Estos avances en la investigación permiten proporcionar información más precisa y que el productor sepa qué cantidades de insumos van a ser óptimas para cada ambiente al momento de planificar su campaña”.

    Los resultados obtenidos permiten determinar la eficiencia en el uso y aplicación de los insumos de acuerdo con la zona y las características del lote, evitando así hacer un manejo homogéneo que no respete los requerimientos adecuados a cada lote en particular. Además, el retorno económico seguramente sea menor en casos donde se utilizan los insumos de forma homogénea, sin tener en cuenta la variabilidad que existe dentro de cada lote.

    Por otro lado, “es importante tener en cuenta que esta eficiencia puede variar según sean las condiciones ambientales de la campaña o del año. En este estudio, detectamos que en años más lluviosos la diferencia entre zonas de manejo homogéneas tendió a igualarse, y en años más secos, esta diferencia de eficiencia tendió a ser un poco más alta” dijo Fernández.

    La investigación es un paso importante hacia una agricultura más productiva, ya que los resultados permiten afirmar que sería posible diagramar estrategias de manejo de la fertilización nitrogenada y el riego en caña de azúcar, considerando zonas de manejo homogéneas. Este manejo podría permitir un incremento en la eficiencia en el uso de recursos e insumos que repercutiría en una mayor productividad y rentabilidad; es decir que, con el conocimiento y las herramientas adecuadas, los productores podrán aprovechar al máximo los recursos disponibles y contribuir al desarrollo del sector agrícola de la región.

    Primicias Rurales

    Fuente: INTA Informa

    Suelos: cómo conservar 100 milímetros de agua de lluvia

    Suelos: cómo conservar 100 milímetros de agua de lluvia

    Las abundantes precipitaciones registradas en gran parte del país permitieron una recarga de las reservas de agua en el suelo y se presentan como una oportunidad para el sector agropecuario.

    Buenos Aires, 27 de marzo (PR/24) .- Frente a este escenario, especialistas del INTA y de la Universidad de La Pampa destacan la importancia de gestionar el agua disponible para la próxima campaña a fin de que su consumo sea eficiente y racional.

    El cambio en el clima es una variable constante. La transformación en el régimen de lluvias y de temperaturas a escala global tienen efectos directos sobre los sistemas agroalimentarios que producen a cielo abierto. Los pronósticos estacionales actuales indican altas chances de un evento La Niña que se asocia a una probabilidad de menores lluvias. Frente a este escenario, resulta clave que el sector agropecuario implemente prácticas de manejo que mejoren la capacidad de captación y almacenaje de agua en los suelos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, control temprano de malezas en rastrojos y cultivos de cobertura y nutrición. 

    Para Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, “el suelo es un reservorio natural capaz de almacenar más de 100 milímetros de agua de lluvia, desde ya según la capacidad de retención de agua útil de cada tipo de suelo, acorde a su composición textural y profundidad”. Por esto, es “clave conservar y gestionar el agua en el suelo en los momentos de aporte desde la atmósfera mediante prácticas agronómicas acorde a cada paisaje y ambiente”.    En esta línea, explicó que “las precipitaciones registradas durante las últimas semanas permitieron una recarga de las reservas de agua en el suelo que, en algunas zonas -incluso- alcanzó la completa saturación del perfil”. En este punto consideró “estratégico” planificar y asegurar el inicio de la siembra de fina y planificación de gruesa de primera, acorde a esas reservas. 

    De acuerdo con Mercuri, “la conservación del agua en el suelo es prioridad de adaptación a los extremos del clima y hoy es una práctica agronómica que debe tener la máxima atención, igual o mayor a la atención a los pronósticos futuros”. En ese sentido, señaló que “estas lluvias, por un lado, aseguran un buen llenado de granos para los cultivos tardíos o de segunda y por otro lado permiten alta producción de materia seca en verdeos, perfilar abundantes reservas de pasturas para invierno y silajes adecuados”.    De todos modos, reconoció que “el fenómeno climático El Niño presenta una distribución muy heterogénea” y que “aún hay zonas en el oeste y en el centro-norte de Buenos Aires en donde las condiciones se mantienen entre normales a escasas con déficit hídrico” y en otra áreas ambientes bajos anegados.

      Un objetivo, numerosas estrategias

    Existe una amplia diversidad de estrategias agronómicas que permiten conservar agua de lluvia: “algunas se inician al momento de la cosecha, y ocurren entre campañas” aclara Pablo Mercuri, mientras que otras “son a largo plazo”. Entre las que requieren mayor planificación se destaca la sistematización de lotes con terrazas, laboreo contrario a la pendiente, siguiendo curvas de nivel, mejoras en la estructura del suelo para la infiltración del agua, y laboreos que eviten la compactación.

      De acuerdo con Martín Díaz Zorita -profesor e investigador de la Universidad de La Pampa, el Conicet y vicepresidente del Consejo del CIRN- “el suelo es el elemento que amortigua los momentos de carencia de agua porque permite esperar la próxima lluvia y administrar las plantas durante su crecimiento”.  

    En línea con la planificación de la próxima siembra de cultivos de invierno o de verano, recomendó “aprender a gestionar el otoño, es decir, asegurar que ingrese la mayor cantidad de agua posible en el lugar donde ocurre la lluvia”.  

    En ese sentido, Díaz Zorita remarcó que “el manejo de coberturas es asegurar condiciones de distribución de rastrojos en el lote para que la gota de agua de lluvia impacte lo menos posible en forma directa en el suelo y, por lo tanto, el proceso de infiltración se dé mayormente en el lugar donde cae, y no que se dé rotura de suelo, planchados, sellado de poros y escurrimiento”.  

    “El segundo factor es tratar de cuidar al suelo, porque si el suelo está húmedo, cuando cosechamos estamos en el punto de mayor impacto de compactación o de pérdida de poros, porque estamos generando una presión muy grande y los poros colapsan”, explicó el especialista. 

    Entonces, “la segunda observación agronómica en momentos de cosecha con suelo húmedo es evitar el tránsito con equipos muy pesados, es decir, tratar de tener sectores solamente de tránsito de descarga y descarga de los granos, que no cubran todo el lote”, indicó. 

    En tercer lugar, Díaz Zorita hizo hincapié en cuidar el agua que ingresa al suelo: “La evaporación tiene que ser la menor posible, para lo cual, la cobertura del suelo con rastrojos ayuda; y la transpiración tiene que ser exclusivamente a través de las especies, de los cultivos que cosechamos, que producimos, para lo cual, el manejo del control de malezas tiene que ser lo más temprano posible”, remarcó. 

    De esta manera, se asegura que el consumo de agua que se va a tener va a ir dirigido principalmente hacia los cultivos que se están realizando y que no haya una pérdida por la competencia por las malezas.  

    En síntesis, de acuerdo con Díaz Zorita, “hay que tratar que el agua infiltre donde cae, por lo tanto, el sistema poroso tiene que estar lo más preparado posible, y eso es con baja presión de compactaciones, y que el consumo o la competencia por ese recurso se reduzca o sea más eficiente para poder reflejar ese efecto de conservación y de transferencia a la transpiración”.  

    ¿Por qué es importante que el agua entre verticalmente donde cae? El investigador señaló que “el exceso de agua tiende a acumularse en los sectores bajos, donde termina el escurrimiento; entonces cuanto más logro incorporarlo, mejor es, para no terminar en inundación, salinidad por ascenso de napas freáticas y problemas de cosecha”. 

    “Se generan muchos riesgos productivos y hacia el ambiente cuando el agua se mueve en superficie, por eso desde lo agronómico, todo lo que podamos hacer en este momento de otoño para que cada gota de agua ingrese donde cae, es valiosísimo”, concluyó Díaz Zorita.  

    Primicias Rurales

    Fuente: INTA informa

    La productividad del agro depende hasta en un 80 % del agua

    La productividad del agro depende hasta en un 80 % del agua

    Se trata de un recurso natural renovable, escaso e indispensable para la supervivencia de todos los ecosistemas y fundamental para producir alimentos.

    Buenos Aires, 22 de marzo (PR/24) .- Especialistas del INTA subrayan la importancia de gestionar el agua para aumentar la eficiencia y la productividad de los sistemas en escenarios contrastantes. Para esto, recomiendan prácticas de manejo que mejoren la capacidad de captación y almacenaje de los suelos, eviten la evaporación directa y optimicen las prácticas de manejo de cultivos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, cultivos de cobertura y nutrición.

    Del total del agua del planeta sólo el 3 % es agua dulce y sólo un tercio representa agua superficial y está disponible en ríos, lagos y lagunas. Además de escaso, este recurso natural es muy preciado. A escala global, el 70 % del agua dulce que se extrae en el mundo se destina a agricultura, ya que es el sector que más consume, seguido por el industrial y el doméstico. De allí la importancia de ser racional y eficiente en su uso.

    Frente a esto, especialistas del INTA subrayan la importancia de gestionar el agua para aumentar la eficiencia y la productividad de los sistemas, y brindan una serie de estrategias y pautas de manejo del agua en escenarios contrastantes.

    “Entre el 70 y el 80 por ciento de la productividad en el sector agropecuario depende del agua”, subrayó Cristian Álvarez –especialista en gestión del agua en agricultura del INTA General Pico, La Pampa–. En esta misma línea, Fernando Salvagiotti -referente en manejo de sistemas y ecofisiología de cultivos del INTA- recalcó: “El agua es el eje central de nuestra producción”.

    Para Salvagiotti es “trascendental” que “el manejo de los sistemas de producción apunte a mejorar la gestión del agua” porque “la mayor parte de la producción de los cultivos extensivos en la Argentina es en secano”. Y agregó: “El manejo del agua es el factor principal limitante de toda producción agropecuaria”.

    En esta misma línea, Álvarez no dudó en asegurar que, por tratarse de un recurso indispensable para todas las producciones, es “fundamental” mejorar la capacidad de captación y almacenaje de agua en los suelos, así como revisar las prácticas de manejo de los cultivos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, coberturas y fertilización para incrementar la eficiencia en el uso de agua global.

    Es que, según detalló, “entre el 50 y el 75 por ciento de las precipitaciones anuales retorna a la atmósfera sin pasar por un proceso productivo. Esto es un claro ejemplo de la baja eficiencia en el uso del agua”. En esta línea, Álvarez destacó: “Es importante entender que el agua no es un factor único, sino que interactúa con otros factores de la producción y está directamente ligado al manejo que se realice del suelo y los cultivos, herramientas que potenciarán la productividad y el comercio de granos y carnes, leches y otros derivados a nivel nacional e internacional”.

    Cultivos de cobertura: una estrategia, muchos beneficios

    “Es una de las herramientas más importantes para disminuir el impacto negativo de la falta de coberturas en el invierno y que pueden contribuir a incrementar la captación del agua y mejorar la distribución de agua en el perfil del suelo”, aseguró Álvarez quien, también, reconoció que “incrementan la eficiencia en comparación con barbechos sin cobertura e impulsa una mayor biodisponibilidad, aún en zonas con alto estrés hídrico”.

    Según explicó, mantener el suelo cubierto con cultivos es “estratégico” para mejorar la capacidad de captación y cosecha de agua, en especial, en aquellas regiones con pendiente. Además, permite disminuir los efectos del tránsito frecuente en los sistemas de directa.

    Estrategias ante escenarios contrastantes

    El agua útil para los cultivos -describió Álvarez- es el resultado de las precipitaciones y de las características del suelo que determinan su capacidad para retener agua. Las prácticas de manejo a escala de sistema que mejoran la captación de agua del suelo (labranzas, rotaciones de cultivos, uso de cultivos de cobertura, sistema de labranza) afectaran la captura de agua, por lo que es importante saber, al momento de sembrar, cuál es el cultivo antecesor.

    Por otra parte,  es importante conocer la profundidad efectiva de las raíces de los cultivos, que determinaran la capacidad de captura de agua de los mismos. Esta profundidad efectiva dependerá del cultivo, pero también de las impedancias físicas del suelo (sectores compactados, presencia de tosca, entre otros).

    Otro factor que puede afectar la disponibilidad de agua son las napas freáticas. Estas varían en profundidad según la región y tienen un efecto positivo en la producción cuando se encuentran entre los 50 y 150 centímetros. Además, el ascenso de estas es variable como también la composición de sales de la misma.

    “Mediante un análisis la profundidad de las napas se puede ordenar algunas secuencias de cultivos según el ambiente”, detalló Álvarez quien ponderó el “valor extra” que ofrecen las napas a la hora de diseñar las estrategias de manejo en el campo. “Para ser eficientes y mejorar la productividad es importante identificar las mejores combinaciones genotipo-ambiente-manejo”, puntualizó.

    De acuerdo con el especialista en gestión en agua del INTA, “durante las últimas campañas se vienen registrando escenarios contrastantes, una problemática que requiere de un enfoque cada vez más ´sistémico´ y no solo disciplinario”. Para Álvarez es “clave” tener una nueva agenda técnica y científica orientada al logro de una mayor eficiencia en el uso del agua considerando no solamente los factores que afectan la productividad física, o sea los kilos por hectárea por milímetro (kg grano/forraje-mm de agua) sino también aquellos que inciden sobre la productividad económica de la misma, el ingreso económico por milímetro ($/mm).

    Más de 30 años de monitoreo constante del agua edáfica en cada una de las estrategias a la siembra, en floración de los cultivos y a cosecha permitieron que en INTA podamos identificar las herramientas y estrategias más eficientes. “Para mejorar la productividad es clave considerar la siembra directa, las estrategias de fechas y densidad de siembra en los cultivos, el uso de coberturas y la nutrición de los cultivos”, destacó. Además, de caracterizaciones de los diferentes ambientes productivos- asociados a tipo de suelo, napa y sus características (profundidad y calidad) e interpretación de estos 3 niveles de abordajes para una mejor agronomía de campo y cuidado de los recursos.

    Primicias Rurales

    Fuente: INTA informa