Las posadas comienzan en el corazón: ¿hay espacio hoy para el otro?

Las posadas comienzan en el corazón: ¿hay espacio hoy para el otro?

En el camino hacia la Navidad, la tradición de las posadas invita a volver la mirada hacia una escena sencilla y profundamente humana: José y María buscando un lugar donde alojarse, tocando puertas que se cierran una tras otra. Más allá del relato bíblico y de las celebraciones populares, la pregunta sigue vigente: ¿hay espacio hoy para el otro?

Buenos Aires, lunes 15 diciembre (PR/25) — En el camino hacia la Navidad, la tradición de las posadas invita a revivir una escena sencilla y profundamente humana: José y María recorriendo las calles de Belén en busca de un lugar donde alojarse, golpeando puertas que se cierran una tras otra. Más allá del relato bíblico y de las celebraciones populares, la pregunta atraviesa el tiempo y llega hasta hoy: ¿hay lugar para el otro en nuestra vida cotidiana?

Las posadas no son sólo una representación del pasado ni un gesto simbólico propio del Adviento. Comienzan en el corazón de cada persona, en la disposición interior para acoger, escuchar y acompañar.

En una sociedad marcada por el individualismo, la velocidad y la indiferencia, abrir una “posada” significa hacerse cargo del dolor ajeno, de la soledad, del cansancio y de las necesidades concretas de quienes nos rodean.

A lo largo de la historia de la Iglesia, muchos santos supieron encarnar este espíritu de acogida. San José, silencioso y fiel, fue el primero en convertirse en posada para María y para el Niño, aceptando cuidar y proteger una vida frágil en medio de la incertidumbre. San Vicente de Paúl transformó su corazón en refugio para los pobres y abandonados, recordando que servir a los necesitados es servir al mismo Cristo.

También Santa Teresa de Calcuta abrió posadas allí donde nadie quería entrar: en las calles, en los hospitales, entre los moribundos y descartados. Su vida fue un testimonio concreto de que la verdadera hospitalidad no depende de recursos materiales, sino de una mirada capaz de reconocer la dignidad del otro.

En la misma línea, San Francisco de Asís eligió la pobreza y la cercanía con los más pequeños, haciendo de su vida un hogar abierto para todos.

El mensaje cristiano propone una lógica distinta a la del mundo actual: invita a mirar al prójimo no como una molestia, una amenaza o una carga, sino como una oportunidad para amar. Ser posada hoy es ofrecer tiempo cuando falta, paciencia cuando se agota, una palabra de consuelo cuando todo parece oscuro.

Es animarse a salir de la comodidad propia para dar lugar al que golpea la puerta, aún cuando no tengamos todas las respuestas.

El nacimiento de Jesús interpela de manera directa. El Hijo de Dios no encontró lugar en la posada, pero fue recibido en la humildad de un pesebre.

Allí donde hubo sencillez y apertura, la vida pudo nacer. Esa escena se repite cada vez que alguien decide hacerse cercano al que sufre, al que está solo, al migrante, al enfermo, al anciano olvidado.

La Navidad, entonces, no se reduce a luces, regalos o encuentros sociales. Es una invitación concreta a transformar el corazón en refugio, a permitir que Cristo nazca en nuestras actitudes, en nuestras decisiones y en nuestra manera de relacionarnos con los demás.

Como recordaba San Juan Pablo II, “el hombre no puede encontrarse plenamente sino a través del don sincero de sí mismo”.

En tiempos de crisis, fragmentación social e incertidumbre, el llamado se vuelve urgente: podemos ser posadas para el otro que nos necesita. Allí donde haya acogida, misericordia y amor, habrá espacio para la esperanza y para una Navidad verdaderamente vivida.

Primicias Rurales: Por Matilde Fierro

Fuente: Catholic Net / IA

Papa León XIV: Jesús “vence la ideología” que “nos hace sordos a la verdad”

Papa León XIV: Jesús “vence la ideología” que “nos hace sordos a la verdad”

Ciudad del Vaticano, lunes 15 diciembre (PR/25) — Durante el Ángelus de este domingo, el Papa León XIV pidió que en este tiempo de Adviento se una “la espera del Salvador a la atención de lo que Dios hace en el mundo” para poder “experimentar la alegría de la libertad”.

El Pontífice rezó desde el balcón de su estudio privado en el Palacio Apostólico y aseguró que Jesús “vence la ideología” que “nos hace sordos a la verdad”.

“Es Cristo, de hecho, quien abre los ojos del hombre a la gloria de Dios. Él da la palabra a los oprimidos, a quienes la violencia y el odio les han quitado la voz”, afirmó el Santo Padre.

“Él cura las apariencias que deforman el cuerpo. De este modo, el Verbo de la vida nos redime del mal, que lleva el corazón a la muerte”, explicó León XIV.

El Papa se refirió también al Evangelio del día, que presenta una escena en la prisión desde la que Juan el Bautista “envía a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?”.

En este contexto, el Pontífice subrayó que Cristo anuncia quién es “a través de lo que hace” lo que es “un signo de salvación para todos nosotros”. En efecto, continuó el Papa, cuando se encuentra a Jesús, “la vida carente de luz, de palabra y de sabor recupera su sentido. Los ciegos ven, los mudos hablan, los sordos oyen”.

El Papa recordó que “la palabra de Jesús nos libera de la prisión del desánimo y el sufrimiento, toda profecía encuentra en Él el cumplimiento esperado”.

Asimismo, enfatizó que “como discípulos del Señor, en este tiempo de Adviento estamos llamados a unir la espera del Salvador a la atención de lo que Dios hace en el mundo”.

“Sólo así podremos experimentar la alegría de la libertad que encuentra a su Salvador”, concluyó.

Primicias Rurales

Fuente: ACI Prensa

 

Las terribles consecuencias de la impureza

Las terribles consecuencias de la impureza

ShotPrime Studio I Shutterstock . La adicción a la pornografía está muy extendida, no sólo entre adultos. Es necesario bloquear esas páginas en la computadora y celular. 

Uno de los males a los que nos enfrentamos con gran intensidad es a los pecados contra la impureza, para ello San Pablo nos advierte de las consecuencias en el alma.

España, lunes 15 diciembre (PR/25) — El Apóstol San Pablo, en su carta a los Efesios (4, 18-19), advierte con fuerza sobre el peligro de dejar que el corazón se oscurezca y se endurezca ante Dios. Refiriéndose específicamente de aquellos que, al alejarse de la verdad, caen en una vida marcada por la impureza y por deseos desordenados que finalmente terminan por esclavizarnos.

Estas palabras, dirigidas originalmente a la joven comunidad cristiana de Éfeso, resuenan hoy con sorprendente actualidad. Vivimos en una época en la que la impureza se ha convertido en uno de los pecados más extendidos y normalizados, promovido incluso como forma de libertad o entretenimiento.

La ola de la impureza

Les plaintes pour viol ont triplées en huit ans en France

 

La saturación de estímulos, la pérdida de referencias morales y la trivialización del cuerpo han hecho que muchos, casi sin advertirlo, entren en ese mismo proceso de oscurecimiento interior del que habla el apóstol.

Por ello, antes de profundizar en los efectos que provoca la impureza y su impacto espiritual, moral y humano, es necesario detenernos en la advertencia paulina: ella no solo señala un peligro, sino que invita a recuperar la claridad de la mente y la pureza del corazón para vivir conforme a la dignidad que Cristo nos ha dado.

Aquí te mostramos las advertencias que hace san Pablo:

 

1Endurecimiento de corazón

La cuenta católica en Instagram: Florecilla Católica, explica lo que san Pablo quiso decir en este punto. Mencionando que san Pablo al ser siempre tan claro en sus cartas, escribe que la impureza provoca «porosis».

Lo que quiere decir que el pecado lleva a la insensibilidad del alma, «cuyo defecto terrible es que petrifica y ya no deja sentir dolor verdadero de haberlo cometido, ni horror de cometerlo otra vez».

2Genera desvergüenza

En este punto, san Pablo menciona que  al existir una lascivia, significa: no tener vergüenza para cometer un acto que no es bueno. Es así como el pecado de la impureza poco a poco, se va metiendo en nosotros hasta pedirnos más y lograr dominarnos.

Por lo que, muchas personas que caen en la impureza, se van involucrando cada vez más, al punto de silenciar poco a poco su conciencia, perdiendo así su dignidad.

3Deseos desenfrenados por pecar

 

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El perfil de Florecilla Católica, explica cómo san Pablo utiliza la palabra “pleonexia” para referirse al “deseo desordenado e incontrolado de obtener lo que quiere, aunque esto vaya contra los derechos de los otros”.

Por esta razón debemos evitar caer en esta tentación, así como proteger a los pequeños para evitar que caigan a causa de contenido en redes sociales e internet.

 

Primicias Rurales

Fuente: Aleteia

León XIV: «Nadie coincide con lo que ha hecho, siempre es posible empezar de nuevo»

León XIV: «Nadie coincide con lo que ha hecho, siempre es posible empezar de nuevo»

El Papa León XIV pide comprender que ningún ser humano coincide con lo que ha hecho y que la justicia es siempre un proceso de reparación. También invita a que se cumpla el deseo del Papa Francisco expresado el año pasado en la cárcel de Rebibbia – cuando abrió la Puerta Santa – de conceder formas de amnistía o condonación de la pena como medida de reinserción.

Por Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

En la Solemnidad del III domingo de Adviento, conocido como el domingo de la alegría, el Papa León XIV preside la Santa Misa en la Basílica de San Pedro con motivo del Jubileo del mundo penitenciario, concluyendo con éste los grandes eventos del Año Santo. «Celebramos hoy el Jubileo de la esperanza para el mundo carcelario, para los presos y para todos aquellos que se ocupan de la realidad penitenciaria», ha afirmado esta mañana el Papa ante miles de fieles presentes en la basílica papal.

Reconocimiento de las dificultades en prisión

En su homilía, León XIV ha reconocido las dificultades de la vida en prisión y el desafío que representa mantener la fe y la perseverancia frente a las adversidades: “Es verdad, la cárcel es un entorno difícil y hasta las mejores intenciones pueden encontrar muchos obstáculos. Precisamente por eso, no hay que cansarse, desanimarse o retroceder, sino seguir adelante con tenacidad, valentía y espíritu de colaboración”.

Pero, al mismo tiempo, recuerda que la justicia auténtica busca la reparación y la reconciliación más que el castigo exclusivo: “Son muchos los que aún no comprenden que hay que levantarse de toda caída, que ningún ser humano coincide con lo que ha hecho y que la justicia es siempre un proceso de reparación y reconciliación”.

 

Un fiel durante la Santa Misa con ocasión del Jubileo de los presos.   (@Vatican Media)

Luz en medio de la oscuridad

León XIV abre la puerta a la esperanza, recordando también que incluso en los contextos más difíciles es posible cultivar valores como la sensibilidad, la misericordia y la capacidad de perdón: “Del duro terreno del sufrimiento y el pecado brotan flores maravillosas e incluso entre los muros de las prisiones maduran gestos, proyectos y encuentros extraordinarios en su humanidad”.

Siempre es posible empezar de nuevo

El Pontífice ha destacado la importancia de medidas concretas de reinserción y recuperación de la confianza de las personas privadas de libertad, mencionando el deseo expresado por el Papa Francisco de conceder formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad: “Confío en que en muchos países se dé cumplimiento a su deseo. El Jubileo, como sabemos, en su origen bíblico era precisamente un año de gracia en el que, de muchas maneras, a todos se les ofrecía la posibilidad de empezar de nuevo”.

Por último, ha mencionado los enormes los desafíos actuales del sistema penitenciario como el hacinamiento, las limitaciones en los programas educativos y laborales, y la necesidad de acompañamiento personal en los procesos de conversión y sanación emocional: “no olvidemos, a nivel más personal, el peso del pasado, las heridas que hay que curar en el cuerpo y en el corazón, las desilusiones, la infinita paciencia que se necesita, consigo mismo y con los demás, cuando se emprenden caminos de conversión, y la tentación de rendirse o de no perdonar más”.

León XIV ha concluido con una exhortación clara y esperanzadora: “sólo hay una cosa importante: que nadie se pierda y que todos se salven”.

TEXTO COMPLETO: Homilía del Papa León XIV en la Misa por el Jubileo de los Presos

Queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy el Jubileo de la esperanza para el mundo carcelario, para los presos y para todos aquellos que se ocupan de la realidad penitenciaria.

Con una elección llena de significado, lo hacemos en el tercer domingo de Adviento, que la liturgia define como “¡Gaudete!”, por las palabras con las que comienza la antífona de entrada de la Santa Misa (cf. Flp 4,4).

En el año litúrgico, este es el domingo “de la alegría”, que nos recuerda la dimensión luminosa de la espera: la confianza en que algo bello, y gozoso sucederá.

A este respecto, el 26 de diciembre del año pasado, el Papa Francisco, al abrir la Puerta Santa en la iglesia del Padre nuestro, en el centro de detención de Rebibbia, lanzó una invitación a todos: «Dos cosas les digo —afirmó—. Primero: la cuerda en la mano, con el ancla de la esperanza. Segundo: abrir de par en par las puertas del corazón».

Refiriéndose a la imagen de un ancla lanzada hacia la eternidad, más allá de cualquier barrera de espacio y tiempo (cf. Hb 6,17-20), nos invitaba a mantener viva la fe en la vida que nos espera y a creer siempre en la posibilidad de un futuro mejor.

A medida que se acerca la conclusión del Año Jubilar, debemos reconocer que, a pesar del compromiso de muchos, también en el mundo penitenciario queda aún mucho por hacer en este sentido, y las palabras del profeta Isaías que hemos escuchado —«Volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sion con gritos de júbilo» (Is 35,10)— nos recuerdan que Dios es quien redime, quien libera, y este mensaje resuena como una misión importante y exigente para todos nosotros.

Es verdad, la cárcel es un entorno difícil y hasta las mejores intenciones pueden encontrar muchos obstáculos. Precisamente por eso, no hay que cansarse, desanimarse o retroceder, sino seguir adelante con tenacidad, valentía y espíritu de colaboración.

De hecho, son muchos los que aún no comprenden que hay que levantarse de toda caída, que ningún ser humano coincide con lo que ha hecho y que la justicia es siempre un proceso de reparación y reconciliación.

Sin embargo, cuando se conservan, incluso en condiciones difíciles, la belleza de los sentimientos, la sensibilidad, la atención a las necesidades de los demás, el respeto, la capacidad de misericordia y perdón, entonces, del duro terreno del sufrimiento y el pecado brotan flores maravillosas e incluso entre los muros de las prisiones maduran gestos, proyectos y encuentros extraordinarios en su humanidad.

Se trata de un trabajo sobre los propios sentimientos y pensamientos, necesario para las personas privadas de libertad, pero antes aún para quienes tienen la gran responsabilidad de representar ante ellos y para ellos la justicia.

El Jubileo es una llamada a la conversión y, precisamente por eso, es motivo de esperanza y alegría.

Por eso es importante contemplar ante todo a Jesús, a su humanidad, a su Reino, en el que “los ciegos ven y los paralíticos caminan; […] y la Buena Noticia es anunciada a los pobres» (Mt 11,5), recordando que, si bien a veces estos milagros se producen gracias a intervenciones extraordinarias de Dios, con mayor frecuencia se nos confían a nosotros, a nuestra compasión, a nuestra atención, a la sabiduría y a la responsabilidad de nuestras comunidades e instituciones.

Y esto nos lleva a otra dimensión de la profecía que hemos escuchado: el compromiso de promover en todos los ámbitos —y hoy subrayamos especialmente en las cárceles— una civilización fundada en nuevos criterios y, en última instancia, en la caridad, como decía san Pablo VI al cerrar el Año Jubilar de 1975:

“Esta —la caridad— querría ser, especialmente en el plano de la vida pública, […] el principio de la nueva hora de gracia y de buena voluntad que el calendario de la historia abre ante nosotros: ¡la civilización del amor!” (cf. Catequesis, 31 diciembre 1975).

Con este propósito, el Papa Francisco deseaba, en particular, que durante el Año Santo se concedieran también «formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad» (Bula Spes non confundit, 10) y a todos ofrecerles oportunidades reales de reinserción (cf. ibíd.). Confío en que en muchos países se dé cumplimiento a su deseo.

El Jubileo, como sabemos, en su origen bíblico era precisamente un año de gracia en el que, de muchas maneras, a todos se les ofrecía la posibilidad de empezar de nuevo (cf. Lv 25,8-10).

El Evangelio que hemos escuchado también nos habla de esto. Juan el Bautista, mientras predicaba y bautizaba, invitaba al pueblo a convertirse y a cruzar de nuevo, simbólicamente, el río, como en tiempos de Josué (cf. Jos 3,17), para tomar posesión de la nueva “tierra prometida”, es decir, de un corazón reconciliado con Dios y con los hermanos. Y es elocuente, en este sentido, su figura de profeta: era recto, austero, franco hasta el punto de ser encarcelado por la valentía de sus palabras — no era «una caña agitada por el viento» (Mt 11,7)―; y, sin embargo, al mismo tiempo era rico en misericordia y comprensión hacia quienes, sinceramente arrepentidos, se esforzaban por cambiar (cf. Lc 3,10-14).

San Agustín, al respecto, en su famoso comentario al episodio evangélico de la adúltera perdonada (cf. Jn 8,1-11), concluye diciendo: «marchándose uno tras otro […], quedaron solos la mísera y la misericordia. Y el Señor le dice: […] vete y en adelante no peques más» (Sermón 302, 14).

Queridos hermanos, la tarea que el Señor les confía —a todos ustedes, reclusos y responsables del mundo penitenciario— no es fácil. Los problemas que hay que afrontar son muchos. Pensemos en el hacinamiento, en el compromiso aún insuficiente para garantizar programas educativos estables de recuperación y oportunidades de trabajo. Y no olvidemos, a nivel más personal, el peso del pasado, las heridas que hay que curar en el cuerpo y en el corazón, las desilusiones, la infinita paciencia que se necesita, consigo mismo y con los demás, cuando se emprenden caminos de conversión, y la tentación de rendirse o de no perdonar más. Sin embargo, el Señor, más allá de todo, sigue repitiéndonos que sólo hay una cosa importante: que nadie se pierda (cf. Jn 6,39) y «que todos se salven» (1 Tm 2,4).

¡Que nadie se pierda! ¡Que todos se salven! Esto es lo que quiere nuestro Dios, este es su Reino, este es el objetivo de su acción en el mundo. Al acercarse la Navidad, queremos abrazar también nosotros, aún con más fuerza, su sueño, perseverantes en nuestro compromiso (cf. St 5,8) y llenos de confianza. Porque sabemos que, incluso ante los desafíos más grandes, no estamos solos: el Señor está cerca (cf. Flp 4,5), camina con nosotros y, con Él a nuestro lado, siempre sucederá algo maravilloso y alborozador.

 

Primicias Rurales

Fuente: Vatican News

Oración de san Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

Oración de san Juan Pablo II a la Virgen de Guadalupe

Sabemos que san Juan Pablo II amaba mucho a la Virgen de Guadalupe. Por eso, durante su primera visita a México, le dedicó esta bella oración

Buenos Aires, lunes 15 diciembre (PR/25) — En enero de 1979, el recién electo Papa Juan Pablo II quiso visitar México. Y más concretamente, la basílica de la Santísima Virgen de Guadalupe, a donde regresó tres veces más a presentarle sus peticiones en profunda oración. Su amor por la «Morenita» fue innegable.

Además, recordemos que Ella no sólo es Madre de los mexicanos, sino como se lo dijo a san Juan Diego, lo es de todos los que «a mí clamen, los que me busquen, lo que me honren confiando en mi intercesión» (Nican Mopohua). Es la Emperatriz de las Américas.

Con esa confianza, hagamos la bella oración que san Juan Pablo II compuso para la Santísima Virgen de Guadalupe para pedir su intercesión:

 

Oración

¡Oh Virgen Inmaculada
Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia!
Tú, que desde este lugar manifiestas
tu clemencia y tu compasión
a todos los que solicitan tu amparo;
escucha la oración que con filial confianza te dirigimos,
y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso,
a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores,
te consagramos en este día todo nuestro ser y todo nuestro amor.
Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos,
nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos;
ya que todo lo que tenemos y somos lo ponernos bajo tu cuidado,
Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino
de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia:
no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas,
te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda
hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes
vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe
y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares
la gracia de amar y de respetar la vida que comienza.
con el mismo amor con el que concebiste en tu seno
la vida del Hijo de Dios.
Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias,
para que estén siempre muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos
a levantarnos, a volver a El, mediante la confesión de nuestras culpas
y pecados en el sacramento de la penitencia,
que trae sosiego al alma.
Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos
que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
con nuestros corazones libres de mal y de odios,
podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive v reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Primicias Rurales

Fuente: Aleteia

Oración familiar para el Tercer Domingo de Adviento 2025

Oración familiar para el Tercer Domingo de Adviento 2025

Buenos Aires, domingo 14 diciembre (PR/25) — Este 14 de diciembre, Tercer Domingo de Adviento, es el llamado domingo de Gaudete, que en latín quiere decir “¡alegraos!”“¡alégrense!” o “¡estad alegres!”. Se trata de un domingo especial dentro de este tiempo de espera y preparación, el Adviento, en el que los cristianos tomamos conciencia de que la venida del Señor está cada vez más cerca.

Por eso, como símbolo de alegría, hoy vamos a encender la vela rosada (tercera vela) de la Corona de Adviento. Esta “preanuncia” la alegría mesiánica por la pronta llegada del Salvador.

Antes de la oración (INSTRUCCIONES)

Te recomendamos poner la Corona de Adviento en un lugar especial de la casa, en torno al cual se puedan reunir los miembros de la familia. Al lado de la corona se puede colocar una imagen de la Virgen, procurando iluminar el ambiente con una luz cálida, que favorezca el recogimiento. 

Se debe nombrar un MONITOR para que dirija la oración -puede ser el papá o la mamá-, así como un LECTOR (o lectores, según se desee, para distribuir las distintas partes de la oración, de manera que puedan tomar parte el mayor número de personas). Los demás participarán con sus respuestas, cantos o peticiones.

Las velas correspondientes a los DOS domingos anteriores deben estar encendidas antes de iniciar la Oración familiar. Uno de los participantes encenderá la tercera vela de la Corona de Adviento durante la tercera estrofa de la canción “Hoy se enciende una llama”. Recuerda que la tercera vela o cirio es la de color rosado.

NOTA: Te sugerimos leer o revisar previamente el texto completo de la Oración familiar, especialmente las indicaciones en letra cursiva dentro del texto, que no deben ser leídas en voz alta, pero que siempre deben ser tomadas en cuenta por el MONITOR. Cuando todo esté coordinado se prosigue a iniciar la oración. 

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Liturgia para el Tercer Domingo de Adviento 2025

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.

MONITOR:

Estamos ya en la tercera semana de Adviento: aumenta nuestra alegría y nuestro júbilo por la venida del Señor Jesús, que está cada vez más cerca de nosotros. Empecemos nuestra oración cantando VEN PRONTO SEÑOR (u otro canto apropiado).

TODOS CANTAN:

  1. ¡Oh Pastor de la Casa de Israel!,trae a tu pueblo la ansiada salvación.

    Verbo Eterno de la boca del Padre,

    fuiste anunciado por labios de profeta.

¡VEN PRONTO, SEÑOR!
¡LLEGA, OH SALVADOR! (2v)
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, LIBERADOR!
¡CIELOS, LLOVED VUESTRA JUSTICIA!
¡ÁBRETE, TIERRA,
HAZ GERMINAR AL SALVADOR! (2v)

  1. El clamor de los pueblos se levanta.Hijo de David, las naciones te esperan.

    Queremos la llegada de tu Reino.

    Ven a liberar del pecado a los pueblos.

     

  2. Emmanuel, Salvador de las naciones,eres esperanza del pueblo peregrino.

    Sol naciente, esplendor de la justicia,

    Tú nos salvarás con tu brazo poderoso.

MONITOR:

Hoy, vamos a encender la tercera vela de nuestra corona de Adviento. El Señor está más cerca de nosotros y su luz nos ilumina cada vez más. Abramos nuestro corazón, muchas veces oscurecido por las tinieblas del pecado, a la luz admirable del amor de Dios.

LECTOR:

Lectura tomada del Evangelio según San Lucas:

«La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, haga lo mismo». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?».

Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado». Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?». Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada». Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva» (Lc 3,10-18).

MONITOR:

(Encendido de la vela de la corona correspondiente a la semana)

Cantemos ahora HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado):

TODOS CANTAN:

(Al inicio de la tercera estrofa del canto, la persona designada previamente enciende la tercera vela)***

HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA
EN LA CORONA DE ADVIENTO,
QUE ARDA NUESTRA ESPERANZA
EN EL CORAZÓN DESPIERTO
Y AL CALOR DE LA MADRE
CAMINEMOS ESTE TIEMPO.

  1. Un primer lucero se enciendeanunciando al Rey que viene

    preparad corazones,

    allánense los senderos.

  2. Crecen nuestros anhelos al verla segunda llama nacer.

    Como dulce rocío vendrá

    el Mesías hecho Niño.

  3. Nuestro gozo hoy quiere cantar***por ver tres luceros brillar

    con María esperamos al Niño

    con alegría.

MONITOR:

Acudamos ahora a Santa María, que colaborando con el Plan del Padre permitió que la luz del Señor ilumine a la humanidad, y pidámosle que siga intercediendo por nosotros en este tiempo de preparación. Entonemos JUNTO A TI, MARÍA (puede ser otro canto u oración mariana):

TODOS CANTAN:

  1. Junto a ti María.como un niño quiero estar,

    tómame en tus brazos

    guíame en mi caminar.

    Quiero que me eduques,

    que me enseñes a rezar,

    hazme transparente,

    lléname de paz.

MADRE, MADRE,
MADRE, MADRE.
MADRE, MADRE,
MADRE, MADRE.

  1. Gracias Madre míapor llevarnos a Jesús,

    haznos más humildes

    tan sencillos como Tú.

    Gracias Madre mía

    por abrir tu corazón,

    porque nos congregas

    y nos das tu amor.

MONITOR:

Elevemos libremente nuestras intenciones a Dios y respondamos a cada una de ellas diciendo: VEN, JESÚS, NO TARDES.

(Peticiones libres)

MONITOR: Recemos juntos la siguiente oración:

TODOS:

Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Primicias Rurales
Fuente: ACI Prensa