Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,28-31):
EN aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Foto: El cineasta Martín Scorsese saluda al papa Francisco.
Buenos Aires, 30 mayo (PR/23) — Luego de más de 50 años en la industria cinematográfica, Martin Scorsese prometió hacer una película más y no será una cualquiera, sino una sobre Jesucristo.
Se trata de una promesa que le ha hecho al papa Francisco en persona, luego de visitarlo en el Vaticano.
“He respondido al llamado del Papa a los artistas de la única manera que sé: imaginando y escribiendo un guion para una película sobre Jesús”, confesó el aclamado cineasta tras concluir su reunión con el Sumo Pontífice. “Y estoy a punto de comenzar a hacerla”, agregó al respecto.
Martin Scorsese junto al Papa Francisco
El director tuvo una breve audiencia privada con el Papa en la cual también participó su esposa, Helen Morris, y que fue organizada por Antonio Spadaro, editor del periódico religioso jesuita La Civiltà Cattolica y por la Universidad de Georgetown. Tras su encuentro, confesó que le conmovió el llamado del Santo Padre “’para que veamos a Jesús’”, según sus palabras.
“Traer a Martin Scorsese a La Civiltà Cattolica es un sueño que tengo desde el primer día que lo conocí, el 3 de marzo de 2016, en su casa”, afirmó Spadaro en su cuenta de Twitter, en la que publicó las imágenes en las que se ve a Scorsese junto a Bergoglio.
“Llevar a Martín -junto con su esposa Helen y su hija Francesca- al Papa el mismo día (¡Un esplendor verlos juntos!). Y a mi casa, en el lugar donde vivo, rezo y trabajo, fue emocionante. Tiene razón el Papa Francisco cuando nos dice: ‘Pobres de nosotros si dejamos de soñar… No dejen de ser originales, creativos. No pierdas el asombro de estar vivo’”, concluyó el cura y editor del diario jesuita.
Buenos Aires, 29 mayo (PR/23) — El lunes siguiente al domingo de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la “Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia”.
Se trata de una excelente ocasión para profundizar en una dimensión muy importante de nuestra fe: la Iglesia que Cristo fundó está ligada íntimamente a su Madre y al papel que Ella desempeña en el plan salvífico de Dios. María vela por cada uno de sus hijos con amor maternal, los protege de las insidias del maligno y los acompaña durante su peregrinar por esta tierra.
El rostro maternal de la Iglesia
La incorporación de la celebración de la “Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia” en el Calendario Romano General es relativamente reciente. Fue establecida el 11 de febrero de 2018 por la Congregación (hoy Dicasterio) para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos mediante un decreto firmado por quien entonces era su prefecto, Cardenal Robert Sarah.
De acuerdo al documento, “el Sumo Pontífice Francisco consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.
Con esto, el Papa nos anima a prestar más atención a “la figura de la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, porque conociendo más de cerca su maternidad seremos capaces de vivirla también, de acuerdo a nuestras circunstancias. Esto no es otra cosa que preocuparnos por el bien de quienes nos rodean, dándoles acogida y sirviéndolos.
Así como María, que ofreció a su Hijo, cada cristiano debe ofrecerlo también a quienes están a su alrededor. En nosotros está la posibilidad de mostrar a la Iglesia como lo que es, una auténtica madre.
El mencionado decreto también sostiene que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.
En repetidas ocasiones se ha cuestionado -desde fuera de la Iglesia y a veces desde dentro- el sitial que se le ha dado a la Virgen. Dichos cuestionamientos no se sostienen si se considera que todo en María está referido a Jesús. María no sería Madre de la Iglesia si no fuera antes Madre de Cristo.
“La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, precisa el decreto.
La Iglesia es verdadera Madre
En una de sus colaboraciones para ACI Prensa, el Arzobispo de Los Ángeles (EE. UU.), Mons. José Gomez, subrayaba que los primeros cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los daba a luz en el Bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los sacramentos”.
Mons. Gomez además recordaba que “los Apóstoles a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia (…). Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”.
En.ese sentido esta memoria puede ser considerada “un profético redescubrimiento de una antigua devoción”.
Día de la Iglesia
Dedicar un día a la celebración de “María, Madre de la Iglesia” podría entenderse como corolario de la eclesiología del Vaticano II. Durante el Concilio, el Papa San Pablo VI declaró de manera explícita que María Santísima es Madre de la Iglesia, algo que quedaría reflejado en el cap. VIII de la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium.
La memoria de la “Virgen María, Madre de la Iglesia” recuerda que Ella es Madre de todos los hombres, especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, en virtud a la Encarnación del Verbo. Jesús mismo lo confirmó así desde la Cruz: “Cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa” (Jn 19,26-27).
Es claro que la veneración de la Iglesia a la Santísima Virgen no sólo no debe ser soslayada. Por el contrario, debe ser preservada y fortalecida como un elemento intrínseco del culto cristiano. Así se dará cumplimiento a las palabras de la Virgen: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).
Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-34
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
REFLEXIÓN
Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús
Entre las diversas escenas en las que aparece María a lo largo de los evangelios, la liturgia de hoy, en su fiesta de Madre de la Iglesia, nos presenta dos, bien significativas.
Desde lo alto de la cruz, a punto de morir, Jesús entrega a su madre como madre del discípulo a quien amaba. Siempre se ha visto en este pasaje la entrega de María como Madre de todos los seguidores de Jesús, como Madre de la Iglesia.
Pero no es un título solo honorífico. María ejerce realmente como Madre de la Iglesia, como Madre de todos nosotros, estando siempre dispuesta a escucharnos, a escuchar todas nuestras palabras donde le podemos expresar las diversas situaciones y los diversos momentos por lo que atraviesa nuestra vida. Y ella, que es medianera de todas las gracias, está dispuesta a concedernos aquello que más necesitamos en nuestro caminar siguiendo a su hijo.
Sabemos que María, como buena Madre, siempre nos recordará la mejor actitud que podemos adoptar. Señalándonos a Jesús, como en las bodas de Caná, nos dirá “haced lo que él os diga”. Y con su presencia continua, siempre maternal, nos dará la fuerza para seguirle.
Cuando Jesús, después de muerto y resucitado, asciende a los cielos delante de sus apóstoles, estos vuelven a la casa donde habían estado y “perseveraban unánimes en la oración”. Y allí, con ellos, con la inicial iglesia, estaba también María la Madre de Jesús. Esta va a ser la actitud de María con todos nosotros, con los que formamos la iglesia. Siempre estará a nuestro lado, como buena Madre.
Buenos Aires, 28 de mayo (PR/23) .- Hoy la Iglesia toda celebra la Solemnidad de Pentecostés, día en que se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los apóstoles, la primera Iglesia, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo.
La Iglesia reunida a la espera del Espíritu En el segundo capítulo de los Hechos de los Apóstoles podemos encontrar el siguiente relato: “De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo” (Hch 2, 1-11).
Papa Francisco: Con la ayuda del Espíritu Santo podemos vencer al diablo Un nuevo Pentecostés San Juan Pablo II, al reflexionar sobre este acontecimiento en su encíclica “Dominum et Vivificantem” (Sobre el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y el mundo), recordaba la importancia que tiene Pentecostés para la vida de la Iglesia a lo largo de la historia.
El Papa recordaba que “el Concilio Vaticano II habla del nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés. Tal acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que se había realizado en el mismo Cenáculo el domingo de Pascua”.
3 pasos para prepararte a fin de recibir al Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés
“Cristo resucitado -sigue el Papa- vino y ‘trajo’ a los apóstoles el Espíritu Santo. Se lo dio diciendo: ‘Recibid el Espíritu Santo’. Lo que había sucedido entonces en el interior del Cenáculo, ‘estando las puertas cerradas’, más tarde, el día de Pentecostés es manifestado también al exterior, ante los hombres”.
Finalmente, el Pontífice, citando la constitución dogmática del Concilio Vaticano II “Lumen Gentium” (Cristo, Luz de los pueblos) resaltaba que “el Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16 y 26).
¡Salgamos a anunciar el Evangelio al mundo, confiados en el Espíritu Santo!
…Si deseas saber más sobre qué se celebra el día de Pentecostés, te recomendamos este artículo de la Enciclopedia Católica:
Lectura del santo evangelio según san Juan (21,20-25):
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
Este libro es el resultado de cuatro viajes de su autora, Matilde Fierro, a la parroquia de Medjugorje, en Bosnia Herzegovina, donde se aparece la Virgen María como la Reina de la Paz desde 1981.
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