El destino cuenta con sombra, naturaleza y gastronomía. El espacio se renovó, convirtiéndose en un paseo familiar para las vacaciones.
El Ecoparque de la Ciudad de Buenos Aires abre de martes a domingo de 11 a 18 horas y no tiene costo de entrada. Foto: Agencia NA (GCBA).
Buenos Aires, sábado 13 diciembre (PR/25) – En el verano los espacios con sombra de la Ciudad de Buenos Aires son tan buscados como las playas de la Costa Atlántica. Algunos lugares tienen horarios para poder disfrutar de ellos en ciertos momentos del día. Con las altas temperaturas, estos se transforman en refugios para las familias y los viajeros.
En temporada la tendencia crece y elegir lugares abiertos, gratuitos y rodeados de naturaleza para escaparle al calor sin alejarse demasiado del centro es un clásico. Allí, los picnics generan encuentros de grupos de personas de diferentes edades y culturas.
Según supo la Agencia Noticias Argentinas, la lista de lugares muestra grandes espacios verdes ideales para caminar, jugar o simplemente sentarse bajo los árboles. Parques como Las Heras, Centenario, Tres de Febrero o Saavedra ofrecen amplias arboledas, senderos frescos y rincones para descansar sin gastar dinero.
Además de los mencionados, hay otro lugar en Palermo que siempre es una de las opciones de las más elegidas. Se trata del Ecoparque, un espacio que combina:
Vegetación.
Arquitectura.
Historia.
Senderos.
Gastronomía.
El Ecoparque es un oasis en medio de la Ciudad. Sus senderos permiten recorrerlo y refugiarse del calor.
¿Qué propuestas le ofrece el Ecoparque al turista?
Dentro del Ecoparque, los visitantes pueden caminar bajo la sombra de añosos árboles, recorrer senderos rodeados de plantas nativas, descubrir edificios restaurados y sacar fotos en escenarios que mezclan historia y naturaleza.
Es una salida recreativa y educativa ideal para pasar un rato agradable con la familia y amigos donde se puede asistir a:
Mueso del mar.
Exploraciones 4D.
Cine 4D.
Obras de teatro.
Jugar en las postas interactivas para aprender sobre biodiversidad y el ambiente.
Recorrer el paseo de la flora.
El Ecoparque se encuentra en Avenida Sarmiento 2601 y, abre de martes a domingo de 11 a 18 horas y no tiene costo de entrada.
¿Qué otros atractivos se suman en Palermo a este recorrido?
A pocas cuadras, el propio barrio de Palermo invita a visitar atractivos como:
Museos.
Jardines.
Plazas arboladas.
Centros comerciales.
Restaurantes.
¿Cómo ir desde el Obelisco al Ecoparque?
Llegar desde el Obelisco es un recorrido sencillo, ya que solo basta con tomar la línea D del subte hasta Plaza Italia, o bien combinar colectivos como el 152, 39 o 60, que dejan al usuario a menos de dos cuadras del ingreso principal del Ecoparque.
Este verano, la combinación de sombra, naturaleza, historia y propuestas para toda la familia convierte al Ecoparque y a su entorno en un plan ideal para quienes buscan una salida accesible para recorrer la Ciudad de manera diferente.
La doble iniciativa de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares y Afines integró comunidad, cultura y promoción turística. De esta forma, potenciaron la llegada al público y consolidaron su presencia institucional en el ámbito local y provincial.
San Clemente de Tuyú, Buenos Aires, sábado 13 diciembre (PR/25) — La Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares y Afines de San Clemente del Tuyú, entidad adherida a FEHGRA, llevó adelante una nueva edición de “Mágico Diciembre”, un evento institucional destinado a acompañar el inicio de la temporada turística estival, fortalecer el vínculo con la comunidad y promover la actividad cultural local.
En simultáneo, se desarrolló el FamTour, una iniciativa estratégica orientada a poner en valor la oferta hotelera, gastronómica y recreativa de la localidad ante invitados, operadores y referentes del sector. Forma parte de las acciones de promoción turística impulsadas por la entidad.
Desde la Asociación presidida por Natalia Puricelli, informan que ambas acciones se desarrollaron con un propósito institucional compartido: promover la identidad local y fortalecer la integración comunitaria; impulsar acciones conjuntas entre el sector hotelero-gastronómico y la comunidad; generar propuestas culturales abiertas al público; y contribuir al desarrollo turístico sostenible de la región.
Mágico Diciembre y FanTour
La propuesta cultural y comunitaria “Mágico Diciembre” se llevó a cabo el 6 de diciembre, con entrada libre y gratuita. Incluyó: desfile temático y artístico con intervenciones visuales; presentaciones musicales y escénicas de artistas invitados; acompañamiento protocolar de la Reina de la Corvina Negra y la Reina de San Clemente; intervenciones especiales, entre ellas, la presencia del Grinch local y de Santa Claus junto a Mamá Noel; actividades recreativas, espacios fotográficos y propuestas para familias y visitantes. Participaron instituciones locales, que brindaron apoyo logístico y operativo.
El FanTour es un recorrido institucional que permitió: visitar establecimientos hoteleros y gastronómicos; presentar servicios y propuestas diferenciadas de la localidad; impulsar la promoción del destino en vísperas de la temporada estival y generar un espacio de intercambio para el sector empresarial y los operadores invitados. La iniciativa se consolida como una herramienta estratégica para posicionar San Clemente del Tuyú, destacando el trabajo conjunto entre la Asociación, los establecimientos locales y FEHGRA.
Fuente y Foto: Asociación de Hoteles, Restaurantes, Bares y Afines de San Clemente del Tuyú
París, sábado 13 de diciembre (PR/25) — A un año de su reapertura oficial, la catedral de Notre Dame de París no solo recuperó su esplendor arquitectónico tras el devastador incendio de 2019, sino que se consolidó como el sitio más visitado de la capital francesa, superando al Museo del Louvre y a la Torre Eiffel.
Más de 11 millones de personas cruzaron su umbral entre diciembre de 2024 y diciembre de 2025, una cifra inédita para un monumento religioso en Francia.
La solemne liturgia del 7 de diciembre de 2024, presidida por el arzobispo de París, Laurent Ulrich, marcó el cierre de una reconstrucción que demandó años de trabajo y una inversión cercana a los 700 millones de euros. Sin embargo, el fenómeno que siguió a la reapertura excedió toda previsión: Notre Dame volvió a convertirse en un corazón espiritual, cultural y turístico, atrayendo a un promedio diario de más de 30.000 visitantes.
Turismo religioso en alza
Lejos de tratarse únicamente de curiosidad arquitectónica, el resurgimiento de Notre Dame está estrechamente ligado al crecimiento del turismo religioso, una tendencia que gana peso en Europa. Según datos de la Arquidiócesis de París, solo en 2025 se celebraron más de 1.600 actos litúrgicos y se recibieron 650 peregrinaciones organizadas, provenientes de distintos países.
Entre los momentos más significativos del último año se destacaron la primera Misa de Gallo en la nave restaurada, las celebraciones en torno a la elección del papa León XIV y los ritos fúnebres del papa Francisco, acontecimientos que reforzaron el rol de la catedral como escenario espiritual de alcance global.
Este flujo constante de fieles convive con turistas sin afiliación religiosa, en una convivencia que se ha vuelto característica del templo: peregrinos que rezan en silencio, visitantes que observan vitrales y esculturas, y grupos que recorren el edificio como parte de los circuitos culturales de París.
La Corona de Cristo, eje espiritual de las visitas
Uno de los principales atractivos religiosos es la Corona de Espinas de Cristo, una de las reliquias más veneradas del cristianismo y custodiada históricamente por Notre Dame. Tras la reapertura, la reliquia volvió a ocupar un lugar central en la vida devocional de la catedral.
La Corona es expuesta al público en ocasiones litúrgicas específicas, especialmente durante la Semana Santa, y en fechas determinadas a lo largo del año, bajo estrictas medidas de conservación y seguridad. Su exhibición genera una fuerte afluencia de peregrinos y creyentes, muchos de los cuales planifican su viaje a París en función de estos momentos, reforzando el perfil de Notre Dame como destino de peregrinación internacional.
Para la Iglesia, la presencia visible de la reliquia simboliza que la restauración no fue solo material. “Notre Dame no es un museo, es un lugar de fe”, repiten las autoridades eclesiásticas, una postura que se reflejó en la decisión de mantener el acceso gratuito, pese a los debates políticos sobre la posibilidad de cobrar entrada.
Acceso libre y ciudad viva
Actualmente, los visitantes pueden ingresar mediante reserva horaria online o aguardando en fila en la explanada. El sistema permitió ordenar el flujo sin restringir el acceso económico, una política que resultó clave para sostener el carácter abierto y popular de la catedral.
Antes del incendio, Notre Dame recibía alrededor de 9 millones de visitantes anuales. Hoy, esa cifra no solo fue superada, sino que redefinió el lugar del templo en la vida parisina. Más que un récord turístico, el fenómeno revela la recuperación de un símbolo colectivo, donde historia, fe y cultura convergen sin necesidad de etiquetas.
Doce meses después de su reapertura, Notre Dame volvió a ser lo que fue durante siglos: un punto de encuentro, un espacio vivo y un faro espiritual que late nuevamente en el centro de París.
La marca Fodor’s, reconocida mundialmente por sus guías de viaje, elaboró un listado de sorprendentes lugares del Viejo Continente.
El archipiélago de Malta es una joya mediterránea Instagram @visitmalta
Buenos Aires, viernes 12 diciembre (PR/25) — La revista especializada Fodor’s publicó su lista de siete pequeños países de Europa que merecen la visita de los turistas en sus próximos viajes. Con sorprendentes destinos, la revista recorre aquellas naciones que quedan perdidas en medio de las grandes potencias del Viejo Continente a pesar de sus paisajes plagados de bellezas ocultas.
“No hay una forma correcta de recorrer Europa. Tanto si te fascinan los favoritos como Londres, París y Roma, como si anhelás descubrir ciudades poco conocidas como Bakú, Plovdiv y Tiflis siempre volverás con una ilusión especial”, expresaron desde la revista reconocida por sus guías de viaje.
Desde Fodor’s seleccionaron nuevos destinos para aquellos que todavía no han definido sus itinerarios para el verano.
1. Ciudad del Vaticano
Ubicada en el corazón de Roma, la monarquía con el Papa como jefe de Estado tiene tan solo 840 residentes permanentes y se presenta como un lugar de gran importancia cultural e histórica. Para los católicos, tiene una alta significancia espiritual.
“Cuenta con su propio periódico, estación de tren, museo de monedas y escuela de restauración de arte”, contaron desde Fodor’s. Además, resaltaron que, más allá de la religiosidad de cada turista, vale la pena la visita por los Museos Vaticanos.
“La Capilla Sixtina alberga la obra maestra de Miguel Ángel: los fascinantes frescos del techo. La Basílica de San Pedro es la más grande de Italia y la más venerada por su importancia. Construida en 1506 y consagrada en 1626, es una obra maestra del Renacimiento y se cree que el santuario del siglo IV que la corona es donde fue enterrado San Pedro”, sumaron.
Ciudad del Vaticano, un lugar de importancia histórica, cultural y religiosaShutterstock
Además, destacaron que, si el Papa se encuentra en el país, realiza una audiencia papal todos los miércoles, donde los visitantes pueden recibir su bendición. Dichas audiencias atraen enormes multitudes.
Cabe destacar que la ciudad fue protagonista el último tiempo con el fallecimiento del Papa Francisco y la llegada de Robert Francis Prevost para ocupar su lugar. Este cambio histórico atrajo a miles de creyentes de todas partes del mundo.
2. Mónaco
Conocida por exclusividad, casinos de lujo y yates multimillonarios, el país soberano de la Riviera Francesa presenta paisajes espectaculares eclipsados por el mar azulado de sus costas. Tiene una superficie de aproximadamente dos kilómetros cuadrados, menor que el conocido Central Park, en Nueva York, Estados Unidos.
Desde Fodor’s destacaron que el segundo país más pequeño del mundo es un paraíso fiscal y la atracción de millonarios y multimillonarios de todo el mundo. “Alberga el Gran Premio, el Masters de Montecarlo y el Salón Náutico de Mónaco, así que puedes imaginar el nivel de glamour y opulencia que despliega”, sumaron.
La costa azul en Mónaco, el segundo país más pequeño del mundosaiko3p – Shutterstock
Sin embargo, advirtieron a los turistas que se trata de un país caro: “El PBI es de US$165.420 y Mónaco no tiene pobreza”. Por lo tanto, los visitantes deben prepararse para un presupuesto alto si quieren quedarse una o dos noches. Sino, una excursión de un día desde Niza podría ser una buena solución.
3. San Marino
El tercer país más pequeño de Europa después del Vaticano y Mónaco tiene 59 kilómetros cuadrados, 33.400 habitantes y queda dentro de Italia. Se la conoce como la república más antigua del mundo que todavía permanece de pie.
“Su capital homónima es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. La ciudad de San Marino se asienta sobre una montaña y deleita a los turistas con su arquitectura medieval y las pintorescas vistas desde sus castillos”, aseguraron en Fodor’s.
La Guaita o Rocca Maggiore es un fuerte militar anterior al siglo XI que se encuentra en el paísCorbis
El país no tiene salida al mar y se puede recorrer en un solo día. No es necesario ir con el pasaporte porque no hay una frontera entre San Marino e Italia, pero igual los turistas pueden llevarlo para que sea sellado por 5 euros en la oficina de turismo.
4. Andorra
Tiene unos 85 mil habitantes y alrededor de 270 kilómetros cuadrados. El país independiente se encuentra ubicado en medio de las majestuosas montañas de los Pirineos Orientales, entre España y Francia. El 92% de su territorio son tierras forestales.
Durante 700 años fue gobernado por el obispo español de Urgel y el líder de Francia. Hoy no pertenece a la Unión Europea: tiene un gobierno parlamentario y dos jefes de Estado, aunque sus cargos son honorarios.
El 92% de su territorio son tierras forestales
“Alrededor de 10 millones de personas visitan Andorra cada año. Los deportes de aventura son muy populares aquí, con 299 kilómetros de pistas de esquí y más de 60 rutas de montaña. Además, hay más de 1000 tiendas en el país y el Festival de Otoño de Compras de Andorra es un gran atractivo”, detallaron desde la reconocida revista.
Para llegar se puede volar desde Madrid al Aeropuerto de Andorra-La Seu d’Urgell y después tomar un micro, programado según los horarios de vuelo, que representa un viaje de una hora.
5. Liechtenstein
Esta monarquía de enormes paisajes verdes se sitúa entre Austria y Suiza. Está enclavada en lo profundo de los Alpes y se lo conoce como el sexto país más pequeño del mundo: su superficie es de 149 kilómetros cuadrados.
Las formas de llegar no son fáciles. El país no tiene aeropuerto, por lo que sólo se puede arribar a él por la carretera: hay que tomar un micro o un tren desde sus naciones vecinas.
Liechtenstein se ubica en el corazón de los Alpes Principado de Liechtenstein
“Liechtenstein es un país próspero con un PBI de US$165.028 (el segundo más alto del mundo) y tiene una población de 37 mil habitantes. Puedes explorar la ciudad en un día si simplemente paseas para admirar las espectaculares vistas del castillo de cuento de hadas con las montañas de fondo. Los amantes de la aventura disfrutarán del senderismo y las pistas de esquí”, recomendaron en la revista.
El Principado de Liechtenstein asegura que sus paisajes montañosos son ideales para practicar senderismo, esquí y disfrutar de vistas relajantes. “Con más de 400 km de rutas de senderismo, Liechtenstein cuenta con la red de rutas más densa de Europa”, sostienen en su página oficial.
6. Malta
La pequeña isla, situada en el corazón del Mediterráneo, a unos 2000 kilómetros tanto de Gibraltar como de Jerusalén, está cargada de historia. En sus 317 kilómetros cuadrados hay un territorio plagado de imponentes acantilados de piedra y caliza, fortalezas indomables y grandes templos.
Una pequeña isla de ubicación estratégica con una rica historia y un fascinante mestizaje cultural
En Fodor’s destacaron su pasado colmado de ocupaciones de diversas naciones: “Debido a su ubicación entre Italia y el norte de África, fue ocupada por fenicios, griegos, árabes, romanos y, más recientemente, por Francia y Gran Bretaña, de la que se independizó en 1964.
Fragmentos de su historia se pueden apreciar en su capital, La Valeta, y en las Tres Ciudades de Importancia Histórica (la fortificada Birgu, la ciudad portuaria de Cospicua y la pequeña ciudad de Senglea)“.
7. Luxemburgo
El Gran Ducado de Luxemburgo tiene solo 2500 kilómetros cuadrados y limita con Bélgica, Alemania y Francia. Es un importante centro financiero de Europa a pesar de su pequeño tamaño y es una nación rica en aspecto económico y de recursos naturales.
“Estuvo ocupado por Alemania durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y los vestigios de esa época aún son visibles en el país. Sus hermosos castillos medievales, pueblos pintorescos y ondulantes colinas forman parte de un paisaje de ensueño”, expresaron en la revista.
Nueve de cada 10 empresas registradas en el Gran Ducado de Luxemburgo son propiedad de no residentes Instagram @luxembourg_portal
Y sumaron: “El casco antiguo de la ciudad de Luxemburgo es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasear por las calles empedradas de la ciudad fortificada en los acantilados y contemplar sus bastiones y torres es una experiencia extraordinaria”.
Aunque su alma es antigua, personifica la cultura cosmopolita y es internacional moderna: “El 71% de su población nació en el extranjero, atraída por su alto nivel de vida. La arquitectura moderna, la diversa oferta gastronómica (incluyendo bodegas a lo largo del hermoso río Mosela) y una gran variedad de festivales y eventos conforman el tejido de su heterogénea cultura”.
Conocer el lugar donde nacieron los ancestros, encontrarse con familiares y revivir cuentos y sabores de la infancia son experiencias inolvidables en un recorrido por Europa.
Los Glibota en Croacia haciendo turismo de raíces
Buenos Aires, viernes 12 diciembre (PR/25) — “La sangre no es agua” (krv nije voda, en croata) es la frase que repiten Jorge Glibota y sus primos cada vez que tienen la oportunidad de verse o que hablan por teléfono.
Jorge tiene 70 años y ya viajó más de 15 veces a Croacia para visitar a los Glibota que viven de ese lado del mundo.
Su familia es oriunda de Slivno, una aldea de la provincia de Dalmacia, a 16 kilómetros de Split.
Sus papás, Juan Glibota y Magdalena Glibota (primos de sexta o séptima generación) nacieron en ese lugar y, por separado, se instalaron en la Argentina cuando empezó la Segunda Guerra Mundial.
“A inicios del siglo XX la aldea no daba más y entonces mi papá, junto a uno de sus cinco hermanos, emigraron durante el Llamado de las Américas. En 1937 mi papá llegó a Villa Mugueta, Santa Fe, donde trabajaron varios meses”, cuenta.
De allí se trasladan a Chaco donde la comunidad croata se había comenzado a instalar. En ese lugar conoció a Mande y empiezan una relación que ellos llamaban “pico, pala y hacha”. “Se trabajaba de sol a sol y no había ningún tipo de infraestructura: no tenían luz, ni electricidad, nada”, detalla.
Tuvieron siete hijos: el mayor, Antonio, falleció a los 11 meses por un problema de salud y el menor, Jorge, fue uno de los únicos que pudo terminar la escuela y recibirse de contador público.
“En nuestro hogar se hablaba en ‘la idioma’ como decían ellos. Mamá y papá se juntaban con otras familias que vivían en la zona como los Marinich, Milovic, Bodanovic, Katavich, Losina, Cherne, Markonic que también eran croatas. Gracias a que íbamos a una escuela rural, pudimos aprender el español”, cuenta y detalla que la relación con los parientes que habían quedado en Europa se mantenía a través de cartas.
Cuando se recibió, en 1977, llegó su primer viaje a Croacia: “Fui solo con todas las recomendaciones que me dieron. Llegué a Dubrovnik y me instalé en un hotel. Con la guía telefónica busqué Split y mi apellido. Marqué un número, alguien me atendió. Le expliqué en mi idioma de aldea quién era y, del otro lado, ‘Ante’ (Antonio) Glibota me contestó: ‘Yo soy tu primo. Vení a Split’”. Alquiló un auto y empezó la recorrida. Un viaje que debía ser por unos días, se transformó en uno de tres meses.
“Conocí a mis tíos, también a mis primos. Desde ese momento, hemos forjado una fuerte hermandad y, fue en ese viaje, que nació la frase: la sangre no es agua. Fue una experiencia demasiado emotiva”, afirma y cuenta que pudo ir a algunos festivales locales y cantar algunas canciones croatas de folkore que su papá y su mamá le habían enseñado. Esa fue la primera vez de muchas que viajó a Croacia para visitar el lugar donde habían nacido sus padres.
El turismo de raíces, viajar con la motivación de conocer el lugar de dónde proviene la familia, de conocer la casa de abuelos y bisabuelos y los sitios que frecuentaban, es una tendencia mundial. Un viaje que agita sentimientos, recuerdos y transporta a un pasado de inmigración, a una tierra lejana que siempre estuvo presente en los relatos familiares. Solo considerando Italia, hay más de 80 millones de descendientes en el mundo y, por lo tanto, potenciales turistas interesados en hacer este tipo de experiencias.
La familia Glibota en Croacia
Una herencia que no se roba
Jorge viajó muchas veces más a Croacia: fue a especializarse a Israel y visitó Croacia; su luna de miel fue allí y hasta concibió, intencionalmente, a su primera hija, Marianela en Slivno.
Tuvo cuatro hijos más con María Elena: Macarena, Ivo, Jorge Nicolás y Micaela, todos con doble nacionalidad. Dos de los cinco decidieron hacer el Croaticum, un programa de seis meses para aprender croata y familiarizarse con la cultura del país.
“Yo desde pequeñita siempre he escuchado música croata. Hemos probado sus comidas y sabemos contar y decir algunas cosas en ese idioma”, cuenta Marianela Glibota, de 40 años, quien nació en Sáenz Peña, Chaco, y vive hace más de 15 años en Madrid, España. Es mamá de dos niños, Ema y Mateo, quienes nacieron en Europa. En su haber puede contar más de siete viajes al país de sus ancestros.
Ella fue una de las que decidió, en 2007, viajar desde Chaco a Split para hacer un semestre de la facultad. “Ese fue el momento más trascendente de mi vida con respecto a Croacia. Hice muchos amigos por los que luego volví para festejar sus casamientos. También cambió mucho la relación con mis primos que viven allá”, explica.
Cada vez que visita Slivno, su marido Sergio (mendocino) se sorprende por lo mismo: “Siempre me dice: ‘No podés ser tan parecida a esa persona’. Y es cierto porque tenemos rasgos muy croatas. Eso a mi me llena de orgullo”, detalla. En Madrid, una de las primeras cosas que hizo fue visitar la Embajada de Croacia para generar un vínculo que hoy mantiene y que transmite a sus hijos. Ambos saben el idioma y algunas canciones tradicionales.
Uno de los viajes a Croacia que recuerda con más cariño ocurrió en 2001 cuando su papá, junto a Pedro Glibota, un primo que vive en París, organizaron un encuentro de todos los Glibota del mundo en la aldea Slivno. Hubo más de 17 países representados. “Fue mágico. Fue la primera vez que viajamos con mis hermanos y mis papás. Estuvimos casi un mes celebrando. Salió hasta en los diarios”, cuenta.
¿Hay lugar para sentir a dos países tan diferentes y tan lejanos como parte de tu identidad? Quizás sea algo poco común para la mayoría de las personas, pero no para los Glibota.
“Mi sentimiento hacia Croacia es infinito. No existe ninguna persona que haya pasado por nuestras vidas que no sepa que somos croatas. En cambio, mi sentimiento más argento nació cuando nacieron mis hijos. Con mi marido les hemos hablado tanto de Argentina, de Chaco, de Mendoza, que ellos aman mucho esa tierra donde nacieron sus papás”, finaliza Marianela y el círculo parece cerrarse: unos padres que transmiten a sus hijos el amor por su tierra y por un lugar muy lejano al de ellos, pero que sienten como propio.
Un descubrimiento
Luciano Zahradnicek no tenía expectativas de conocer el pueblo de su bisabuelo materno en el viaje que emprendió hacia Italia en 2022. “Durante la pandemia, vivía en lo de mis viejos y me volví un poco loco. Un día mi vieja me dice: ‘¿Por qué no te anotás en algo que te saque de esta situación? Estudiá un idioma’. Yo le contesté que para qué si no se podía viajar, pero finalmente empecé”, cuenta.
Desde ese momento, su interés por la cultura y por el idioma italiano empezó a ser cada vez mayor. Rindió exámenes internacionales y, luego de la pandemia, decidió viajar hacia el país pero sin intenciones de visitar Palmi, el pueblo de Calabria en el que había nacido su bisabuelo. Llegó hasta Tropea y, en ese momento sin pensarlo mucho, sacó un boleto de tren hasta ese lugar.
Luciano Zahradnicek en los paisajes italianos
“Cuando llegué me quise morir porque no era lo que yo había visto en los otros pueblos de la zona”, cuenta y detalla que, al llegar a la estación, tuvo que conseguir un colectivo que lo llevara hasta el pueblo porque el tren lo dejaba en la punta de una montaña.
Al llegar al centro, eran tres manzanas con la catedral, dos edificios de Gobierno, una plaza y una avenida principal. Eso era todo. “Estaba todo cerrado, el pueblo estaba muerto
. Lo único que vi abierto fue una panadería así que me acerqué y le comenté: ”Yo tengo a mi bisabuelo que nació acá y se fue a vivir a la Argentina en la época de la guerra. Su apellido es Parrello. ¿Conocen a alguien?“. La chica que atendía me dijo: ”La mayoría en este pueblo tiene ese apellido, pero no te puedo ayudar’”, detalla.
Luciano siguió caminando un poco más y vio un negocio de tabaco abierto. Entró y una empleada de unos 30 años lo recibió con una sonrisa. “Le pregunté lo mismo que antes y me contestó que no tenía idea, pero que su jefe tenía ese mismo apellido y que estaba por llegar. Al toque se presentó un tipo de nombre Giuseppe y me empezó a preguntar quién era yo”, explica.
Su bisabuelo, Vincenzo, nació en ese lugar y la poca información que tenía de él era por su abuelo Vicente y por los papeles que había ido recolectando para tramitar la ciudadanía. Giuseppe lo llevó a recorrer todo el pueblo y hasta lo invitó a su casa.
“Me mostró fotos de su familia y me dijo que mi bisabuelo debía ser primo de su padre. Él sabía que había familiares en la Argentina. En un momento me llevó a una plaza e hizo una llamada por teléfono. A la media hora apareció otro hombre, Domenico, que resultó ser primo de la familia. Me comentó que él tramitaba ciudadanías y me podía ayudar”, detalla. Quedaron en contacto para que Luciano pudiera recolectar todos los papeles en la Argentina y volver a tramitarla.
También lo llevó a recorrer la parte turística de Palmi, con su Teatro Griego y sus Tres Cruces, y un campo de olivares que es de lo que Giuseppe vive. El tour terminó cuando se hizo de noche y Giuseppe lo llevó hasta la estación de tren. “Me dijo que le había caído en gracia y que le había oxigenado el día. Nos hicimos una selfie y nos despedimos”, cuenta.
El viaje tuvo también una dimensión emocional profunda. “Mi bisabuelo emigró durante la guerra y murió cuando mi abuelo era chico. Por eso, en mi familia nunca se habló mucho del pasado italiano. Mi abuelo recién de grande empezó a recordar que su padre era de Palmi. Sentí que viajar era una forma de cerrar ese círculo, de darle un nuevo sentido a esa historia”.
A este viaje hacia las raíces se le suma una aventura extra que fue conseguir el rol matricular de su bisabuelo, un papel que le hacían a quienes se enrolaban en el ejército que tenía desde información sobre la estatura hasta el color de ojos. Este trámite lo hizo unos días antes de llegar a Tropea y lo retiró por el Archivo Histórico de la ciudad.
“En ese papel decía que su oficio era carnicero, que fue lo mismo que hizo cuando llegó a la Argentina. En Palmi pude conocer, también gracias a Giuseppe, una carnicería histórica de la familia. Probablemente fue el lugar donde trabajó mi bisabuelo Vincenzo antes de la guerra”, explica.
Al llegar a la Argentina, Luciano imprimió todas las fotos del viaje para regalarle a su abuelo junto al rol matricular de su bisabuelo. “Se lo entregué en un sobre y le dije: ‘Este es mi regalo para vos’. Valió la pena hacer el viaje para poder traerle a él información de su infancia o de su papá que quizás de otra manera no hubiese podido acceder a eso. Es muy fuerte”, finaliza.
El homenaje de volver
Algimiro Castiñeira llegó a la Argentina cuando tenía 24 años desde la aldea de A Torre, de la ciudad de Villalba en Galicia, España. Era la época de la guerra y cuatro de sus hermanos tuvieron que alistarse. Dos de ellos murieron en combate y cinco terminaron instalándose en la Argentina en diferentes momentos. Argimiro fue el que se encargó de traer a los dos hermanos más chicos.
Se instalaron en Córdoba donde un tío trabajaba como sastre y fue quien los ayudó con los pasajes y les envió la carta de invitación que necesitaban para entrar al país. “Mi papá trabajaba todo el día en la sastrería, cosía a mano, hasta que le sangraban los dedos. No paraba. A veces estaba tan cansado que su tía le daba café para que se pudiera mantener despierto. Decía que acá se trabajaba mucho, pero se comía bien. Siempre contaba eso: que allá en Galicia pasaban hambre, y acá, aunque fuera a puro esfuerzo, había comida en la mesa”, detalla Matilde Castiñeira, la hija del medio de Argimiro y explica que esa fue su vida hasta que logró poner su propia zapatería con cuatro socios.
Matilde Castiñeira de visita con sus hijos en Galicia
La primera vez que Matilde fue a España tenía 5 años. Partió en barco con su mamá, que también había nacido allá, y su hermano menor. Se quedaron nueve meses mientras Algimiro construía en Córdoba la que sería la casa familiar durante mucho tiempo.
“Esa primera vez me acuerdo que agarré justo los últimos dos meses de escuela de mis primos, así que iba con ellos a un aula rural”, cuenta.
Ese fue el primero de varios que hicieron en familia. En 1975, Argimiro junto a su esposa y sus tres hijos, decidieron emprender la segunda visita a España. “Viajamos en tren hasta Buenos Aires. Era toda una odisea. Porque en esa época no era común hacer viajes tan largos”, detalla. Cada vez que iban visitaban a ambas familias y pasaban mucho tiempo con tíos y primos.
“Cada vez que nos despedíamos llorábamos porque durante el tiempo que estábamos se establecía un vínculo afectivo que era muy grande. Yo tenía primos y primas de la misma edad, entonces me dolía mucho dejarlos. Era especial volver a esos lugares que de pequeño te habían contado, pero que no tenés mucha conciencia de cómo son”, expresa y cuenta que un recuerdo que tiene grabado en su corazón es el sabor de las papas fritas que hacía su tía con aceite de oliva. “Cada vez que siento ese aroma, vuelvo a ese lugar”, dice.
En 2025, Argimiro hubiese cumplido 100 años y Matilde, junto a sus dos hermanos, decidieron volver a A Torre. Fue un viaje que prepararon con mucho tiempo de anticipación y al que, llegada la fecha, se sumaron más miembros de la familia como sus dos hijos, Florencia, que tiene dos hijos y vive en Coruña, y Pablo, que vive en México.
“Le hicimos una especie de homenaje. Mandamos a hacer una cerámica en Triana y la colocamos en una fuente de la aldea. Justo donde pasa uno de los caminos de Santiago”, detalla y cuenta que la placa está escrita en gallego, idioma que ella comenzó a estudiar en este último tiempo. También se hicieron gorras y unos stickers con algunas frases que siempre decía Argimiro como “si me permiten, voy a meter la cuchara”.
Esa vez, al igual que todas las veces que visitaban el pueblo, se juntaron con primos y sobrinos a festejar en la que fue la casa de su papá, que aún hoy sigue en pie. Una prima hizo pulpo y empanada a la gallega para todos. Matilde llevó impresas algunas fotos de los últimos años para compartir con toda la familia.
“La canción América, de Nino Bravo, me lleva a un recuerdo muy vívido. Mi papá nos había ido a buscar a mí y a mis primas más grandes a una verbena. Estábamos caminando, yendo al auto mientras sonaba esta canción. Al otro día nosotros volvíamos a la Argentina y yo lloraba. Cada vez que la escucho me acuerdo de ese lugar con lucecitas y de la alegría que tenía mi mamá y mi papá cada vez que visitábamos su tierra”, finaliza.
La placa de cerámica que colocó la familia de Argimiro
Diferentes iniciativas para acortar distancias
Si bien es algo que empezó de forma espontánea, las embajadas -sobre todo la de Italia y España- comenzaron a ponerle atención y a incentivar el turismo de raíces con diferentes programas.
Italea es una iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación Internacional de Italia que busca incentivar a que las personas se animen a viajar y a redescubrir sus orígenes italianos.
A través del sitio web www. italea.com, los viajeros pueden introducir el municipio o región del antepasado y acceder a guías turísticas estandarizadas o solicitar un itinerario personalizado. Para esto último, la página pide algunos datos: origen del viaje, municipio que se quiere visitar, fechas, cantidad de viajeros, entre otros. Una vez enviada la solicitud, el equipo de Italea se pondrá en contacto por mail con un itinerario tentativo.
El coordinador del proyecto, Giovanni María De Vita explicó: “No solo se trata de promover, sino que creamos una oferta turística en diferentes regiones de Italia, donde se proponen actividades que permiten a los ítalo-descendientes descubrir los lugares donde nacieron los antepasados”. Además de conocer las regiones, el proyecto ITALEA “propone la investigación genealógica que va a individualizar la casa, por ejemplo, donde nació el antepasado”, contó De Vita.
Por el lado de España, si bien no hay un programa integral, cada entidad lo maneja a través de su comunidad autónoma. Por ejemplo, en el caso de Galicia, existe un programa llamado Reencuentro con Galicia que financia viajes para que emigrantes gallegos que residan en América puedan volver a su lugar de origen. En el caso de Castilla y León, el programa se llama Añoranza y busca que los mayores de 60 años que sean ciudadanos de esta región puedan tener una estancia temporal en su lugar de origen.
En Irlanda, por ejemplo, la ONG Ireland Reaching Out que se encarga de ayudar a la gente que tiene ascendencia irlandesa a conectar con sus raíces. Ayudan a trackear ancestros e incluso a hacer de guías a las personas que deciden viajar para conocer el lugar de donde viene su familia. En Europa incluso hay agencias privadas que se dedican únicamente a ofrecer experiencias de turismo de raíces en países como Polonia, Hungría, Austria y más.
El lugar sorprende con su río, senderos y un paisaje único, que se posiciona como opción para vivir el verano lejos del gentío y en contacto con la naturaleza.
Disfrutar de la playa sobre el río Uruguay es un clásico que muchos lugareños aprovechan cada año en la región. Foto: Agencia NA (www.argentina.gob.ar).
Buenos Aires, viernes 12 diciembre (NA) — El verano en Argentina invita a descubrir destinos donde la naturaleza, el agua y el relax se combinan para crear experiencias inolvidables.
A lo largo del país, la Costa Atlántica sigue siendo un lugar de encuentro durante la época estival para millones de turistas. El Partido de La Costa, Mar del Plata y Necochea se destacan en la provincia de Buenos Aires, mientras que Las Grutas —en Chubut— suma su atractivo propio.
A su vez, Córdoba encanta con sus ríos de montaña y las Cataratas del Iguazú permanecen entre los sitios más elegidos.
Camino a ellas, por la Ruta Nacional 14, aparece un destino cada vez más visitado. Allí no sólo se disfruta del río, sino que también se puede acampar y recorrer senderos rodeados de vegetación y fauna autóctona.
En este contexto, los parques nacionales, reservas y espacios abiertos ganan protagonismo entre quienes buscan vacaciones accesibles y al aire libre.
Se trata del Parque Nacional El Palmar, ubicado en el Departamento de Colón, Entre Ríos, donde la naturaleza invita a ser disfrutada con respeto. Según supo la Agencia Noticias Argentinas, en esta temporada miles de viajeros optan por propuestas que combinan recreación, contacto con la fauna y un entorno seguro para disfrutar en familia o con amigos.
Las escapadas cortas y los destinos cercanos crecen por su oferta variada y económica. Además, la distancia entre Buenos Aires y la Costa Atlántica es similar al viaje hacia los destinos entrerrianos, como El Palmar o las termas de Colón. La diferencia está en el paisaje y la aventura que busca cada familia.
Hacer cicloturismo por el Parque Nacional El Palmar es otro de los encantos del lugar. Foto: Agencia NA (Redes Parque Nacional El Palmar – oficial).
¿Qué hacer en el Parque Nacional El Palmar este verano?
El Parque Nacional El Palmar es un área natural protegida donde se puede pasar la noche y disfrutar el paisaje desde adentro. Allí abundan las palmeras centenarias, el río y los senderos ideales para vivir amaneceres y atardeceres únicos.
Entre sus actividades principales se destacan:
Senderos peatonales Están pensados para distintos niveles de dificultad.
Avistaje de aves Hay más de 270 especies registradas. Es posible ver carpinchos, zorros, vizcachas y aves ribereñas.
Paseos por el río Se puede realizar canotaje y kayak.
Día de playa Disfrutar de la playa sobre el río Uruguay es un clásico regional.
Picnics El parque cuenta con zonas habilitadas, camping organizado, servicios, proveeduría y parrillas.
Además, se pueden sumar atractivos cercanos como Colón (termales y costanera), San José (circuito histórico) y Villa Elisa (complejo termal), todos a pocos kilómetros.
¿A qué distancia se encuentra El Palmar de la Ciudad de Buenos Aires?
El parque está a unos 330 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, viajando por la Autovía 14. Desde Paraná, capital provincial, son 260 kilómetros.
En definitiva, El Palmar es un destino ideal para quienes buscan naturaleza, descanso y actividades al aire libre. Combina río, palmares y caminatas en uno de los paisajes más singulares de la Mesopotamia argentina.