¿Llega el tercer movimiento histórico?

¿Llega el tercer movimiento histórico?

El carácter socialdemócrata del peronismo cordobés y del socialismo santafesino –que irradia sobre su aliado de tantas veces: el radicalismo local– comparten como fenómeno diferenciado del resto de país el de ser territorios productivos, ricos de recursos, la cuna de la zona centro y la pampa húmeda con la potencia de su campo.

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APRONTES. Perón abrazando a Balbín y Alfonsín sumando a Cafiero al balcón de la Rosada. | cedoc

Hoy se suman otras provincias que antes, por el hecho de ser áridas, carecían de esas condiciones de posibilidad que ahora se las permiten la minería o los hidrocarburos: Jujuy con el litio, Chubut y Santa Cruz con los hidrocarburos, los otros tres integrantes de Provincias Unidas.

La zona centro o la zona húmeda era una metonimia de la zona productiva en dólares, aquella que genera o puede generar más exportaciones. Centro no es más centro geográfico del país, y habrá que ver si en su búsqueda de identidad en “el medio” pueda aspirar a ser una síntesis –en proporciones diferentes– de la polarización para recrear un nuevo bipartidismo.

Pero si Provincias Unidas estuviera anticipando una reconfiguración del espacio ideológico, tampoco alcanzarían estas características comunes y todas materiales (territorio y economía) para explicar un fenómeno. Requeriría también componentes culturales para permitirle integrar al resto de las provincias que, por lo menos en alguna proporción, carecen de esa materialidad. Y viceversa, comparten las características materiales (agro, minería o energía) de las cinco de Provincias Unidas otras provincias que hoy no se plegaron al “grito federal”, aunque algunas ya se insinúa que lo harán después de las elecciones, dependiendo del resultado, Corrientes, por ejemplo.

Y ese componente cultural aglutinador pudiera ser el origen común y cuasi hereditario del radicalismo y del peronismo como partidos intérpretes del ethos argentino que casualmente por sus similitudes se hicieron competidores de una misma base de votantes, la que alternó entre uno y otro durante décadas.

El tronco común del radicalismo y del peronismo en el interior del país se percibe en la cantidad de radicales que son y han sido vicegobernadores de gobernadores peronistas, y de radicales que llegaron a ser gobernadores como peronistas. Como el peronismo fue la maquinaria electoral con mayores posibilidades de ganar una votación, muchos de aquellos con vocación de ser gobernadores se sumaron al vehículo PJ como “partido del poder”. Por eso el peronismo del interior es normalmente más conservador y resulta muy difícil desde la subjetividad porteña distinguir entre un gobernador peronista y otro radical (siempre excluyendo Buenos Aires por el peso y la singularidad de su conurbano).

Eso no impidió que la competencia entre ellos haya generado con los años antiperonismo en el radicalismo, llevando a muchos a unirse primero con Macri y ahora con Milei. Pero los radicales con territorio, los que gobiernan, ven de la misma manera a La Libertad Avanza: como un competidor y un peligro en su propio distrito. En Europa, después de competir durante décadas, la socialdemocracia y la democracia cristiana –centroizquierda y centroderecha– tras el colapso del bipartidismo por el surgimiento de partidos nuevos que amenazaban –alternativamente a uno y a otro– dejarlos terceros, terminaron aliándose para competirle al “disruptor”. Y por las mismas causas también en la Argentina se podría conjeturar que quizá peronistas y radicales terminen juntándose para conformar ese tercer movimiento histórico tantas veces elucubrado. Primer movimiento histórico: la UCR a fin del siglo XIX, segundo movimiento histórico: el peronismo a mediados del siglo XX, tercer movimiento histórico: ¿alianza de ambos en el siglo XXI?

Lo intentó el radical Raúl Alfonsín en el balcón de la Casa Rosada con el peronista Antonio Cafiero en 1987, quien meses después fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo intentó el peronista Duhalde con Alfonsín en la crisis del 2002. Lo intentó el peronista Néstor Kirchner con el radical Julio Cobos en 2007 y su idea de la transversalidad. Nadie logró transformar esos acercamientos en algo duradero o institucionalizado. Pero, quizás, la captación simultánea de La Libertad Avanza de parte del electorado de ambos y el surgimiento de una nueva primera minoría que los excluya y aspire a cierta forma de hegemonía termine uniéndolos. De la misma forma que ya parte de los dirigentes peronistas y radicales se unieron, integrándose a LLA.

El peronismo cordobés, factótum de la conformación de Provincias Unidas, es en sí mismo un anticipo de esa amalgama, no solo por su vicegobernadora radical, sino también por su carácter único de perenne autónomo del Partido Justicialista conducido por representantes del “ambacentrismo” desde hace más de dos décadas, cuando el santacruceño Néstor Kirchner descubrió que ganando en el conurbano bonaerense, y poco más, ganaba las elecciones nacionales y sometía al resto de los distritos, pronunciando el conurbanismo como partido dominante dentro del propio peronismo.

Septiembre en provincia de Buenos Aires y octubre a nivel nacional reformularán el mapa y trazarán el comienzo de un horizonte 2027 con o sin Milei.

El interior de la provincia de Buenos Aires se comporta electoralmente más parecido a sus vecinas Córdoba y Santa Fe, pero el 70% de los votos bonaerenses se concentra en los diez millones de personas que habitan el conurbano capitalino, que termina diluyendo cuantitativamente al interior bonaerense. Por eso allí se repite el fenómeno de juntar peronistas y radicales en Somos Buenos Aires, alianza del radicalismo, principalmente movilizado por Facundo Manes (aunque termine siendo candidato a senador por la Capital), junto a intendentes peronistas antikirchneristas y referentes del partido con el que Juan Scheretti compitió en las elecciones para presidente en 2023 como el también peronista Florencio Randazzo.

Si el PJ atravesara un proceso de envejecimiento, la crisis de la mediana edad que ya sufrió la UCR hace un cuarto de siglo, quizá sus actores principales estén dispuestos a promover seriamente un tercer movimiento histórico si –no menos importante– encontraran un candidato que entusiasme a la población.

Quién sería el cuerpo que encarne ese sentimiento: ¿un exgobernador como Schiaretti que llegaría a 2027 con la misma edad en que Trump fue electo el año pasado? ¿Que los represente un outsider, como siempre sostiene Duran Barba que entusiasma más a los votantes? ¿Un gobernador joven a quien los demás le cedan su auctoritas y encumbren?

Septiembre en provincia de Buenos Aires y octubre a nivel nacional reformularán el mapa y darán comienzo a las condiciones de posibilidad de 2027 con o sin Milei.

Primicias Rurales

Fuente: Perfil

La reducción de derechos de exportación tuvo un efecto limitado sobre los precios de los granos

La reducción de derechos de exportación tuvo un efecto limitado sobre los precios de los granos

Baja de retenciones: mejora la rentabilidad, pero la presión tributaria continuará elevada la próxima campaña

Baja de retenciones: mejora la rentabilidad, pero la presión tributaria continuará elevada la próxima campaña

Buenos Aires, martes 12 julio (PR/25) —El 23 de julio, el presidente Javier Milei anunció una reducción permanente de los Derechos de Exportación (DEX) aplicados a diversos productos del complejo agroindustrial. La medida contempla rebajas en las alícuotas para la carne vacuna y aviar (de 6,75% a 5%), el maíz y el sorgo (de 12% a 9,5%), el girasol (de 7% a 5,5%), la soja (de 33% a 26%) y sus subproductos (de 31% a 24,5%). A diferencia de la reducción transitoria implementada entre febrero y junio de 2025, esta baja tiene carácter permanente y constituye un paso concreto hacia la eliminación definitiva de un tributo que ha impactado negativamente en el sector agropecuario desde su reimplantación en 2002.

Desde IERAL venimos siguiendo de cerca la evolución del tema, con especial énfasis en el análisis del impacto potencial de estas medidas sobre la rentabilidad de la producción de granos y la recaudación fiscal en los distintos niveles de gobierno (Nación y provincias). A comienzos de año calificamos la baja transitoria como “un paso en la dirección correcta” y, más adelante, en otra columna, advertimos que sería un error “volver atrás” una vez vencido el plazo en junio.

En esta ocasión, a partir del nuevo esquema tributario y las cotizaciones futuras de los granos, se presenta una primera estimación de la rentabilidad agrícola para la campaña 2025/26, diferenciando los márgenes antes y después de impuestos. El objetivo es aproximar el impacto microeconómico de la medida, tanto sobre la rentabilidad del productor como sobre la recaudación fiscal de Nación y provincias, comparando los resultados del nuevo escenario con un contrafáctico en el que las alícuotas de DEX se mantenían sin cambios. Adicionalmente, se incorpora una comparación histórica que permite ubicar los márgenes actuales en perspectiva frente a los registros de campañas anteriores.

El marco de referencia para los cálculos es el conjunto de modelos agrícolas que IERAL viene utilizando desde hace tiempo. Se analizan cuatro casos que buscan reflejar la heterogeneidad del sector, definidos a partir de dos zonas geográficas —la zona núcleo (sudeste de Córdoba, sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires) y la zona extrapampeana (norte de Córdoba, Santiago del Estero y otras áreas del centro-norte del país)— y dos modalidades de tenencia de la tierra: campo propio y campo alquilado. En todos los casos se considera una escala de 500 hectáreas con una rotación de cultivos del 50% soja y 50% maíz. Además, se supone que el 90% de la soja producida en cada establecimiento tiene destino de exportación y el 10% se vende en el mercado interno; en el caso del maíz, se considera una relación 70-30%, respectivamente.

Las principales diferencias entre zonas responden a la productividad de la tierra (rendimientos), las distancias a puerto (costos de transporte) y los requerimientos específicos de insumos y labores según la ubicación (costos directos). En tanto, la diferencia entre propietarios y arrendatarios dentro de una misma zona está dada por el costo del alquiler, que se calcula en quintales fijos de soja por hectárea (15 en la zona núcleo y 8 en la extrapampeana), valuados al precio FAS Rosario vigente al momento de la cosecha.

Efectos de la reducción de DEX en rentabilidad y recaudación

En la tabla 1 se presenta la estimación de los principales efectos de la medida sobre rentabilidad esperada y recaudación del Estado para la campaña agrícola 2025/26. Además de los supuestos antes mencionados, las proyecciones asumen precios FOB (puertos argentinos) de USD 420/ton para la soja y de USD 214/ton para el maíz (promedio marzo – agosto 2026, ajustados según cotizaciones futuras en el mercado de Chicago) y un escenario en que los costos de producción de los distintos modelos agrícolas se mantienen constantes en dólares reales al nivel de mediados 2025.

La tabla muestra los resultados proyectados para los cuatro casos analizados, incorporando la reducción de DEX (escenario vigente, con alícuotas de 26% para soja y 9,5% para maíz). Entre paréntesis se indican las variaciones respecto de un escenario contrafáctico en el que las alícuotas se mantenían en los niveles previos (33% para soja y 12% para maíz).

Principales conclusiones que surgen de la simulación

  • La rentabilidad neta del productor (margen después de impuestos) mejora entre USD 31,6 y USD 60,5 por hectárea, según la zona y el régimen de tenencia de la tierra. Para productores propietarios, la mejora en el margen neto (ingresos menos costos e impuestos) asciende a USD 60,5/ha en zona núcleo y USD 47,5/ha en zona extrapampeana. Para productores arrendatarios la mejora es de USD 31,6/ha en zona núcleo y USD 40,3/ha en zona extrapampeana, aunque en este último caso la mejora solo alcanzaría para reducir pérdidas (de – USD 68 a – USD 28/ha).
  • La recaudación por DEX cae entre USD 53,9 y USD 71,8 por hectárea (una pérdida del 22 % respecto al escenario sin desgravación), pero la recaudación tributaria total (nación + provincias) se reduce proporcionalmente menos (entre 9% y 15%). Esto se explica, principalmente, por una mayor recaudación del impuesto a las ganancias y en menor medida de otros tributos (ingresos brutos, cheque).
  • Las provincias captarían entre USD 6,2 y USD 14,6 adicionales por hectárea (un aumento del 12% al 21% según la zona), mientras que Nación perdería entre USD 37 y USD 60,7 por hectárea (una caída del 15-18%). En este análisis se excluye el caso del productor arrendatario de la zona extrapampeana, dado que, bajo los supuestos del modelo y las condiciones actuales de precios, costos y presión tributaria, esa tierra directamente no sería puesta en producción y por ende no generaría ingresos al fisco.
  • La carga tributaria total —entendida como el porcentaje de la renta generada (ingresos menos costos) que el productor no puede apropiarse por efecto de los impuestos— se reduce entre 6 y 14 puntos porcentuales tras la desgravación. No obstante, seguirá siendo muy elevada: alcanza entre el 53% y el 70% para propietarios y arrendatarios de la zona núcleo, y entre el 68% y el 112% en la zona extrapampeana. Que en todos los casos supere el 50% implica que, en dólares por hectárea, el productor seguirá perdiendo más por impuestos que lo que logra conservar como ingreso neto.
  • En relación con este último punto, si bien la simulación simplifica una realidad diversa incluso dentro de una misma zona (al asumir ciertos niveles de eficiencia, esquemas de rotación, etc.), el resultado de una carga tributaria superior al 100% para arrendatarios de la zona extrapampeana ayuda a comprender una preocupación recurrente en el sector: los impuestos vuelven inviable la actividad en zonas marginales, de menor productividad y mayor distancia a los puertos, especialmente si hay que pagar alquiler. Sin embargo, si continúa el proceso de desgravación de los DEX, muchas de estas tierras podrían volverse rentables y reactivarse la expansión de la frontera agrícola.

¿Cómo comparan las proyecciones de rentabilidad para la campaña 2025/26 con las de campañas anteriores?

Con la baja parcial de retenciones y bajo las condiciones previamente descritas, los márgenes agrícolas proyectados para la campaña 2025/26 se ubican en USD 467/ha para productores propietarios en zona núcleo, USD 170/ha para arrendatarios en esa misma región, USD 149/ha para propietarios en zona extrapampeana y –USD 28/ha para arrendatarios extrapampeanos. Comparados con la rentabilidad promedio de las últimas ocho campañas (2017/18–2024/25), y asumiendo rendimientos teóricos constantes en el tiempo, estos márgenes resultan inferiores en USD 103, 54, 49 y 23 por hectárea, respectivamente. Como ya se mencionase, la carga tributaria continuará siendo muy elevada en 2025/26, y vista en perspectiva, se ubicará en niveles muy similares al promedio de las últimas ocho campañas.

El supuesto de rendimientos constantes busca aislar el impacto de factores climáticos o sanitarios sobre la rentabilidad —como la sequía de 2023 o la “chicharrita” en 2024—, de modo que las comparaciones reflejen únicamente cambios en precios, costos e impuestos. Por lo tanto, los valores estimados no representan la rentabilidad efectiva de los productores, ya que excluyen los riesgos propios de una actividad sujeta al clima, sino que ofrecen una aproximación a cómo se reconfigura la rentabilidad proyectada para 2025/26 en relación con años recientes, bajo el nuevo esquema tributario y las cotizaciones futuras.

En síntesis, la baja de los DEX representa una mejora concreta para el negocio de producir granos frente al escenario contrafáctico en el que las alícuotas no se reducían. Al tratarse, esta vez, de una medida permanente, también aporta mayor previsibilidad y reglas de juego más claras para todos los actores del sector. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. Los márgenes proyectados para la campaña 2025/26 se mantienen por debajo del promedio de las últimas ocho campañas y la carga tributaria seguirá siendo muy elevada.

Como se ha señalado en columnas anteriores, avanzar hacia la eliminación definitiva de este tributo supone un desafío fiscal de envergadura para el gobierno nacional y requerirá una estrategia integral que garantice la sostenibilidad de la medida. En particular, dado que la eliminación de las retenciones tiende a incrementar la recaudación de otros impuestos —cuyos recursos, en su mayor parte, se coparticipan con las provincias—, sería deseable que: (i) se contemple una asignación específica que permita redirigir parte de ese mayor ingreso tributario hacia la Nación, con el fin de compensar parcialmente la pérdida por DEX; o bien (ii) que las provincias se sumen al esfuerzo fiscal y, con los mayores recursos que reciben por la desgravación, reduzcan o eliminen otros tributos que afectan directamente al sector agropecuario, particularmente los más distorsivos, como el Impuesto sobre los Ingresos Brutos (que impacta en forma directa en las ventas o de forma indirecta en las compras) y el Impuesto a los Sellos (que recae sobre distintos contratos habituales en la actividad).

Por Francisco Artusso

Fuente: IERAL-Fundación Mediterránea

¿Llega el tercer movimiento histórico?

¿Llega el tercer movimiento histórico?

El carácter socialdemócrata del peronismo cordobés y del socialismo santafesino –que irradia sobre su aliado de tantas veces: el radicalismo local– comparten como fenómeno diferenciado del resto de país el de ser territorios productivos, ricos de recursos, la cuna de la zona centro y la pampa húmeda con la potencia de su campo. Hoy se suman otras provincias que antes, por el hecho de ser áridas, carecían de esas condiciones de posibilidad que ahora se las permiten la minería o los hidrocarburos: Jujuy con el litio, Chubut y Santa Cruz con los hidrocarburos, los otros tres integrantes de Provincias Unidas.
La zona centro o la zona húmeda era una metonimia de la zona productiva en dólares, aquella que genera o puede generar más exportaciones. Centro no es más centro geográfico del país, y habrá que ver si en su búsqueda de identidad en “el medio” pueda aspirar a ser una síntesis –en proporciones diferentes– de la polarización para recrear un nuevo bipartidismo.
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APRONTES. Perón abrazando a Balbín y Alfonsín sumando a Cafiero al balcón de la Rosada. | cedoc

Pero si Provincias Unidas estuviera anticipando una reconfiguración del espacio ideológico, tampoco alcanzarían estas características comunes y todas materiales (territorio y economía) para explicar un fenómeno. Requeriría también componentes culturales para permitirle integrar al resto de las provincias que, por lo menos en alguna proporción, carecen de esa materialidad. Y viceversa, comparten las características materiales (agro, minería o energía) de las cinco de Provincias Unidas otras provincias que hoy no se plegaron al “grito federal”, aunque algunas ya se insinúa que lo harán después de las elecciones, dependiendo del resultado, Corrientes, por ejemplo.

Y ese componente cultural aglutinador pudiera ser el origen común y cuasi hereditario del radicalismo y del peronismo como partidos intérpretes del ethos argentino que casualmente por sus similitudes se hicieron competidores de una misma base de votantes, la que alternó entre uno y otro durante décadas.

El tronco común del radicalismo y del peronismo en el interior del país se percibe en la cantidad de radicales que son y han sido vicegobernadores de gobernadores peronistas, y de radicales que llegaron a ser gobernadores como peronistas. Como el peronismo fue la maquinaria electoral con mayores posibilidades de ganar una votación, muchos de aquellos con vocación de ser gobernadores se sumaron al vehículo PJ como “partido del poder”. Por eso el peronismo del interior es normalmente más conservador y resulta muy difícil desde la subjetividad porteña distinguir entre un gobernador peronista y otro radical (siempre excluyendo Buenos Aires por el peso y la singularidad de su conurbano).

Eso no impidió que la competencia entre ellos haya generado con los años antiperonismo en el radicalismo, llevando a muchos a unirse primero con Macri y ahora con Milei. Pero los radicales con territorio, los que gobiernan, ven de la misma manera a La Libertad Avanza: como un competidor y un peligro en su propio distrito. En Europa, después de competir durante décadas, la socialdemocracia y la democracia cristiana –centroizquierda y centroderecha– tras el colapso del bipartidismo por el surgimiento de partidos nuevos que amenazaban –alternativamente a uno y a otro– dejarlos terceros, terminaron aliándose para competirle al “disruptor”. Y por las mismas causas también en la Argentina se podría conjeturar que quizá peronistas y radicales terminen juntándose para conformar ese tercer movimiento histórico tantas veces elucubrado. Primer movimiento histórico: la UCR a fin del siglo XIX, segundo movimiento histórico: el peronismo a mediados del siglo XX, tercer movimiento histórico: ¿alianza de ambos en el siglo XXI?

Lo intentó el radical Raúl Alfonsín en el balcón de la Casa Rosada con el peronista Antonio Cafiero en 1987, quien meses después fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo intentó el peronista Duhalde con Alfonsín en la crisis del 2002. Lo intentó el peronista Néstor Kirchner con el radical Julio Cobos en 2007 y su idea de la transversalidad. Nadie logró transformar esos acercamientos en algo duradero o institucionalizado. Pero, quizás, la captación simultánea de La Libertad Avanza de parte del electorado de ambos y el surgimiento de una nueva primera minoría que los excluya y aspire a cierta forma de hegemonía termine uniéndolos. De la misma forma que ya parte de los dirigentes peronistas y radicales se unieron, integrándose a LLA.

El peronismo cordobés, factótum de la conformación de Provincias Unidas, es en sí mismo un anticipo de esa amalgama, no solo por su vicegobernadora radical, sino también por su carácter único de perenne autónomo del Partido Justicialista conducido por representantes del “ambacentrismo” desde hace más de dos décadas, cuando el santacruceño Néstor Kirchner descubrió que ganando en el conurbano bonaerense, y poco más, ganaba las elecciones nacionales y sometía al resto de los distritos, pronunciando el conurbanismo como partido dominante dentro del propio peronismo.

Septiembre en provincia de Buenos Aires y octubre a nivel nacional reformularán el mapa y trazarán el comienzo de un horizonte 2027 con o sin Milei.

El interior de la provincia de Buenos Aires se comporta electoralmente más parecido a sus vecinas Córdoba y Santa Fe, pero el 70% de los votos bonaerenses se concentra en los diez millones de personas que habitan el conurbano capitalino, que termina diluyendo cuantitativamente al interior bonaerense. Por eso allí se repite el fenómeno de juntar peronistas y radicales en Somos Buenos Aires, alianza del radicalismo, principalmente movilizado por Facundo Manes (aunque termine siendo candidato a senador por la Capital), junto a intendentes peronistas antikirchneristas y referentes del partido con el que Juan Scheretti compitió en las elecciones para presidente en 2023 como el también peronista Florencio Randazzo.

Si el PJ atravesara un proceso de envejecimiento, la crisis de la mediana edad que ya sufrió la UCR hace un cuarto de siglo, quizá sus actores principales estén dispuestos a promover seriamente un tercer movimiento histórico si –no menos importante– encontraran un candidato que entusiasme a la población.

Quién sería el cuerpo que encarne ese sentimiento: ¿un exgobernador como Schiaretti que llegaría a 2027 con la misma edad en que Trump fue electo el año pasado? ¿Que los represente un outsider, como siempre sostiene Duran Barba que entusiasma más a los votantes? ¿Un gobernador joven a quien los demás le cedan su auctoritas y encumbren?

Septiembre en provincia de Buenos Aires y octubre a nivel nacional reformularán el mapa y darán comienzo a las condiciones de posibilidad de 2027 con o sin Milei.

Primicias Rurales

Fuente: Perfil

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Están demoradas las compras de insumos para la siembra de granos gruesos

El gradualismo no alcanza para romper el techo tributario

El gradualismo no alcanza para romper el techo tributario

Tan rápido como se recuperó la producción (dándole la razón al optimismo oficial que pregonaban un rebote en forma de “V”), es como comenzaron a operar los factores que le ponen un techo. No hay fenómenos nuevos para explicar el agotamiento.

Buenos Aires, sábado 9 de agosto (PR/25 ) .- Como ya pasó muchas veces en el pasado, el ritmo de recuperación se aletarga por trabas profundamente enquistadas. El techo lo pone un cúmulo de déficits en el diseño de instituciones que condicionan el desenvolvimiento de la actividad productiva.

Las deficiencias del sistema tributario es una de las principales razones por las cuales la recuperación no empalma con crecimiento sostenido. No es el único factor que le pone techo al crecimiento de la producción, pero, sin dudas, es de los más importantes y complejos de resolver. Este diagnóstico es el que inspiro al gobierno a aplicar una reducción parcial en los derechos de exportación de los principales productos agropecuarios.

Gestos, paradojas y contradicciones
Las rebajas sobre las retenciones tienen más valor por el gesto, que por su contribución a la resolución de los problemas que genera el sistema tributario. Pero el aporte más relevante es que pone de manifiesto las paradojas y contradicciones a las que lleva la estrategia gradualista de supeditar la eliminación de los tributos que quitan competitividad a la baja del gasto público.

En una evaluación rápida y conservadora, los impuestos que urge eliminar -porque que son una clara traba para la producción- suman el equivalente a más del 7,6% del PBI. En orden de importancia, considerando la recaudación que generan, este cómputo incluye Ingresos Brutos, cheque, derechos de exportación, sellos y tasas municipales sobre las ventas. Hay otras imposiciones que se necesita revisar y moderar su impacto (por ejemplo, las contribuciones patronales) pero en un planteo de minina el desafío es eliminar (no simplemente reducir) estos 5 tributos que aporta más de un cuarto del total de ingresos que cuenta el Estado.

A esto hay que agregar, como factor que aumenta la complejidad, que son impuestos que dependen de los tres niveles de gobierno. Son muy importantes para el financiamiento del gasto nacional y decisivos para los presupuestos de la mayoría de las provincias y municipios. Por lo tanto, estamos frente al enorme desafío de encolumnar decisiones con la misma orientación y audacia en los tres niveles de gobierno. La baja en los derechos de exportaciones sirve para ilustrar la relevancia de considerar estos dos puntos.

La pérdida de ingresos para el Estado que genera la reducción parcial de las retenciones se estima por encima del 0.2% del PBI. Si se compara con el superávit financiero que ronda el 0,3% del PBI es un esfuerzo muy importante. Pero visto desde la perspectiva de la producción la rebaja anunciada es un avance menor, prácticamente imperceptible, frente al desafío de eliminar todos los malos impuestos. La paradoja de mucho esfuerzo fiscal para poco alivio a la producción desnuda una primera inconsistencia.

El otro punto a considerar es que la baja de derechos de exportaciones se compensa, en no menos de un 50%, con aumentos en la recaudación de otros impuestos. Sólo es una cuestión de tiempo para que una proporción importante de los ingresos públicos perdidos se recuperen por subas en Ganancias, IVA, Ingresos Brutos, sellos y tasas municipales. La mayor parte de esto ingresos son apropiados de manera directa o indirecta (vía coparticipación) por las provincias. El no haber previsto esta complejidad lleva a una segunda paradoja: la pérdida de ingresos para la Nación puede derivar en que las provincias aumenten los gastos corrientes porque van a disponer de más recaudación.

Coordinar o resignarse
La reducción de las retenciones pone de manifiesto las debilidades y limitaciones del planteo de que para eliminar los malos impuestos es imprescindible bajar el gasto público para no alterar el equilibrio fiscal. La estrategia de supeditar la eliminación de los malos impuestos a una baja de gastos público de similares dimensiones es doblemente inconsistente.

En primer lugar, porque mientras las necesidades de generar un entorno que aumente la competitividad son urgentes, el camino gradualista para eliminar los malos impuestos es, en el mejor de los casos, muy largo. Las evidencias son contundentes. La baja del gasto público aplicada en el 2024 implicó un enorme e inédito esfuerzo que significó, para el consolidado nación más provincias, un ajuste del orden del 5,5% del PBI. Es muy poco realista aspirar a una reducción adicional del gasto públicos que, para compensar la eliminación de los malos impuestos, debería ser aún mayor al aplicado en el 2024.

La dinámica y composición de las finanzas públicas muestra que un ajuste de las dimensiones que se necesita para compensar la eliminación de los manos impuestos no será posible, al menos en plazos breves. Los primeros meses de este año lo confirman. En el primer semestre del 2025, con gran esfuerzo, la Nación apenas está logrando que el gasto se estabilice, es decir que no vuelva a subir. Más preocupante aun es que los primeros indicios disponibles sugieren que en las provincias el gasto público está subiendo, es decir que el ajuste del 2024 se está revirtiendo.

Por segundo lugar, la estrategia es inconsistente porque para eliminar los malos impuestos es imprescindible una muy bien calibrada coordinación entre niveles de gobierno. En esto también la baja de retención deja lecciones muy pertinentes. El esfuerzo que hizo la Nación para bajar los derechos de exportación tendría mucho más impacto sobre la producción agropecuaria si se hubiese dado en el marco de un acuerdo con las provincias para que los mayores ingresos que recibirán, gracias a la reducción de los derechos de exportación, se usen para eliminar o bajar el impuesto a los ingresos brutos y sellos que encarecen los insumos que paga el sector agropecuario.

En conclusión, resignarse a tolerar impuestos que dañan la competitividad porque peor es volver al déficit fiscal no es la única ni la mejor alternativa. Mucho más consistente con los desafíos que plantea el entorno macroeconómico es diagramar una estrategia coordinada entre los tres niveles de gobierno para que los mejores impuestos (IVA, Ganancias, Impuesto al patrimonio) generen los recursos que se necesitan para compensar las pérdidas que provoca la eliminación de los malos impuestos. El “Súper IVA”, absorbiendo Ingresos Brutos y tasas municipales que gravan las ventas, es el mejor ejemplo.

Tan rápido como se recuperó la producción (dándole la razón al optimismo oficial que pregonaban un rebote en forma de “V”), es como comenzaron a operar los factores que le ponen un techo. No hay fenómenos nuevos para explicar el agotamiento.

Osvaldo Giordano

Presidente del IERAL

Primicias Rurales

Fuente: Fundación Mediterránea