Cinco zonas se encuentran oficialmente en sequía. Otras seis experimentan condiciones de sequía prolongada tras el semestre más seco hasta julio desde 1976.
La actual escasez de agua en Inglaterra fue declarada un “incidente de importancia nacional”, informó el martes la Agencia de Medio Ambiente.
Cinco zonas se encuentran oficialmente en sequía, y seis más experimentan condiciones de sequía prolongada tras el semestre más seco hasta julio desde 1976. A pesar del clima inestable de julio, el caudal de muchos ríos y los niveles de los embalses continuaron bajando desde junio, indica un informe de la agencia de noticias Xinhua.
Las cifras oficiales muestran que las reservas de los embalses disminuyeron un 2% la semana pasada, alcanzando un promedio del 67,7% de su capacidad, en comparación con el 80,5% de la primera semana de agosto y el 75,6% del mes pasado.
Los expertos advierten sobre graves impactos, como la reducción del rendimiento de los cultivos y el alimento para el ganado, daños en humedales y hábitats fluviales, así como un aumento de los incendios forestales.
El Sindicato Nacional de Agricultores indicó que la escasez de agua nterrumpió la temporada de cultivo de este año, mientras que la Agencia de Medio Ambiente señaló que julio fue el quinto mes más cálido registrado, a pesar de las tormentas locales.
Agosto comenzó con condiciones más secas y la cuarta ola de calor del verano, lo que aumentó la presión sobre el suministro de agua y las rutas de navegación.
El Servicio Meteorológico Nacional (MET) informó que la alta presión y una corriente de aire del sur elevarán las temperaturas en gran parte de Inglaterra y Gales a principios de esta semana.
Los expertos también advirtieron sobre los riesgos para la salud relacionados con el calor, como insolación, deshidratación y problemas respiratorios.
“La situación actual es de importancia nacional, y hacemos un llamado a todos para que contribuyan y ayuden a reducir la presión sobre nuestro entorno hídrico”, declaró Helen Wakeham, directora de agua de la agencia y presidenta del Grupo Nacional de Sequía.
En junio, la agencia advirtió que, sin medidas urgentes de conservación, el suministro público de agua de Inglaterra podría enfrentar un déficit diario de 5 mil millones de litros para 2055, con un déficit adicional de mil millones de litros para cubrir necesidades económicas más amplias.
En Bolívar hay entre 300 y 400 productores afectados directamente
Buenos Aires, martes 5 agosto (PR/25) — Las imágenes que el productor agropecuario Leandro Lanzinetti tomó desde el aire, en un vuelo realizado el sábado sobre el partido de Bolívar, dejan en evidencia la magnitud del desastre que atraviesa este distrito: kilómetros y kilómetros de parcelas anegadas como si formaran una red de lagunas que cubren campos agrícolas y ganaderos.
Hay problemas para los cultivos ya sembrados de la campaña fina [trigo], para los tamberos que deben sacar la leche de los tambos y dudas para la nueva campaña de soja y maíz.
La última lluvia, registrada la semana pasada, fue de 30 milímetros. El productor explicó que, aunque no parece un valor elevado, el problema es que en la primera mitad del año ya cayó el volumen de agua que normalmente se registra en todo un año. Por esta razón, en la zona crece la preocupación ante la llegada de la primavera, la estación más lluviosa, y la incertidumbre sobre qué ocurrirá cuando lleguen las precipitaciones más intensas.
No se trata sólo de los campos bajo agua: con la parición de las vacas en marcha, el ganado tiene dificultades para encontrar lugares secos y el mal estado de los caminos rurales impide que los productores puedan mover hacienda o sacar los granos. A esto se suma la inquietud por la próxima campaña de granos gruesos [soja y maíz], que comenzará en dos meses, y la situación de los tamberos, que en muchos casos no pueden sacar la leche por la imposibilidad de que ingresen los camiones a los establecimientos.
Campos bajo el agua en la zona de Bolívar
José Gabriel Erreca, presidente de la Sociedad Rural de Bolívar, proporcionó más datos para dimensionar el impacto. Según detalló, el sector más afectado es el noroeste del partido, la zona más productiva, que limita con Carlos Casares y 9 de Julio, y que incluye la cuenca lechera por excelencia. Calcula que “el 80% de esa franja está bajo agua y con muy poco escurrimiento, lo que impide cualquier trabajo de mantenimiento o mejora”.
Erreca advirtió que la cosecha fina [trigo] será mínima, con muy poco trigo y cebada sembrados, y que el inicio de la campaña gruesa dependerá del clima. “Cada lluvia, aunque sea de 30 o 40 milímetros, en estas condiciones es un montón. Estamos a dos meses de preparar la gruesa y, si el clima no mejora, será muy difícil encarar la campaña”, indica. Según sus estimaciones, entre 300 y 400 productores están directamente afectados.
Lanzinetti señaló que los problemas comenzaron a principios de año. El primer evento fuerte fue el segundo fin de semana de marzo, en coincidencia con la inundación en Bahía Blanca. “En ese momento acá no llovió lo suficiente como para que el arroyo se desbordara e inundara todo, pero con el agua que vino de las Lagunas Encadenadas y lo que llovió en las sierras, la cuenca se saturó por completo. Hubo tres muertes”, recordó.
Los campos anegados de Bolívar
Por Bolívar pasa el arroyo Vallimanca, que recibe el caudal del Canal Aliviador, una obra construida para que, cuando las Lagunas Encadenadas del partido de Guaminí superan cierto nivel, drenen por ese cauce. Ese sistema hizo que llegara a Bolívar un enorme caudal de agua de otras zonas. Aunque la situación mejoró levemente, las lluvias posteriores impidieron que se normalizara.
Respecto de la zona filmada el sábado pasado Lanzinetti calculó que ya se acumularon 1300 milímetros en lo que va del año. “Es un disparate, sobre todo porque falta la primavera, que es el período más lluvioso. La media anual aquí está entre 900 y 1000 mm, pero recibimos 1300 en apenas cuatro meses. Es un exceso. Cuando tanta agua cae en tan poco tiempo, el suelo no alcanza a absorberla y pasa lo que se ve en las imágenes”, explicó.
El invierno agravó la situación. “En esta época no hay evaporación y el agua queda en superficie. En julio cayó 100 mm —en algunas zonas, 120— y la semana pasada, otras 30, que empeoraron todo”, dice.
Lanzinetti también cuestiona la falta de obras de infraestructura. “Acá el agua se va o por evaporación o por la napa, pero hoy la napa, en vez de absorbente, está largando agua hacia afuera. La situación es muy crítica”.
Su empresa se dedica a la agronomía y el acopio de granos, con campos propios y arrendados para ganadería. “Este es un momento muy crítico porque estamos en plena parición, naciendo los terneros, y aunque tengas reservas forrajeras la situación se complica. Por ahora, si no empeora, las vacas están en buen estado y podrán aguantar, pero habrá que moverlas a potreros más secos y racionar. El problema es que, con los caminos destruidos, es muy difícil llegar. Hay cereal sin cosechar y bolsos listos que no se pueden sacar. Eso genera un problema económico gravísimo: el productor necesita vender y hoy no tiene salida”.
La mayor parte del hemisferio norte enfrenta una reducción acelerada de sus reservas subterráneas y superficiales, según una investigación basada en datos satelitales. El fenómeno, impulsado por el calentamiento global y largas temporadas sin lluvias, impacta regiones agrícolas y ciudades en distintos continentes
PorCamila Caruso
El agua dulce almacenada en los continentes desaparece a un ritmo sin precedentes, según un estudio basado en datos satelitales de 22 años (DREW BENNETT)
El agua dulce almacenada en los continentes desaparece a un ritmo sin precedentes, según un nuevo estudio. Esta tendencia, provocada por el cambio climático, la sobreexplotación de aguas subterráneas y la intensificación de las sequías pone en peligro la seguridad hídrica global. La investigación advierte que este proceso está afectando a vastas regiones del hemisferio norte del planeta, donde se identificaron cuatro zonas interconectadas de “mega-sequía continental”.
Las conclusiones surgen de un análisis liderado por Arizona State University (ASU) y publicado en la revista científica Science Advances. Con más de dos décadas de observaciones satelitales, el trabajo muestra que el secado de los continentes supera en magnitud a la pérdida de agua de los polos.
Cuatro zonas críticas y pérdida de acuíferos
Los investigadores detectaron que los territorios que se secan se expandenal doble del ritmo que los que se humedecen, una señal de que se revirtieron patrones hidrológicos de larga data. Esto, en parte, es debido a la extracción excesiva de aguas subterráneas y la falta de reposición. El fenómeno afecta especialmente al hemisferio norte y se concentra en cuatro grandes regiones:
El suroeste de América del Norte y Centroamérica
Alaska y el norte de Canadá
El norte de Rusia
Una franja que abarca Medio Oriente, el norte de África y gran parte de Eurasia
Las zonas que pierden agua se expanden al doble del ritmo que aquellas que ganan humedad, revirtiendo patrones hidrológicos históricos (PICKPIK.COM)
Estas zonas incluyen regiones agrícolas clave como el norte de la India, Ucrania o la llanura del norte de China, además de grandes ciudades como Los Ángeles, Ciudad de México, Berlín, Teherán o Beijing. Según el estudio, el 75% de la población mundial vive en países que han perdido agua dulce de forma sostenida en los últimos 22 años.
Se estimó que aproximadamente el 68% de la pérdida de agua desde el 2002 corresponde a aguas subterráneas, mientras que el resto proviene de fuentes superficiales como ríos, lagos y nieve. De acuerdo con el trabajo, desde 2015, la pérdida total de agua dulce en los continentes contribuyó más al aumento del nivel del mar que la de los hielos de Groenlandia o de la Antártida por separado.
“Estos hallazgos tal vez representen el mensaje más alarmante hasta ahora sobre el impacto del cambio climático en nuestros recursos hídricos”, declaró Jay Famiglietti, autor principal del estudio, profesor en la Escuela de Sostenibilidad de ASU.
El secado de los continentes supera en magnitud a la pérdida de agua registrada en los polos, advierte una investigación liderada por ASU (REUTERS/Leonhard Foeger)
“Los continentes se están secando, la disponibilidad de agua dulce está disminuyendo y el aumento del nivel del mar se está acelerando. Las consecuencias de continuar con la sobreexplotación del agua subterránea podrían socavar la seguridad alimentaria y del agua para miles de millones de personas en todo el mundo. Este es un momento de ‘todas las manos a la obra’: necesitamos una acción inmediata en materia de seguridad hídrica global”, agregó en el comunicado oficial de la universidad.
Cómo se hizo el estudio
El equipo científico utilizó los datos de las misiones satelitales GRACE y GRACE-FO, desarrolladas en conjunto por Estados Unidos y Alemania. Estos satélites detectan cambios en el campo gravitacional terrestre, lo que permite medir las variaciones en el almacenamiento de agua en el planeta. Esto incluye agua superficial, humedad del suelo, nieve, glaciares y agua subterránea.
El estudio documenta un punto de inflexión en 2014–2015, coincidente con un evento climático extremo de El Niño. Desde ese momento, los eventos hidrológicos extremos comenzaron a intensificarse y el uso y extracción de agua subterránea aumentó drásticamente. En consecuencia, la pérdida de agua terrestre superó a la que producen los glaciares y capas de hielo.
La pérdida total de agua dulce en los continentes desde 2015 contribuyó más al nivel del mar que los hielos de Groenlandia o Antártida (Imagen Ilustrativa Infobae)
Además, se detectó una oscilación inédita: las zonas secas, que solían localizarse en el hemisferio sur, pasaron al norte. En tanto, según el estudio, desde 2002 las únicas zonas que muestran un aumento sostenido de humedad, en promedio por latitud, son las regiones tropicales. La investigación señala que esta reconfiguración no fue anticipada por los modelos climáticos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
“Es impactante cuánta agua no renovable estamos perdiendo”, explicó Hrishikesh A. Chandanpurkar, primer autor del estudio e investigador de ASU. “Los glaciares y las aguas subterráneas profundas son como fondos fiduciarios ancestrales. En lugar de usarlos solo en momentos de necesidad, como durante una sequía prolongada, los estamos dando por sentados. Además, no intentamos reponer los acuíferos durante los años húmedos y, por lo tanto, nos estamos acercando a una quiebra hídrica inminente”, advirtió.
Por qué importan los resultados: gestión, riesgos y acciones necesarias
El impacto de este proceso no es solo ambiental. Las zonas afectadas incluyen regiones agrícolas de alta productividad, ciudades densamente pobladas y ecosistemas sensibles. El agotamiento de los acuíferos profundos no solo reduce la disponibilidad inmediata de agua, sino que también intensifica los riesgos de inseguridad alimentaria, desplazamientos humanos y conflictos geopolíticos vinculados al agua.
Desde el evento climático de El Niño 2014-2015, los eventos hidrológicos extremos y la extracción subterránea se intensificaron (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los investigadores remarcan que contar con registros continuos de almacenamiento de agua terrestre es clave para distinguir entre la variabilidad climática natural y los efectos del cambio climático. “Los registros de GRACE ya alcanzan una duración que nos permite ver de forma robusta las tendencias a largo plazo”, sostuvo Chandanpurkar en el comunicado de ASU.
“Este estudio importa. Muestra con claridad que necesitamos con urgencia nuevas políticas y estrategias de gestión del agua subterránea a escala global”, afirmó Famiglietti. “Aunque los esfuerzos para mitigar el cambio climático enfrentan desafíos, podemos abordar el secado continental implementando nuevas políticas sobre sostenibilidad regional e internacional del agua subterránea. Esto, a su vez, ralentizará el aumento del nivel del mar y ayudará a preservar el agua para las generaciones futuras”, concluyó.
El ascenso del océano redefine costas y pone en riesgo territorios enteros. Un especialista consultado por Infobae advierte que los datos confirman un proceso acelerado que forzará migraciones y transformará comunidades
Por Camila Caruso
Buenos Aires, domingo 3 agosto (PR/25) — El aumento del nivel del mar amenaza a millones de personas en zonas costeras de todo el mundo (Imagen Ilustrativa Infobae)
El aumento del nivel del mar representa una de las amenazas más relevantes para las poblaciones costeras en todo el mundo. Desde pequeñas islas del Pacífico hasta grandes deltas asiáticos y regiones litorales de América, la evidencia científica y los análisis de expertos señalan escenarios de creciente preocupación para las próximas décadas.
El caso de Tuvalu, primera nación que inicia una migración planificada por el ascenso del nivel del mar, expone el rostro más urgente del cambio climático. Con sus nueve islas amenazadas por inundaciones y erosión, y más de un tercio de su población solicitando visados para Australia, la experiencia de este país insular anticipa los desafíos crecientes que enfrentan las comunidades costeras a nivel global.
Según informes de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), la aceleración de este fenómeno ya afecta a comunidades enteras y obliga a repensar estrategias de adaptación y supervivencia: “Los lugareños se están quedando sin opciones de adaptación, ya que la construcción de diques, la plantación de manglares y la mejora de los sistemas de drenaje ya no son viables”.
La información, también difundida por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), indica que el ritmo de aumento del nivel del mar se duplicó en las últimas décadas, y las proyecciones para 2050 y 2100 anticipan impactos sin precedentes en regiones densamente pobladas.
Tuvalu inició la primera migración planificada por el ascenso del mar, lo que anticipa desafíos globales (REUTERS/Kirsty Needham)
Según indicó el investigador Gerardo Perillo, licenciado en geología y doctor en oceanografía, miembro del CONICET y de la Academia Nacional de Ciencias, en diálogo con Infobae, “el fenómeno no se puede parar”, y la humanidad debe prepararse para convivir con un proceso que avanza sin retorno.
¿Qué es el nivel medio del mar y cómo se mide?
Comprender el nivel medio del mar (NMM) resulta fundamental para dimensionar el problema. Perillo explicó que no es un valor que se pueda observar directamente, sino que se calcula a partir de miles de mediciones de marea realizadas cada año en estaciones distribuidas por todo el mundo.
“La forma más simple es que se toman todos esos valores y se los promedia”, detalló el experto, aunque aclara que el método en realidad es mucho más complejo. Para establecer la variación a lo largo del tiempo, se grafica el NMM anual y se analiza la tendencia, idealmente con más de 50 años de datos.
Además, el nivel del mar no sube de manera uniforme en todo el planeta: existen regiones donde el ascenso es mucho mayor y otras donde incluso desciende, debido a factores locales como la subsidencia del terreno o la extracción de agua subterránea.
La aceleración del aumento del nivel del mar obliga a repensar estrategias de adaptación y supervivencia (Imagen Ilustrativa Infobae)
La NASA señala que el NMM es un indicador esencial del estado del clima, ya que integra información sobre el calentamiento oceánico y el deshielo de masas de hielo. Desde 1993, los satélites permiten medir con precisión el aumento global, que actualmente promedia alrededor de 3,4 milímetros por año, aunque con variaciones regionales significativas.
Causas del aumento del nivel del mar: deshielo, expansión térmica y factores humanos
El ascenso del nivel del mar es consecuencia directa del cambio climático y responde principalmente a dos procesos: el deshielo de glaciares y capas de hielo, y la expansión térmica del agua oceánica. Desde la NASA manifiestan que “las temperaturas oceánicas están aumentando, lo que lleva a la expansión del océano. Y a medida que las capas de hielo y los glaciares se derriten, agregan más agua”.
“Una de las razones del ascenso del NMM es justamente el calentamiento de los océanos que produce una expansión de la superficie del mar. El deshielo, no solo de los polos, sino especialmente de Groenlandia, lo que hace es aportar agua al mar”, indicó Perillo.
La NOAA agrega que, desde 1880, el nivel medio global subió entre 21 y 24 centímetros, y que el ritmo de ascenso se aceleró, pasando de 1,4 milímetros por año en el siglo XX a 3,6 milímetros por año entre 2006 y 2015.
El deshielo de glaciares y la expansión térmica del océano son las principales causas del aumento del nivel del mar (UMA)
Según estimaciones de la agencia, la pérdida de masa de Groenlandia aumentó de 34.000 millones de toneladas anuales en la década de 1990 a 247.000 millones entre 2012 y 2016. En el caso de la Antártida, la pérdida casi se cuadruplicó en el mismo periodo. La NASA advierte que, si todo el hielo terrestre se derritiera, el nivel del mar subiría más de 60 metros, aunque este escenario es extremadamente improbable en el corto plazo.
A estos factores se suma la alteración del ciclo del agua por actividades humanas, como la extracción de aguas subterráneas y la construcción de represas, que modifican el balance entre el agua almacenada en tierra y la que llega al océano.
“Lo que realmente es preocupante del aporte de agua es que disminuye la salinidad del mar, especialmente en las zonas polares y subpolares de los océanos. Allí se forman las masas de agua que luego se hunden y viajan a lo largo del fondo oceánico. Pero como las aguas ahora son menos saladas, la capacidad de hundirse disminuye y eso hace que se ralentice el gran sistema de circulación oceánica que es, en definitiva, lo que controla el clima de la Tierra”, agregó Perillo.
Proyecciones y regiones más vulnerables: islas del Pacífico, deltas asiáticos y costas de América
Regiones como islas del Pacífico, deltas asiáticos y costas de América son especialmente vulnerables al ascenso del mar (REUTERS/Loren Elliott)
Las proyecciones para las próximas décadas varían según los escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) estima que, para 2100, el nivel del mar podría aumentar «entre 0,43 m (rango probable de 0,29 y 0,59 m) en un caso de bajas emisiones (RCP2.6) y 0,84 m (rango probable de 0,61–1,10 m) en un escenario de emisiones altas (RCP8.5) para el año 2100 en relación con 1986–2005″.
Perillo afirma que “todos los lugares con costas bajas están sujetos a potenciales inundaciones debido del ascenso del NMM”.
Sin embargo, las diferencias regionales son notables. En el Pacífico Sur, la WMO reportó que el nivel del mar ya supera el promedio global, y amenaza a islas donde más de la mitad de la población vive a menos de 500 metros de la costa. “El ascenso del nivel del mar es una amenaza existencial para naciones insulares enteras”, afirmó la secretaria general de la WMO, Celeste Saulo.
En Fiyi, por ejemplo, la erosión y las inundaciones destruyeron viviendas y cultivos, y la única defensa posible parece ser la reubicación de comunidades, aunque muchas personas se resisten por sus lazos ancestrales con la tierra.
Los habitantes de Fiyi deberían migrar debido a la destrucción de sus viviendas por el avance del mar (REUTERS/Loren Elliott)
En Asia, Bangladesh enfrenta un riesgo extremo: más del 40% de su población vive en el delta del Ganges-Brahmaputra, una zona que se hunde por la extracción de agua subterránea. Según Perillo, “un mínimo ascenso del NMM es suficiente para inundar más del 30% del país”.
En Argentina, donde el ascenso anual en las costas ronda los 2 milímetros, las áreas más expuestas incluyen el delta del Paraná, la bahía Samborombón, el estuario de Bahía Blanca y bahía San Antonio en Río Negro.
En Estados Unidos, la NOAA destaca que casi el 30% de la población reside en zonas costeras, y que el ritmo de ascenso es mayor en el Golfo de México y la costa atlántica media, debido a procesos como el hundimiento del terreno y la erosión. Ocho de las diez mayores ciudades del mundo están cerca del mar, lo que multiplica la vulnerabilidad de infraestructuras críticas.
Consecuencias para las comunidades y estrategias de adaptación
El impacto incluye inundaciones, erosión, salinización y migraciones forzadas, con soluciones que requieren adaptación y mitigación (REUTERS/Mohammad Ponir Hossain)
El impacto del aumento del nivel del mar se manifiesta en inundaciones más frecuentes, erosión de costas, salinización de acuíferos y pérdida de hábitats naturales. La WMO estima que al menos 50.000 habitantes de islas del Pacífico enfrentan cada año el riesgo de desplazamiento.
Perillo advierte que el mayor peligro para las comunidades costeras no proviene solo del ascenso gradual del mar, sino de la combinación con tormentas y fenómenos extremos. “La playa se irá estrechando y cada vez habrá menos.Con el tiempo serán inundados por el mar, no por el NMM sino por las tormentas que pueden superar las defensas costeras que los ingenieros inventen”, explicó el investigador del CONICET.
La migración climática ya es una realidad en lugares como Tuvalu y otras islas de Oceanía, y podría convertirse en tendencia global a medida que más territorios se vuelvan inhabitables. En el sudeste asiático, la intensificación de ciclones y lluvias extremas agrava la situación, como ocurrió en Filipinas en 2024, cuando una serie de tifones desplazó a más de 1,4 millones de personas.
Respecto a las soluciones, Perillo sostiene que “se pueden establecer estrategias de adaptación y mitigación”. Entre ellas, menciona la migración planificada, el abandono de zonas vulnerables y la construcción de defensas costeras. Sin embargo, advierte que muchas de estas infraestructuras, como los muros de cemento, pueden destruir el entorno natural y resultar menos eficaces a largo plazo.
Perspectivas a largo plazo y advertencias de los expertos
El nivel medio del mar se mide con miles de registros y satélites, y muestra un ascenso desigual en el planeta (Imagen Ilustrativa Infobae)
El consenso científico es claro: el ascenso del nivel del mar continuará durante siglos, incluso si se detuvieran hoy las emisiones de gases de efecto invernadero.
La NASA y la NOAA coinciden en que la magnitud y velocidad del fenómeno dependerán de las decisiones que se tomen en materia de reducción de emisiones y adaptación.
La experiencia de Fiji y Filipinas muestra que la adaptación requiere no solo soluciones técnicas, sino también sensibilidad cultural y apoyo internacional. El desafío es global y urgente: preparar a las comunidades para convivir con un mar que avanza, y diseñar políticas que permitan mitigar los daños y proteger a quienes viven en la primera línea del cambio climático.
En base a las medidas tomadas en los últimos 12 meses, como la baja de impuestos, financiamiento a medida, talleres sobre uso eficiente del agua y trabajo con las empresas proveedoras de equipos.
Buenos Aires, jueves 24 de julio (PR/25) .- La Dirección Nacional de Agricultura, dependiente de la Subsecretaría de Producción Agropecuaria y Forestal, participó de la mesa de trabajo Riego: Desarrollo y Estrategia para ampliar la superficie productiva bajo riego, que se realizó en el Pabellón Azul de la Exposición Rural.
En línea con los objetivos del Plan Nacional de Riego, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía de la Nación, avanza en una política integral destinada a promover la expansión de las producciones agropecuarias bajo riego y a optimizar la gestión hídrica en todo el territorio nacional.
Como resultado de las medidas adoptadas, en los últimos 18 meses se vendieron más de 400 equipos de riego por pivot, con una inversión superior a 90 millones de dólares, lo que permite estimar un incremento de 35.000 has cubiertas. En el mismo sentido, se incorporaron más de 8000 has de riego por goteo, con una inversión de 36 millones de dólares.
La reducción de los costos de importación de equipos de riego con baja de aranceles del 14% al 2%, y la eliminación del impuesto PAÍS permitió una fuerte disminución en el precio final de la tecnología importada, facilitando su acceso a los productores.
Otro eje central ha sido la mejora de las condiciones de financiamiento, en articulación con el Banco de la Nación Argentina. Se extendieron los plazos crediticios hasta 10 años en pesos y 5 años en dólares, con períodos de gracia de hasta 18 meses y financiamiento del 100% de la inversión, incluyendo el IVA. Estas condiciones, aplicadas a las principales líneas del BNA, ofrecen un marco de mayor previsibilidad para quienes apuestan a incorporar nuevas hectáreas irrigadas con rendimientos estables en el largo plazo.
El Plan también contempla acciones de formación y sensibilización dirigidas a alumnos de escuelas agrotécnicas, técnicos y productores, con el fin de construir, junto a los proveedores de tecnología, una nueva generación de líderes agrícolas con conocimientos en uso eficiente del agua.
Estos avances reafirman el compromiso de la Secretaría con el desarrollo de una agricultura tecnificada, posicionando al riego como una herramienta clave para el crecimiento y la adaptación del agro argentino a los desafíos del presente y del futuro.
Pocos saben que al momento de cagar cargar nafta en una estación de servicio están contribuyendo con una alícuota del 5% sobre el valor del combustible que se destina al Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica. En el caso del gas natural comprimido (GNC), el aporte es del 9%.
Buenos Aires, martes 22 de julio (PR/25) .- Creado en 2001 por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, lo recaudado por el instrumento fiduciario se destinó a la financiación de obras de infraestructura diseñadas para mitigar los desastres generados por la gran inundación registrada ese año en vastas regiones productivas de la provincia de Buenos Aires.
Lo que comenzó como una iniciativa para mitigar los excesos hídricos en una de las regiones agrícolas más productivas del país terminó en gran medida desvirtuándose durante el kirchnerismo, ya que, por ejemplo, buena parte de los fondos se derivaron a la construcción de represas en la provincia de Santa Cruz.
A partir de 2017 el gobierno macrista impulsó, con aportes de ese instrumento fiduciario, avances en el Plan Maestro de la Cuenca del Salado y el reacondicionamiento del Canal San Antonio-Arroyo de las Tortugas en el límite entre Córdoba y Santa Fe. Esas obras, con algunos altibajos, fueron continuadas durante la gestión de Alberto Fernández.
Pero durante la gestión de Javier Milei la “canilla” del fideicomiso fue prácticamente cerrada, lo que paralizó gran parte de las obras hídricas realizadas en la zona pampeana. Sin embargo, el flujo de ingresos del fondo jamás se detuvo.
Un documento oficial señala que el Fondo de Infraestructura Hídrica registró en el primer trimestre de 2025 ingresos por 41.201 millones de pesos, la mayor parte de los cuales se explican por los aportes forzosos realizados por propietarios de vehículos particulares y transportistas.
En términos reales, considerando el ajuste por inflación, se trata de un incremento del 304%, lo que se explica tanto por la recuperación del consumo de nafta como por la liberalización del precio del combustible instrumentado por el gobierno de Milei.
Sin embargo, el uso de los recursos del fideicomiso fue insignificante, razón por la cual el resultado del instrumento generó una “ganancia” de 37.948 millones de pesos al cierre del primer trimestre del año.
Vale recordar que esos fondos, por la característica del instrumento en cuestión, no están auditados, lo que implica que el gobierno puede hacer con esos recursos lo que mejor le parezca sin experimentar inconvenientes.
La mala noticia es que mientras que el gobierno se “encanuta” –sin ofrecer explicaciones al respecto– los fondos destinados a financiar obras de infraestructura hídrica, gran parte de la región pampeana experimenta excesos hídricos y la perspectiva climática indica que las lluvias abundantes seguirán presentes.