“Gran amenaza”: un reconocido experto alertó sobre el mayor riesgo que genera el cambio climático y apuntó a una actividad

“Gran amenaza”: un reconocido experto alertó sobre el mayor riesgo que genera el cambio climático y apuntó a una actividad

Un informe global advirtió por el calentamiento de los océanos entre Nueva Zelanda y Argentina

Un informe global advirtió por el calentamiento de los océanos entre Nueva Zelanda y Argentina

Científicos plantearon que el calor no se distribuye de manera uniforme en las aguas marítimas. El impacto del cambio climático y las regiones más comprometidas, según dijo a Infobae el primer autor del estudio, el climatólogo Kevin Trenberth

Buenos Aires, lunes 26 mayo (PR/25) — El calentamiento global está dejando una huella profunda e inconfundible en los océanos del planeta, donde se almacena gran parte del calor excedente.

En ese sentido, un estudio realizado por investigadores de Nueva Zelanda, China, Estados Unidos y Austria reveló que la energía térmica se está distribuyendo de manera desigual en los océanos.

El calentamiento global afecta gravementeEl calentamiento global afecta gravemente los océanos, según un estudio reciente (Imagen Ilustrativa Infobae)

Encontraron que cerca de la latitud entre 40 y 45 grados al sur los océanos están calentándose a un ritmo sin precedentes, con efectos especialmente marcados en los alrededores de Nueva ZelandaTasmania y en aguas del Atlántico que se encuentran al este de Argentina.

Infobae entrevistó al primer autor de la investigación, el científico Kevin Trenberth, quien trabaja en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder, Estados Unidos, y en la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda.

En el caso del hemisferio norte, las mayores subas de temperatura se registran en aguas al este de Estados Unidos, en el Atlántico Norte, y al este de Japón, en el Pacífico Norte. El estudio fue publicado en Journal of Climate, la revista especializada de la Sociedad Meteorológica Estadounidense

El doctor Trenberth reconoció que fue “muy sorprendente” el descubrimiento de un patrón tan distintivo en los océanos a partir de los datos climáticos. Al consultarlo por cuáles son las implicancias para los países cercanos en el hemisferio sur, el investigador contestó: “La tendencia al calentamiento no es un proceso lento sino que presenta considerables altibajos”.

A medida que el océano se calienta, explicó, “los sistemas meteorológicos se ven afectados por un aumento de la evaporación y de la humedad que, en primer lugar, alimenta las tormentas y las hace más vigorosas y, en segundo lugar, incrementa las precipitaciones y el riesgo de inundaciones en tierra, así como la erosión. Esto hace retroceder un poco la temperatura del mar y luego se repite”.

Kevin Trenberth, entrevistado por Infobae,Kevin Trenberth, entrevistado por Infobae, fue el líder de la investigación publicada en Journal of Climate/Chris Loufte/University of Auckland

En ese tono, advirtió: “Este aumento de la variabilidad y de los fenómenos extremos puede ser muy perjudicial. La gente puede prepararse un poco y, sobre todo, planificar la gestión del agua y el drenaje”.

En el océano, “lo mejor que se puede hacer es evitar la contaminación por escorrentía, que aumenta el estrés”.

En cuanto al potencial impacto sobre la biodiversidad marina, Trenberth, quien es autor principal de los informes de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), afirmó que: “Algunas especies pueden perderse o desplazarse hacia los polos. También podría haber más especies de aguas cálidas en la zona con la temperatura más alta”.

Cómo estudiaron a los océanos

Detectaron más aumentos de laDetectaron más aumentos de la temperatura en océanos cerca de Nueva Zelanda, Tasmania y Argentina. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El análisis de los investigadores se basó en datos sobre el contenido de calor oceánico, que se centraron en profundidades de hasta 2000 metros.

También utilizaron productos clave como el sistema CERES de la agencia espacial NASA para observar la radiación en la cima de la atmósfera, junto con análisis atmosféricos de otras fuentes. Se identificaron patrones claros de aumento de la temperatura en los océanos entre 2000 y 2023.

Durante este período, la mayor acumulación de calor se detectó en los océanos del hemisferio sur. De esta manera, descubrieron el calentamiento desigual en las aguas, con un aumento significativo de temperaturas en los trópicos profundos y máximos cerca de los 40 grados de latitud en ambos hemisferios.

El hemisferio sur acumula másEl hemisferio sur acumula más calor, con máximos en latitudes de 40-45 grados./Archivo Pixabay

Las tendencias robustas emergieron al observar el contenido de calor promedio en bandas zonales. La primera banda, entre 40 y 45 grados sur, es la que se calienta a mayor velocidad del mundo, con efectos especialmente pronunciados en torno a Nueva Zelanda, Tasmania y las aguas al este de Argentina.

A partir de los resultados, los investigadores alertaron sobre los efectos climáticos locales debido a esas redistribuciones de calor. “El clima está cambiando por la acumulación de gases de efecto invernadero, y la mayor parte del calor extra termina en los océanos”, indicó el científico. “Sin embargo, los resultados no son en absoluto uniformes, como demuestra nuestro trabajo. Es probable que también intervenga la variabilidad natural”, añadió.

El análisis de científicos de Argentina

“El estudio del doctor Trenberth y colaboradores explica algunos mecanismos que podrían causar el mayor calentamiento en dos bandas de latitud. El calentamiento propiamente dicho ya había sido descripto en varios trabajos anteriores”, dijo a Infobae el doctor Alberto Piola, investigador superior del Conicet en oceanografía física.

“Hay varios impactos posibles -acotó Piola-. El inmediato es la tendencia de las especies marinas a migrar hacia latitudes más altas, lo que ya se observa en algunas regiones”.

Esto incluye “una especie de interés comercial, lo que tiene a su vez un impacto socioeconómico y, en algunos casos, geopolítico. El desplazamiento hacia el polo de las aguas más cálidas tiene también potenciales impactos en el clima regional”, de acuerdo al experto.

Los cambios en la temperaturaLos cambios en la temperatura de los océanos puede influir en la presencia de las especies comerciales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por su parte, en diálogo con Infobae, el doctor Martín Saraceno, del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera del Conicet y la Universidad de Buenos Aires (UBA), consideró que los resultados del estudio sobre el calentamiento a mayor velocidad de las aguas atlánticas al este de Argentina, entre otras zonas, son válidos.

“Hay también investigaciones anteriores que demuestran que la pesca en Brasil disminuyó mucho, mientras que en la Argentina aumentó. Probablemente, ese cambio se debe al mayor calentamiento que ocurre en latitudes medias”, subrayó.

Qué aconsejan expertos frente a la crisis climática

El equipo de científicos liderado por Trenberth instó a mejorar el monitoreo conjunto de energía en la atmósfera y los océanos para detectar rápidamente las tendencias emergentes.

Sugirieron también se sigan enfoques interdisciplinarios para identificar con precisión las influencias humanas y naturales, especialmente en un contexto de calentamiento intensificado desde 2020.

El cambio climático afecta laEl cambio climático afecta la biodiversidad marina. EFE/ROMÁN G. AGUILERA/Archivo

Al considerar que el mayor aumento del contenido de calor oceánico se da en el hemisferio sur, los especialistas expresaron que se deberían priorizar los esfuerzos por comprender las dinámicas del calentamiento en esta región.

Esto abarca los efectos de las corrientes circumpolares antárticas y el transporte relacionado hacia latitudes medias. “Los cambios generales forman parte de la crisis climática provocada por las actividades humanas y, en especial, por la quema de combustibles fósiles. Por eso es útil descarbonizar la economía: esto significa que se debería hacer más uso de las energías renovables y debería reducirse la conducción de vehículos”, resaltó Trenberth en el diálogo con Infobae.

También consideró que se debería “aumentar la resiliencia de múltiples maneras”. Esto significa no solo hacer frente a los impactos del cambio climático, sino también evitar que esos efectos empeoren.

Esto puede incluir la gestión adecuada de recursos hídricos, el fortalecimiento de barreras contra inundaciones, el diseño de infraestructuras más robustas y la restauración de ecosistemas naturales que actúan como amortiguadores climáticos.

Primicias Rurales

Fuente: Infobae

Advierten que los ríos glaciares se están volviendo verdes por el calentamiento global

Advierten que los ríos glaciares se están volviendo verdes por el calentamiento global

 Un estudio analizó 164 ríos de montaña y alertó sobre la desaparición de microorganismos esenciales que purifican el agua. La pérdida de hielo altera los ecosistemas microbianos en las zonas más frías del planeta
Buenos Aires, miércoles 26 marzo (PR/25) –Las secuelas del cambio climático están a la vista, tanto en los trópicos como en las regiones más heladas del planeta. Los glaciares se están derritiendo a una velocidad que no tiene precedentes, y con ellos, también desaparece algo que no se ve a simple vista: formas de vida microscópicas, únicas y fundamentales para el equilibrio ambiental.
Científicos suizos analizaron más deCientíficos suizos analizaron más de 2.300 tipos de bacterias en arroyos glaciares de todo el mundo (EPFL/Mike Styllas)

Científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), Suiza, acaban de publicar un estudio que muestra cómo los arroyos que nacen en los glaciares, y que alimentan muchos de los ríos más importantes del mundo, están a punto de transformarse para siempre.

El cambio de estos ecosistemas va a alterar profundamente las comunidades microbianas que viven en ellos, lo que tendrá consecuencias que todavía no terminamos de dimensionar.

Los arroyos alimentados por glaciaresLos arroyos alimentados por glaciares podrían volverse más verdes en el futuro (AP Foto/Matthias Schrader, Archivo)

Cuando uno piensa en glaciares, tal vez se imagine una gran masa de hielo quieta, silenciosa, allá arriba en las montañas. Pero en realidad, esos glaciares son el punto de partida de una enorme red de agua en movimiento. De ellos nacen ríos que cruzan valles, abastecen ciudades y sostienen economías enteras. En Suiza, por ejemplo, el Ródano, el Inn y el Adigio tienen origen glacial. Y lo que pase allá arriba afecta todo lo que pasa río abajo.

Ahora, un equipo de investigación internacional, coordinado por la EPFL en el marco del proyecto Vanishing Glaciers, acaba de demostrar que el deshielo no solo implica perder agua. También cambia por completo el tipo de vida que hay en esos arroyos.

“Los arroyos glaciares son las fuentes de algunos de los sistemas fluviales más grandes del mundo y suministran agua vital a miles de millones de personas”, explicó Hannes Peter, del Laboratorio de Ecosistemas Fluviales de la EPFL, en un comunicado.

Hasta ahora, ningún estudio había descrito cómo sería este cambio desde el punto de vista de los microorganismos que habitan esos ambientes. Este nuevo trabajo, publicado en Nature Communications, completa ese vacío: permite asomarse a lo que puede pasar en esos arroyos de acá a fin de siglo.

Lo que pasa con el hielo también pasa con los microbios

Los arroyos glaciales, antes hostilesLos arroyos glaciales, antes hostiles a las algas, ahora se están volviendo más verdes por el aumento de temperatura (REUTERS/Denis Balibouse)

El equipo liderado por Massimo Bourquin, quien fue doctorando en la EPFL y ahora es experto técnico en microbiomas, trabajó con muestras de agua tomadas en 164 arroyos glaciares repartidos por el mundo.

Analizaron más de 2.300 tipos distintos de bacterias. Lo que querían saber era cómo reacciona esta comunidad microbiana cuando el entorno cambia: qué especies desaparecen, cuáles se fortalecen, cómo se reorganiza el ecosistema.

“Reconstruimos y analizamos datos genéticos, y después los cruzamos con variables del clima, del entorno y de los propios glaciares para armar modelos predictivos”, contó Bourquin. Además de estudiar cada bacteria por separado, también observaron el microbioma como un todo: su diversidad, su composición, y cómo están distribuidas las especies raras y las dominantes.

Una de las cosas que más les llamó la atención fue que, a pesar de haber tomado muestras en lugares tan distintos, los microbiomas eran muy parecidos. “Esto se debe a las condiciones extremas propias de los glaciares”, dijo Bourquin. En esos arroyos, el agua es helada, el caudal cambia todo el tiempo, hay pocos nutrientes, poca luz, poca oxigenación y muchos sedimentos que la enturbian. Esa combinación tan dura hace que solo un tipo de vida muy especializado pueda sobrevivir.

Cuando el agua se vuelve verde

En la Península Antártica, unoEn la Península Antártica, uno de los lugares más fríos y remotos del planeta, el paisaje está cambiando de forma visible: lo blanco está cediendo lugar al verde

Uno de los grandes hallazgos del estudio es que esos arroyos grises y turbios podrían volverse más verdes. Literalmente. A medida que se derrite el hielo, el agua se calienta, se vuelve más clara y más rica en nutrientes. Y en ese nuevo contexto, las algas empiezan a ganar espacio.

“Las condiciones actuales en estos arroyos son tan extremas que muchos microorganismos que suelen encontrarse en los arroyos alpinos, y especialmente las algas, no pueden vivir en ellos”, explicó Bourquin. Pero si el ambiente cambia, esas algas van a proliferar. Y con ellas, vendrán más bacterias, más fotosíntesis y más materia orgánica disponible.

Eso parece una buena noticia, pero también tiene su lado oscuro. El microbioma que existe hoy en esos arroyos, adaptado a lo extremo, desaparecerá. Las bacterias especializadas, que hoy cumplen funciones esenciales, no podrán sobrevivir. “Es probable que algunas no puedan adaptarse a las nuevas condiciones, y que otras especies, más oportunistas, tomen el control”, advirtió Bourquin.

El glaciar Aletsch podría desaparecerEl glaciar Aletsch podría desaparecer en 75 años sin medidas contra el calentamiento global (AP Photo/Matthias Schrader, File)

Y esto no es un detalle menor. Aunque nadie las ve, esas bacterias purifican el agua, reciclan nutrientes y regulan ciclos clave como el del nitrógeno o el del carbono. “Estamos perdiendo un microbioma único”, remarcó Tom Battin, director del laboratorio RIVER de la EPFL. “Estos microorganismos sustentan la cadena alimentaria y son cruciales para muchos equilibrios ambientales”.

A partir del trabajo en Vanishing Glaciers, surgió una nueva iniciativa global: el Programa de Administración de Glaciares, impulsado por la EPFL, la ETH de Zúrich y la Universidad de Innsbruck, con apoyo de más de veinte centros de investigación en todo el mundo.

Este programa tiene tres líneas de acción muy concretas: primero, probar técnicas que permitan frenar el derretimiento a nivel local. Segundo, mejorar los sistemas de alerta temprana para que las comunidades cercanas estén mejor protegidas. Y tercero, crear un biobanco que conserve los microorganismos glaciales antes de que se extingan, para poder estudiar su potencial y preservar su diversidad.

La idea no es solo proteger lo que queda, sino también aprender de esos ecosistemas. Tal vez muchas de esas bacterias tengan aplicaciones que aún desconocemos, o capacidades que podrían ayudarnos a enfrentar otros problemas relacionados con el cambio climático.

Lo que está pasando en las montañas no es tan lejano

La desaparición de La Corona,La desaparición de La Corona, en Venezuela, degradado a campo de hielo tras reducirse de más de 1.100 hectáreas a menos de cinco, convierte a este país sudamericano en el único de la cordillera de los Andes sin glaciar (Charles Brewer-Carías)

El contexto más amplio de este proceso fue subrayado recientemente por la UNESCO, que declaró 2025 como el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares. El organismo alertó sobre la desaparición de glaciares en lugares tan distantes como los Andes, los Alpes, el Everest o el Kilimanjaro. En Venezuela, por ejemplo, el país perdió su último glaciar, La Corona, en 2023.

Según la UNESCO, no se trata solo de agua o de microbios. La desaparición del hielo está afectando el ciclo hidrológico, elevando el nivel del mar, y alterando la vida de comunidades que conviven con estos ecosistemas hace siglos. Muchas de ellas, como las que participan en la peregrinación al santuario del Señor de Qoyllurit’i en Perú, están viendo cómo su cultura también se deshace junto al hielo.

La advertencia es clara: lo que ocurre hoy en las cumbres afecta lo que pasa en los valles, en las costas y en las ciudades. El cambio ya está en marcha. Y mientras el hielo se derrite, también desaparecen formas de vida que no podemos reemplazar.

La Antártida también se vuelve verde: señales del cambio en el fin del mundo

El año pasado, Infobae publicó un estudio realizado por las universidades de Exeter y Hertfordshire, junto al British Antarctic Survey, que reveló que la Península Antártica está cambiando de color.

En los últimos 40 años, la vegetación—sobre todo musgos y líquenes—se multiplicó por diez, ocupando áreas donde antes solo había hielo. Este cambio, monitoreado por imágenes satelitales, encendió las alarmas de la comunidad científica, que ve en este reverdecimiento una señal clara del impacto del calentamiento global en una de las regiones más frías y remotas del planeta.

La expansión vegetal no es solo una curiosidad visual: puede alterar profundamente los ecosistemas locales. La formación de suelo favorece la llegada de nuevas especies, incluidas invasoras, que podrían desplazar a las nativas y cambiar la dinámica ecológica. Además, menos superficies blancas significa menor capacidad de reflejar la luz solar, lo que acelera el calentamiento. “Podríamos estar viendo los primeros signos de una alteración significativa”, advirtió Thomas Roland, de la Universidad de Exeter.

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Fuente: Infobae

Los incendios forestales en Argentina: una crisis recurrente que exige previsión y respuestas

Los incendios forestales en Argentina: una crisis recurrente que exige previsión y respuestas

Ante un escenario de cambio climático que amplifica y agrava las consecuencias del mal manejo del fuego, la Patagonia argentina atraviesa una situación crítica. Desde Fundación Vida Silvestre remarcan la necesidad de implementar estrategias integrales que prioricen la prevención y respuesta temprana, cómo también la restauración de las áreas incendiadas.

Buenos Aires, 4 de febrero de 2025.- Lamentablemente, cada año los incendios se vuelven una noticia más frecuente en Argentina, especialmente en épocas de altas temperaturas. El comienzo de 2025 no fue la excepción, con focos activos que amenazan ecosistemas, hogares y economías locales.

En nuestro país, la temporada de incendios varía según la región geográfica, incrementándose generalmente durante el verano, cuando las condiciones extremas suelen generar fuegos de gran amplitud e intensidad. De esta manera, los efectos del calentamiento global y el cambio climático hacen más recurrentes los eventos extremos de altas temperaturas, baja humedad relativa y fuertes vientos, generando una situación de alto riesgo que puede devenir en incendios de gran escala y difíciles de controlar.

En los meses de verano las provincias del sur tienen un elevado riesgo de incendios forestales, pero también, las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Buenos Aires deben tener las precauciones correspondientes ya que el mayor riesgo de incendio en estas provincias se concentra de octubre hasta marzo.

El impacto de los incendios en Chubut y Río Negro

En la provincia de Chubut, entre el foco activo del Río Pico y Epuyén, se reportan 6.830 hectáreas afectadas, incluyendo bosques, matorrales y pastizales, según el Servicio Provincial de Manejo del Fuego de la provincia. En Río Negro, el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales informa que en el foco “confluencia” los incendios ya afectaron más de 2.800 hectáreas. Dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, se informan 10.764 hectáreas afectadas en el sector Los Manzanos y en el sector El Manso y en el Parque Nacional Lanín, zona centro en el Valle Magdalena, se estiman que fueron afectadas 4.100 hectáreas.

En algunas de estas localidades de la región patagónica, el reemplazo del bosque nativo por especies exóticas, como diversas variedades de pinos, formó parte de una política forestal impulsada desde los años 60 con el objetivo de fomentar el desarrollo.

Sin embargo, en muchos casos, estas plantaciones no recibieron el manejo adecuado, con falta de podas, raleos y cosecha en los tiempos oportunos. Además, su capacidad de expansión no fue controlada, lo que ha generado impactos en el paisaje y un aumento en la disponibilidad de material combustible. Esto contribuye a la propagación de los incendios forestales, incrementando el riesgo en la región.

“En lo que va del año los seis focos activos más importantes de la región arrasaron casi 25 mil hectáreas, una superficie equivalente a más de un tercio de la Ciudad de Buenos Aires o más de 35.000 canchas de fútbol. La magnitud de la destrucción pone en evidencia la urgencia de implementar medidas de prevención y respuesta más efectivas para frenar esta crisis recurrente” señaló Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina.

Agregó “No podemos seguir reaccionando únicamente cuando el fuego ya está fuera de control. La crisis climática exige un cambio de enfoque: necesitamos estrategias integrales que prioricen la prevención, la respuesta temprana, cómo también la restauración de las áreas incendiadas, además del combate activo de los incendios”.

Los incendios, que se encuentran entre los principales problemas ambientales que preocupan a la sociedad argentina*, no solo destruyen ecosistemas, sino que también afectan cultivos y viviendas, comprometiendo la seguridad alimentaria y los medios de vida de miles de personas. Es fundamental que quienes resulten afectados, reciban el apoyo necesario para su recuperación.

También está el hecho que en varios casos los incendios son intencionales.

Marco legal en Argentina

En 2013 se creó por Ley de presupuestos mínimos ambientales el Sistema Federal de Manejo del Fuego, que integra al Servicio Nacional de Manejo del Fuego, autoridades nacionales, las provincias, la Administración de Parques Nacionales y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La ley establece que se deben elaborar los Planes de Manejo del Fuego, tanto a nivel provincial, como regional y nacional, a los fines de planificar la prevención y supresión del fuego y la coordinación entre jurisdicciones, así como la elaboración del Sistema Nacional de Alerta Temprana y Evaluación de Peligro de Incendio. Asimismo, el Servicio, presta asistencia cuando las jurisdicciones provinciales lo solicitan, brindando personal capacitado, recursos logísticos y operativos, y medios aéreos para combatir los incendios. Por otro lado, la Ley de Manejo del Fuego y la Ley de Bosques Nativos exigen la restauración de los ambientes incendiados.

Recientemente, la administración del Sistema Nacional de Manejo del Fuego pasó de la órbita ambiental al Ministerio de Seguridad. Sin embargo, la falta de un Plan Nacional de Manejo del Fuego, a pesar de estar establecido por ley, representa una grave falencia en la planificación para la prevención y supresión de incendios. Actualmente, existen únicamente pautas y metas anuales que incluyen necesidades operativas, equipamiento, capacitaciones y servicios de medios aéreos, pero sin un Plan Nacional integral.

“Es urgente e importante que exista coordinación entre Nación y las provincias, así como entre los diferentes estamentos involucrados, para lograr una rápida respuesta ante el inicio de cualquier foco ígneo. También es clave consolidar y mejorar el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, que no solo necesita recursos aéreos y terrestres, sino también personal con la seguridad laboral necesaria para estar a la altura del enorme desafío que implica prevenir y controlar incendios forestales o los llamados de interfase, que impactan en áreas rurales y urbanas de manera simultánea”, enfatizó Jaramillo.

Incendios y cambio climático: una combinación que se necesita evitar

El informe de WWF “Incendios, bosques y el futuro: una crisis fuera de control” señala que a nivel global el 75% de los incendios son causados por la actividad humana, ya sea de manera intencional o por negligencias. En este contexto, el cambio climático amplifica y agrava los incendios debido a la falta de regulaciones, previsión y prevención.

Además, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus, 2024 fue el año más cálido de la historia a nivel global. El planeta superó la temperatura de 1.5°C respecto de los niveles preindustriales, lo que genera eventos extremos como olas de calor, sequías prolongadas, intensas precipitaciones e inundaciones.

“La historia se repite, cada vez con mayor intensidad, afectando a la naturaleza, a las personas, a sus propiedades y a sus medios de vida. Bellos paisajes, hábitat de gran cantidad de biodiversidad, esfuerzo y sueños de ciudadanos y emprendedores se hacen literalmente humo y cenizas. Quienes inician intencionalmente el fuego son responsables, los funcionarios públicos nacionales y provinciales que no aseguran los medios para la prevención y control de estas anunciadas tragedias, también lo son” concluyó Manuel Jaramillo.

 

*Nota: El dato se desprende de una investigación de opinión pública realizada de manera online por Ágora Consultores durante septiembre de 2024 a nivel nacional, con 6.241 casos totales.

Acerca de Vida Silvestre

La Fundación Vida Silvestre Argentina es una organización no gubernamental, de bien público y sin fines de lucro, creada en 1977. Su misión es proponer e implementar soluciones para conservar la naturaleza, promover el uso sustentable de los recursos naturales y una conducta responsable en un contexto de cambio climático. Desde 1988 está asociada y representa en la Argentina a WWF, una de las organizaciones independientes de conservación más grande del mundo, presente en 100 países. Para más información: www.vidasilvestre.org.ar

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Fuente: Vida Silvestre

De la sostenibilidad también depende la salud y el bienestar

De la sostenibilidad también depende la salud y el bienestar

 
La crisis climática que estamos atravesando a nivel mundial no es simplemente un problema ambiental. La Organización Mundial de la Salud identifica el cambio climático como uno de los mayores desafíos para la salud que se enfrenta en el siglo XXI, ya que afecta el aire, el agua potable, los alimentos y el hogar de la humanidad.
Buenos Aires, 29 de enero (PR/25) .- Esto se ve agravado por los eventos climáticos extremos del último tiempo que, además de los destrozos que dejan a su paso en las localidades, causan lesiones, facilitan la propagación de infecciones y enfermedades, y muchas personas pierden la vida. Las prácticas agrícolas juegan un papel clave en este escenario: los métodos convencionales han provocado la degradación del suelo y redujeron la calidad nutricional de los cultivos. Esto afecta de manera directa la salud y nutrición de las personas.
En este sentido, la trazabilidad y verificación a lo largo de las cadenas de valor agroalimentarias son los pilares para fomentar mejores prácticas agrícolas que impacten de manera positiva en los cultivos, alimentos y, en consecuencia, en la salud y en el ambiente. Estas tecnologías, además de registrar el proceso productivo, permiten medir indicadores ambientales, saludables, nutricional es y llevar adelante acciones que impulsen un cambio significativo.
Tanto productores como empresas y consumidores pueden acceder a la información que se releva y asumen la responsabilidad de hacer cumplir las normativas vigentes. “La trazabilidad asegura transiciones sólidas hacia sistemas productivos y alimentarios más saludables y conscientes, al mismo tiempo que reduce los riesgos de aumento del calentamiento global, desertificación, greenwashing y la posibilidad de manipular la información obtenida”, señaló Diego Hoter, CEO y Co-Founder de ucrop.it.
Sin estos sistemas se da lugar al escenario opuesto: prácticas no registradas ni verificadas que llevan a afirmaciones ambientales falsas; productos “saludables” que no son seguros y el aumento de los riesgos asociados con el calentamiento global, la desertificación, pérdida de biodiversidad y el greenwashing. Como resultado, se genera desconfianza y se retrasa la acción colectiva que se necesita para asegurar la supervivencia y prosperidad de la humanidad.
Los sistemas de trazabilidad fomentan métodos agrícolas sostenibles, saludables para el planeta y las especies, que mejoran las condiciones de los cultivos y producen un ciclo positivo: los suelos nutritivos ricos en microorganismos impulsan el crecimiento y la resistencia de las plantas; y se producen alimentos que contribuyen con el bienestar de las personas y la sostenibilidad del planeta. Además, “estas prácticas llevan a la producción de biocombustibles renovables y respaldan otras cadenas de valor como textil, reducen la dependencia de los combustibles fósiles, promueven el uso responsable de los recursos, mueven a las personas a ser más conscientes con los productos que consumen y más exigentes con el cumplimiento de normativas ambientales y saludables”, resaltó Hoter.
Otro de los efectos de la degradación de los ecosistemas a través de la deforestación y la agricultura intensiva son paisajes áridos, donde se disminuye la capacidad de la tierra para sostener la vida. Nada vive en un desierto, marte es una prueba de ello.
Revertir esta tendencia no se trata solo de ser ecológico; se trata de preservar la vida humana. De todos depende la restauración del ecosistema y que el planeta siga siendo habitable para las generaciones futuras. Cabe recordar entonces, que tan importante como los esfuerzos de transición a una agricultura naturalmente positiva a escala global, es también probarlo en forma verificada.
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Fuente: UCrop it
Vida Silvestre: 2024, el año que nos pasamos de la raya

Vida Silvestre: 2024, el año que nos pasamos de la raya

El planeta superó la temperatura de 1.5°C respecto de los niveles preindustriales

Buenos Aires, jueves 23 enero (PR/25) — 2024 fue confirmado como el año más cálido registrado a nivel global, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus (CS3) de la Unión Europea.

Por primera vez, la temperatura promedio del planeta superó los 1,5°C respecto a niveles preindustriales. Aunque fenómenos naturales como El Niño contribuyeron, el récord está vinculado directamente con el cambio climático causado por la actividad humana.

La noticia contrasta con los compromisos asumidos por los países, incluyendo a la Argentina, en el Acuerdo de París, donde se estableció como objetivo limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C para evitar consecuencias catastróficas para el clima. Sin embargo, los datos recopilados por C3S así como otras instituciones internacionales revelan temperaturas sin precedentes en la atmósfera y los océanos. Es importante subrayar que estos rebasamientos temporales no significan que el objetivo de 1,5 °C  del Acuerdo de París se haya perdido de forma permanente, ya que éste se refiere a un calentamiento a largo plazo durante décadas. 

La temperatura promedio global alcanzó los 15.10°C, superando en 0.72°C el promedio comprendido entre 1991 y 2020, y marcando un aumento de 0.12°C respecto al récord anterior de 2023. Además, 11 de los 12 meses del año superaron los 1.5°C sobre niveles preindustriales. El impacto fue notable en los océanos, donde la temperatura superficial anual alcanzó un máximo histórico que promedió los 20.87°C. En los polos, el hielo marino alcanzó mínimos históricos en varias épocas del año.

Este aumento extremo de temperaturas también incrementó el estrés térmico, afectando al 44% del planeta en su punto máximo en julio. A su vez, regiones como Europa registraron su año más cálido, con 10.69°C, donde las primaveras y veranos se sintieron más calientes que nunca, con consecuencias visibles en eventos climáticos extremos como olas de calor e intensas lluvias.

Carlos Tanides, coordinador del programa Ciudades, Clima y Energía de Fundación Vida Silvestre Argentina, explicó: “aunque no se lograron grandes avances, en los últimos meses presenciamos un creciente rechazo a reconocer la actividad humana como la principal causa del cambio climático, lo que representa un grave retroceso. Esta negación oculta las acciones necesarias para abordar la crisis, como reducir el uso de combustibles fósiles, detener la deforestación y corregir la urbanización descontrolada. Hoy, más que nunca, este compromiso se encuentra en serio peligro, y con él, nuestras posibilidades de cambiar el rumbo antes de que sea demasiado tarde.” 

“Debemos unirnos para responder de manera contundente y adecuada. Es urgente que, desde cada rincón del planeta, actuemos localmente para cambiar la trayectoria de las emisiones. Lo que decidamos hacer ahora es más crucial que nunca, y las soluciones están a nuestro alcance, también en Argentina. La acción inmediata debe enfocarse en medidas como impulsar las energías renovables, eliminar gradualmente los combustibles fósiles, optimizar los sistemas de transporte, promover la eficiencia energética en hogares y edificios, implementar los principios de la economía circular e invertir en tecnologías verdes que transformen la industria y los sistemas alimentarios. agregó Tanides.

El mensaje del planeta es claro: si bien 2024 marca un alarmante hito, aún estamos a tiempo de tomar medidas decisivas y basadas en evidencia para mitigar los efectos del cambio climático, y todos los sectores de la comunidad global deben contribuir para ello.

Acerca de Vida Silvestre
La Fundación Vida Silvestre Argentina es una organización no gubernamental, de bien público y sin fines de lucro, creada en 1977. Su misión es proponer e implementar soluciones para conservar la naturaleza, promover el uso sustentable de los recursos naturales y una conducta responsable en un contexto de cambio climático. Desde 1988 está asociada y representa en la Argentina a WWF, una de las organizaciones independientes de conservación más grande del mundo, presente en 100 países. Para más información:  www.vidasilvestre.org.ar

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Fuente: Fundación Vida Silvestre