Tras el récord de 2019, clima y vaivenes macro limitaron el crecimiento sostenido

Tras el récord de 2019, clima y vaivenes macro limitaron el crecimiento sostenido

DIyEE – Bolsa de Comercio de Rosario (BCR)
Rosario, domingo 23 noviembre (PR/25) — La producción de cultivos en Argentina muestra avances productivos, shocks climáticos y cambios regulatorios a lo largo de las últimas décadas. Su evolución muestra la capacidad del sector para crecer, pero también las limitaciones para sostenerlo.

El subíndice de producción de granos (IACA – Cultivos), que da seguimiento a la actividad generada por la producción primaria de granos en Argentina (para más información sobre la elaboración, se puede acceder al documento metodológico), evidencia diferentes etapas de acuerdo con su evolución tendencial.

Desde enero de 1993 a enero del 2001, la tasa de cambio promedio mensual de todo el período se ubica en 0,7%, dando cuenta del notorio dinamismo que exhibió el sector. Los primeros años de la década de 1990 constituyeron un punto de inflexión estructural para el sector agroindustrial argentino, caracterizado por una fuerte desregulación y la privatización de la infraestructura.

Uno de los hitos desregulatorios más trascendentales en la comercialización fue la disolución de la Junta Nacional de Granos en 1991 (Decreto 2.284). Esta medida, junto con la liberación total del comercio de granos y la casi desaparición de los derechos de exportación (a excepción de un 3.5% para soja y girasol), tuvo como consecuencia directa un crecimiento notable en la actividad de producción primaria.

Paralelamente, se consolidó la transformación logística. La sanción de la Ley de Puertos (Ley 24.093) en 1992 proporcionó la estabilidad jurídica necesaria para el desarrollo masivo de terminales privadas. La inversión en infraestructura portuaria fue considerable, con el Gran Rosario emergiendo como el centro agroexportador más importante de Argentina. Como reflejo de esta modernización, la capacidad de despacho de los puertos del país se disparó, pasando de aproximadamente 15.000 toneladas por hora en 1990 a cerca de 93.800 toneladas por hora en 2011.

A nivel productivo, esta década fue definida por dos innovaciones tecnológicas interconectadas. Primero, la adopción y difusión de los cultivos genéticamente modificados (OGM). Segundo, la adopción de la siembra directa. Esta técnica, que permite producir sin degradar el suelo y optimiza el uso del agua, se convirtió en el método de labranza imperante. La sinergia entre los cultivos GM y la siembra directa fue clave para elevar el rendimiento promedio y extender la frontera agropecuaria.

Un resultado crucial de estos cambios fue el auge sin precedentes de la soja. Desde fines de los sesenta, y particularmente desde los setenta, la soja había ganado terreno, popularizándose rápidamente en la región centro-sur de Santa Fe, sur-este de Córdoba y norte de Buenos Aires en el esquema de doble cultivo (trigo-soja).

Sin embargo, fue fundamentalmente a partir de la década de los ’90 en que el cultivo exhibe una expansión notoria: la superficie sembrada se duplica entre 1990 y el 2000.

Este incremento productivo fue acompañado de la consolidación de un polo de demanda fundamental para la oleaginosa, al desarrollarse la industria aceitera en el Gran Rosario (principalmente) en paralelo al crecimiento de la soja.

Tras la crisis de 2001, la política comercial interna dio un giro radical, pasando de una liberalización casi total a una fuerte intervención estatal. En el plano local, el primer gran cambio fue la reaparición de los Derechos de Exportación en febrero de 2002. A partir de ese entonces el sector operó bajo políticas que incluyeron altos impuestos, límites a la exportación y controles cambiarios.

Sin embargo, a pesar del que los mercados agrícolas en Argentina sufrieron numerosas intervenciones durante el período, la coyuntura internacional permitió maquillar la pérdida de eficiencia que esto supuso, ya que los precios internacionales de los granos ingresaron en un “superciclo” alcista, con una primera suba notoria en 2003-2004 y una segunda de mayor magnitud a partir de 2007 hasta mediados de 2008.

Este fenómeno permitió dar continuidad a la expansión de la producción primaria a pesar de que la coyuntura interna ya no proveía los mismos incentivos que en la década previa. De hecho, entre enero 2002 y diciembre 2007, la tasa de cambio mensual promedio del indicador fue de 0,6%, prácticamente idéntica al período 1993-2001.

No obstante, el punto culminante de esta intervención fue la Resolución 125 en marzo de 2008, que pretendía establecer un sistema móvil de DEX para los principales granos, llevando la carga tributaria para la soja al 48,7%. La aplicación de esta resolución paralizó la comercialización granaria durante unos 120 días, hasta que el Senado resolvió dejarla sin efecto. Esto a su vez coincidió con la severa sequía 2008/09, que le pega el primer revés importante al indicador.

Asimismo, en los primeros años de la década pasada se rigidizaron los límites a la exportación de cereales, particularmente del trigo y del maíz, lo que atentó contra el crecimiento de la producción de estos cultivos y puso freno a la tendencia que el indicador exhibiendo hasta ese momento.

Además, entre 2012 y 2014, el Poder Ejecutivo implementó el sistema electrónico “Certificación y Liquidación de Granos” de la AFIP, regulando electrónicamente las operaciones de depósito, transferencia y compraventa. Este sistema, junto con el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA), que unifica registros y califica la conducta fiscal de los operadores, estableció un control más estricto sobre la cadena de comercialización de granos.

Entre esta sucesión de cambios estructurales que implicaron mayor intervención, implicaron un cambio en la tendencia de crecimiento de la producción primaria: entre enero de 2008 y mayo de 2015, el indicador arroja una tasa de cambio promedio mensual nula (0,0%), marcando un claro período de estancamiento.

A partir de 2016, con la eliminación de los DEX para la gran mayoría de los productos, la eliminación de las restricciones físicas a la exportación y la reducción de las alícuotas de DEX para la soja se observa un nuevo impulso en el indicador, que alcanza su máximo histórico en abril de 2019 de la mano de la cosecha récord de Argentina.

Desde ese máximo histórico, el indicador exhibe el impacto que ha sufrido la producción primaria de las sucesivas sequías de los años 2021-2023, que culminó con la histórica 2022/23 y dejó al indicador en niveles equiparables a los de la 2008/09.

La salida de ese desastre productivo volvió a apuntalar al índice en para dejarlo apenas por debajo de su máximo histórico con la producción de la campaña 2023/24, pero el impacto de la “chicharrita” del maíz tardío se registraron caídas en el segundo semestre del año último.

Ya adentrándonos en el final de la serie, se aprecia una recuperación de la mano del ingreso de la cosecha 2024/25, que fue aceptable pero quedó lejos del máximo, pero marca un retroceso en los últimos meses ante la baja producción de maíz tardío esta campaña, que fue desplazado de los planes de siembra por parte de los productores ante el temor generado por la “chicharrita” la campaña previa.

En resumen, desde 1990 hasta la actualidad, la producción de granos pasó por varias etapas, con un fuerte impulso en la década de los ’90 de la mano de la liberalización y desregulación y un envión por parte de los precios internacionales en la primera etapa de los 2000, impulsado por el boom de la soja, la eficiencia portuaria e industrial del Gran Rosario y la adopción de tecnologías como la siembra directa y el silo bolsa.

Sin embargo, ya desde la última década se observa que el crecimiento promedio mensual merma significativamente, y si bien la serie alcanza un máximo en abril de 2019 de la mano de la mayor producción primaria de granos de Argentina, hace ya más de 6 años que no puede romper ese techo.

Primicias Rurales

Fuente: BCR Informativo Semanal

Te lo avisamos: Comenzó la “carnicería comercial” en el mercado argentino de trigo

Te lo avisamos: Comenzó la “carnicería comercial” en el mercado argentino de trigo

Buenos Aires, domingo 23 de noviembre (PR/25) — Tal como había advertido Bichos de Campo un mes y medio atrás, comenzó finalmente la “carnicería” en el mercado argentino de trigo ante la conjunción de una serie de factores bajistas en plena cosecha del cereal.

Semejante incremento, en un contexto de precios internacionales bajos del cereal, no luce prometedor para un producto que, en esta época del año, debe bajar mucho de precio para poder ser competitivo en mercados africanos y asiáticos con respecto al cereal ruso o europeo.

El último precio FOB oficial del trigo pan argentino en el mercado disponible (spot) se ubica en apenas 211 u$s/tonelada, una cifra 5% menor a la registrada un año atrás, cuando la cosecha por venir era entonces de 18,5 millones y no de 24,7 millones como la que se espera recolectar en 2025/26.

 

En ese marco, el  jueves (el viernes fue feriado en la Argentina) el precio del contrato Trigo Rosario Diciembre 2025 en el mercado A3 (primera posición del ciclo comercial 2025/26) cerró en un promedio de 176,0 u$s/tonelada versus 184,0 y 195,0 u$s/tonelada uno y dos meses atrás respectivamente.

La cuestión es que los exportadores argentinos, en la actual coyuntura, no muestran particular interés en el negocio del trigo: apenas registraron embarques del cereal de la campaña 2025/26 por 2,75 millones de toneladas.

Las compras de trigo 2025/26 por parte de la exportación al 12 de noviembre pasado (último dato oficial) sumaban 5,82 millones de toneladas, de las cuales 2,34 millones no tenían precio hecho. Es decir: las compañías exportadoras están “compradas” en el cereal y no tienen apuro alguno por originar mercadería.

Mientras tanto, a medida que avanza la cosecha, el constante ingreso de camiones con trigo a los puertos muestra que gran parte de los productores necesita vender cereal para generar liquidez, lo que ciertamente contribuye a potenciar la dinámica bajista.

Si a ese fenómeno de mercado se le suman problemas de calidad comercial, entonces el “combo” bajista suma un factor adicional, el cual puede ser compensado en algunos casos gracias a los rendimientos extraordinarios que se están registrando en muchas zonas productivas argentinas.

Primicias Rurales

Fuente: Valor Soja

Pautas para reducir el riesgo de mezclas en la cosecha y minimizar pérdidas

Pautas para reducir el riesgo de mezclas en la cosecha y minimizar pérdidas

Buenos Aires, sábado 22 noviembre (PR/25) — Especialistas del INTA destacan la importancia de prevenir que distintos cultivos se mezclen —de manera involuntaria— durante la cosecha, el transporte o en el almacenamiento, un problema que trasciende lo productivo y alcanza el plano comercial.

Recomiendan poner el foco en la gestión y en la adopción de buenas prácticas de manejo para reducir riesgos y sostener la competitividad del agro argentino.

La presencia de trazas de distintos cultivos en la cosecha, un fenómeno conocido como commingling, representa un desafío invisible pero cada vez más relevante para la producción agrícola argentina. Este problema ocurre cuando granos con potencial alergénico, como maní, soja o trigo, se mezclan de manera involuntaria en el campo, durante el transporte o en el almacenamiento.

Desde el INTA advierten que la situación no debe subestimarse. “Incluso una cantidad mínima de un alérgeno puede desencadenar una reacción severa en una persona sensible”, señaló Gustavo Polenta —referente en la gestión de alérgenos alimentarios del Instituto de Tecnología de Alimentos del INTA— y remarcó que, si bien la eliminación total del commingling es prácticamente imposible, el foco debe estar puesto en la gestión y en la adopción de buenas prácticas.

En este sentido, Polenta aconsejó realizar una rotación planificada de cultivos y segregación de lotes para reducir los riesgos de contaminación entre campañas consecutivas y prestar especial atención a los campos adyacentes. A su vez, destacó la importancia de realizar una limpieza exhaustiva de la maquinaria y equipos: cosechadoras, tolvas, camiones y silos deben ser higienizados antes de usarse con otro cultivo.

En cuanto al almacenamiento y transporte, el investigador indicó que se deben aplicar protocolos de segregación estrictos que eviten el cruce de granos en silos o contenedores. Asimismo, subrayó la necesidad de realizar capacitaciones en la cadena: desde los productores, transportistas hasta los operadores logísticos, quienes deben conocer el impacto del problema y las formas de minimizarlo.

 

“Necesitamos asumir que la mezcla de cultivos no es un accidente aislado, sino una característica inherente de la producción primaria. Lo que sí está en nuestras manos es reducir al máximo las probabilidades y sus consecuencias”, sostuvo Polenta.

Es que, según explicó, el impacto de este fenómeno trasciende lo productivo y alcanza el plano comercial. Cargas exportadas pueden enfrentar rechazos en destino si se detectan trazas de cultivos no declarados, lo que genera pérdidas económicas. Además, remarcó que “en mercados que exigen rótulos claros y confiables, un grano mezclado puede significar la diferencia entre concretar una operación o perderla”.

El INTA trabaja junto con organismos internacionales en la definición de umbrales de referencia y en la validación de métodos analíticos que permitan establecer criterios objetivos para el comercio. “La solución no es la utópica tolerancia cero, sino una gestión basada en la ciencia, la trazabilidad y la capacitación de toda la cadena”, reconoció el especialista.

En un escenario donde los consumidores demandan cada vez más productos seguros y con etiquetas limpias, el rol del INTA se vuelve clave para acompañar a los productores con conocimiento técnico y pautas concretas que minimicen riesgos y pérdidas, asegurando al mismo tiempo la competitividad del agro argentino en los mercados globales.

Fuente: INTA Informa

Primicias Rurales

 

 

Demoras en soja y maíz, girasol en tramo final y trigo con rendimientos récords

Demoras en soja y maíz, girasol en tramo final y trigo con rendimientos récords

Buenos Aires, viernes 21 noviembre (PR/25) —  El Panorama Agrícola Semanal (PAS) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires evaluó esta semana que hay demoras en soja y maíz, girasol en tramo final y trigo con rendimientos récords superiores a los máximos históricos.

Según el PAS, luego de un progreso intersemanal de 12 p.p., la siembra de soja cubre el 24,6 % de las 17,6 millones de hectáreas (MHa) proyectadas para la campaña 2025/26.

Se registra una demora interanual de 11 p.p. y de 3,3 p.p. en soja respecto del promedio de las últimas cinco campañas, principalmente porque continúan las demoras en el centro-norte y oeste de Buenos Aires, donde la falta de piso en algunos sectores impide iniciar las labores de siembra.

Por su parte, se reportan los primeros lotes de soja emergidos en ambos núcleos, con un óptimo stand de plantas, aunque en los más avanzados se observaron pérdidas
puntuales de hojas debido a las ráfagas de viento de los últimos días.

 

La siembra de maíz con destino a grano avanzó 0,7 p.p., alcanzando el 37,3 % del área nacional proyectada para la campaña en curso, aunque presenta una demora interanual de 34-12.64 p.p.

La implantación de lotes de fecha temprana se dio por finalizada, y se espera que en los próximos días comiencen las labores de siembra tardía en gran parte del área agrícola.

A la fecha, el 100 % de los lotes sembrados presentan una condición entre Normal y Excelente,
favorecida por la adecuada humedad en los perfiles.

Sin embargo, un 12 % del área implantada mantiene una condición
hídrica excesiva, lo que limita la realización de refertilizaciones y otras labores complementarias.

 

La siembra de girasol, por su parte, ya cubre el 95,1 % de las 2,7 millones de hectáreas (MHa) proyectadas y entra en su etapa cúlmine. Pese a las lluvias registradas a finales de la semana pasada, se registró un progreso intersemanal de 10,5 puntos porcentuales, fundamentalmente por un acelerado avance de la siembra en el Sudeste de Buenos Aires.

Respecto al área en pie, el 27,6 % transita entre botón floral y llenado de granos, concentrado en el centro y norte del área agrícola, y el resto transita estadíos vegetativos. La condición de cultivo se encuentra entre Normal y Excelente en el 98 %% de los casos, con una condición hídrica Adecuada/Óptima en el 85,1 % del área.

 

En lo que respecta al sorgo granífero, la siembra continúa tomando impulso en el centro del área agrícola, alcanzando el 34 % del total nacional proyectado para la campaña, lo que representa un adelanto interanual de 3,6 p.p.

Las labores se concentran principalmente en regiones con buena disponibilidad hídrica superficial, favoreciendo la implantación en óptimas condiciones.

En la provincia de Córdoba, donde ya se ha sembrado el 26 % del área prevista, se observa un
retroceso significativo en la intención de siembra, estimado en torno al 13 % respecto a la campaña anterior.

Este ajuste responde a la competencia con maíz principalmente, por lo que se espera que las labores finalicen con mayor rapidez en comparación con años previos.

Por último, luego de un progreso intersemanal de 3,8 p.p., se encuentra cosechado el 20,3 % del área apta de trigo.

 

A la fecha, casi el 30 % del área en pie ya se encuentra en madurez, mientras que el 70 % restante ya se encuentra en llenado de grano. El avance de la trilla continúa extendiéndose hacia zonas del centro del área agrícola donde los resultados arrojan rendimientos promedio que superan máximos históricos.

Mientras tanto, en el sur del área agrícola, las expectativas de rendimiento oscilan entre los 15 qq/Ha en casos puntuales de afectación por helada hasta los 65 qq/Ha en las zonas más favorecidas por la buena oferta hídrica del ciclo.

«Bajo este escenario, sostenemos nuestra proyección de producción de trigo en 24 millones de toneladas», sostuvieron desde el PAS.

Primicias Rurales

Fuente: PAS

Crece el consumo de alambre en el campo argentino en 2025

Crece el consumo de alambre en el campo argentino en 2025

Buenos Aires, viernes 21 noviembre (PR/25) — El 2025 trajo consigo un cambio de tendencia: el consumo de alambre para proyectos en el agro muestra un crecimiento sostenido.

Según relevamientos del INTA Bordenave, el costo de instalar 1.000 metros de alambrado tradicional de siete hilos cayó un 10% respecto al año pasado, alcanzando los $9,7 millones.

La recuperación no es menor si se tiene en cuenta que, entre 2020 y 2024, los incrementos en materiales para alambrado llegaron al 310% y los electrificadores aumentaron hasta 460%. Hoy, los productores encuentran un punto de equilibrio más favorable, donde la relación costo-producto vuelve a ser atractiva.

Estamos viendo que el alambre deja de ser percibido como un gasto y retoma su rol como inversión estructural para el campo. La baja de costos, sumada a las nuevas tecnologías en alambrados eléctricos, impulsa decisiones que habían estado en pausa”, explica Marcelo Pascual, presidente de Herpaco, compañía especializada en soluciones para el agro, industria y la construcción.

El informe del INTA detalla que el costo de un kilómetro de alambrado tradicional equivale a 3.340 kilos de novillo, 41,7 toneladas de trigo o 46,8 toneladas de maíz.

Medir el gasto en productos agropecuarios, y no sólo en pesos, permite a los productores visualizar la inversión en términos de su propia producción.

El desglose es revelador: los materiales (postes, varillas y alambre) representan $5,4 millones, mientras que la mano de obra asciende a $4,3 millones. Esta proporción refleja cómo la presión en costos laborales se mantiene significativa, aunque la caída en el precio de materiales fue determinante para la reducción global del 10%.

Tipos de alambre más demandados

El consumo no es homogéneo: distintos sistemas y calidades de alambre tienen aplicaciones específicas en función del tipo de producción.

  • Alambre ovalado galvanizado 17/15: es el más utilizado en alambrados perimetrales y contención de hacienda. Su resistencia (725-800 kg) lo convierte en el estándar de referencia en campos ganaderos.
  • Alambre de púas Bagual: mantiene su vigencia en cercos de seguridad y manejo de animales.
  • Alambre para fardo: indispensable para el transporte y almacenamiento de forrajes.
  • Alambres eléctricos (Boyero 1,80 y 2,25 mm): muestran la mayor tasa de crecimiento, especialmente en ganadería intensiva y en proyectos agrícolas como viñedos.
  • Alambre ovalado Baqueano 16/14: opción más económica y versátil, elegida para grandes extensiones o animales dóciles.

Una de las tendencias más notorias es la expansión del alambrado eléctrico. Su menor costo inicial lo posiciona como una alternativa de rápida adopción.

  • Alambrado eléctrico semipermanente de 3 hilos: $2,7 millones por kilómetro, un 72% menos que el tradicional de 7 hilos.
  • Cerco eléctrico móvil de 1 hilo: apenas $156.000 por 500 metros, pensado para manejo rotativo o temporario de hacienda.

En la última década, los sistemas eléctricos dejaron de ser vistos como una solución transitoria y hoy son parte de la infraestructura de manejo ganadero. Su flexibilidad y bajo costo permiten optimizar recursos, sobre todo en contextos de volatilidad”, sostiene Pascual.

Marcelo Pascual, presidente de Herpaco

 

Ganadería y agricultura: los grandes consumidores

La demanda se concentra principalmente en el sector ganadero, que no sólo renueva sus alambrados tradicionales, sino que incorpora divisiones eléctricas para mejorar la gestión de potreros y la rotación de pasturas.

En paralelo, el sector agrícola mantiene un uso estratégico del alambre galvanizado, tanto para protección de cultivos como para la sujeción en plantaciones. El alambre para fardo se volvió indispensable en la conservación de forrajes, mientras que proyectos vitivinícolas y hortícolas incorporan variantes eléctricas de mayor calibre.

El salto de precios de los últimos años obligó a los productores a medir con lupa cada decisión de inversión. En 2024, instalar un kilómetro de alambrado perimetral demandaba 2.721 kilos de novillo. En 2025, la cifra se elevó a 3.340 kilos, pero con una diferencia: la caída de precios en pesos amortiguó la presión real al comparar con la evolución de los precios agrícolas y ganaderos.

Este enfoque es el que explica la recuperación: los costos en productos del campo se redujeron un 25% en el caso de alambrados perimetrales y un 33% en divisiones eléctricas, lo que traduce una mejora concreta en la capacidad de inversión del productor.

Las expectativas para el segundo semestre de 2025 son positivas. Además de la tracción del agro, sectores como energía, petróleo, gas, minería y renovables se perfilan como nuevos demandantes de soluciones de alambrado, tanto para protección de activos como para delimitación de terrenos.

El consenso entre especialistas es que la recuperación en el consumo de alambre está lejos de ser coyuntural. La convergencia de tres factores —reducción de costos, diversificación de sistemas y expansión de sectores demandantes— configura un escenario favorable para el crecimiento sostenido.

El alambre, históricamente asociado a la vida rural, recupera protagonismo como herramienta estratégica en el desarrollo productivo argentino. No sólo se trata de cercar campos: se trata de habilitar un manejo más eficiente, de optimizar la producción y de asegurar el futuro de las explotaciones.

“En cada rollo de alambre hay mucho más que acero galvanizado: hay seguridad para el productor, previsibilidad para la hacienda y eficiencia para el campo. Esa es la verdadera dimensión de esta recuperación”, concluye Pascual.

Primicias Rurales

Fuente: HERPACO

Argentina actualiza su reglamento sobre calidad de la frutilla de acuerdo con el Mercosur

Argentina actualiza su reglamento sobre calidad de la frutilla de acuerdo con el Mercosur

La medida del SENASA homologa sus estándares de clasificación de calidad en linea con los países miembros, haciendo más agil su comercio.

Buenos Aires, viernes 21 noviembre (PR/25) — El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) actualiza su Reglamento Técnico de Identidad y Calidad de la Frutilla, mediante su Resolución 877/2025.

De esta manera Argentina homologa sus estándares de clasificación de calidad con los países del Mercosur, facilitando el comercio intra y extra regional del producto.

A partir de esta actualización, toda frutilla producida bajo la normativa argentina es reconocida en cualquiera de los Estados Parte del bloque regional. La medida, que entra en vigencia a partir del día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial, representa un avance clave para este producto nacional.

La Argentina incorpora la medida a su ordenamiento jurídico adecuándose a la normativa vigente del MERCOSUR, que está constituida por el Reglamento Técnico aprobado por la Resolución GMC N° 11 del 15 de junio de 2023.

El comercio de la frutilla argentina estuvo regulado desde 1996 bajo el Reglamento Técnico de Calidad e Identidad de frutilla GMC Mercosur N° 85/96, el cual queda sin efecto.

Esta armonización normativa permite reducir barreras técnicas, mejorar la competitividad del sector para seguir fortaleciendo la competitividad del agro argentino y garantizar la calidad de los alimentos que llegan a los mercados del país y del mundo.

Fuente: Argentina.gob.ar

Primicias Rurales